El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

12 jul 2013

21. Deshaciendo maletas

¡Las entradas programadas no funcionan! Ya lo he intentado varias veces y siempre nos encontramos las entradas sin publicar como borrador.
Si no está la entrada de la semana que viene, ¡lo siento! Trataré de programarla, pero ese día voy a estar fuera. Los que nos quedamos en la academia en verano vamos a salir todo el día.
Junie tampoco puede. ¿Se subirá la entrada esta vez?

Capítulo 21
No os podéis imaginar mi cara de felicidad cuando supe que mi compañera de habitación era Mirta. ¡Menudo alivio! Si me hubiera tocado Mia... Era mi amiga, pero no tenía muchas ganas de tenerlo todo decorado con unicornios rosa. Ni me imaginaba como podía ser su habitación; tampoco quería imaginarlo. 
Ella compartía habitación con Imala, Teck y Etsu estaban juntos y Bobby iba con el chico que había faltado hoy (de ahí que el sitio a mi lado estuviera vacío). No le pareció mal estar solo: según él, necesitaba un poco de tranquilidad antes de que su compañero lo pusiera todo "patas arriba". A saber.
El que sí estaba solo era Jetwick: le habían asignado una habitación de reserva con una cama libre por si alguien se incorporaba a última hora. En mi equipo habíamos tenido la idea de usar su cuarto como punto de encuentro; de hecho, justo después de cenar, íbamos a reunirnos allí. Podríamos usarlo para muchas más cosas siempre y cuando nadie más la ocupase.
Tras haber llevado el material que casi olvido en clase a nuestras habitaciones (no había taquillas en la academia porque todos los rincones existentes estaban ocupados) tuvimos algo de tiempo de descanso para organizar nuestras cosas y... bueno, para descansar, supongo. Teníamos ciertos golpes y morados por todo el cuerpo que nos convenía vigilar.
Tenía demasiadas preguntas para Mirta, pero de todas sólo le formulé las que recordaba. 
Sobre el director de nuestro año, por ejemplo, me surgían varias, pero Mirta no supo contestar a nada fuera de lo evidente sobre él. 
¿Y qué había sobre el padre de Mia, el director general? Según me contó Mirta, era todo lo opuesto a Morrison: un hombre serio, honrado y muy ocupado. No tenía nada que ver con Mia, a la que amaba con locura. En la academia se le conocía como Mr. Black B, que venía de Black Blossom (lo cual me hizo gracia, ya que seguramente habría sido Mia la que había influido en aquel apellido). Cuando pregunté a Mirta por su apariencia física... no supo qué decir.
-¡¿No has visto nunca al director?!
-Es extraño que lo diga, pero no -respondió-. Nadie parece haberle visto nunca y Mia nunca lo ha descrito físicamente. Sólo dice que es “el mejor padre del mundo”.
Muchas de las demás cosas que sabía Mirta me dejaron con la misma sensación de intriga. La academia tenía muchos más secretos de los que yo pensaba.
También me enteré de algunos cotilleos y cosas que me convenía saber, como que fue Black B quien eligió al señor Morrison como director de nuestro año para probablemente relajar tensiones entre alumnos y profesores, que no debía preocuparme si los hombres de esmoquin exageraban demasiado, que Tania era más maja de lo que parecía a pesar de toda la crueldad que había caído sobre ella en las prácticas o que Tank y Jo eran parientes, quizás primos. Curioso, porque no se parecían en nada.
Etcétera etcétera. Mirta era una estupenda fuente de información.
También pregunté por todos y cada uno de nuestros compañeros de equipo, hasta por el chico que faltaba. Al parecer, la ausencia de este último era normal, pues adoraba viajar y siempre tardaba bastante en volver tras el verano. Muchos chicos, por lo contrario, pasaban el verano en la academia (o cerca de ella). Por un lado esperaba que no me tocase a mí pertenecer a esta tanda para poder ver a mi tío, pero por otro la academia me estaba gustando.
Mirta parecía conocer estupendamente al chico que estaba fuera: me aseguró que habían sido mejores amigos desde que se conocieron, hasta llegar a ser como hermanos. Daba gusto tener amigos así.
