Capítulo
76
Estaba pasmada. No
sabía muy bien lo que pasaba, pero me lo imaginaba. Algo seguro: ya
no era necesario darse tanta prisa, pues todos se habían detenido.
Hacían señas a lo lejos... y Ridley no se movía.
Aunque me hubiera gustado llegar hasta allí cuanto antes, no pude: Mirta se había
hecho un poco de daño cuando yo había intentado cubrirla, y ahora
me tocaba responsabilizarme de ella. Me disculpé, la ayudé a
levantarse y me aseguré de que no tropezara por el camino, aunque
ella me insistió unas mil veces en que estaba bien, que no pasaba nada y
que me agradecía que la hubiese protegido.
Y, por fin, pude
verlo: fue como contemplar la escena de un crimen.
Todos seguían más o
menos en el mismo sitio en el que estaban justo cuando había sucedido
todo: Delmet agazapado en el suelo, Teck y Etsu algo más alejados...
¿Y Mia?
Sentí un escalofrío
cuando la vi: sujetaba firmemente una rama bastante gruesa como si
fuera un bate de béisbol y tenía a Ridley a sus pies. Tenía una
sonrisa dibujada en la cara.
-Eso le pasa por
tonto -sentenció.
No supe cómo
reaccionar. ¿De verdad había sido Mia? Además, ¿debía alegrarme
o preocuparme por el estado de Ridley?
-¿Señorita Jumps?
Digo... ¿Eria? ¿Desea que le informe sobre lo que hemos sido
capaces de divisar? -preguntó Etsu. La luz, reflejada en los
cristales de sus gafas, hacía que no se le pudieran ver los ojos.
-Bueno, Etsu, no hay
mucho que contar... -lo interrumpió Teck-. Mira, Mia le acaba de dar
a Ridley en la cabeza con ese palo y lo ha dejado K.O. ella sola.
Fin.
-¿A qué te refieres
exactamente con K.O.? -pregunté, vigilando a Ridley.
-A un estado de
inconsciencia -aclaró Etsu.
No me lo podía
creer... Aún no habíamos tenido la oportunidad de derrotar a Ridley
y ahora, en menos de dos minutos, Mia lo había dejado inconsciente
de un solo golpe, sin ayuda de nadie.
-¿Tu has hecho esto,
Mia? -le pregunté.
-¡Le estaba pegando
a Delmet! -se quejó ella, agitando la rama que tenía en la mano
hacia Ridley-. ¡Es malo! Entonces le pegué yo para que se estuviera
quieto. ¡Es culpa suya!
Delmet rodó por el
suelo para tratar de incorporarse. Mirta, como de costumbre, estaba a
su lado.
-¡Menudo bruto! -se
quejó el héroe-. Además, tenía muy mala idea dando patadas. Oye... ¿lo de
Mia es verdad?
Mia aprovechó el
momento en el que Delmet hizo la pregunta para soltar su arma y
darle un abrazo. Como aún seguía aturdido por los golpes, no
consiguió librarse de ella.
Quise mirar a Ridley.
Era un tanto incómodo verlo así después de todo lo ocurrido. La última vez
que nos habíamos encontrado había sido al terminar de limpiar los restos de la guerra de comida -ese día, a la
hora de comer, habían dejado nuestras mesas separadas para que no se
repitiera lo mismo que en el desayuno-. Tenía gracia... pero claro,
cuando tuvo lugar aquello, mi rival estaba despierto. ¿Qué íbamos a
hacer con él hasta que se espabilara?
-Por la magnitud del
golpe, podría permanecer en ese estado durante un buen rato -observó
Etsu.
-Ah, ¡Genial!
-exclamó Delmet emocionado, apartando a Mia con el brazo extendido-. ¿Ves como
todo ha salido bien? ¡Ahora es el momento de tu venganza, capitana!
¡Dale una patada o algo!
No era un mal
consejo. Por fin era mío... Me acerqué cautelosamente a él con las
manos metidas en los bolsillos. Cuando lo tuve a tiro, fue el momento:
balanceé mi pierna hacia atrás, tomé impulso...
Y empujé suavemente
a Ridley en la espalda, haciéndolo rodar por el suelo lentamente.
-Buf, ¿eso es todo?
-replicó Teck-. ¡Pero si ni lo has rozado! ¿Y tus ganas de
venganza?
Apreté los puños
sin levantar la vista del suelo.
-No puedo... -gemí.
-¡Claro que puedes!
Si puedes usar las piernas para dar las volteretas que das, podrás
dar una patada, ¿no?
-¡Que no puedo!
-repetí-. No puedo hacerlo, ¿vale?
Todos me miraron
perplejos. No me creían... ni siquiera yo sabía qué pensar. Podría
decir que Ridley era mi enemigo a muerte -casi literalmente-, mi
mayor rival, alguien que se merecía más que ninguno un buen
escarmiento por su actitud... pero no conseguía ver esa imagen de
él. ¡Imposible! Lo único que veía a mis pies era el cuerpo de un
chico al que conocía bastante bien: un antiguo amigo mío. Ahora que
estaba inconsciente y su agresividad había desaparecido por
completo, Ridley parecía indefenso frente a mí. ¡Era injusto!
-Aún tiene la misma
cara que cuando éramos amigos -expliqué-. No sé si me entenderéis, pero lo siento.
-Oh, vaya... -lo
lamentó Mirta-. Me imagino lo que puede ser para ti. Aún sientes algo por
él, ¿no?
-¡Q-qué va!
-tartamudeé-. ¡No es eso! Pero algo así... ¡No es lo que os
imagináis!
-¿Ahora te da pena? -se quejó Delmet-.¡Vamos, capitana, no puedes decir eso! ¡Piensa en todo lo que nos
ha hecho!
-Vale... tienes
razón. Mia, dale una patada por mí.
-¡No quiero! ¡Es mi
héroe! ¡No pienso hacerle eso por nada del mundo!
-No, tonta, a Delmet
no; a Ridley.
-¡Ah, sí, claro! ¡A
ese sí!
Delmet se sonrojó al
darse cuenta de que hablábamos de él por equivocación.
Mia lo pateó tres
veces seguidas, bastante fuerte pero sin pasarse. En parte disfrutaba
viéndola vengarse por mí, pero tuve que ser fuerte y tratar de
olvidarme de que Ridley y yo habíamos sido amigos hacía ya unos
años. Si no, no la habría dejado ni acercarse.
-Eria, vamos, ¿y esa
falta de decisión en el último segundo? No me la explico...
-Yo tampoco, Teck, yo
tampoco. Estaba completamente segura de que quería vengarme... hasta
que me ha dado el bajón. Si me hubiera pillado esta ocasión en otro
momento, a lo mejor...
-La mente humana está
llena de sorpresas -concluyó Etsu bajando la cabeza con un gesto
afirmativo.
De pronto, como si se
hubiera espabilado de golpe, Delmet se lanzó a por Ridley, lo agarró
por el cuello de la camisa -solía llevar ropa algo arreglada como
fachada, para dar buena impresión antes de atacar por la espalda- y
se lo acercó tanto que la visera del casco de Delmet rozaba un poco
la frente del caído.
-¿Quién te has
creído que eres, eh? ¿El rey del universo? Te prometo que la
próxima vez que te vea...
Mirta se apresuró a
sujetar a Delmet por los hombros antes de que la cosa fuera a peor.
Él interpretó el gesto perfectamente y dejó caer el cuerpo de
Ridley sobre el suelo, sin tener ningún cuidado.
Apreté los dientes
con un gesto de dolor.
-Bueno, ahí se queda
-resopló-. Mirta, vamos. Este tío no merece ninguna compasión.
-Ajá... -Mirta era
un poco de mi opinión, y se había quedado sin palabras-. No te
preocupes, Del, cálmate primero. Si quieres, puedo darte un masaje
cuando lleguemos a la habitación, ¿vale?
-Bueno... -No dijo
nada más, pero no fue porque la idea no le gustase (le vi la cara:
tenía las mejillas al rojo vivo y sonreía como un idiota). Estuvo a
punto de darse contra un árbol cuando se echó a andar. ¿Sería por Mirta o por el masaje?
Etsu, Teck y Mia
también lo siguieron. Iba siendo hora de volver, y aún teníamos
que ocultar el cañón y recuperar la caja de herramientas de Etsu y
Teck. Siguieron caminando. De pronto, se pararon.
-¿Eri? ¡Eh, Eri!
Mia fue la primera en
darse la vuelta, y con ella los demás. Si hubiera podido hacer una
foto de sus caras...
-Seguid, que ya os
pillo -respondí con un leve jadeo.
Nadie dijo palabra.
Todos se limitaban a lanzarme miradas acusadoras.
-Oye... -dijo por fin
Teck para romper el silencio incómodo-. ¿Qué hace el brazo de
Ridley... sobre tus hombros?
Esbocé una sonrisa
forzada, lo que no arregló nada. Qué incómodo. Tierra, trágame...
-Ah, había que
dejarlo ahí tirado, ¿verdad? -dije, hablando más rápido que de
costumbre.
-No lo harás...
-escupió Delmet apretando los dientes-. ¿Llevarlo con nosotros? ¡Ni
en broma!
Mi equipo va a acabar odiándome después de esto, pero ya que estoy siendo tan cabezota...
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