El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

5 feb 2016

95. ¿Llamamos al jardinero?

Pueden pasar dos cosas: o salimos victoriosos de ésta o se acabó lo que se daba. ¡Nos estamos jugando todo en este contraataque!


Capítulo 95

¡Menuda locura! En cuanto fuimos libres, ni nos paramos a preguntarnos qué había pasado. ¡Ya era hora de sacar la artillería pesada contra el supuesto vampiro!

Nos arrojamos sobre él a la vez y cada uno atacó de la forma que mejor sabía (menos Bobby, que guardó su hamburguesa, se hizo un ovillo y esperó nervioso perdido): Teck pateando las piedras para lanzarlas sobre él, Etsu parando todos sus golpes sin que se le descolocara ni un milímetro la peluca, Mia dando puntapiés con sus zapatos rosa y apresando sus muñecas, Delmet embistiendo sin más, Mirta enganchándose a sus hombros para que no atacara...


Todos se apartaron un poco y aproveché el hueco que había quedado para darle al hombre una patada voladora en toda la cara combinado con un toque con la guadaña.

Caí al suelo con un aterrizaje perfecto.

-Bien -dijo alguien a mis espaldas cuya voz reconocí al instante.

Me giré y sonreí abiertamente. Jetwick, cruzado de brazos, inclinó la cabeza algo ruborizado, haciendo que sus orejas de lobo falsas se movieran un poco. Cómo me alegraba de volver a verle.

-Esto ha ido demasiado lejos -gruñó el vampiro con una mano sobre la mejilla que le había pateado. Intentó acercarse a nosotros, pero Imala lo hizo retroceder con el arco preparado.

-Muy bien -masculló-. Si yo no puedo encargarme de vosotros, entonces que lo hagan por mí.

No entendí su frase hasta que bajé la mirada a mis pies y me di cuenta de que la hierba estaba comenzando a crecer rápidamente, intentando enroscarse en mis tobillos.

-¡Equipo, esto es una trampa! ¡Cuidado con el suelo!

No tuvimos ningún problema para patear la hierba y quedar libres de nuevo, pero su crecimiento seguía. Como no nos inventásemos una nueva estrategia, habría un momento en el que quedaríamos atrapados.

-¿Quién quiere huir? -dejó caer Bobby-. Me sé la salida.

-En fin, una retirada a tiempo... -me resigné-. ¡Eh, todos! ¡Seguid a Bobby!

Salimos corriendo con Bobby en la cabecera. Aunque no fuera muy rápido, en las huidas no tenía rival.

La hierba había crecido tanto que ya no nos dejaba ver dónde estaba el vampiro. ¿Se habría marchado?

Bobby se acercó a una valla de madera y salió por un hueco entre dos barrotes. A base de librarse de la hierba a tirones, vi salir a algunos de los de mi equipo, pisando una zona de tierra para ponerse a salvo.

Estaba a punto de quedar atrapada. La hierba era ya casi más alta que yo -cosa que, en realidad, no era tan difícil- y no sólo iba a por mis tobillos, sino también a por mis brazos y mi cintura.

Di un último corte con la hoja de la guadaña -que oye, qué bien cortaba para ser de pega- y me preparé. Pisando firmemente el suelo, salté para arrancármela de un tirón, rotando como un destornillador. 


Ahora estaba volando sobre la hierba, guadaña en mano, y todo estaba boca abajo. Volví a girar, vigilé el lugar en el que iba a aterrizar y caí tambaleándome tan sólo un poco al otro lado de la verja.

Seguimos corriendo sin descanso hasta que rodeamos toda la mansión y la perdimos de vista.
Jetwick, quien ya había adelantado a Bobby mucho antes, hizo un parón. Todos los demás nos detuvimos junto a él y recuperamos allí el aliento, unos con las manos sobre las rodillas, otros sentados sobre el suelo y el resto hasta tumbados. Los conté: uno, dos... ocho y, conmigo, nueve. 

Estábamos todos.

-¡Menuda locura! -exclamé entre jadeos volviendo la vista-. Un momento, ¿dónde está la mansión?

