El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

28 nov 2014

75. ¡A cañonazo limpio!

En el capítulo anterior nos quedó una cuenta pendiente: averiguar en qué se suponía que estaba pensando Delmet al decir que iba a probar el cañón. Da miedo imaginárselo teniendo a Ridley tan cerca...

Capítulo 75
-Eh, un momento, ¿no estarás pensando en...?
-¡Es justo en lo que estaba pensando, capitana! En cuanto llegue hasta él, lo inmovilizaré y haré que se trague todas sus palabras. ¡Es un plan perfecto!
Interpreté que, con “todas sus palabras”, Delmet se refería, en general, a la forma de hablar de Ridley.
-¿En serio? -se mofó Teck-. No me digas que lo vas a hacer de verdad... No sé por qué, no me extraña.
No le veía ni pies ni cabeza al plan. Si lo había interpretado bien, lo que estaba a punto de hacer Delmet era lanzarse desde el cañón hacia donde estaba Ridley. ¿Y luego? Se supone que Delmet lo inmovilizaría, pero no lo veía muy probable. Lo más seguro era que mi subcapitán acabase metido en otro lío...
-Creo que nos vamos a olvidar del plan de momento. ¿Delmet? -dije, y giré la cabeza hacia el cañón; el chico ya estaba dentro-. No me estás escuchando, ¿verdad?
Él no respondió, así que imaginé que la respuesta era un sí: no me estaba escuchando.
-No es buena idea -le expliqué-. Acercarnos a Ridley de esta forma sin tener un plan B no tiene ningún sentido. ¿Cómo se para este cacharro?
Aunque había oído a Teck llamar “cacharro” al cañón un par de veces antes, tanto él como Etsu parecieron un poco ofendidos cuando dije esta frase, pero permanecieron en silencio.
-No funciona con fuego por motivos evidentes, así que todo su mecanismo se controla a través de varios botones situados en el interior del tubo en el que se encuentra Legend -razonó Etsu.
-¿Sólo se puede controlar desde dentro? -solté-. Estamos perdidos...
-En realidad, es más una catapulta que un cañón -explicó Teck -. Imagina que va y se da contra un árbol.
Bueno... Por suerte, en ese momento, Ridley estaba en un punto en el que no había muchos árboles.
Mirta, que había permanecido callada durante un buen rato, exclamó por lo bajo:
-¡Tenemos que confiar en él! ¡Seguro que este plan acaba estupendamente!
-¡Eso digo yo, capi! -gritó Mia algo más fuerte. Menos mal que hacía un poco de viento y el murmullo tapaba nuestras voces; nos podrían haber oído. Aunque estos dos parecían bastante distraídos...
No ayudaba mucho que las chicas estuvieran de su parte. En fin... Delmet no nos haría caso igualmente, así que no nos quedaba otra. Lo mejor que podíamos hacer era cruzar los dedos y esperar...
-¿Llevas el paracaídas, Del? -preguntó Mirta
-Sí, como siempre -respondió Delmet. Su voz rebotaba contra las paredes del tubo con un eco metálico.
-Ten mucho cuidado... -le rogó, apartándose del cañón.
Me di cuenta de que, aunque Mirta parecía estar de parte de Delmet, no se la veía muy convencida del plan. Estaba preocupada.
-¡Apartad todos, voy a salir! -exclamó Delmet. El tubo ya se había girado y había empezado a inclinarse hacia Ridley. Oí a Delmet murmurar la "maniobra de combate" que estaba siguiendo, pero no entendí una sola palabra.
-No me apetece mirar... -dije, dándome la vuelta. Por el contrario, Mia lo animaba, Mirta no podía apartar los ojos del cañón y tanto Etsu como Teck vigilaban lo que Delmet hacía.
Vigilé a Ridley por el rabillo del ojo. Qué raro, ahora estaba solo... ¿Cómo es que todavía no se había dado cuenta de que estábamos allí? ¿Qué buscaba? Parecía a punto de irse...
-¡FUEGO! -exclamó Delmet.
Di un respingo. Oí un ruido sordo, acompañado de algún que otro grito de sorpresa. 
¿Ya?
Gire la cabeza lentamente hacia el cañón. El tubo estaba casi en horizontal... ¿Aquello era humo?
-¡Venga, Eria, menuda cara me has puesto! -se rió Teck-. Es por ese efecto, ¿verdad? ¡No es humo de verdad! ¿No has oído lo que Etsu ha dicho? El cañón no funciona con fuego. El bosque ya se habría incendiado si Delmet tuviera que prender una mecha cada vez que lo usara.
Pues menos mal -suspiré de alivio-. Hablando de él, ¿dónde está?
-¡Allí, mira! -exclamó Mia-. ¡Lo he visto, ha salido volando del cañón! ¡Mi héroe!
