No hay problema, el especial está prácticamente terminado. El problema es... que vais a tener que esperar hasta el año que viene. ¡Lo sentimos!
Lo último que había ocurrido era que Delmet había traído consigo algo un tanto... sospechosos.
Lo último que había ocurrido era que Delmet había traído consigo algo un tanto... sospechosos.
Capítulo
73
¡Adivina lo que
traigo, colega del alma! -exclamó Delmet a Teck con alegría-.
¡Justo lo que me habías encargado!
-¡Si yo no te he
encargado nada, idiota! -le replicó él, ofendido.
-Oh, ¿ahora no te
acuerdas? ¡Vamos, no me mientas ahora! Verás cómo lo disfrutas en
cuanto lo veas...
Delmet colocó las
tres cajas sobre una mesa mientras Teck las seguía atentamente con
la mirada.
-¿Qué son? -le
pregunté a Teck.
-¿Y crees que lo sé?
¡Ha sido ÉL el que se ha empeñado en llenar mi habitación con cosas inútiles!
-¿Inútiles dices?
-sonrió Delmet-. Bueno, entonces me las llevo...
-¡NO! Esto, quiero
decir... ¡quieto! -gritó Teck, extendiendo un brazo hacia Delmet.
-Oye, si Teck no las
quiere, creo que me las podría quedar yo... -se ofreció Bobby.
-¿Pero QUÉ se
supone que son? -le susurré a Bobby.
-Si son lo que yo
creo... las tres películas de “¡Menuda Ola!” -me
respondió mientras Teck seguía discutiendo con Delmet-. Las más
veraniegas de la década. Y, como no, con actrices de primera...
Imaginé a Teck
mirando fijamente la pantalla de televisión, sin parpadear para no
perderse ni un detalle, mientras contemplaba a cada una de las
actrices que aparecían luciendo bañador en la película. Dicho así,
lo veía algo muy típico suyo...
Teck se detuvo cerca
de la mesa donde estaban las cajas y las observó mientras se le
escapaba una sonrisa bobalicona y se le encendían las mejillas.
-Pero claro, todo
tiene un precio... -lo interrumpió Delmet, frotando sus dedos para
simbolizar la palabra “precio”-. Y creo que ya sabes lo que te
voy a pedir.
-¿Un billete para el
Expreso Quinto Pino? -preguntó Teck, irritado.
-Nope. Incorrecto.
Lo que te iba a pedir era... ¡que me montaras el cañón!
-¿Y crees que no lo
recordaba cuando TÚ no has parado de darme la lata con el condenado
cañón?
-Bueeeno, si no me lo
montas no pasa nada: me llevo las películas y me largo. Tú decides.
Teck parecía estar
en un apuro por culpa de lo que Delmet le estaba haciendo pasar. Con
las mejillas al rojo vivo y con cara de estar pasándolo bastante
mal, echó un vistazo a las cajas.
-Tú
ganas -se rindió-. Pero las películas se quedan ahí.
Delmet no cabía en
sí de gozo... ¡había triunfado!
-¡El bien siempre
gana! -repetía una y otra vez mientras brincaba por la habitación.
Mirta se acercó a su
amigo; ambos dieron vueltas sobre la alfombra sujetándose por los
brazos.
-¡Vas a tener tu
cañón, por fin! -rió Mirta.
Mientras tanto, Etsu
dio a Teck un par de palmaditas en la espalda para animarlo.
¡Lástima!
-Cuando las pongáis,
avisadme -dijo Bobby a Teck, señalando las películas
disimuladamente.
Vaya, y pensar que
hacía nada que en la habitación reinaba el orden... Hora de volver
a él.
-Chicos, siento
interrumpir... pero tenemos que hablar sobre lo que ha hecho cada
grupo durante todo este tiempo. ¿Alguien se dispone a empezar?
-¡NO TOQUES ESO!
-gritó Teck en dirección a sus películas; Imala, quien había
estado pasando cuidadosamente un dedo por encima de una de las cajas,
se agazapó rápidamente bajo la mesa.
Carraspeé para
llamar la atención.
-Como decía...
Tenemos que hablar sobre lo que hemos estado haciendo por grupos.
¿Voluntarios?
Mia levantó
frenéticamente la mano.
-¡Tenemos algo
genial! ¡Los pasillitos!
-”Pasadizos”...
-la corrigió Mirta dulcemente.
