Capítulo 74
Se veían las ganas
que tenía Teck por terminar el cañón en que ni siquiera se había
molestado en cambiarse de ropa para ponerse algo más fresco. En ese
momento, Teck llevaba la que debía ser su camiseta favorita:
una negra con un círculo verde en el centro y una etiqueta
muy brillante (la había visto asomar alguna vez cerca de la nuca del
chico) que delataba que la prenda era de marca.
Era de manga corta, pero tenía cosidas unas mangas largas falsas -las cuales llevaba subidas en ese momento para trabajar- que simulaban que Teck llevaba debajo de la negra una segunda camiseta, blanca. Si al menos se hubiera puesto una de manga corta de verdad... Como las que solía llevar para salir a la calle, casi todas negras, o bien verdes. El color verde debía de gustarle mucho. Además, cualquier chica aficionada a la moda (como muchas de mi edad, sin contarme a mí) habría observado que el verde “resaltaba” los ojos claros de Teck (Grises, con finas líneas que iban desde sus pupilas hasta el borde de su iris).
Era de manga corta, pero tenía cosidas unas mangas largas falsas -las cuales llevaba subidas en ese momento para trabajar- que simulaban que Teck llevaba debajo de la negra una segunda camiseta, blanca. Si al menos se hubiera puesto una de manga corta de verdad... Como las que solía llevar para salir a la calle, casi todas negras, o bien verdes. El color verde debía de gustarle mucho. Además, cualquier chica aficionada a la moda (como muchas de mi edad, sin contarme a mí) habría observado que el verde “resaltaba” los ojos claros de Teck (Grises, con finas líneas que iban desde sus pupilas hasta el borde de su iris).
¿Que por qué conozco tantos detalles? Soy observadora... y tampoco es que tuviera algo mejor que
hacer mientras “los currantes” trabajaban, así que verlos actuar
era mi mayor entretenimiento. Sí, los tenía delante...
Mientras tanto, Etsu
inclinaba un poco la cabeza hacia lo que Teck tenía en las manos
para ir diciéndole lo que tenía que hacer. Tampoco es que el
segundo chico llevase mejor ropa para aguantar el calor... Como era
habitual, Etsu llevaba puesto un conjunto demasiado formal y excesivo
para la ocasión. Llevaba una camisa del estilo de la de Teck (con
mangas falsas a las que solía darle varias vueltas) pero entera
blanca, con una corbata azul marino anudada al cuello del mismo
color que una especie de dobladillo que le asomaba por debajo.
¿Más cosidos falsos? Ya veía otra cosa más que esos dos tenían
en común...
Al bajar la cabeza,
el mechón en forma de interrogación que Etsu tenía sobre ella
rebotó de una forma bastante peculiar.
-Ahora tienes que
terminar el mecanismo. Esta parte puede ser delicada, así que ten
cuidado.
Teck, de rodillas,
empezó a juntar lentamente la pieza que tenía en la mano con lo ya
montado.
Pero, cómo no...
Delmet no vio mejor momento para arrimar la cabeza.
-¡Venga, venga,
venga, que ya lo tenéis casi montado! ¡VAMOS!
El último grito
sorprendió a Teck quien, sobresaltado, giró la muñeca en el último
momento. La pieza se unió al resto sin problema, sí, pero una de
las que estaban ya colocadas saltó por los aires, dio contra un
árbol y rodó por el suelo a unos cinco metros de nosotros. Uno de los lados del
cañón se terminó derrumbando.
-¿Me lo cargo, me lo
cargo? -preguntó Teck apretando los puños.
Al ver que Etsu se
encogía de hombros, el mecánico se levantó de golpe y salió a
correr tras el chico del casco sin hacer el más mínimo esfuerzo por
contenerse.
Una vez que ambos hubieron perdido entre los árboles, Etsu suspiró.
-Esto nos va a llevar
más de lo que yo pensaba... -dijo.
Pues vaya... Jetwick
nos estaba esperando en el edificio y no quería tardar mucho para
pasar algo de tiempo los tres juntos. Pero allí estábamos Mia y yo,
en el bosque. Gracias, Mia, por ser fiel a Delmet.
Al principio Jetwick tenía toda la intención de dejarnos allí "tiradas", pero luego se había ofrecido a acompañarnos; era incapaz de fallarnos. Como sabía
que a mi amigo no le apetecía nada venir a ver cómo montaban el
cañón (porque a mí me pasaba lo mismo), me compadecí de él y lo
mandé a decirle a Tiffany, la novia de Teck, que iba a estar ocupado
esa tarde por culpa de Delmet.
-Sé que vas a
ser breve, no lo dudo, pero mejor que salgas corriendo en cuanto entregues el
mensaje -le había avisado Teck al enterarse de que Jetwick iba a ser su mensajero-. Mi chica tiene bastante carácter...
Menos
mal que teníamos a Jetwick y a Bobby: Tiffany, según Teck, no aguantaría que una chica le comunicara ningún mensaje sobre “su amor” debido a lo extremadamente celosa que era. A la que
más vigilaba era a Mirta, cómo no, pero también nos tenía rencor a las
demás del F-06. “Claro, como ella está en un equipo femenino y yo en uno
mixto...” había supuesto Teck poniendo los ojos en blanco.