Pues sí, estaba con Ridley. Ahora que lo pensaba, tampoco se había lanzado a tanta distancia, teniendo en cuenta que su cañón, por lo que había entendido, podía llegar a alcanzar una potencia mucho mayor.
-Al final no ha usado el paracaídas... -se fijó Mirta, sonriendo con una mirada triste.
-El aterrizaje ha sido bastante peculiar, no tan desastroso como otras veces. Al alcanzar el punto exacto de caída, se ha defendido con una patada antes de llegar a tierra. -observó Etsu.
-Y la ha pifiado cuando ha sido Ridley el que lo ha acabado inmovilizando. -puntualizó Teck.
-¡¿Qué?! -gimió Mirta. ¡La chica podía oír a Teck! Pero lo ignoraba...
-Os lo dije -suspiré. Podía ver cómo Ridley y Delmet forcejeaban a distancia, no con mucha claridad.
-Tenemos que hacer algo -se lamentó Mirta tapándose la boca.
Teck giró la cabeza exageradamente, agitando su pelo de punta. Miró a Mirta a los ojos con aire seductor.
-Tarde; ahora mismo, mi labor es protegerte, como rosa que crece en el jardín de mi corazón...
Y... Teck cayó hacia atrás sin poder terminar su frase. Mirta debía de haberle puesto la zancadilla.
Mientras Teck se quejaba y Mirta trataba de hacerlo callar, Mia observaba la pelea entre Delmet y Ridley, apretando los puños entre emocionada y sorprendida. Etsu le hacía de comentarista:
-Ha conseguido evadirlo... Oh, vaya, ahora no lo consigue. ¡Suerte que lleva el casco! Intenta golpear a Ridley, pero él lo esquiva. Vaya, golpe bajo... parece que esto no va a acabar demasiado bien.
-¿Hola? ¡Eoo, que sigo aquí! -dije, alzando la voz para llamar la atención. Todos pararon lo que estaban haciendo para mirarme directamente-. No es por nada, pero os recuerdo que el subcapitán de nuestro equipo está recibiendo una paliza de campeonato mientras nosotros estamos aquí parados.
-¡Ah! -volvió a gemir Mirta. Le brillaban los ojos.
-No me hace mucha gracia tener que volver a sacarle las castañas del fuego, pero vamos a tener que echarle una mano... otra vez -dije cansinamente-. Esto es lo que vamos a hacer: Etsu y Teck, os acercaréis desde el fondo; pasad de largo y atacad por la espalda. Mia, Mirta, id por los lados. No actuéis a no ser que os dé una señal, ¿vale? Yo iré de frente
-Genial, otra vez a rescatarlo. Al menos, tal y como estamos ahora, somos un equipo fantástico... -suspiró Teck. Mirta lo miró con mala cara, escapando de su alcance antes de que él la tomara de la mano.
-Teck, deja los piropos para luego -lo hice callar, y él resopló-. Oye, ¿qué hacéis que todavía estáis aquí? ¡Vamos, salid, pero con sigilo!
Un poco sorprendidos por mi orden tan inmediata, todos se dividieron tal y como yo les había indicado.
No teníamos mucho tiempo. Mirta se quedó algo rezagada, pero parecía saber perfectamente su misión. Sin pensarlo, salí tan rápido como pude tras ella. Era agotador recorrer tanta distancia a esa velocidad, pero era lo que tenía que hacer.
-¡Ven a por mí si puedes! -grité para llamar la atención de Ridley, pero él no soltaba a su presa.
Al acercarme, vi de que acababa de mover su mano derecha con un gesto que reconocí en seguida. ¡Llevaba la pistola, y la apuntaba hacia Mirta! ¡No podía dejar que eso pasara!
Tomé carrerilla para dar un salto de los míos en marcha. Llegué hasta un árbol, me impulsé sobre su tronco y cubrí a Mirta antes de que ella se alejara.
Caímos pesadamente sobre el suelo, junto con algunas piedras que Ridley nos había lanzado. Ay, ¿cuánto alcance tenía ese chisme? Tenía que comprarme uno igual.
Pensaba que nos quedaríamos allí un buen rato, pero, de pronto... ¡nada!
¡No nos disparaban! Tenía que ser una broma. Ridley era incapaz de darnos tregua así por las buenas.
Traté de levantar la cabeza; tenía que haber pasado algo...
En ese momento, oí a Mia dar un grito de alegría. ¿Pero qué hacía? ¡Iba a fastidiar toda la operación!
Pero, en cuanto vi a Ridley en el suelo y completamente inmóvil, me hice una idea de lo que en realidad estaba pasando.

Ya hablaremos de esto en el siguiente capítulo. En serio, dejemos esto para luego. No sé como tomarme esta situación...