-Como sea -dijo Mia
agitando una mano-. ¡Tenemos muchos nuevos!
-El “atajo”
estaba demasiado a la vista, así que pasamos de él y lo tapamos
-sonrió Delmet ampliamente.
-Pero hemos
descubierto algo sorprendente de verdad -susuró Mirta-: ¡un paso
subterráneo!
Todos los miembros
del equipo lanzaron una exclamación al oír esto.
-Y... ¿adónde
lleva? -pregunté.
-Al otro lado del río
-respondió Mirta-. Y hemos podido construir un puente con algunas piedras para cruzar a
la zona secreta.
-”Zona secreta”...
¿Para qué gastar tanta saliva? ¡Necesitamos un nombre para eso!
-puntualizó Bobby.
-¡El Aro de
Fuego! -exclamó Delmet.
-Propongo que, en
honor a la zona central del campamento abekani, esta zona sea llamada
“El Anillo” de ahora en adelante -sugirió Imala.
-El Anillo...
¡Suena interesante, y además es corto! ¿Nos quedamos con ese
nombre? -pregunté.
Todos menos Delmet
asintieron.
-Ejem,
El Aro de Fuego... -repitió.
-¡Venga ya, Delmet,
si ese nombre es casi mas largo que el que teníamos antes! Creo que,
con tener un nombre corto y fácil de memorizar...
-Allá vosotros -me
interrumpió-. Pero la próxima vez que hagamos esto, decido yo el
nombre.
¡Vaya, hombre!
Delmet sabía de encerronas como si se hubiera leído un libro para
expertos sobre ellas.
-Lo que tú digas...
-suspiré-. Mirta, continúa.
-Hay algo aún mas
sorprendente aún -siguió ella-. Y es que, en el mismo túnel, ¡la
vía se bifurca!
-¿Eh?
-preguntó Mia extrañada-. Eri, ¿qué significa bi- “bicurfar”?
Me suena.
-Bifurcar -la
corregí-. Quiere decir que el camino se divide en dos.
-¡Ah, sí!
-recordó-. Ya sé. Sí, el camino tiene dos pasillos. ¡Como una
letra "Y" pocha!
-¿Y a que no
adivináis por dónde sale el camino que va a la derecha? -preguntó
Delmet sonriente.
-¡A los baños! -se
animó a decir Bobby, levantando el dedo-. Era por si colaba...
A Mirta le brillaron
los ojos de la emoción.
-¡Va justo detrás
del muro que rodea la academia! ¡Tenemos otra vía al exterior!
No pudimos contener
una segunda exclamación al oír esto.
-Y... ¿dónde se
encuentra el principio del túnel? -susurré, haciendo que los demás
también bajaran la voz.
-En el lado derecho
del patio que da a la calle, si se mira hacia el edificio de frente
-susurró también-. El túnel es, en verdad, una red de
alcantarillado muy simple. Si se retira el cubo de basura de ese
lado...
El timbre que
anunciaba la hora de comer nos interrumpió.
-Lo comprobaremos
otro día. ¡Buen trabajo, equipo! ¡Esta tarde os la dejo libre, os
la merecéis!
Todos
corrieron hacia la puerta vitoreando y dando palmas, Bobby el
primero. Cómo se notaba que, para lo que quería, se daba toda la
prisa del mundo...
Todos estaban
contentos. ¡Todos menos Teck!
Etsu le puso una mano
sobre el hombro.
-Te supervisaré. ¡No
creo que se tarden más de veinte minutos en construir ese cañón!
-lo animó.
-Bueno, supongo que
ya no hay otra... -suspiró Teck.
Vi que Mia y Jetwick
me habían estado esperando. Salí con ellos, contenta de tenerlos
cerca.
-¡Tenemos que ir a
verlo, Eri! -exclamó de repente Mia aferrándose a mi brazo.
-¿Qué? Creo que me
he perdido... -dije, algo confusa.
-¡El cañón!
¡Tenemos que ver a Delmet utilizándolo! ¡Porfa, porfa! ¡Prometido!
-¿QUÉ? ¡NO!
Esto... yo...
Pero no tenía
ninguna excusa con la que zafarme de Mia. Resignada, asentí con la
cabeza, y esta vez tuvo que ser Jetwick el que me diera palmaditas en
la espalda.
Ya me habían
planificado la tarde. Tierra, trágame...
Total, me toca estar ocupada. ¡A ver lo que pasa!
No hay comentarios:
Publicar un comentario