Volvemos a la historia, con el extraño reto del equipo D-32:
Capítulo
55
Demasiado
de noche para retar a nadie. Si ese chico quería verme, tendría que
esperar al día siguiente.
Volví
a atarme a la litera para dormir, idea de lo más acertada; esa noche no fue
nada buena para mí.
Soñé
con el mismo acantilado desde el que veía a mi abuelo, pero él ya
no estaba allí. Al dar un paso hacia el abismo que tenía delante, las rocas que había
bajo mis pies se desmoronaron, haciéndome caer. De forma desesperada,
conseguía agarrarme al borde con una mano e intentar subir.
De
pronto, veía a alguien que me tendía la mano. ¿Era él?
“Confía
en mí”, decía.
“Confía en mí...”
Era
mi mejor amigo, aquel que me había traicionado. Lo sabía por el
timbre de su voz, la que repetía la misma frase una y otra vez.
¿Debía hacerle caso? Ya me había traicionado una vez, pero estaba
intentando ayudarme. Su voz era reconfortante. Tenía tantas ganas de
olvidar todo...
A
punto de caer, le di la mano, lo último que debí haber hecho. Como era de
esperar, abrió la mano de golpe y me dejó caer. ¿Cómo había
podido estar tan ciega? Me había dejado llevar...
“Abuelo,
si estás ahí, no vengas a rescatarme” pensé mientras caía; “me
lo merezco por ser tan idiota”.
La
cuerda me salvó; noté un tirón en la cintura que me espabiló de
golpe, por lo que me incliné al lado contrario justo antes de caer.
Sabía que la cuerda iba a ser útil aunque no se pudiera atar
bien.
Deshice
el nudo corredizo y fui al cuarto de baño a echarme agua en la cara;
estaba sudando. Todo parecía tan real... Incluso la voz del chico.
¡No la escuchaba desde hacía más de un año!
Mientras me calmaba, recordé de golpe lo que me había dicho Mystery: “Ah, y creo que me comentó que te dijera alguna frase amenazadora, como que aparecería en tus peores pesadillas y eso...”
Mientras me calmaba, recordé de golpe lo que me había dicho Mystery: “Ah, y creo que me comentó que te dijera alguna frase amenazadora, como que aparecería en tus peores pesadillas y eso...”
Ese
mensaje venía de parte de su capitán. Por sus frases, a mí me
había parecido que estaba loco.
Sonreí,
solté una risa y acabé riéndome con más fuerza, intentando no
despertar a Mirta. ¿De verdad se creía ese capitán que podía
igualar (o empeorar) mis peores pesadillas? ¡Lo tenía difícil!
Conseguí
dormir de nuevo, y esta vez descansé de verdad. Ni rastro de
episodios de sonambulismo.
Ya despiertos, todos
los del equipo desayunamos juntos en la cafetería para celebrar que
había llegado el fin de semana. ¡Se acabaron las clases y
levantarse temprano! Aunque fuera sólo por unos días.
Intenté
contar algunos chistes, pero Bobby no tardó en quitarme el
protagonismo. ¡Los suyos eran los mejores! Me reí hasta que me
acabó doliendo el pecho.
-¿Hay
noticias del D-32? -preguntó Teck cuando se contó el último
chiste.
-Ah,
pues no -le respondí-. Pero supongo que tendré que verle hoy, ¿no?
-sonreí con picardía-. Ya sabéis a quién digo.
Cumplí
mi palabra. Cuando me creí preparada para el enfrentamiento, fui al
pasillo indicado. Estaba un poquito nerviosa: no sabía lo que me
esperaba. Debía andarme con cuidado con ese equipo; podría con
ellos, pero no debía confiarme demasiado. Si tenían tan mala fama
sería por algo. Subestimarlos sería un error.
Mi equipo me estaba esperando fuera. Me sentía un poco observada, pues
sabía que todos me miraban fijamente tras la puerta. Demasiada
intriga para no mostrar curiosidad, supongo.
Ya
me estaba impacientando. Eso es lo que pasa cuando no fijas una hora
concreta.
“¿Qué
pasa?” “¿Te rindes?” Me decía mi propia voz dentro de mi
cabeza. “¿Justo ahora?”
Con
cada pregunta que me hacía a mí misma, la voz se fue transformando.
Ya no era la mía, sino la de otra persona. Alguien que aprovechaba
la más mínima oportunidad para dejarme en evidencia. Mi pesadilla.
-Y
aquí estás -dijo la voz-. Ligera como una nereida a lomos de un
delfín, ¿cierto?
“Eria,
no le hagas caso. Sabes que no es real”.
-Lo
que me pregunto es qué haces en un sitio como Golden Podium. Seguro
que ha sido por tu querido abuelo. Así cualquiera...
“Sabes
que no es verdad. Has llegado demasiado lejos para haber venido de
casualidad”.
-Por
fin. Ya era hora de que volvieras a oír mi voz. Sé que me echabas
de menos. Qué pena me das...
-¡¡¡PARA!!!
-grité, girándome de golpe. Quería dejar de escuchar esa voz. No
era real, no lo era...
Entonces lo vi. El capitán del equipo D-32. Pelo rubio, de punta y hacia atrás,
con algunos mechones de pelo que le caían sobre la frente. Ropa
sencilla y de colores oscuros: camisa azul oscuro y pantalones verdes
con parches cosidos sobre las rodillas, y zapatos con suela de goma.
Atlético, y con aspecto desafiante, mostraba una sonrisa de dientes
ligeramente afilados. Lo más impactante eran sus ojos, de color
naranja brillante, como el ámbar: su mirada me hacía sentirme aún
más pequeña. Nunca se me olvidará su imagen.
-Eria
Jumps, la famosa capitana del F-06... -dijo, ladeando la cabeza con
aire arrogante-. Ya era hora. ¿Qué demonios pasa? ¡Ni que
hubieras visto un fantasma! -dijo hiriente.
-Más
o menos...-respondí, tratando de guardar la postura. Él rio con
fuerza. Sabía que tenía miedo.
-Ridley
Left -se presentó-. Ve asociando mi cara con ese nombre.
-Eso
haré. Por lo menos has memorizado mi alias.
-Al
final se me ha quedado de tanto oírlo. Pero vamos a lo que íbamos...
¿Te crees muy lista, verdad? ¿Crees que con un equipo como el tuyo
vas a poder vencerme?
-Tarde
o temprano vas a caer, lo sabes. Mi equipo puede con todo.
-Eso
ya lo veremos. Además, tampoco esperes que sea siempre tu equipo el que dé la cara por ti.
-¿Qué
sugieres? ¿Un Duelo Meta?
-Algo
mejor -dijo sonriendo con maldad, como riéndose de mí-. ¿Desafinas
mucho con la guitarra?
-No
creo que mucho más que tú. Soy buena.
-¿Tan
segura estás? -se burló-. ¿Y qué te parece si me lo demuestras
esta tarde en el bosque?
-Me
parece bien.
-Genial,
pues hasta entonces. No te hagas muchas ilusiones, ¿vale? Puedes venir con tu patético equipo.
-Igualmente, nada de ilusiones -dije mientras lo veía perderse por el pasillo.
En
cuanto me vieron sola, los de mi equipo salieron de detrás de la
puerta, Delmet el primero.
-¡Tenías
razón, capitana! ¡Me imaginaba un gigante de dos metros, pero luego
es poquita cosa!
Mi
equipo parecía aliviado, pero todavía no me habían visto la cara.
Me daba la sensación de que podía caerme de espaldas en cualquier
momento. No tenía estabilidad.
-¡Eria,
te has quedado blanca! ¿Qué te pasa? -preguntó Mirta preocupada.
Mia trató de acercarse a mí.
Di
unos pasos apartándome de ellos, queriendo volver a mi habitación.
-Es
peor que un gigante de dos metros, Delmet -dije-. Es un monstruo. Te
ataca desde tu punto débil y te deja destrozado. Tenemos motivos de
sobra para tener miedo.
El
equipo se sobresaltó. Me habían perdido.
-Pe-pero
decías que podíamos con él... -tartamudeó Bobby.
-Ahora
es distinto. Él ha podido conmigo. Siempre ha podido conmigo. Sus
ojos...
-¡Venga
ya! ¡Pero si no ha sido para tanto! -dijo Delmet subiendo la voz-.
Además, ni siquiera lo conoces. ¿Cómo vas a saber si es mejor o
peor? ¿Has oído hablar sobre él?
-Peor: él y yo... ya nos conocemos -dije con la voz temblorosa.
-¡¿QUÉÉÉ?!
-exclamaron todos asombrados y tratando de escucharme.
Hice
una pausa para intentar calmarme antes de responder:
-Fue
mi mejor amigo hace un año. Pero, justo antes de despedirse de mí
para siempre... me traicionó.
Y... continuará...
No hay comentarios:
Publicar un comentario