El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

21 mar 2014

56. Una banda "bien equipada"

Una duda rápida... ¿Se leen bien los capítulos? Yo los veo bien, pero June se ha empeñado en querer saber si la letra es muy pequeña o de un color que molesta a la vista...
Y, a lo que íbamos: Ridley sigue al acecho.

Capítulo 56
-¡No me lo puedo creer! -exclamó mi tío al otro lado del auricular-. ¿Y dices que te lo has vuelto a encontrar?
-Lo habrán traído por su habilidad. Ya sabes... es bueno.
-Pero no lo suficiente. Huyó una vez, pero ahora no quiero que lo dejes escapar -dijo, haciéndome sonreír.
-Tío, no sé lo que va a pasar. Va a ir a por mí.
-Pero ya conoces todos sus trucos. Es imposible que te haga más daño.
-¿Y si es más fuerte? ¿Y si trae algo escondido bajo la manga?
-No creo que tardes en descubrirlo. Ahora deberías descansar un rato antes del desafío ese.
-Estoy tirada sobre la cama de mi habitación mientras hablo contigo.
-Pero se te nota en la voz que estás agotada después de la impresión. Deberías reservar fuerzas. Y suerte.
-Bueno, pues lo haré. Gracias.
-No obstante, el resto de lo que me has contado suena genial. ¡Ni yo sabía que mi padre aparecía en un cuadro de la Sala Cima! Y ya me he quedado con los nombres de algunos de tu equipo. Además, me alegro de que hayas encontrado a Bleaky por mí. Espero que siga siendo imposible de atrapar.
-Sí, es impresionante... se podría decir que me lo estoy pasando bien.
-Me alegro. Tu madre te manda recuerdos, pero sigue sin cambiar su palabra.
-Dile que la quiero. Hasta luego... -me despedí antes de colgar.
Me gustaba la forma de la que me animaba mi tío. No se mostraba preocupado, pero siempre dispuesto a ayudar. Siempre confiaba en que, hiciera lo que yo hiciera, todo iba a salir bien.
Oí cómo alguien golpeaba la puerta.
-Siento interrumpir. ¿Puedo pasar? -dijo una voz al otro lado.
-Es tu habitación -respondí-. Puedes entrar siempre que quieras.
Mirta abrió la puerta tímidamente y se sentó sobre su cama.
-¿Sigues impactada por lo que ha pasado? Siento ser tan brusca, pero... -se disculpó.
-Impactada no; asustada, sí. Nos enfrentamos a un hueso duro de roer. Y yo que esperaba no volver a verlo nunca...
¿Eso era lo que de verdad quería? Al verlo, había pensado por un momento que todo podía volver a la normalidad: nuestro juramento de amistad seguiría y lo tendríamos como aliado. Pero no; desde su primer cambio de actitud, no había vuelto a la normalidad. El chico al que conocí hacía un año ya no estaba, como era de esperar.
-Con razón -dijo ella-. No sabía que él y tú fuerais...
-...enemigos -la corté.
-Sí, eso -dijo bajando un poco el tono -. Eria... voy a sonar de lo más maleducado, pero quiero saberlo. Quiero saber qué pasó con ese chico.
-No te preocupes, no contengas tus modales conmigo, no voy a pensar nada malo. Respecto a tu pregunta... ni yo lo sé. Al principio era un chico tímido y cerrado. Cuando me acerqué a hablar con él, resbalé con el suelo mojado y me llené de barro. Él me ayudo a levantarme. Así nos conocimos.
-Vaya... no parece la misma persona que hemos visto hace un momento.
-¿A qué no? Fuimos muy amigos durante casi un año. Un día y sin motivo, se enfadó conmigo. Al día siguiente se le había olvidado todo, pero me culpó por algo distinto. Así todos los días... hasta llegar a odiarme. Me decía cosas. Le estorbaba. Me la jugaba... Está loco. Bueno, creo que se volvió loco. Y luego se mudó por asuntos de trabajo de sus padres, sin más.
-Qué miedo... ¿Y cuál es su habilidad? -preguntó.
-Por desgracia... las espadas. Eso da hasta más miedo ¿verdad? -dije riendo de forma algo nerviosa.
Mirta se levantó para mirarme a los ojos.
-¡Pero Del ha dicho que podemos con ellos! ¡Y tiene razón!
-No lo dudo; no pienso rendirme, pero sigo asustada -le contesté-. Por cierto, ahora que me ves la cara, ¿cómo estoy ahora? ¿Sigo igual de pálida?
Mirta miró a un lado pensando su respuesta. Eso debía ser un sí. Tendría una cara horrible.
Desde que había llegado, no habían parado las emociones fuertes. En casa no solía llorar, no solía asustarme, no solía sentirme culpable por nada... En fin, siempre controlaba todo lo que pasaba en mi vida. Ahora era mi vida la que parecía jugar conmigo. Nada de lo que me pasaba era predecible.
-No importa -le dije-. He estado hablando con mi tío y ahora estoy mejor. Además, tengo que reservar fuerzas para el reto. Creo que sé la canción que voy a tocar. Será cruel...
-¿Cruel? -preguntó Mirta -. ¿Lo dices por tu canción?
-No, por él. ¿Sabes por qué me ha retado de esta forma en vez de en algún deporte?
Negó con la cabeza
-Porque fue él... quien me enseñó a tocar la guitarra eléctrica. Recuerdo que, al volverse contra mí, no paraba de corregirme para mal cuando la tocaba. He estado perfeccionando mi técnica con mi tío. Lo malo es que él, hasta lo que recuerdo, es... perfecto.
-Eso pensé yo... -me contó Mirta- cuando te vi por primera vez mostrando tu habilidad.
Me incorporé y le dediqué a mi amiga la mayor de mis sonrisas. Bueno, la mayor que pude hacer entonces.
Pasado un rato, me reuní con Delmet, que me informó de que Teck y Etsu se habían ido ya al bosque.
Estando con él de camino, también me encontré con Mia.
-¡Capi, no pienso dejar que vayas sola en un momento como este! -me dijo. Muy dulce por su parte. Delmet hizo una mueca.
Nos dirigimos hacia el sitio; la parte del bosque más cercana a la pared trasera del edificio. Allí estaban esos dos, montando un pequeño escenario y conectando los instrumentos a una toma de corriente a la que habían colocado un par de aparatos, para distribuir desde ella la electricidad a todos los instrumentos a la vez y controlar la intensidad.
-Anda, si ya estáis liados con todos los trastos… -dije satisfecha.
-¿Trastos? –preguntó Teck algo ofendido, mientras sostenía algo con la mano.- ¿Sabes lo que cuesta uno de éstos?
Delmet estaba asombrado contemplando las guitarras y los instrumentos con detalle.
-Si necesitas un guitarrista… -empezó diciendo.
-No, gracias. La idea es que sea yo quien toque.
-Pero, ¿y un segundo guitarra? ¡No quedaría nada mal! -insistió.
-¡Di que sí, Eri! -trató de convencerme Mia-. ¡Cuantos más mejor! ¡Yo quiero tocar algo!
-Y nosotros podemos encargarnos del sonido, ¿no? -dijo Teck mirando a Etsu, quien asintió.
Mi equipo llegó mucho antes que el de Ridley, todos dispuestos a tocar algún instrumento. Pensaba que Delmet era catastrófico con la guitarra, pero me sorprendió que supiera tocarla. Jetwick hacía de bajo, e Imala de batería, aunque Etsu tuvo que enseñarle lo que tenía que hacer para que no fuera a destiempo. Mirta era nuestro teclado, pero… ¿y Mia y Bobby? Bobby se conformó con unas claves, pero Mia…
Sin saber de dónde había salido, encontramos una pandereta entre los instrumentos que teníamos. Ella la tomó de mis manos como si fuera algo muy valioso. No tardó en empezar a practicar.
Todos estaban conmigo… Ninguno se había quedado de brazos cruzados. Nuestro enemigo nos había acabado uniendo.
Pasamos la mayor parte del día practicando, con pequeñas pausas para planificar y pasar el rato. Delmet parecía muy ilusionado con ser guitarra, y me preguntó si había probado alguna vez cierto videojuego de rock. Me retó a él, diciendo que podíamos jugar en la habitación de Etsu (y de Teck), en la tele que tenían allí. ¿De verdad tenían tele?
Hasta que, en mitad de toda aquella unión… llegó el momento.
Ridley apareció con su equipo justo a tiempo. Todos ellos se fueron acercando a nosotros.
-Qué ganas de recibir una paliza… yo que tú no me esforzaría tanto –dijo Ridley, ladeando la cabeza con una sonrisa siniestra.
-Qué tal… -apareció Mystery justo detrás.
-¿Y vamos a tener que tocar con esa chatarra? -preguntó un chico del otro equipo, acercándose a los instrumentos.
Alarmado, Teck se lanzó hacia él, pero el otro chico lo bloqueó fácilmente. Delmet, acostumbrado a rivalizar con todo el mundo, se enganchó a la espalda del chico y trató de hacerlo retroceder, pero lo único que consiguió fue hacer que el otro lo lanzara rodando por el suelo. Me puse frente al chico para defender los instrumentos…
-Déjalo, Rex -lo detuvo Ridley-. Usaremos los nuestros. Deja la pelea para luego; no merece la pena por esas baratijas.
-Entendido -dijo él, alejándose con una sonrisa vencedora.
Teck estaba indignado. No soportaba que nadie se metiera con sus instrumentos.
El otro equipo, por su parte, tenía los suyos; no sabría decir si eran mejores o peores. En tiempo récord, desconectaron los nuestros para conectarlos a la toma de corriente. Si Teck ya estaba enfadado, eso le sentó aún peor.
El equipo D-32 subió al escenario improvisado. Etsu no paraba de mirarlos, como si los analizara con la mirada. No parecía enfadado, pero sí un poco peligroso.
El micro emitió un pequeño sonido, señal de que se acababa de encender.
-¿Para qué lo sigues intentando? –me preguntó Ridley hablando por él-. Perderás otra vez, como haces y vas a hacer siempre.
-Ya te he ganado -le respondí.
-¿Ah, sí? Una pena que no lo recuerde. Yo suelo recordar las cosas, así que puede que no sea cierto…
-Ibas a perder… pero te fuiste como un cobarde. Huir es lo que mejor se te da, por lo que veo.
-¿Quién dice que estuviera huyendo? Si no, ¿cómo es que estoy de vuelta? -dijo, y los del otro equipo rieron-. Pero vamos a lo importante; hacerte ver la verdad… una vez más.
Los instrumentos ya estaban afinados. Delmet se acercó, aun sacudiéndose el polvo.
-Menudo cretino si cree que puede ganar así… ¡Ni el antihéroe más famoso haría eso! ¡Menudo villano!
-Vamos a tener que ir muy en serio… -susurré-. Si me ha retado en ésto, es porque cree que nos lleva ventaja.
-Orgullo tiene, pero, ¿cómo toca y eso? –preguntó Bobby.
-De maravilla- dije, tragando saliva y perdiendo las ganas de subir al escenario- y tiene una de las mejores voces que he escuchado nunca.
Nos interrumpió el ritmo marcado por el batería. Instrumento por instrumento, se fueron sumando el bajo, la guitarra, el teclado… y, por último, la voz de Ridley.
Al oírla, Mia me agarró la mano con fuerza. Noté un escalofrío.
Vi cómo, disimuladamente, Imala cargaba su arco apuntando al suelo. Ante cualquier amenaza, dispararía.

Y esto es todo. ¿Cómo acabará el concierto? ¿Tendremos posibilidades de ganar?

No hay comentarios:

Publicar un comentario