13 nov 2014

74. Piezas y más piezas

En este capítulo nos toca aguantar el montaje completo de una de las posesiones más preciadas de Delmet. Este chico está fatal de la cabeza... ¡Por favor, que sea leve!

Capítulo 74
Se veían las ganas que tenía Teck por terminar el cañón en que ni siquiera se había molestado en cambiarse de ropa para ponerse algo más fresco. En ese momento, Teck llevaba la que debía ser su camiseta favorita: una negra con un círculo verde en el centro y una etiqueta muy brillante (la había visto asomar alguna vez cerca de la nuca del chico) que delataba que la prenda era de marca. 
Era de manga corta, pero tenía cosidas unas mangas largas falsas -las cuales llevaba subidas en ese momento para trabajar- que simulaban que Teck llevaba debajo de la negra una segunda camiseta, blanca. Si al menos se hubiera puesto una de manga corta de verdad... Como las que solía llevar para salir a la calle, casi todas negras, o bien verdes. El color verde debía de gustarle mucho. Además, cualquier chica aficionada a la moda (como muchas de mi edad, sin contarme a mí) habría observado que el verde “resaltaba” los ojos claros de Teck (Grises, con finas líneas que iban desde sus pupilas hasta el borde de su iris).
¿Que por qué conozco tantos detalles? Soy observadora... y tampoco es que tuviera algo mejor que hacer mientras “los currantes” trabajaban, así que verlos actuar era mi mayor entretenimiento. Sí, los tenía delante...
Mientras tanto, Etsu inclinaba un poco la cabeza hacia lo que Teck tenía en las manos para ir diciéndole lo que tenía que hacer. Tampoco es que el segundo chico llevase mejor ropa para aguantar el calor... Como era habitual, Etsu llevaba puesto un conjunto demasiado formal y excesivo para la ocasión. Llevaba una camisa del estilo de la de Teck (con mangas falsas a las que solía darle varias vueltas) pero entera blanca, con una corbata azul marino anudada al cuello del mismo color que una especie de dobladillo que le asomaba por debajo. ¿Más cosidos falsos? Ya veía otra cosa más que esos dos tenían en común...
Al bajar la cabeza, el mechón en forma de interrogación que Etsu tenía sobre ella rebotó de una forma bastante peculiar.
-Ahora tienes que terminar el mecanismo. Esta parte puede ser delicada, así que ten cuidado.
Teck, de rodillas, empezó a juntar lentamente la pieza que tenía en la mano con lo ya montado.
Pero, cómo no... Delmet no vio mejor momento para arrimar la cabeza.
-¡Venga, venga, venga, que ya lo tenéis casi montado! ¡VAMOS!
El último grito sorprendió a Teck quien, sobresaltado, giró la muñeca  en el último momento. La pieza se unió al resto sin problema, sí, pero una de las que estaban ya colocadas saltó por los aires, dio contra un árbol y rodó por el suelo a unos cinco metros de nosotros. Uno de los lados del cañón se terminó derrumbando.
-¿Me lo cargo, me lo cargo? -preguntó Teck apretando los puños.
Al ver que Etsu se encogía de hombros, el mecánico se levantó de golpe y salió a correr tras el chico del casco sin hacer el más mínimo esfuerzo por contenerse.
Una vez que ambos hubieron perdido entre los árboles, Etsu suspiró.
-Esto nos va a llevar más de lo que yo pensaba... -dijo.
Pues vaya... Jetwick nos estaba esperando en el edificio y no quería tardar mucho para pasar algo de tiempo los tres juntos. Pero allí estábamos Mia y yo, en el bosque. Gracias, Mia, por ser fiel a Delmet.
Al principio Jetwick tenía toda la intención de dejarnos allí "tiradas", pero luego se había ofrecido a acompañarnos; era incapaz de fallarnos. Como sabía que a mi amigo no le apetecía nada venir a ver cómo montaban el cañón (porque a mí me pasaba lo mismo), me compadecí de él y lo mandé a decirle a Tiffany, la novia de Teck, que iba a estar ocupado esa tarde por culpa de Delmet.
-Sé que vas a ser breve, no lo dudo, pero mejor que salgas corriendo en cuanto entregues el mensaje -le había avisado Teck al enterarse de que Jetwick iba a ser su mensajero-. Mi chica tiene bastante carácter...
Menos mal que teníamos a Jetwick y a Bobby: Tiffany, según Teck, no aguantaría que una chica le comunicara ningún mensaje sobre “su amor” debido a lo extremadamente celosa que era. A la que más vigilaba era a Mirta, cómo no, pero también nos tenía rencor a las demás del F-06. “Claro, como ella está en un equipo femenino y yo en uno mixto...” había supuesto Teck poniendo los ojos en blanco.
Pues vaya plan. Tener novio con mi edad no parecía de lo más adecuado. Já... Creo que prefería “ser libre”.
Hacía un rato que Teck había dejado de perseguir a Delmet y el cañón había empezado a avanzar de verdad. ¡Por fin! Sólo un par de piezas más y estaría acabado. ¿De dónde habrían sacado tanta pieza?
Ahora sólo quedaba que Delmet no incordiase.
-Mia -le susurré a mi amiga-, creo que Delmet se merece un buen abrazo.
Ella no se lo pensó dos veces: corrió hacia su ídolo y lo rodeó con los brazos. Delmet no la vio venir y luchó con todas sus fuerzas poder respirar, pero ya era demasiado tarde para huir.
Etsu y Teck aprovecharon que Delmet estaba inmovilizado para colocar las últimas piezas. ¡Bien! Justo como había planeado.
-¡Por fin! -exclamó Teck en medio de un suspiro-. Héroe, tu trasto ya esta montado.
Mia soltó a Delmet y, emocionada, se llevó las manos a las mejillas mientras admiraba el cañón. Delmet, ya libre, se tambaleó uno segundos y volvió la vista en la misma dirección.
¡Ahí estaba! El tubo del cañón, decorado con estrellas y franjas blancas, rojas y azules era lo suficientemente ancho como para que alguien como Delmet pudiera meterse dentro. A simple vista el aparato parecía de juguete, pero de cerca se notaba que no estaba hecho de plástico barato.
-¿Se puede usar ya? -preguntó Delmet con impaciencia.
-Hasta que te rompas los dos brazos -asintió Teck, echado sobre la máquina con los brazos cruzados.
Antes de que decidiera probarlo, Mia y yo nos acercamos un poco más.
-Pensaba que todo esto era una broma... ¿En serio Delmet usa esta cosa?
-¿No recuerdas que decía que ser hombre-bala era su pasatiempo? -me recordó Teck-. Pues no mentía.
Se me abrieron los ojos como platos en cuanto asimilé toda la información que me estaba llegando.
-¿Se lanza desde ahí? Pe- pero ¿no le pasa nada? Quiero decir, esto tiene muy mala pinta...
-No le hemos incluido mucho alcance al cañón, así que apenas suele elevarse un par de metros -me explicó Etsu-. En cuanto su velocidad disminuye, lo que Delmet suele hacer es abrir su paracaídas (también diseñado por nosotros dos) por lo que no es habitual que tenga accidentes. De hecho, hay veces en las que ni lo necesita.
-Es más, ¡Creo que cualquiera que tuviera un poco de cuidado podría utilizar este chisme! -rió Teck, dando un par de palmaditas al cañón-. ¿Y si lo patentamos como atracción de feria?
De pronto empecé a oír rápidas pisadas de alguien que se nos acercaba corriendo. Me tranquilicé al ver que era Mirta la que venía.
-¡Por fin está listo! -observó.
-Qué va, es un decorado. Si lo tocas, el cartón se cae -sonrió Teck.
Yo también sonreí. Era el tipo de chistes que solía contar Bobby; Teck debía de llevarse bien con él. Mirta lo ignoró.
-Tienes que sentirte genial en este momento, Del.
-¡Pues claro! -respondió el intrépido-. ¿Y sabes qué es lo mejor? ¡Que podemos estrenarlo ahora mismo!
Mirta asintió con una sonrisa, pero la noté un poco nerviosa ante la idea...
Un momento, pisadas de nuevo. Tenía que ser alguien más del equipo... ¿Jetwick?
No, estas pisadas se oían mucho más lejos. Tenía que haber alguien más por la zona.
No sólo yo me di cuenta de lo que pasaba: los demás también se habían quedado en silencio para averiguar de dónde venían los pasos.
Etsu señaló un punto entre los árboles: había una sombra entre ellos. Era una chica. ¿Mystery? No, por favor, ella no...
Tal y como esperaba, no estaba sola: Ridley, de espaldas a nosotros, la acompañaba.
Abrí y cerré los puños para calmarme. No funcionó.
-Sujetadme antes de que me lance a por él -les advertí.
Intenté echarme a correr hacia Ridley, pero Mia me inmovilizó con uno de sus abrazos. Luché por liberarme; me costaba respirar...
-Tengo una idea mejor, capitana -dijo Delmet con una sonrisa maliciosa, como a un niño al que se le acaba de ocurrir una travesura.
-Ilumínanos con tu sabiduría -se mofó Teck, esquivando la bofetada que intentó darle Mirta.
-Ya verás -continuó-. Esta temporada, ya que nos pilla la ocasión, ¿por qué no enseñarle al rubio ese de lo que es capaz nuestro nuevo “juguete”?

Como decía, menudas ideas se le pasan a este chico por la cabeza.
Ya veréis en el siguiente capítulo lo que pretende...