Capítulo 77
Tras una larga
discusión en la que la tensión era palpable y yo tenía todas las
de perder, me acabé viendo a mí misma llevando el cuerpo de Ridley
a cuestas, con todos los demás caminando por delante. De vez en
cuando, alguno giraba la cabeza hacia mí para fulminar
a Ridley con la mirada, pero eso era todo. Nadie hablaba.
¿Aún seguían
enfadados? Les había dado razones muy buenas para llevar a Ridley
con nosotros: uno, podría encontrar el cañón o alguno de nuestros
escondites si lo dejábamos por esa zona; dos, si no lo encontraban por la academia,
Tank sospecharía al momento de nosotros; tres, puede que llevarlo
nos consiguiera un punto a nuestro favor...
Di unas mil razones
más por las que no nos convenía nada dejar a Ridley en medio del
bosque, pero acabé sospechando que, si me habían dejado llevarlo
con nosotros, era para que me callase la boca, no porque estuviesen
realmente de acuerdo conmigo. Sólo me habían puesto una condición:
puesto que yo era la interesada, me tocaba cargar con él.
Hacía bastante calor
para ser otoño. Los pies ya me dolían un poco de andar, pero no me
atreví a quejarme. Vi que Mia se había quedado justo detrás de mí
aposta. Entonces, mientras íbamos caminando, noté que movía las manos
rápidamente cerca de mi hombro. Podía oír una especie de chirrido.
-¿Qué estás
tramando? -le pregunté. Ella rió por lo bajo, pero no contestó.
-Teck, creo que acabo
de encontrar el rotulador que se había extraviado de tu caja de herramientas
-observó entonces Etsu.
-¿Ah, sí? ¡Gracias!
Pensaba que lo había perdido...
Ambos chicos, que
habían caminado en silencio durante todo el rato, giraron la cabeza
para mirar hacia nosotras.
-Bueno, gracias de
todas formas -suspiró Teck al ver la sonrisa pícara que esbozaba Mia.
Mejor no preguntar, se diría para sus adentros.
Al menos había
conseguido que Delmet y Teck tuvieran algo en común: estar en mi
contra. En medio de una tregua temporal, ambos seguían discutiendo
pacíficamente. Etsu y Mirta preferían no entrometerse.
-Y, cuando por fin lo
tiene delante, va y se arrepiente. Increíble... -soltaba Teck
pasivamente.
-¡¿A que sí?! ¡Yo
es que no lo entiendo! Ni siquiera sé para qué lo ayudamos...
-¡Eh, que os estoy
oyendo! -repliqué-, Y que sepáis que no lo estamos ayudando; sólo vamos a
moverlo de sitio.
-Sí, claro... -dijeron los dos a la vez, poniendo los ojos en blanco.
La tregua amenazaba
con romperse en cualquier momento, por lo que había que disfrutarla:
me imaginaba que Teck, sólo por cómo hablaba, aún le guardaba rencor a Delmet por otros mil
motivos diferentes.
Puesto que Ridley
podía despertarse en cualquier momento, tratamos de avanzar rápido.
En realidad, tendría que haberse despertado hacía un buen rato. Vaya con
Mia... Debía tener mucho cuidado con ella en adelante. ¿Quién
hubiera podido decir que la chica tenía tanta fuerza?
En medio de mis
pensamientos, escuché un leve murmullo. ¿Era a mí?
-¿Necesitas ayuda?
-Oí preguntar a Mirta.
-No, gracias, ya
puedo yo. No creo que nos quede mucho para llegar.
-Ah, vale. Eria, entre tú
y yo... sé cómo te sientes. Me imagino que haberte encontrado
con él de esta forma después de tantos años tiene que haber sido...
-No le encuentro
palabras -la interrumpí-. De hecho, nunca he llegado a acostumbrarme
a que no sea mi amigo. Fue todo tan rápido que ni me enteré...
-¿Cómo vas a
hacerte amigo del malo? ¡No se puede! -exclamó Mia. No me había
dado cuenta de que estaba escuchando.
-Fui su amiga... cuando era bueno. Verás, Mia... Nos conocimos el primer día de colegio. Me
acerqué a él porque... bueno, irradia talento por los cuatro
costados. Llamaba la atención, pero nadie se le acercaba. Yo fui la
primera en hacerlo, pero el intento fue desastroso: había llovido, y
acabé resbalando con un charco al intentar seguirlo. Se dio la
vuelta, nos reímos, me ayudó a levantarme...