Pues vaya plan. Tener
novio con mi edad no parecía de lo más adecuado. Já... Creo que
prefería “ser libre”.
Hacía un rato que
Teck había dejado de perseguir a Delmet y el cañón había
empezado a avanzar de verdad. ¡Por fin! Sólo un par de piezas más
y estaría acabado. ¿De dónde habrían sacado tanta pieza?
Ahora sólo quedaba que Delmet no incordiase.
Ahora sólo quedaba que Delmet no incordiase.
-Mia -le susurré a
mi amiga-, creo que Delmet se merece un buen abrazo.
Ella no se lo pensó
dos veces: corrió hacia su ídolo y lo rodeó con los brazos. Delmet
no la vio venir y luchó con todas sus fuerzas poder respirar, pero
ya era demasiado tarde para huir.
Etsu y Teck
aprovecharon que Delmet estaba inmovilizado para colocar las últimas
piezas. ¡Bien! Justo como había planeado.
-¡Por fin! -exclamó
Teck en medio de un suspiro-. Héroe, tu trasto ya esta montado.
Mia soltó a Delmet
y, emocionada, se llevó las manos a las mejillas mientras admiraba
el cañón. Delmet, ya libre, se tambaleó uno segundos y volvió la
vista en la misma dirección.
¡Ahí estaba! El
tubo del cañón, decorado con estrellas y franjas blancas,
rojas y azules era lo suficientemente ancho como para que alguien
como Delmet pudiera meterse dentro. A simple vista el aparato
parecía de juguete, pero de cerca se notaba que no estaba
hecho de plástico barato.
-¿Se puede usar ya?
-preguntó Delmet con impaciencia.
-Hasta que te rompas
los dos brazos -asintió Teck, echado sobre la máquina con los brazos cruzados.
Antes de que
decidiera probarlo, Mia y yo nos acercamos un poco más.
-Pensaba que todo
esto era una broma... ¿En serio Delmet usa esta cosa?
-¿No recuerdas que
decía que ser hombre-bala era su pasatiempo? -me recordó Teck-. Pues
no mentía.
Se me abrieron los
ojos como platos en cuanto asimilé toda la información que me
estaba llegando.
-¿Se lanza desde
ahí? Pe- pero ¿no le pasa nada? Quiero decir, esto tiene muy
mala pinta...
-No le hemos incluido
mucho alcance al cañón, así que apenas suele elevarse un par de
metros -me explicó Etsu-. En cuanto su velocidad disminuye, lo que
Delmet suele hacer es abrir su paracaídas (también diseñado por
nosotros dos) por lo que no es habitual que tenga accidentes. De hecho, hay veces en las que ni lo necesita.
-Es más, ¡Creo que
cualquiera que tuviera un poco de cuidado podría utilizar este
chisme! -rió Teck, dando un par de palmaditas al cañón-. ¿Y si lo patentamos como atracción de feria?
De pronto empecé a oír rápidas pisadas de alguien que se nos acercaba corriendo. Me tranquilicé al ver que era
Mirta la que venía.
-¡Por fin está
listo! -observó.
-Qué va, es un
decorado. Si lo tocas, el cartón se cae -sonrió Teck.
Yo también sonreí. Era el tipo de chistes que solía contar Bobby; Teck debía de
llevarse bien con él. Mirta lo ignoró.
-Tienes que sentirte
genial en este momento, Del.
-¡Pues claro!
-respondió el intrépido-. ¿Y sabes qué es lo mejor? ¡Que podemos
estrenarlo ahora mismo!
Mirta asintió con
una sonrisa, pero la noté un poco nerviosa ante la idea...
Un momento, pisadas
de nuevo. Tenía que ser alguien más del equipo... ¿Jetwick?
No, estas pisadas se
oían mucho más lejos. Tenía que haber alguien más por la zona.
No sólo yo me di
cuenta de lo que pasaba: los demás también se habían quedado en
silencio para averiguar de dónde venían los pasos.
Etsu señaló un
punto entre los árboles: había una sombra entre ellos. Era una
chica. ¿Mystery? No, por favor, ella no...
Tal y como esperaba, no estaba sola: Ridley, de espaldas a nosotros, la acompañaba.
Tal y como esperaba, no estaba sola: Ridley, de espaldas a nosotros, la acompañaba.
Abrí y cerré los
puños para calmarme. No funcionó.
-Sujetadme antes de
que me lance a por él -les advertí.
Intenté echarme a
correr hacia Ridley, pero Mia me inmovilizó con uno de sus abrazos.
Luché por liberarme; me costaba respirar...
-Tengo una idea
mejor, capitana -dijo Delmet con una sonrisa maliciosa, como a un
niño al que se le acaba de ocurrir una travesura.
-Ilumínanos con tu
sabiduría -se mofó Teck, esquivando la bofetada que intentó darle
Mirta.
-Ya verás
-continuó-. Esta temporada, ya que nos pilla la ocasión, ¿por qué no enseñarle
al rubio ese de lo que es capaz nuestro nuevo “juguete”?
Como decía, menudas ideas se le pasan a este chico por la cabeza.
Ya veréis en el siguiente capítulo lo que pretende...
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