Yo también le conté algunas cosas a Mirta: cómo fingí el accidente desde la ventana del segundo piso del instituto, la llegada... Y sobre mi tío. De él sí que no paraba de hablar.
-Tu tío... me recuerda mucho a mi hermano -dijo Mirta-. Mi hermano mayor.
-¿Tienes más hermanos, Mirta? -pregunté.-¿Cuántos?
-Uf, al menos... Más de diez. Si no los nombro, pierdo la cuenta.
-¡Más de diez! ¡Vaya!
-Y no puedes imaginar lo sola que me sentí al principio de esto, yendo sin apenas compañía a la academia.
-Claro, es normal...
-Pero no me importa. Ahora no me puedo quejar, y sé que ellos están bien en casa.
-Ya. Esto, hablando sobre la familia, ¿cuándo crees que podré llamar a mi familia por teléfono?
-Pronto, seguramente. ¿Qué te parece si a partir de mañana nos turnamos para usar la ducha y, mientras una termina, la otra usará el teléfono? Hoy puedes ducharte cuando quieras: yo ya lo hice poco antes de llegar para dejarla libre.
-Gracias, Mirta. Eres una compañera genial.
-¡No es nada! -sonrió con timidez-. ¡Para eso están las amigas!
No podía creerlo. Había hecho amigos tan pronto... Otras veces tardo muchísimo en adaptarme. Era como si por fin hubiera encontrado el lugar al que pertenecía, después de tanto tiempo.
De repente me acordé de Jetwick. Apenas habíamos hablado sobre él, así que dejé caer su nombre para ver lo que Mirta podía contarme. 
No lo conocía demasiado bien, pero me dijo que era bastante callado, que siempre se mantenía en un segundo plano y que, por lo que ella sabía, había tenido una vida un poco difícil, sobre todo por sus padres. A lo mejor por eso era tan callado. ¿O era por su timidez? Sólo esperaba no juzgarlo demasiado pronto.
Mientras hablábamos, deshice lo que quedaba dentro de mi maleta. Dentro estaban todos mis objetos preferidos colocados de forma que todo el espacio estuviera bien aprovechado, por lo que cabían más cosas de lo normal. Cómo me conocía mi tío...
Cuando estaba a punto de acabar, vi algo que se movía enterrado entre mi ropa. Traté de ver lo que era, ¡pero me saltó encima y me lamió la cara!
-¡Bleaky! ¿Pero cómo has llegado hasta aquí?
Mirta no se lo esperaba. Parecía sorprendida, aunque también se reía.
Cuando conseguí quitarme a Bleaks de la cara, se lo enseñé a Mirta.
-Este es Bleaky. Se supone que es un perro. ¿Quieres acariciarlo?
-¡Claro! ¡Me encantan los animales!
Mirta lo sujetó con cuidado mientras yo colocaba mi ropa en el armario.
-Bleaks, bleaks, ¿qué vamos a hacer contigo? -le dije al perro, que meneaba felizmente la cola. Supongo que me ignoraba.
-¿Qué crees que debemos hacer con él? -me preguntó Mirta.
-Lo mejor es que se quede.
-¿Qué? ¿Y si nos dicen algo o lo atrapan y se lo llevan?
-Eso no va a pasar -reí-. Si se fuera, sabría volver. Además, el último sitio al que iría a buscarlo si no lo encontrase sería a la perrera; no hay nadie capaz de atraparlo. Ni coche capaz de atropellarlo, por lo que pude ver...
-¿Por lo que pudiste ver?
-Una vez casi lo atropellan, pero el coche empezó a echar humo cuando estaba a punto de llegar hasta él. Parece ser que chocó contra algo y se estropeó. No te preocupes, a los que estaban dentro no les pasó nada. Bleaks estaba en medio de la carretera y parecía asustado, pero no tenía ni un rasguño. Puede que fuese suerte, o quizás Bleaks tenga algo especial...
Siempre había pensado que Bleaks tenía algo diferente. Lo miré, y él a mí con su cara de perro. Sin ofender.
-¡¿Qué?! ¡Menuda suerte!- dijo Mirta, dejando a Bleaks en el suelo-. ¡Tienes una mascota fantástica!
Bleaks no tardó en perderse por la academia. Ni siquiera sé como salió de nuestra habitación. Ya había desaparecido otra vez.
Mirta miró el reloj. De repente, pareció sorprendida.
-¡Eria! ¡Tienes tiempo!
-¿A qué te refieres? -le pregunté, extrañada por el cambio.
-¡Tu tío! Pensaba que ya era tarde, pero hasta volver a reunirnos ¡tienes tiempo de sobra para llamarlo!
¡Claro! No iba a perder aquella oportunidad. Saqué el móvil de mi bolsillo y marqué su número de memoria, aunque fallé y tuve que volver a marcar, olvidando la lista de contactos por culpa de las prisas. El teléfono empezó a comunicar...

¡Crucemos los dedos!

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