El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

23 ene 2016

94. Como pájaros enjaulados

¡Lo sentimos! Maldita sea, qué año más ocupado. Entre tanta competición y tanta prueba al final ni la una ni la otra estamos consiguiendo mantener esto.


A ver si conseguimos remontar... La prioridad es acabar el especial del Halloween pasado (que es bien largo, por cierto), así que, mi querido público, que disfruten ustedes de esta tarde de viernes: tomen su manta, sus palomitas y su osito de peluche, que la historia va a continuar.


Capítulo 94

Desperté boca arriba, con el césped haciéndome cosquillas por todo el cuerpo. Sobre mí había un rectángulo metálico sujeto por barras verticales. ¿Qué había pasado? ¿Dónde demonios estaba?

Me incorporé, recordándolo todo poco a poco: las trampillas, el hielo, el cristal, las arañas... Los recuerdos desagradables invadieron mi mente hasta dejarme la cabeza saturada.

Lo último que podía recordar era aquel vapor blanco tan extraño. ¿Sería un somnífero? No lo sabía, pero algo me decía que era aquello lo que me había dejado inconsciente.

-¿Por fin arriba? -oí decir a una voz que me resultaba familiar-. Ya era hora.

Giré la cabeza, encontrándome a mi derecha una sorpresa tanto agradable como desagradable.

-¡Teck! -exclamé esperanzada-. ¡Estás bien! Pero, una pregunta: ¿qué haces en una jaula?

-Lo mismo que haces tú en la tuya -me señaló él-. Parece que estamos todos encerrados.

¡Era cierto! Estaba, al igual que él, dentro de una jaula rectangular que me dejaba espacio de sobra para ponerme de pie -el justo para que Teck, que era más alto y tenía una cresta que lo hacía crecer unos centímetros, también lo hiciera-. ¿Quién habría sido el responsable de aquello?

-Maldita mansión... -murmuré entre dientes-. Un momento, ¿todos? ¿Quiénes son todos?

-Mira a tu alrededor y me cuentas -me respondió.

Al hacerlo, me invadió una fuerte sensación, un puñado de sentimientos positivos afectándome a la vez: había siete jaulas más. Nuestro número.

-¡En cuanto salga de aquí voy a encargarme personalmente del responsable de esto! -oí gritar a 
Delmet desde una de las jaulas. Lo localicé: estaba aferrado a sus barrotes, dispuesto a usar los dientes para romperlos.

-¡Calma, calma! -lo detuve, conteniendo la emoción para retomar mi puesto de autoridad-. Vamos a tener que usar la cabeza si queremos reunirnos con Bobby.

-Imala también siente que debemos vengarnos de nuestro enemigo por esto -oí decir a mi compañera hablando de sí misma en tercera persona, como era habitual. Tenía las piernas cruzadas y se dedicaba a afilar contra uno de los barrotes unas flechas... que no parecían de goma. 


¡Me había desobedecido! Mira que comprar armas no letales para ella y que no las usase...

-¡Al fin os tengo! -nos sorprendió una voz grave y desconocida-. Ni siquiera me ha hecho falta contratar a un exterminador para librarme de las ratas.

¿Ratas? ¿Cómo que ratas? ¿Dónde estaba el dueño de aquella voz?

Sorprendentemente, el susodicho surgió de la nada en medio de nosotros, como si la tierra lo hubiera escupido hacia el exterior. Abrigo negro, pelo engominado negro... Y piel de un blanco preocupante. 
Y luego nos llamaba ratas con esa pinta de cucaracha que tenía.

-No me digas que eres el dueño de la casa -lo miré con odio.

Él dejó caer la cabeza hacia mí y me enseñó una sonrisa llena de dientes blancos y afilados. Me recordaba a Ridley, lo cual no me gustaba ni un pelo.

-¿No es evidente? -se pavoneó conteniendo una carcajada.

-Pues sí, porque está llena de caca y porquería -advirtió Mia, con una risita que se ganó la furia y la atención del desconocido. Adoraba volver a oír su voz, no como al hombre ese tan extraño.

-Escucha, niña estúpida, mejor guarda tus últimas palabras y gritos para cuando vaya a matarte.

¿Matarnos? ¿Estaba loco? Mirta debió de pensar lo mismo, pues la oí lanzar una exclamación ahogada.

-Si, hombre -refunfuñó Teck-. ¿Tú matarnos? ¿Pero quién te has creído?

-¿Yo? -contuvo la risa-. ¿Es que aún no te has dado cuenta?

Yo sí que me había dado cuenta. Intentando controlar mi tono de voz para que no se notara mi grado de alerta, aferré los barrotes hasta dejarme los nudillos descoloridos y dije:

-Teck, ten cuidado. Es... es un vampiro.

Tal y como esperaba, lo que hizo Teck fue reírse.

-Venga ya. ¿Pero cómo van a existir los vampiros?

-Teck, piensa en todo lo que nos ha pasado desde que entramos a esta casa. ¿No te esperas ya cualquier cosa viniendo de este sitio?