Todos miraron en mi dirección muertos de curiosidad, pero sólo divisamos una neblina donde antes había estado el edificio. 


¡Imposible! ¡Una mansión tan enorme no podía desaparecer así como así!

Mia intentó dar un paso al frente remangándose el vestido, pero la detuve agarrándola de la muñeca.

-Vamos a dejarlo estar. No sabemos lo que ha pasado y volver hasta allí puede ser peligroso.

Mia se quejó, pero yo me colgué la guadaña en la espalda y me mantuve firme cruzándome de brazos.

-¿Podemos salir ya de este bosque? -se quejó Bobby.

-¡Ah, Bobby! -exclamé-. Tienes que contarnos una cosa: ¿cómo has conseguido atravesar el bosque tú solo dos veces seguidas?

-¿Eso? La respuesta es muy simple -rió-: Oí unos gruñidos y tuve que moverme. Cuando me di cuenta, ya estaba fuera del bosque. Compré las hamburguesas... y los volví a oír.

-¡¿Qué?! ¿Y descubriste qué era lo que gruñía?

-Por desgracia sí, pero como estaba tan asustado no me di cuenta hasta que llegué al final. Era... mi estómago. Por culpa de los nervios lo tenía del revés.

Me di una palmada en la frente mientras Teck bufaba y se oía de fondo un coro de risas. Qué surrealista...

-¡Se me juntaron los nervios con no haber merendado! -puso como excusa con un ligero rubor en sus mejillas-. Pero bueno, dejemos ya el tema y vamos a buscar los caramelos: los he escondido cerca de ese tocón. Y una cosa más: ¿quién quiere una hamburguesa?


Un par levantaron la mano.


...

Allí estábamos otra vez, cara a cara frente a aquel cementerio que tanto asustaba a Bobby.

-Venga, Bobby, ¡si has atravesado el bosque tú sólo esto debería de ser pan comido para ti! -dijo Mirta.

Intentamos dar nuestros primeros pasos hacia él, pero Teck extendió una mano y nos detuvo.

-¿Ese cartel estaba ahí cuando hemos venido a esta zona? -preguntó mirando a un punto fijo.

-Bien observado, compañero -lo felicitó Etsu otra vez.


Nos acercamos poco a poco hasta rodear el cartel que indicaba Teck: enorme, colorido y que resultaba demasiado vistoso para pasar desapercibido. Si hubiese estado allí antes, me acordaría.

-“¡FELIZ HALLOWEEN! FIESTAS, EVENTOS Y DEMÁS” -leyó Mia en voz alta, sílaba por sílaba y a cámara lenta-. “PARA MÁS INFO LLAME AL...”

-Para -la detuve-. Rápido, mirad el dibujo de fondo.


Efectivamente, allí estaba plasmada: la mansión enorme en la que habíamos estado.

-¡SABÍA que era un bromista! -aporreó Teck el cartel.

-Tiene sentido -dije sin más. La verdad es que, en el fondo, me lo esperaba-. ¿Creéis que todo el pueblo ha sido ambientado por esta compañía?

-Es probable -opinó Etsu con el puño cerca de sus labios en una pose bastante reflexiva-. A decir verdad, me pregunto quién los habrá contratado.

Qué intriga... Me pasé dándole vueltas a esto durante todo el trayecto de vuelta. Pasé de Bobby y sus miedos, de Delmet y sus risas, de Teck y sus quejas... Tras un trayecto que se me hizo cortísimo gracias a lo mucho que tenía que pensar, habíamos vuelto a la plaza de Azuria.

Sólo una voz terriblemente desagradable para mí pudo sacarme de mis pensamientos:

-Mira quién se ha dejado caer por aquí con su tropa de raritos.

Levanté la cabeza echando chispas por los ojos. Ridley... Su sonrisa de tiburón me hervía la sangre.

No estaba solo. Mystery, a su derecha, iba vestida con un elegante vestido negro que parecía tremendamente antiguo, conjuntado con una diadema con velo de rejilla que le cubría la cara. Rex, por otro lado, tenía un disfraz de pirata al más puro estilo casero, apañado con pañuelos. Siendo sinceros, me pareció un poco cutre.

