El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

6 mar 2015

82. Verde, azul; blanco, negro

Por fin, llega el momento. ¡Hora del partido que tanto llevamos preparando!


Capítulo 82
¡Una noche estupenda! Sin sueños raros, sin sonambulismo... ¡Daba gusto dormir en paz!
Todo mi equipo parecía igual de descansado que yo. Además, Tania nos había entrenado de maravilla y estábamos preparados para cualquier cosa que nos echaran, daba igual qué.
Zenas me tendió la mano y salimos al campo. 
El sol hacía el campo más verde de lo que ya era y los colores lucían aún más brillantes. El estadio se curvaba hacia el cielo por encima de nuestras cabezas, haciéndome sentir un poco... ¡Venga ya, yo no podía ser tan pequeña! ¿O sí?
Quizás esto no suene muy deportivo, pero fue horrible tener que vernos las caras con todos los del equipo D-32 desde tan cerca y tener que estrecharles la mano. No sé cómo lo superé; sólo recuerdo el daño que nos hicimos Ridley y yo con nuestro peculiar apretón.
Estábamos nerviosos. Bueno, por lo menos yo lo estaba.
-¡Eria, que te estoy hablando!
Era Tania, nuestra entrenadora, tan enérgica como siempre. Me había pillado desprevenida.
-¡Sí, sí, me he enterado! Estaba... ¡pensando en la jugada!
-¿Seguro? -no se fiaba de mí y tenía motivos para hacerlo-. Bueno, lo dejaré estar, pero te necesito poniendo los CINCO SENTIDOS en el juego a partir de ahora, capitana de medio equipo. ¿Entendido?
-¡Claro, por supuesto! ¡Confía en mí!
Era la primera vez que capitanes, subcapitanes y entrenadores íbamos a trabajar codo con codo de esa forma. Ese día jugábamos todos, cada cual a su manera.
Nos colocamos. Ridley me lanzó una mirada desafiante desde el centro del campo. 
Sacaban ellos. En cuanto Ridley se la pasó a Mystery, las gradas enmudecieron: el partido había comenzado.
Mystery avanzó hacia nuestra portería. Esquivaba a todo nuestro equipo gracias a su extraña habilidad para desplazarse tan parecida a la teletransportación, y el recorrido que seguía se quedaba marcado en el campo dibujando líneas rectas sobre el suelo. Con cada movimiento suyo, el césped se desprendía de la tierra. 
Qué bruta, estaba yendo demasiado rápido... Pero no lo suficiente. 
Jetwick, haciendo uso de su gran velocidad, pasó por su lado sin ser advertido. ¡Lo tenía! Y, encima, habíamos despistado a Mystery. ¡Perfecto!
Tael, el siguiente en recibir el balón, tomó la sabia decisión de que Teck se ocupara del resto, así que le hizo un pase.
No puedo negarlo: Teck ejercía un control fantástico sobre el balón. Por desgracia, hacer pinitos -su parte favorita- no era algo que pudiera hacer en aquel momento: estaba rodeado por la defensa. tuvo suerte de que, guiado por sus reflejos, esquivase al momento a dos jugadores que se deslizaban hacia él con intención de robarle el balón.
Pero, cómo no, Ridley no podía faltar en la maniobra. Copiando ligeramente los movimientos de Jetwick y aprovechando lo atento que estaba Teck a la defensa, recuperó el balón. Maldito...
Intenté correr a todo lo que daba hacia él. Me daba igual lo lejos que estuviera; tenía que ser mío. Ya estaba cerca cuando, como una muralla que se hubiera levantado entre nosotros dos, surgió un obstáculo: Rex, quien, extendiendo los brazos y con aspecto de querer acabar conmigo costase lo que costase, me impedía pasar. Frené.
Pensé que igual Teck podía hacer algo para volver a hacerse con la posesión, pero ya era demasiado tarde: como todos los contrarios lo obstaculizaban a la vez, le era imposible alcanzar a Ridley. Eso le pasaba por presumir tanto de sus habilidades delante de todo el mundo.Vi a nuestros aliados intentando abrirle paso, pero ni por esas llegó a tiempo a impedir el siguiente pase, ni el siguiente.
Ridley, recibiendo un nuevo pase, tomó impulso y lanzó a portería. Ya lo veíamos todo perdido cuando Mia, de un salto, se acercó al proyectil y lo devolvió de una patada. No os preocupéis: llevaba una falda pantalón. 
Con un rápido movimiento, Tornado interceptó el balón y lo levantó para que perdiera velocidad. Sonreí. El fútbol no sería su punto fuerte, pero era bueno.
El enérgico chico se acercó a Jetwick. Con una coordinación perfecta y ambos formaron una muralla para despistar a todos los rivales. Había visto a esos dos lanzarse tantas miradas desafiantes que me resultaba irónico y bastante emocionante tenerlos trabajando codo con codo. Parecía una pareja de rivales bastante competitiva. Me gustaba.
Gracias a aquella pareja, el balón avanzó hasta Teck -quien parecía su legítimo dueño, siempre poseyéndolo-. Esta vez pudo defenderse solo, colándose entre todos los rivales con gran destreza; se movía tan rápido que cuando el sol se reflejaba sobre su ropa, su pelo y demás accesorios coloridos provocaba destellos sobre la hierba. No solo corría: saltaba, giraba, se deslizaba, tomaba impulso para lanzarse hacia delante...
Su racha no le duró mucho. Un par de segundos después, se vio en la misma situación que en la de la jugada anterior: todos los rivales, formando un círculo en torno a él, trataban de atraparlo. Aprendiendo de experiencias pasadas, el chico de los cascos trató de sortearlos con un deslizamiento, pero perdió el control del balón en medio de la maniobra. 
Fuera del campo. Teck resopló frustrado tras ver que todo su esfuerzo había sido inútil.
Jugada tras jugada, el partido seguía avanzando sin que ninguno de los dos equipos marcara ni un gol. Todo estaba muy reñido, y Teck se irritaba cada vez más con cada movimiento fallido. ¿Por qué no intentaba formar equipo con nosotros? Iría sobrado, pero que se comportase como el cabecilla no significaba que pudiera él solo con todos.
¿Que qué hice yo? Gasté la mayor parte de mi energía tratando de respaldar a los miembros de mi equipo una y otra vez. Me enfrenté cara a cara con Rex y Mystery varias veces, por ejemplo, y con un puñado de rivales más que debían pertenecer al equipo aliado del D-32.
En una ocasión llegué a hacerme con la posesión del balón -cosa que no había conseguido demasiadas veces por aquel entonces en todo mi historial deportivo- intentando arreglar un ataque en el que nos había salido el tiro por la culata. Sin saber muy bien cómo defenderme pero tomando decisiones tan rápidas como pude, había avanzado hasta la portería contraria hasta encontrar mi primer obstáculo humano, pero como no tenía cerca a nadie a quien pudiera pasársela, pensé que ahí acababa mi racha. Tuve suerte de que uno de mis actos reflejos me salvase el pellejo y decidiera por mí mi siguiente movimiento: saltar sobre la pierna de mi rival y rodearlo con una voltereta lateral sin manos, lo que me sirvió para enviar el balón lejos de su alcance. Salté por segunda vez, me doblé sobre mí misma y aterricé de pie, en la posición perfecta para darme impulso y seguir corriendo.
¡Pero bueno, estamos locos! ¿Eso está permitido? –Oí exclamar a uno de los comentaristas.
No lo sabemos, ¡pero dicen que ha causado tanta expectación van a dejarlo pasar!
Animada por ambas voces, le pasé la pelota a Mirta. Me sorprendió ver que no muchos iban a por ella hasta que localicé a Delmet cubriéndole las espaldas. “¡Qué caballero!”, reí. Tal y como había predicho, estorbaba tanto a los contrarios que el papel de defensa le iba que ni pintado. De todas formas, a Mirta tampoco le hubiera hecho mucha falta tener guardaespaldas: la mayoría de los defensores que trataban de hacerse con el balón eran chicos que, con un sólo movimiento de pelo suyo, quedaban como hipnotizados durante unos segundos.
Mirta le pasó el balón a Delmet en cuanto éste se hubo desmarcado. El subcapitán intentó avanzar, pero uno de los contrarios lo bloqueó justo antes de que pudiera dar su primer paso.
Teck, pensando que tenía alguna posibilidad de corregir aquel movimiento, corrió todo lo que pudo, pero como ni podía llegar a tiempo ni le tocaba defender aquella zona, fue un desplazamiento inútil.
Una chica con el pelo despeinado en rígidos mechones rosas y negros le pasó el balón a Rex, quien lo mandó a portería con un golpe directo y explosivo. 
Mia se colocó en el punto medio entre los dos postes en una fracción de segundo, extendiendo los brazos hacia delante. Podía hacerlo... pero no sin arriesgar algo. El disparo tenía demasiada fuerza; un bloqueo directo limpio supondría un coste.
No salió bien. El impacto se oyó desde donde yo estaba. En medio del silencio, el balón rebotó y rodó fuera del área.
Ojalá hubiera podido celebrarlo: Mi amiga, la misma chica que ahora se encontraba agazapada en el área de portería cubriéndose la cara con las manos mientras sollozaba, nos había salvado.
La ira fue apoderándose de mí, pidiendo venganza a gritos. Aposta o no, daba por hecho que me vengaría. ¡Juraba que lo haría!

¡No os quepa la menor duda de que, más adelante, cumpliré mi promesa!

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