Y, a lo que íbamos: Ridley sigue al acecho.
Capítulo
56
-¡No
me lo puedo creer! -exclamó mi tío al otro lado del auricular-. ¿Y
dices que te lo has vuelto a encontrar?
-Lo
habrán traído por su habilidad. Ya sabes... es bueno.
-Pero
no lo suficiente. Huyó una vez, pero ahora no quiero que lo dejes
escapar -dijo, haciéndome sonreír.
-Tío,
no sé lo que va a pasar. Va a ir a por mí.
-Pero
ya conoces todos sus trucos. Es imposible que te haga más daño.
-¿Y
si es más fuerte? ¿Y si trae algo escondido bajo la manga?
-No
creo que tardes en descubrirlo. Ahora deberías descansar un rato
antes del desafío ese.
-Estoy
tirada sobre la cama de mi habitación mientras hablo contigo.
-Pero
se te nota en la voz que estás agotada después de la impresión.
Deberías reservar fuerzas. Y suerte.
-Bueno,
pues lo haré. Gracias.
-No
obstante, el resto de lo que me has contado suena genial. ¡Ni yo
sabía que mi padre aparecía en un cuadro de la Sala Cima! Y ya me
he quedado con los nombres de algunos de tu equipo. Además, me
alegro de que hayas encontrado a Bleaky por mí. Espero que siga
siendo imposible de atrapar.
-Sí,
es impresionante... se podría decir que me lo estoy pasando bien.
-Me
alegro. Tu madre te manda recuerdos, pero sigue sin cambiar su
palabra.
-Dile
que la quiero. Hasta luego... -me despedí antes de colgar.
Me
gustaba la forma de la que me animaba mi tío. No se mostraba
preocupado, pero siempre dispuesto a ayudar. Siempre confiaba en que,
hiciera lo que yo hiciera, todo iba a salir bien.
Oí
cómo alguien golpeaba la puerta.
-Siento
interrumpir. ¿Puedo pasar? -dijo una voz al otro lado.
-Es
tu habitación -respondí-. Puedes entrar siempre que quieras.
Mirta
abrió la puerta tímidamente y se sentó sobre su cama.
-¿Sigues
impactada por lo que ha pasado? Siento ser tan brusca, pero... -se
disculpó.
-Impactada
no; asustada, sí. Nos enfrentamos a un hueso duro de roer. Y yo que esperaba
no volver a verlo nunca...
¿Eso
era lo que de verdad quería? Al verlo, había pensado por un momento
que todo podía volver a la normalidad: nuestro juramento de amistad
seguiría y lo tendríamos como aliado. Pero no; desde su primer
cambio de actitud, no había vuelto a la normalidad. El chico al que
conocí hacía un año ya no estaba, como era de esperar.
-Con
razón -dijo ella-. No sabía que él y tú fuerais...
-...enemigos
-la corté.
-Sí,
eso -dijo bajando un poco el tono -. Eria... voy a sonar de
lo más maleducado, pero quiero saberlo. Quiero saber qué pasó con
ese chico.
-No
te preocupes, no contengas tus modales conmigo, no voy a pensar nada
malo. Respecto a tu pregunta... ni yo lo sé. Al principio era un
chico tímido y cerrado. Cuando me acerqué a hablar con él, resbalé
con el suelo mojado y me llené de barro. Él me ayudo a levantarme.
Así nos conocimos.
-Vaya...
no parece la misma persona que hemos visto hace un momento.
-¿A
qué no? Fuimos muy amigos durante casi un año. Un día y sin
motivo, se enfadó conmigo. Al día siguiente se le había olvidado
todo, pero me culpó por algo distinto. Así todos los días... hasta
llegar a odiarme. Me decía cosas. Le estorbaba. Me la jugaba... Está
loco. Bueno, creo que se volvió loco. Y luego se mudó por asuntos de
trabajo de sus padres, sin más.
-Qué
miedo... ¿Y cuál es su habilidad? -preguntó.
-Por
desgracia... las espadas. Eso da hasta más miedo ¿verdad? -dije riendo de forma
algo nerviosa.