-Estemos o no en tregua durante este día, quería preguntarte algo: ¿qué clase de trapo andrajoso llevas encima, Jumps? ¿En qué basurero lo has conseguido?

-En el mismo del que has sacado esa ropa -respondí desafiante-. ¿De qué se supone que vas, rubio?


Ridley desplegó de un manotazo la capa que llevaba puesta, negra por fuera y forrada de rojo por dentro. Iba muy elegante y repeinado, tengo que decirlo. Menudo niño pijo...

-¿No es evidente, tontaina? -sonrió de nuevo-. Voy de vampiro.


A mi equipo le faltó tiempo para responder.

-¡¿Vampiro?! -exclamaron todos a la vez poniendo muecas de todos los colores.

-¡Equipo, seguro que él ha contratado a la compañía! -lo apuntó Delmet con un dedo. No creía que eso fuese verdad, pero cuando a Delmet se le metía algo en la cabeza...

-¡A POR ÉL! -gritó Teck sin previo aviso.

Intenté detenerlos, pero los ocho ya se habían lanzado sobre Ridley, quien no se esperaba aquel ataque tan espontáneo y no tuvo más remedio que salir corriendo bajo la tenue luz de las farolas para esquivar la que le venía encima. ¡Hasta la pacífica Mirta quería algo de venganza!

Me quedé parada en el sitio, riéndome por dentro mientras contemplaba la escena. Rex intentó ayudar, pero Mystery le paró los pies agarrándolo por la camisa en cuanto dio su primer paso.

-Déjalo -le dijo, esbozando una leve sonrisa con total tranquilidad-. Ya se las apañará.

Menos mal que todo ha acabado bien, supongo. Acabará mejor en cuanto el equipo haya pillado a Ridley. 


¡Espero que hayáis disfrutado de esta racha de capítulos! Y otra buena noticia: ¡es mi cuarto aniversario de creación! Habría jurado que tenía ya cumplidos los doce...

23 ene 2016

94. Como pájaros enjaulados

¡Lo sentimos! Maldita sea, qué año más ocupado. Entre tanta competición y tanta prueba al final ni la una ni la otra estamos consiguiendo mantener esto.


A ver si conseguimos remontar... La prioridad es acabar el especial del Halloween pasado (que es bien largo, por cierto), así que, mi querido público, que disfruten ustedes de esta tarde de viernes: tomen su manta, sus palomitas y su osito de peluche, que la historia va a continuar.


Capítulo 94

Desperté boca arriba, con el césped haciéndome cosquillas por todo el cuerpo. Sobre mí había un rectángulo metálico sujeto por barras verticales. ¿Qué había pasado? ¿Dónde demonios estaba?

Me incorporé, recordándolo todo poco a poco: las trampillas, el hielo, el cristal, las arañas... Los recuerdos desagradables invadieron mi mente hasta dejarme la cabeza saturada.

Lo último que podía recordar era aquel vapor blanco tan extraño. ¿Sería un somnífero? No lo sabía, pero algo me decía que era aquello lo que me había dejado inconsciente.

-¿Por fin arriba? -oí decir a una voz que me resultaba familiar-. Ya era hora.

Giré la cabeza, encontrándome a mi derecha una sorpresa tanto agradable como desagradable.

-¡Teck! -exclamé esperanzada-. ¡Estás bien! Pero, una pregunta: ¿qué haces en una jaula?

-Lo mismo que haces tú en la tuya -me señaló él-. Parece que estamos todos encerrados.

¡Era cierto! Estaba, al igual que él, dentro de una jaula rectangular que me dejaba espacio de sobra para ponerme de pie -el justo para que Teck, que era más alto y tenía una cresta que lo hacía crecer unos centímetros, también lo hiciera-. ¿Quién habría sido el responsable de aquello?

-Maldita mansión... -murmuré entre dientes-. Un momento, ¿todos? ¿Quiénes son todos?

-Mira a tu alrededor y me cuentas -me respondió.

Al hacerlo, me invadió una fuerte sensación, un puñado de sentimientos positivos afectándome a la vez: había siete jaulas más. Nuestro número.

-¡En cuanto salga de aquí voy a encargarme personalmente del responsable de esto! -oí gritar a 
Delmet desde una de las jaulas. Lo localicé: estaba aferrado a sus barrotes, dispuesto a usar los dientes para romperlos.

-¡Calma, calma! -lo detuve, conteniendo la emoción para retomar mi puesto de autoridad-. Vamos a tener que usar la cabeza si queremos reunirnos con Bobby.

-Imala también siente que debemos vengarnos de nuestro enemigo por esto -oí decir a mi compañera hablando de sí misma en tercera persona, como era habitual. Tenía las piernas cruzadas y se dedicaba a afilar contra uno de los barrotes unas flechas... que no parecían de goma. 


¡Me había desobedecido! Mira que comprar armas no letales para ella y que no las usase...

-¡Al fin os tengo! -nos sorprendió una voz grave y desconocida-. Ni siquiera me ha hecho falta contratar a un exterminador para librarme de las ratas.

¿Ratas? ¿Cómo que ratas? ¿Dónde estaba el dueño de aquella voz?

Sorprendentemente, el susodicho surgió de la nada en medio de nosotros, como si la tierra lo hubiera escupido hacia el exterior. Abrigo negro, pelo engominado negro... Y piel de un blanco preocupante. 
Y luego nos llamaba ratas con esa pinta de cucaracha que tenía.

-No me digas que eres el dueño de la casa -lo miré con odio.

Él dejó caer la cabeza hacia mí y me enseñó una sonrisa llena de dientes blancos y afilados. Me recordaba a Ridley, lo cual no me gustaba ni un pelo.

-¿No es evidente? -se pavoneó conteniendo una carcajada.

-Pues sí, porque está llena de caca y porquería -advirtió Mia, con una risita que se ganó la furia y la atención del desconocido. Adoraba volver a oír su voz, no como al hombre ese tan extraño.

-Escucha, niña estúpida, mejor guarda tus últimas palabras y gritos para cuando vaya a matarte.

¿Matarnos? ¿Estaba loco? Mirta debió de pensar lo mismo, pues la oí lanzar una exclamación ahogada.

-Si, hombre -refunfuñó Teck-. ¿Tú matarnos? ¿Pero quién te has creído?

-¿Yo? -contuvo la risa-. ¿Es que aún no te has dado cuenta?

Yo sí que me había dado cuenta. Intentando controlar mi tono de voz para que no se notara mi grado de alerta, aferré los barrotes hasta dejarme los nudillos descoloridos y dije:

-Teck, ten cuidado. Es... es un vampiro.

Tal y como esperaba, lo que hizo Teck fue reírse.

-Venga ya. ¿Pero cómo van a existir los vampiros?

-Teck, piensa en todo lo que nos ha pasado desde que entramos a esta casa. ¿No te esperas ya cualquier cosa viniendo de este sitio?

-¡Seguro que es un bromista! ¿No lo ves? -señaló descaradamente al supuesto vampiro.

-Lo sea o no, Teck, es un adulto muy agresivo que nos tiene encerrados en jaulas y nos está amenazando com matarnos.

-Hazle caso, niño de la cresta. ¿Es que lo que tienes sobre los oídos te impide escuchar? -dijo el hombre, refiriéndose evidentemente a los cascos de Teck.

Mientras desfilaba por delante de nosotros, Teck apretó los dientes.

-¿Vas a hacernos daño? -musitó entonces Mirta-. Pero... ¿Por qué?

El vampiro, tras esta provocación, acercó la cara a una distancia peligrosamente corta de su jaula.

-Porque todos necesitamos pequeñas cosas que nos hagan sonreír. Tanto como tú y tu dolor...

-¡Ni se te ocurra asustarla, maldito loco pervertido psicópata! -lo interrumpió Delmet pateando los barrotes.

El vampiro se dio la vuelta y se dispuso a ir a por él con un gesto amenazante y a grandes zancadas.

-¿Ah, no? ¿Y cómo piensas impedírmelo? ¿Quién va a venir a rescatarte? -estiró una mano hacia él.

-Ejem, puede que yo... -le contestó tímidamente una voz que me resultaba tremendamente familiar.


No podía ser... Su silueta con dos tuercas confirmó mis sospechas.

-¡¿Bobby?! -exclamamos todos.

¿Qué hacía ÉL allí? ¿Cómo había entrado? ¿Y cómo se había atrevido a enfrentarse a alguien que daba tanto respeto?

El depredador dejó a Delmet. ¡Menos mal! Si hubiera llegado a provocarlo más habría acabado mal. 


Por desgracia, ahora la víctima era Bobby, el único no enjaulado.

-¿Y tú que vas a hacer, gordito? -se mofó-. ¿Pretendes asustarme con ese disfraz tan andrajoso?

-Oye, un respeto, que maquillarme ha tenido su trabajo -respondió el falso Frankenstein. Temblaba de arriba a abajo-. Encima no he venido a por ti, sino a traerle un aperitivo a mi equipo tal y como prometí.

Levantó los puños para enseñar su mercancía. No llevaba con él las bolsas de los caramelos, sino otras de papel marrón con el dibujo de una hamburguesería. ¿Había conseguido salir del bosque... y volver? ¿Solo?

-Bobby, compañero, dime que traes ajo -le pidió Delmet.

-¿Ajo? -se extrañó-. Bueno, a lo mejor...

Dejó una bolsa en el suelo y sacó de la otra una hamburguesa. Quitándole el papel que la envolvía, la abrió, le sacó la cebolla y, cerrando la hamburguesa y dándole un mordisco, extendió su arma.

¿Cebolla? ¿En serio? No iba a colar. ¡Lo que necesitábamos era ajo!


No hubo quien no se diera cuenta del detalle, pero nadie dijo nada. En cambio, el vampiro retrocedió.

-¿Qué es eso, niño? ¿Es que te estás burlando de mí?

Vaya hombre, nos había pillado. Delmet se palmeó la frente.

-Te estoy amenazando, que es otra cosa -dijo, aunque era evidente que estaba muerto de miedo.

-¿Amenazándome? Deberías verte la cara, niño. ¿Cómo pretende amenazarme alguien que está tan atemorizado de mí?

-Bueno, puede que yo no te asuste -dijo con voz temblorosa-, pero a lo mejor ella sí.


Apuntó con la cebolla a Imala, que seguía a lo suyo dándole vueltas a una piedra con los dedos 
mientras sostenía una flecha con otra mano. El vampiro se rió a carcajadas

-¿Esa mocosa? ¿Y qué pretendes que haga esa...?

Imala sólo necesitó ponerse de pie y tensar el arco para hacer que el hombre se callara. Apuntando entre los barrotes, contemplé que lo que pretendía lanzarle era nada más y nada menos que una flecha enteramente de madera, una de las muchas que se había estado fabricando.

-Nuestro segundo líder Delmet lo dijo -se concentró-: balas de plata para los hombres lobo, estacas de madera para los vampiros. ¡No oses moverte, ser desconocido!

-Así me gusta. ¡Una subordinada atenta y que sepa hacer pareados! -aplaudió Delmet lleno de orgullo.

-¡Podemos hacerte mucha pupa! -aseguró Mia. Repito que me encantaba volver a oír su voz.

-Y lo mejor es que nos da igual que seas o no un vampiro de verdad -sonreí de forma siniestra.

Bobby rió con nerviosismo y aprovechó la oportunidad para retroceder. Inesperadamente, se ve que fue a pisar algo oculto entre la hierba, hundió el pie unos milímetros, poniendo una cara que era un poema.

En cuanto lo hizo, nuestras jaulas se desplegaron y todos los barrotes cayeron hacia fuera, dejándonos libres a los ocho que estábamos encerrados.

Esa era la nuestra. ¡A por él!

Continuaremos lo antes posible. ¡Os deseamos una feliz y tranquila noche! ¡Muajajajá!