-¡Seguro que es un bromista! ¿No lo ves? -señaló descaradamente al supuesto vampiro.

-Lo sea o no, Teck, es un adulto muy agresivo que nos tiene encerrados en jaulas y nos está amenazando com matarnos.

-Hazle caso, niño de la cresta. ¿Es que lo que tienes sobre los oídos te impide escuchar? -dijo el hombre, refiriéndose evidentemente a los cascos de Teck.

Mientras desfilaba por delante de nosotros, Teck apretó los dientes.

-¿Vas a hacernos daño? -musitó entonces Mirta-. Pero... ¿Por qué?

El vampiro, tras esta provocación, acercó la cara a una distancia peligrosamente corta de su jaula.

-Porque todos necesitamos pequeñas cosas que nos hagan sonreír. Tanto como tú y tu dolor...

-¡Ni se te ocurra asustarla, maldito loco pervertido psicópata! -lo interrumpió Delmet pateando los barrotes.

El vampiro se dio la vuelta y se dispuso a ir a por él con un gesto amenazante y a grandes zancadas.

-¿Ah, no? ¿Y cómo piensas impedírmelo? ¿Quién va a venir a rescatarte? -estiró una mano hacia él.

-Ejem, puede que yo... -le contestó tímidamente una voz que me resultaba tremendamente familiar.


No podía ser... Su silueta con dos tuercas confirmó mis sospechas.

-¡¿Bobby?! -exclamamos todos.

¿Qué hacía ÉL allí? ¿Cómo había entrado? ¿Y cómo se había atrevido a enfrentarse a alguien que daba tanto respeto?

El depredador dejó a Delmet. ¡Menos mal! Si hubiera llegado a provocarlo más habría acabado mal. 


Por desgracia, ahora la víctima era Bobby, el único no enjaulado.

-¿Y tú que vas a hacer, gordito? -se mofó-. ¿Pretendes asustarme con ese disfraz tan andrajoso?

-Oye, un respeto, que maquillarme ha tenido su trabajo -respondió el falso Frankenstein. Temblaba de arriba a abajo-. Encima no he venido a por ti, sino a traerle un aperitivo a mi equipo tal y como prometí.

Levantó los puños para enseñar su mercancía. No llevaba con él las bolsas de los caramelos, sino otras de papel marrón con el dibujo de una hamburguesería. ¿Había conseguido salir del bosque... y volver? ¿Solo?

-Bobby, compañero, dime que traes ajo -le pidió Delmet.

-¿Ajo? -se extrañó-. Bueno, a lo mejor...

Dejó una bolsa en el suelo y sacó de la otra una hamburguesa. Quitándole el papel que la envolvía, la abrió, le sacó la cebolla y, cerrando la hamburguesa y dándole un mordisco, extendió su arma.

¿Cebolla? ¿En serio? No iba a colar. ¡Lo que necesitábamos era ajo!


No hubo quien no se diera cuenta del detalle, pero nadie dijo nada. En cambio, el vampiro retrocedió.

-¿Qué es eso, niño? ¿Es que te estás burlando de mí?

Vaya hombre, nos había pillado. Delmet se palmeó la frente.

-Te estoy amenazando, que es otra cosa -dijo, aunque era evidente que estaba muerto de miedo.

-¿Amenazándome? Deberías verte la cara, niño. ¿Cómo pretende amenazarme alguien que está tan atemorizado de mí?

-Bueno, puede que yo no te asuste -dijo con voz temblorosa-, pero a lo mejor ella sí.


Apuntó con la cebolla a Imala, que seguía a lo suyo dándole vueltas a una piedra con los dedos 
mientras sostenía una flecha con otra mano. El vampiro se rió a carcajadas

-¿Esa mocosa? ¿Y qué pretendes que haga esa...?

Imala sólo necesitó ponerse de pie y tensar el arco para hacer que el hombre se callara. Apuntando entre los barrotes, contemplé que lo que pretendía lanzarle era nada más y nada menos que una flecha enteramente de madera, una de las muchas que se había estado fabricando.

-Nuestro segundo líder Delmet lo dijo -se concentró-: balas de plata para los hombres lobo, estacas de madera para los vampiros. ¡No oses moverte, ser desconocido!

-Así me gusta. ¡Una subordinada atenta y que sepa hacer pareados! -aplaudió Delmet lleno de orgullo.

-¡Podemos hacerte mucha pupa! -aseguró Mia. Repito que me encantaba volver a oír su voz.

-Y lo mejor es que nos da igual que seas o no un vampiro de verdad -sonreí de forma siniestra.

Bobby rió con nerviosismo y aprovechó la oportunidad para retroceder. Inesperadamente, se ve que fue a pisar algo oculto entre la hierba, hundió el pie unos milímetros, poniendo una cara que era un poema.

En cuanto lo hizo, nuestras jaulas se desplegaron y todos los barrotes cayeron hacia fuera, dejándonos libres a los ocho que estábamos encerrados.

Esa era la nuestra. ¡A por él!

Continuaremos lo antes posible. ¡Os deseamos una feliz y tranquila noche! ¡Muajajajá!

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