Mirta
se levantó para mirarme a los ojos.
-¡Pero
Del ha dicho que podemos con ellos! ¡Y tiene razón!
-No
lo dudo; no pienso rendirme, pero sigo asustada -le contesté-. Por
cierto, ahora que me ves la cara, ¿cómo estoy ahora? ¿Sigo igual
de pálida?
Mirta
miró a un lado pensando su respuesta. Eso debía ser un sí. Tendría
una cara horrible.
Desde
que había llegado, no habían parado las emociones fuertes. En casa
no solía llorar, no solía asustarme, no solía sentirme culpable por nada... En fin, siempre
controlaba todo lo que pasaba en mi
vida. Ahora era mi vida la que parecía jugar conmigo. Nada de lo que
me pasaba era predecible.
-No
importa -le dije-. He estado hablando con mi tío y ahora estoy mejor.
Además, tengo que reservar fuerzas para el reto. Creo que sé la
canción que voy a tocar. Será cruel...
-¿Cruel?
-preguntó Mirta -. ¿Lo dices por tu canción?
-No, por él. ¿Sabes
por qué me ha retado de esta forma en vez de en algún deporte?
Negó con la cabeza
-Porque fue él... quien me enseñó a tocar la guitarra eléctrica. Recuerdo que, al volverse contra mí, no paraba de corregirme para mal cuando la tocaba. He estado perfeccionando mi técnica con mi tío. Lo malo es que él, hasta lo que recuerdo, es... perfecto.
Negó con la cabeza
-Porque fue él... quien me enseñó a tocar la guitarra eléctrica. Recuerdo que, al volverse contra mí, no paraba de corregirme para mal cuando la tocaba. He estado perfeccionando mi técnica con mi tío. Lo malo es que él, hasta lo que recuerdo, es... perfecto.
-Eso
pensé yo... -me contó Mirta- cuando te vi por primera vez mostrando
tu habilidad.
Me
incorporé y le dediqué a mi amiga la mayor de mis sonrisas. Bueno, la mayor que pude hacer entonces.
Pasado
un rato, me reuní con Delmet, que me informó de que Teck y Etsu se
habían ido ya al bosque.
Estando con él de camino, también me encontré con Mia.
-¡Capi,
no pienso dejar que vayas sola en un momento como este! -me dijo. Muy
dulce por su parte. Delmet hizo una mueca.
Nos
dirigimos hacia el sitio; la parte del bosque más cercana a la pared
trasera del edificio. Allí estaban esos dos, montando un pequeño
escenario y conectando los instrumentos a una toma de corriente a la
que habían colocado un par de aparatos, para distribuir desde ella la
electricidad a todos los instrumentos a la vez y controlar la intensidad.
-Anda,
si ya estáis liados con todos los trastos… -dije satisfecha.
-¿Trastos?
–preguntó Teck algo ofendido, mientras sostenía algo con la
mano.- ¿Sabes lo que cuesta uno de éstos?
Delmet
estaba asombrado contemplando las guitarras y los instrumentos con
detalle.
-Si
necesitas un guitarrista… -empezó diciendo.
-No,
gracias. La idea es que sea yo quien toque.
-Pero,
¿y un segundo guitarra? ¡No quedaría nada mal! -insistió.
-¡Di
que sí, Eri! -trató de convencerme Mia-. ¡Cuantos más mejor!
¡Yo quiero tocar algo!
-Y
nosotros podemos encargarnos del sonido, ¿no? -dijo Teck mirando a
Etsu, quien asintió.
Mi
equipo llegó mucho antes que el de Ridley, todos dispuestos a tocar
algún instrumento. Pensaba que Delmet era catastrófico con la
guitarra, pero me sorprendió que supiera tocarla. Jetwick
hacía de bajo, e Imala de batería, aunque Etsu tuvo que enseñarle
lo que tenía que hacer para que no fuera a destiempo. Mirta era
nuestro teclado, pero… ¿y Mia y Bobby? Bobby se conformó con unas
claves, pero Mia…
Sin
saber de dónde había salido, encontramos una pandereta entre los
instrumentos que teníamos. Ella la tomó de mis manos como si fuera
algo muy valioso. No tardó en empezar a practicar.
Todos
estaban conmigo… Ninguno se había quedado de brazos cruzados.
Nuestro enemigo nos había acabado uniendo.
Pasamos
la mayor parte del día practicando, con pequeñas pausas para
planificar y pasar el rato. Delmet parecía muy ilusionado con ser
guitarra, y me preguntó si había probado alguna vez cierto videojuego de
rock. Me retó a él, diciendo que podíamos jugar en la habitación
de Etsu (y de Teck), en la tele que tenían allí. ¿De verdad tenían
tele?
Hasta
que, en mitad de toda aquella unión… llegó el momento.
Ridley
apareció con su equipo justo a tiempo. Todos ellos se fueron
acercando a nosotros.
-Qué
ganas de recibir una paliza… yo que tú no me esforzaría tanto –dijo
Ridley, ladeando la cabeza con una sonrisa siniestra.
-Qué
tal… -apareció Mystery justo detrás.
-¿Y
vamos a tener que tocar con esa chatarra? -preguntó un chico del
otro equipo, acercándose a los instrumentos.
Alarmado,
Teck se lanzó hacia él, pero el otro chico lo bloqueó fácilmente.
Delmet, acostumbrado a rivalizar con todo el mundo, se enganchó a la
espalda del chico y trató de hacerlo retroceder, pero lo único que
consiguió fue hacer que el otro lo lanzara rodando por el suelo. Me
puse frente al chico para defender los instrumentos…
-Déjalo,
Rex -lo detuvo Ridley-. Usaremos los nuestros. Deja la pelea para
luego; no merece la pena por esas baratijas.
-Entendido -dijo él, alejándose con una sonrisa vencedora.
Teck
estaba indignado. No soportaba que nadie se metiera con sus
instrumentos.
El
otro equipo, por su parte, tenía los suyos; no sabría decir si eran
mejores o peores. En tiempo récord, desconectaron los nuestros para
conectarlos a la toma de corriente. Si Teck ya estaba enfadado, eso
le sentó aún peor.
El
equipo D-32 subió al escenario improvisado. Etsu no paraba de
mirarlos, como si los analizara con la mirada. No parecía enfadado,
pero sí un poco peligroso.
El
micro emitió un pequeño sonido, señal de que se acababa de
encender.
-¿Para
qué lo sigues intentando? –me preguntó Ridley hablando por él-.
Perderás otra vez, como haces y vas a hacer siempre.
-Ya
te he ganado -le respondí.
-¿Ah,
sí? Una pena que no lo recuerde. Yo suelo recordar las cosas, así
que puede que no sea cierto…
-Ibas
a perder… pero te fuiste como un cobarde. Huir es lo que mejor se
te da, por lo que veo.
-¿Quién
dice que estuviera huyendo? Si no, ¿cómo es que estoy de vuelta? -dijo, y los del otro equipo rieron-. Pero vamos a lo importante;
hacerte ver la verdad… una vez más.
Los
instrumentos ya estaban afinados. Delmet se acercó, aun sacudiéndose
el polvo.
-Menudo
cretino si cree que puede ganar así… ¡Ni el antihéroe más
famoso haría eso! ¡Menudo villano!
-Vamos
a tener que ir muy en serio… -susurré-. Si me ha retado en ésto,
es porque cree que nos lleva ventaja.
-Orgullo
tiene, pero, ¿cómo toca y eso? –preguntó Bobby.
-De maravilla- dije, tragando saliva y perdiendo las ganas de subir al
escenario- y tiene una de las mejores voces que he escuchado nunca.
Nos
interrumpió el ritmo marcado por el batería. Instrumento por
instrumento, se fueron sumando el bajo, la guitarra, el teclado… y,
por último, la voz de Ridley.
Al
oírla, Mia me agarró la mano con fuerza. Noté un escalofrío.
Vi
cómo, disimuladamente, Imala cargaba su arco apuntando al suelo.
Ante cualquier amenaza, dispararía.
Y esto es todo. ¿Cómo acabará el concierto? ¿Tendremos posibilidades de ganar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario