El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

26 dic 2014

77. Cargamento pesado

Nota: aprender a no compadecerme de Ridley con tanta facilidad. Estoy llevándolo a cuestas sabiendo perfectamente que él no haría lo mismo por mí...

Capítulo 77
Tras una larga discusión en la que la tensión era palpable y yo tenía todas las de perder, me acabé viendo a mí misma llevando el cuerpo de Ridley a cuestas, con todos los demás caminando por delante. De vez en cuando, alguno giraba la cabeza hacia mí para fulminar a Ridley con la mirada, pero eso era todo. Nadie hablaba.
¿Aún seguían enfadados? Les había dado razones muy buenas para llevar a Ridley con nosotros: uno, podría encontrar el cañón o alguno de nuestros escondites si lo dejábamos por esa zona; dos, si no lo encontraban por la academia, Tank sospecharía al momento de nosotros; tres, puede que llevarlo nos consiguiera un punto a nuestro favor...
Di unas mil razones más por las que no nos convenía nada dejar a Ridley en medio del bosque, pero acabé sospechando que, si me habían dejado llevarlo con nosotros, era para que me callase la boca, no porque estuviesen realmente de acuerdo conmigo. Sólo me habían puesto una condición: puesto que yo era la interesada, me tocaba cargar con él.
Hacía bastante calor para ser otoño. Los pies ya me dolían un poco de andar, pero no me atreví a quejarme. Vi que Mia se había quedado justo detrás de mí aposta. Entonces, mientras íbamos caminando, noté que movía las manos rápidamente cerca de mi hombro. Podía oír una especie de chirrido.
-¿Qué estás tramando? -le pregunté. Ella rió por lo bajo, pero no contestó.
-Teck, creo que acabo de encontrar el rotulador que se había extraviado de tu caja de herramientas -observó entonces Etsu.
-¿Ah, sí? ¡Gracias! Pensaba que lo había perdido...
Ambos chicos, que habían caminado en silencio durante todo el rato, giraron la cabeza para mirar hacia nosotras.
-Bueno, gracias de todas formas -suspiró Teck al ver la sonrisa pícara que esbozaba Mia. Mejor no preguntar, se diría para sus adentros.
Al menos había conseguido que Delmet y Teck tuvieran algo en común: estar en mi contra. En medio de una tregua temporal, ambos seguían discutiendo pacíficamente. Etsu y Mirta preferían no entrometerse.
-Y, cuando por fin lo tiene delante, va y se arrepiente. Increíble... -soltaba Teck pasivamente.
-¡¿A que sí?! ¡Yo es que no lo entiendo! Ni siquiera sé para qué lo ayudamos...
-¡Eh, que os estoy oyendo! -repliqué-, Y que sepáis que no lo estamos ayudando; sólo vamos a moverlo de sitio.
-Sí, claro... -dijeron los dos a la vez, poniendo los ojos en blanco.
La tregua amenazaba con romperse en cualquier momento, por lo que había que disfrutarla: me imaginaba que Teck, sólo por cómo hablaba, aún le guardaba rencor a Delmet por otros mil motivos diferentes.
Puesto que Ridley podía despertarse en cualquier momento, tratamos de avanzar rápido. En realidad, tendría que haberse despertado hacía un buen rato. Vaya con Mia... Debía tener mucho cuidado con ella en adelante. ¿Quién hubiera podido decir que la chica tenía tanta fuerza?
En medio de mis pensamientos, escuché un leve murmullo. ¿Era a mí?
-¿Necesitas ayuda? -Oí preguntar a Mirta.
-No, gracias, ya puedo yo. No creo que nos quede mucho para llegar.
-Ah, vale. Eria, entre tú y yo... sé cómo te sientes. Me imagino que haberte encontrado con él de esta forma después de tantos años tiene que haber sido...
-No le encuentro palabras -la interrumpí-. De hecho, nunca he llegado a acostumbrarme a que no sea mi amigo. Fue todo tan rápido que ni me enteré...
-¿Cómo vas a hacerte amigo del malo? ¡No se puede! -exclamó Mia. No me había dado cuenta de que estaba escuchando.
-Fui su amiga... cuando era bueno. Verás, Mia... Nos conocimos el primer día de colegio. Me acerqué a él porque... bueno, irradia talento por los cuatro costados. Llamaba la atención, pero nadie se le acercaba. Yo fui la primera en hacerlo, pero el intento fue desastroso: había llovido, y acabé resbalando con un charco al intentar seguirlo. Se dio la vuelta, nos reímos, me ayudó a levantarme...
-Capi, vuelve -me interrumpió Mia antes de que me fuera por las ramas.
-Perdona -me disculpé, agitando la cabeza para espabilarme-. Siempre habíamos sido muy buenos amigos, pero un día eso empezó a cambiar... A mediados de curso, casi llegando a finales, vi que se comportaba de forma extraña: apenas hablaba y estaba muy serio, demasiado. Intenté preguntarle, pero sólo me contestaba de forma cortante. Estaba preocupada; solía pedirle a mi tío consejo, y él me repetía que, si nuestra amistad era verdadera, todo aquello quedaría en un bache. Imaginé que a... Ridley, eso. Imaginé que a Ridley se le pasaría todo con el tiempo, y así fue, pero no me esperaba que fuera para ponerse en mi contra al final, en aquella clase de Educación Física en la que trató de humillarme...
-¡Qué idiota! -gritó Mia, interrumpiéndome. Recé porque Ridley no se despertase.
-Has hecho una pausa antes de decir "Ridley" -observó Mirta-. ¿Es porque conoces su nombre completo?
-Sí, y el conoce el mío. A ver si va a ser un problema...
-No creo. En realidad, muchos de nosotros nos acabamos diciendo nuestros verdaderos nombres y lugar de origen a final de curso. Solemos hacerlo como gesto de unión y amistad, como quien le confía un secreto a alguien en quien cree. Usar un alias es algo que a muchos les puede parecer interesante o divertido, así que, si nos esforzamos por usarlos, es más por interés y costumbre que por cumplir.
-Entiendo. Pues sí que es un problema: él sabe mi nombre y yo no se lo he confiado. 
-¡Eh, las de atrás, que es para hoy! -nos llamó Delmet a distancia.
-¡Habla por ti, que no tienes un peso muerto echado a la espalda! -repliqué, un poco harta. Mirta sonrió.
Mientras nosotras hacíamos un esfuerzo por acelerar, Delmet se atrasó unos pasos para que pudiéramos alcanzarlo, eso sin dejar de vigilar que los demás chicos no le sacaran demasiada ventaja.
-¿Cotilleos de chicas? -preguntó con una mirada maliciosa.
-Algo así... -le sonrió Mirta. Delmet intentó rozar a Ridley con un dedo.
-¿Éste no se despierta? Pues si que tiene poco aguante...
O Mia tiene demasiada fuerza” pensé.
Si Delmet nos había esperado, era por Mirta. Esos dos eran tan amigos... Mia, mientras tanto, no desaprovechó la oportunidad: no paró ponerle ojitos tiernos al chico del casco mientras hablaba con su amiga.
Ya llegábamos. Hacía poco que, entre los primeros árboles del bosque, habían puesto una cinta de separación para impedirnos el paso; la cruzamos por debajo. Cuando me llegó el turno, tuve que pasar a Ridley al otro lado haciéndolo rodar por el suelo, y ahí fue cuando me di cuenta de lo que había estado haciendo Mia con el rotulador: le había pintado toda la cara sin apenas dejar un milímetro de piel sin decorar.
Contuve la risa. Ni Delmet ni Teck pudieron controlarse cuando lo vieron.
Ya que habíamos llegado, ¿qué debíamos hacer? ¿Dejarlo por ahí? Busqué un árbol cercano y traté de sentarlo de modo que su espalda estuviese en contacto con el tronco, pero era muy difícil hacer que no se cayese hacia un lado.
-Déjalo, capitana. Conque nos de tiempo a irnos... -me dijo Delmet.
-Si es que no se despierta antes, claro -le respondió una voz proveniente de la nada.
Dimos un respingo. ¿Quién había dicho eso? No creía que fuera nadie de nuestro equipo. En fin, quienquiera que fuera, estaba justo detrás nuestra.
Contuve la respiración y miré por encima de mi hombro. Allí estaba, asomando con curiosidad la cabeza, entre la gente de mi equipo. No, no podía ser...
Mystery nos había pillado.

La hemos liado, ¿verdad? Esperemos que en la próxima entrada no haya demasiados cuerpos que enterrar...

No hay comentarios:

Publicar un comentario