-Capi, vuelve -me
interrumpió Mia antes de que me fuera por las ramas.
-Perdona -me
disculpé, agitando la cabeza para espabilarme-. Siempre habíamos
sido muy buenos amigos, pero un día eso empezó a cambiar... A
mediados de curso, casi llegando a finales, vi que se comportaba de
forma extraña: apenas hablaba y estaba muy serio, demasiado. Intenté
preguntarle, pero sólo me contestaba de forma cortante. Estaba
preocupada; solía pedirle a mi tío consejo, y él me repetía que,
si nuestra amistad era verdadera, todo aquello quedaría en un bache.
Imaginé que a... Ridley, eso. Imaginé que a Ridley se le pasaría todo con el tiempo, y así
fue, pero no me esperaba que fuera para ponerse en mi contra al
final, en aquella clase de Educación Física en la que trató de humillarme...
-¡Qué idiota!
-gritó Mia, interrumpiéndome. Recé porque Ridley no se despertase.
-Has hecho una pausa
antes de decir "Ridley" -observó Mirta-. ¿Es porque conoces su nombre completo?
-Sí, y el conoce el
mío. A ver si va a ser un problema...
-No creo. En
realidad, muchos de nosotros nos acabamos diciendo nuestros
verdaderos nombres y lugar de origen a final de curso. Solemos
hacerlo como gesto de unión y amistad, como quien le confía un
secreto a alguien en quien cree. Usar un alias es algo que a muchos
les puede parecer interesante o divertido, así que, si nos
esforzamos por usarlos, es más por interés y costumbre que por
cumplir.
-Entiendo. Pues sí
que es un problema: él sabe mi nombre y yo no se lo he confiado.
-¡Eh, las de atrás,
que es para hoy! -nos llamó Delmet a distancia.
-¡Habla por ti, que
no tienes un peso muerto echado a la espalda! -repliqué, un poco harta. Mirta
sonrió.
Mientras nosotras
hacíamos un esfuerzo por acelerar, Delmet se atrasó unos pasos para
que pudiéramos alcanzarlo, eso sin dejar de vigilar que los demás
chicos no le sacaran demasiada ventaja.
-¿Cotilleos de
chicas? -preguntó con una mirada maliciosa.
-Algo así... -le
sonrió Mirta. Delmet intentó rozar a Ridley con un dedo.
-¿Éste no se
despierta? Pues si que tiene poco aguante...
“O Mia tiene
demasiada fuerza” pensé.
Si Delmet nos había
esperado, era por Mirta. Esos dos eran tan amigos... Mia, mientras tanto, no desaprovechó la oportunidad: no paró ponerle ojitos tiernos al chico del casco mientras hablaba con su amiga.
Ya llegábamos. Hacía
poco que, entre los primeros árboles del bosque, habían puesto una cinta de separación para impedirnos el paso; la cruzamos por debajo. Cuando me llegó
el turno, tuve que pasar a Ridley al otro lado haciéndolo rodar por
el suelo, y ahí fue cuando me di cuenta de lo que había estado
haciendo Mia con el rotulador: le había pintado toda la
cara sin apenas dejar un milímetro de piel sin decorar.
Contuve la risa. Ni Delmet ni Teck pudieron controlarse cuando lo vieron.
Contuve la risa. Ni Delmet ni Teck pudieron controlarse cuando lo vieron.
Ya que habíamos llegado, ¿qué debíamos
hacer? ¿Dejarlo por ahí? Busqué un árbol cercano y traté
de sentarlo de modo que su espalda estuviese en contacto con el
tronco, pero era muy difícil hacer que no se cayese hacia un lado.
-Déjalo, capitana. Conque nos de tiempo a irnos... -me dijo Delmet.
-Si es que no se
despierta antes, claro -le respondió una voz proveniente de la nada.
Dimos un respingo.
¿Quién había dicho eso? No creía que fuera nadie de nuestro
equipo. En fin, quienquiera que fuera, estaba justo detrás nuestra.
Contuve la
respiración y miré por encima de mi hombro. Allí estaba, asomando
con curiosidad la cabeza, entre la gente de mi equipo. No,
no podía ser...
Mystery nos había
pillado.
La hemos liado, ¿verdad? Esperemos que en la próxima entrada no haya demasiados cuerpos que enterrar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario