El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

30 abr 2015

86. ¿Salvando al equipo?

Dos opciones: o Bobby se convierte en el héroe del equipo... ¡o lo machacan!

Capítulo 86

Quién pudiera creerlo: ¡Bobby estaba en el campo!

Sonó el silbato; Imala, ágil como una gacela (animal que quizás hubiera cazado alguna que otra vez) consiguió el balón en seguida y se desplazó hacia los lados para esquivar a los contrarios. Tanta habilidad tenía que el balón parecía estar orbitando en torno a ella, levantado por una fuerza tan invisible como la magia.

Pasó hacia delante. Corrí en su misma dirección, atendiendo que el balón llegase a la persona apropiada.

Teck, cumpliendo la misma función que yo, le dio un toque para que llegara a su destino. ¡¿Otra vez pasando?! ¡Si no lo veía no lo creía!

Y, por fin, el balón se detuvo a los pies de Bobby.

-¡Ya lo tienes! -le murmuré a través del auricular-. Vamos, avanza. Puedes hacerlo. ¡Por los donuts!

Oí una risita como respuesta y Bobby avanzó. No se movía demasiado rápido, pero iba a buen ritmo.

-Así, continúa. Teck te está cubriendo; yo voy de camino.

Y eso hice. Ya estaba prácticamente al lado suya cuando alguien pasó por mi lado como una exhalación: el mercenario. ¡Y se dirigía directo hacia Bobby!

No puedo dejar que llegue hasta él”, me dije.

En carrera, tomé impulso con una pierna y, como si tuviera muelles bajo mis pies, salté en el aire, di una vuelta de campana y aterricé en la posición perfecta para seguir corriendo por delante del mercenario, frenando su ritmo.

-¿Eso es lo que quieres? Pues lo vas a tener- oí susurrar.

En la lucha por tomar la delantera, nos dimos varios empellones más fuertes de la cuenta que el árbitro dejó pasar diciendo que eran “cosas de niños”. Cada vez el forcejeo iba a más, pero no duró tanto como yo quería; el mercenario me detuvo, murmurando:

-Te lo advierto, tu amigo va a encontrarse con más de un problema si sigues portándote así de mal.

Y me adelantó, dejándome sola con mi cansancio tras la carrera. ¡Tramposo!

-¡Bobby, cuidado! ¡Sal por patas, tenemos un agujero en la defensa! -exclamé jadeante a través del auricular.

-¡¿Qué?! ¡Eria, esto no es nada justo! ¡Íbamos demasiado bien para encontrarnos con esto ahora!

-¡No, no digas eso! ¡Es un mal momento para... estar nerviosos! Tú... confía en mí...

¡No! Se estaba ralentizando. ¡Estaba a punto de alcanzarle!

-Oh, espera -rectifiqué, deteniéndome con las manos sobre mis rodillas y una sonrisa maliciosa-. Sí, puede que te humillen. Te destrozarán. Van a acabar con tu ambición de donuts gratis. Se acabó.

-¡Eria! ¿Qué estás diciendo? ¿No has visto cómo permitían casi todas las faltas en el primer tiempo? ¡Me van a machacar! ¡Se supone que ibas de mi parte! ¡Ibas a cubrirme!

-Claro, así era, pero con lo poco que has durado... Me esperaba más de ti. Vas a resultar ser tan inútil como muchos dicen después de todo. Que un sólo rival te deje sin donuts ya es bastante triste; y yo pensaba que tenías más ganas de las que en realidad tienes...

-¿Qué dices? Eria, sé que has dejado de correr. ¡¿Me estás diciendo que me vas a dejar tirado sólo porque esperabas más de mí cuando soy YO el que está siendo traicionado?!

-Hombre, si lo dices así me pones a mí como la mala; yo no lo veo nada bien...

Bobby no hablaba; gruñía entre dientes. Parecía estar muy cabreado... Perfecto.

Corrí tras él sólo para velo más de cerca. No quería perderme lo que estaba por llegar.

Que el mercenario lo hubiera dejado avanzar era un mero acto de crueldad por su parte: quería dejar que se cansara un poco para cazarlo. No le costó nada llegar hasta él esprintando en cuanto estuvo preparado.

Ya había adelantado a Bobby. Deslizándose por el césped, frenó y se arrojó hacia él.

Pero Bobby... ¡lo esquivó!

El mercenario estaba pasmado, rígido. ¿Cómo lo había conseguido? ¿Habría subestimado a su rival?

-Apártate, pedazo de imbécil –lo amenazó Bobby entre dientes. Ay, ¿me habría pasado con él?

-Bien; te lo tendrás que ganar- oí decir a una voz a mayor distancia: la del mercenario.

Eché a correr siguiendo la línea de banda. Mis pies se movían solos.

Bobby, quien también había salido a toda pastilla hacia la portería contraria, se había vuelto indomable. El mercenario, siguiéndolo de cerca, se dejó caer hacia él y lo empujó con todas sus fuerzas, pero Bobby absorbió todo el golpe con su hombro sin inmutarse. De hecho, nada más recibir el empujón, se lo devolvió al mercenario con aún más fuerza, lleno de ira.

¿Dónde estaba el árbitro cuando más lo necesitábamos?

Ya los tenía. La lucha entre ellos podría haber movido montañas; cada empellón, cada impacto era más fuerte que el anterior. Acabando en medio de un forcejeo que no se detenía, cada uno de sus pasos aumentaba más la zancada que el anterior. ¡Era increíblemente difícil seguirlos! ¿Desde cuándo Bobby corría tanto?

¿Crees que vas a aguantar, simplón?” oía.

-No lo sabes tu bien... -gruñía Bobby.

Yo me daría la vuelta”

-¡Pues ya estás tardando!

Sé que tienes miedo”

-¡Pero no tienes pruebas!

¡RÍNDETE!”

-¡NUNCA!

Este grito casi me deja sin oído. Podría haber roto el auricular... pero su voz reflejaba que no aguantaría mucho más corriendo así.

-Bobby, pásala -le dije-. ¡Lo has conseguido! Teck está cerca; que se ocupe él del resto.

Bobby no contestaba. Todavía estaba enzarzado en la lucha, tratando de quitarse al mercenario de en medio. ¡El maldito entrometido le estaba tapando a Bobby la vista! “Maldita sea”, murmuré.

-¡VAS A CAER A MIS PIES Y TE VOY A APARTAR DE UNA PATADA! -exclamó Bobby, saltando por encima de su pierna. 

Apreté los puños y noté un escalofrío: el rival estaba sonriendo.

O puede que no” murmuró. “Vas a acabar peor que tu compañero”.

Dobló una rodilla, hincándosela a Bobby en la espinilla, gesto que sólo se podía advertir desde tan cerca o más de donde yo estaba. A continuación, extendió una mano y hundió sus dedos en el cuello de mi compañero. Por último, con un gesto rápido que el inútil del árbitro no pudo percibir, barrió sus pies y, de un toque, lo dejó caer de mala manera. ¡No!

El público comenzó a gritar: ¡el árbitro se había despistado y no se había enterado de nada!
Pero mi compañero lo tenía todo pensado: había conseguido empujar el balón fuera del alcance del mercenario antes de caer. ¡Y éste aún seguía en juego!

Teck, acercándose al mercenario por la espalda, cargó contra él y chutó. El balón, a la velocidad del rayo, rebotó contra la cabeza de nuestro contrincante, quien ni se inmutó, y se dirigió hacia portería. 
Chocó contra el palo y salió disparada hacia arriba... Pero la bloqueé con una patada en el aire justo a tiempo. Volvió...

¡GOL! Un poco más y se me saltan las lágrimas.

A mi alrededor todo era celebración. Risas, llanto, gritos... Teck se acercó: quería decirme algo, pero yo ya había salido corriendo, dejándolo con la palabra en la boca.

Me hubiera encantado darle la enhorabuena, pero los sollozos al otro lado de mi auricular eran lo que más me preocupaban en aquel momento, tanto que no advertí que el marcador no había anotado nuestro gol.


No sabría decir si esto ha acabado bien o mal... ¡Habrá que verlo más adelante!

16 abr 2015

85. ¡Tú! Sales a jugar

Estamos preparados. Ahora es cuando empieza lo bueno de verdad...

Capítulo 85

Darle quebraderos de cabeza a los rivales era tan divertido...

La dulce, tierna e inocente Mirta había entrado en acción. Avanzaba tranquila por el campo. Poseía el balón, pero nadie se le acercaba. ¡Y pobre de aquel que lo intentara! ¿Quién lo diría?

Un rival quiso robarle el balón. ¡Demasiado tarde! Un reflejo de luz que pasó cerca de la chica lo detuvo. Parecía que Mirta tuviese una barrera luminosa a su alrededor gracias al plan infalible que habíamos ideado para cubrirla: ¡quien detenía a los rivales era Delmet!

No podía estar mejor pensado: Etsu, un maestro para aquellas cosas, se había encargado de meterle al chico en la cabeza lo importante que era su labor como héroe del equipo para que, a continuación, se sintiera aún más motivado para proteger a Mirta, su mejor amiga. ¡El plan no podía fallar! Y tenía que reconocerlo: el chaval cumplía mejor que nadie. Había visto correr a Delmet antes, pero nunca tan rápido.

Por desgracia, aunque Delmet estaba siendo una barrera humana inquebrantable, seguía teniendo poquísima resistencia. En cuanto empezó a cansarse, uno de los rivales consiguió dejarlo atrás para quitarle sutilmente el balón a Mirta.

Menos mal que había sido sutil... No quería ni imaginarme lo que podía pasar si Delmet llegase a ver a alguien tratando de acercarse lo más mínimo a Mirta. Sería bonito, pero aterrador.

Ahora defendiendo, intentamos detener al equipo contrario en vano, quienes habían agujereado nuestra barrera defensiva esquivando con demasiada facilidad a todos los que nos lanzábamos a intentar robar o bloquear el balón.

Impulsado por una potente patada, un proyectil fue directo a portería, pero fue suficiente para el rápido movimiento de brazo con el que Etsu la cubrió. ¡Ni la antena que se le solía formar sobre la cabeza se le despeinó! Hacía que ser portero pareciera extremadamente fácil.

No fue aquella su única parada mientras estaba de portero: lanzamiento de los contrarios a portería, lanzamiento que él paraba. ¡Las paraba todas!

Siguiente jugada. Tornado, gracias a su velocidad en carrera, interceptó el balón mientras Jetwick corría para adelantarlo, dejando vía libre para recibir un pase. Se estaba alejando demasiado...

Tornado chutó; el balón llegó perfectamente, tan rápido que fue dejando una estela detrás de él conforme se desplazaba. No me esperaba que Tornado tuviera tanta fuerza; no lo parecía. ¿Cómo podía...?

Jetwick pasó. Como era de esperar, el balón acabó llegando hasta “su legítimo dueño”: Teck. Se me había puesto tan pesado con salir otra vez a jugar que había acabado cediendo. Se suponía que el reglamento no nos lo permitía, pero después de todos los cambios que habíamos hecho sin que nadie estuviera en contra dudaba mucho que aquel partido pudiera considerarse muy legal.

Se adelantó, esquivó a un par de contrarios, se acercó a la portería... Y pasó el balón a Jetwick.
¿Cómo? ¿Teck pasando el balón? No creía haberlo visto bien. ¿Ese era Teck? Sí, sí que lo era.
Tras el pase, Jetwick se deslizó por el césped y chutó a portería. ¡Iba perfecta!

¡Parada! ¡Vaya, por muy poco! Mystery había aparecido de la nada justo antes de que el balón entrara y lo había interceptado. El sonido del silbato interrumpió el juego.

-¡Cada vez queda menos! -exclamó Tania emocionada unqa vez que nos reunimos con ella-. Pero nos surge un pequeño problema: estamos empatados. Aparte, mirad.
Ridley se encontraba en ese momento hablando con el mercenario. Por su forma de cuchichear y de mirarnos de reojo era demasiado evidente que tramaban algo.

-Van a ir a por nosotros -murmuré helada. No presentía nada bueno.

-¿Sacamos ya el arma secreta? -me preguntó Delmet codeándose conmigo y hundiéndome un dedo en el hombro para llamar mi atención. ¿Es que no había escuchado nada de lo que había dicho? Igualmente, yo tampoco le estaba prestando mucha atención.

-¡Calma! Déjame decidir primero, ¿quieres? -le espeté mientras abría y cerraba los puños, irritada.

-Perdone, su majestad -respondió poniéndome mala cara-. Cuando te decidas, capitana, el arma secreta se levantará del banquillo para salvarte el culo. Hasta entonces, pueses tenerla esperando hasta que se aburra.

Delmet se cruzó de brazos y fue a sentarse en el banquillo, justo al lado de Bobby.
Uf, qué cansino. ¡Qué manía! ¿Y quién decía que el arma secreta del equipo tenía que ser precisamente él? Con la de gente que había... a su lado. ¿A su lado?

¡Claro, a su lado! ¡El arma secreta! Mi cara se iluminó súbitamente con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Delmet! Con perdón, podrías ser un genio brillante si no fueras tan cabezota -cosa que, por desgracia, era imposible-. ¡De acuerdo, sacaremos a nuestra arma secreta!

El ya se frotaba las manos. En cuanto ya saboreaba su victoria, dije:

-Bobby, sales a jugar.

Bobby, nada más oír su nombre, abrió los ojos como platos y se me quedó mirando atemorizado. Delmet, mientras tanto, resopló frustrado e intentó discutir conmigo. Lo ignoré, cosa difícil cuando tienes a Delmet gritando a tan poca distancia de ti, pero no imposible.

Teck, aunque lo intentó por respeto a Bobby, no pudo contener la risa.

-¡Anda! Tan secreta era nuestra arma que no me la esperaba -estaba segura de que él también se esperaba ser el mencionado, y así lo confirmó con la indirecta que soltó a continuación-. Por cierto, hablando de armas secretas... ¿Qué hay de mí? Ya os lo debo de haber advertido, pero mi novia está ahora mismo viéndome desde las gradas. No querría defraudarla, ni a ella ni a mis queridos compañeros...

Teck guiñó un ojo a Mirta, quien bajó la cabeza y murmuró nerviosa algo parecido a “piérdete”.
Bobby se esforzaba desesperadamente por llamar mi atención elevando su voz temblorosa.

-¿Q-Qué dices? Eria, eh... ¡Eria! Debes de haberte confundido de nombre... ¡En serio! Yo estoy pasando un día estupendo aquí. Sentado, ya sabes... Me quedo aquí, soy la mascota, doy suerte, aplaudo...

-Bobby, calla y déjate ya de excusas. Has oído bien: sé lo que he dicho, vas a salir a jugar.
Mia aplaudió sonoramente con una risita alegre.

-No puedo... ¡Necesito una explicación! ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? ¡Eria!

No paraba de hablar y no teníamos mucho tiempo. Mientras estaba así, me lo llevé aparte casi a rastras. A continuación, puse las manos sobre sus hombros y le di una fuerte sacudida.

-¡Concéntrate! -le grité. Él, aturdido, acabó cerrando la boca. ¡Por fin!

-Eria... -dijo, más calmado pero en tono melancólico-, ¿encima pretendes ponerme en ridículo?

-Si quisiera, buscaría una forma más original que ésta de hacerlo. Bobby, escucha: no es un farol. Te necesitamos en el equipo, y desde que empezó el plan ya tenía el plan perfecto para ti.

Saqué algo del bolsillo de mi sudadera. Abrí la palma: sobre ella tenía dos pequeños objetos metálicos. Me lo había dado Etsu antes de empezar, aunque no me había dado cuenta hasta aquel momento de cómo utilizarlos.

-Es un auricular: uno para cada uno. Estaremos en contacto durante todo el tiempo. Confía en mí; yo confío en ti.

Bobby, receloso, extendió el brazo y se hizo con uno de ellos.

-Para qué ocultar el miedo que tengo con lo que se me nota -suspiró-. No tengo ni idea de lo que pretendes, Eria, y no me gusta.

-Todos tenemos miedo, cada cual a su manera. Sólo necesitamos una motivación para vencerlo, como intentar quedar bien delante del resto, ser un héroe, dar una paliza a nuestro peor enemigo... o ganarnos una invitación a donuts gratis.

Él levantó automáticamente la cabeza nada más oír esto último.

-¿Donuts? ¿Has dicho donuts?

-Sí, lo he dicho. Y también he dicho gratis.

-Es una buena combinación de palabras -asintió él varias veces, con los ojos brillantes-. Y si a eso le añades cierta marca a la que le tengo bastante aprecio...

-Pues estaba pensando en invitarte . Pero claro, si no ganamos, estaremos igual de dinero, y...

-Pero podemos ganar -me interrumpió él, apretando los puños y con los ojos brillantes-. A lo mejor no gracias a mí, pero podemos. Y si yo hiciera algo...

Perfecto. Seguía intranquilo, pero con mi distracción había bajado la guardia. Lo tenía justo donde yo quería.

-No pasa nada por intentarlo, ¿verdad? -me encogí de hombros-. ¿Te digo ya lo que había pensado?

-Capitana -sonrió con determinación-, dime ahora lo que tengo que hacer.


Nota: el capítulo Un castigo "pasado por agua" ha sido actualizado con una pequeña sorpesa...

3 abr 2015

84. Por la espalda

¡Uy! ¡Actualización por los pelos!

Ya vimos la catástrofe que supuso que Teck fuera por su cuenta. Ahora veamos los resultados...


Capítulo 84

Teck, toalla al cuello, no decía palabra. Ya llevaba un buen rato así, encorvado en el banquillo mientras le daba vueltas con la lengua a la pajita de su refresco con cara de malas pulgas.

Delmet lo miraba con curiosidad y un aire muy suyo que me ponía de mala espina. Crucé los dedos para que no se atreviera a hacer ninguna tontería, pero mis ruegos no sirvieron de nada.

-¿Cómo has dejado que te tumben sólo con un toquecito? -preguntó entonces a Teck.
Teck lo fulminó con la mirada mientras le daba un prolongado sorbo al refresco.

-Delmet, déjalo ahí de momento -le recomendé. Las admiradoras del equipo A-01 acababan de salir al campo y estaba segura de que Teck no querría perderse la actuación de su novia. La reconocí enseguida entre las demás, mirando hacia todas direcciones con sus ojillos celosos para buscar a su chico.

Etsu se sentó junto a Teck y enfocó la mirada en el mismo punto que su compañero.

-Nos han pillado desprevenidos -reflexionó en voz alta-. La aparición del Mercenario era algo que ninguno de nosotros habría esperado.

-¿Quién es el Mercenario? -pregunté.

-Un misterio más dentro de Golden Podium -explicó Zenas-. Nadie sabe a qué equipo pertenece o lo que es capaz de hacer, pero puede unirse a cualquier grupo si se le da una buena recompensa. Es increíble que el equipo D-32 y sus compinches hayan decidido recurrir a él.

-Eso es trampa -murmuró Mia, ya casi recuperada del balonazo.

-No, no del todo -razonó Tael mirándola con lástima-. Hasta nosotros podríamos haber unido al Mercenario a nuestro equipo...

- ...si no actuara de forma tan cruel para salirse con la suya -terminó Tornado.
Tania, quien seguía esperando a nuestra espalda a que acabásemos de hablar, dio un par de palmadas.

-¡Chavales, vamos a sacar conclusiones rápidas de esto! Parece ser que alguien ha metido un poco la pata por querer pasar del trabajo en equipo.

Teck refunfuñó.

-¡No pasa nada! Podemos remontar si aprovechamos sus puntos débiles a nuestro favor y nos respaldamos en todo lo bueno que tenemos... ¡aquí! -Tania se giró violentamente y le hundió a Bobby el índice en el pecho. El chico retrocedió y estuvo a punto de caer de culo.

-¡Ay! ¡Avisa por lo menos! -resopló.

Si había algo que me hundía incluso más que no ir ganando era ver a Bobby sin su habitual sentido del humor. Hablar con él el día antes me había hecho confirmar que mi compañero se sentía mal de verdad, y eso no me gustaba nada. Si tan menos supiera cómo subirle un poco la moral...

"Un momento, ¡ya está!"

-¡Tania, sé que hacer para conseguir justo lo que necesitamos! -sonreí ampliamente.
Ambos equipos, el F-06 y el H-45, me miraron extrañados, sin entender el porqué de mi cambio de humor.

-¿Ah? Eria, ¿tienes algo?

-¡Claro! Mejor dicho, tenemos algo. ¿Cómo hemos podido ser tan tontos? ¡Tenemos una importante arma secreta dentro el equipo! ¡La hemos tenido desde el principio!

Teck casi se atraganta con el refresco al oírme decir esto. Esperaba que no se creyera que ÉL era el arma secreta ya de por sí.

Delmet, mostrando una vez más un ligero parecido con Teck, nos miró con aire de superioridad, asintiendo con una media sonrisa para dejar claro que él ya entendía la estrategia -cuando la verdad era que la había interpretado como le había venido en gana-. Otro que creía que el arma secreta era él...

-Y ¿qué debemos hacer? -preguntó Mirta, curiosa y atenta.

-¿Debe salir el arma letal al campo? -preguntó Delmet con algo de arrogancia. Era evidente que con lo de arma letal se refería a él mismo de forma indirecta.

-No, aún no -lo detuve-. Y no me refiero a una persona, sino a un grupo. Un grupo que va a tener que ir consumiendo a los rivales... uno a uno.

Tania y mis compañeros asintieron maliciosamente mientras soltaban un prolongado “Ah”. No dije nada sobre quién pretendía que diera el golpe de gracia, pero no quería arruinar la sorpresa.

-Peque, esta va a ser tu primera experiencia seria junto con tu equipo mientras seas la capitana. ¡Ilumínanos con tu estrategia!

Con lo de peque... no se referiría Tania a mi estatura, ¿verdad?

-Lo primero que tenemos que hacer es despitarlos un poco -dije, dejando pasar el comentario-. Equipo, ¿alguien tiene por aquí algo dulce? ¿Comida, bebida?

Teck levantó con desgana su refresco.

-Perfecto -murmuré-. Perdonadme por la idea. Aquí empieza la estrategia que planeamos Jetwick, 

Etsu y yo: utilizar nuestras habilidades en el momento justo, uno por uno...

...

Cora salió al campo dando brincos de alegría. Se colocó tan cerca del mercenario que podría haberlo rozado perfectamente con la punta de la nariz.

-¡Muy buenas! ¡Te veo bien! ¡No me preguntes lo mismo, yo estoy bien! ¡Muy bien! ¡Extremadamente bien! -empezó a decir nuestra compañera casi sin pararse a respirar.

Necesitaba a alguien que iniciase la jugada, y ella era perfecta.

Vi cómo se ajustaba la cola de caballo dividiéndola en dos mitades y tirando de ellas. El mercenario no se movía; estaba impasible.

-Eh... ¿cuántos cambios llevamos? -mascullé a Zenas con el dorso de la mano sobre la boca.

-Pues, ahora que lo dices, no tengo ni idea.

-Es que llevamos un puñado y no nos han dicho nada de que haya un límite.

-Es Golden Podium -se encogió de hombros-. ¿Esperabas menos?

Comenzó la jugada y Cora salió como un cohete a por la pelota. El subidón de azúcar que tenía tras haber probado el refresco de Teck la hacía moverse a una velocidad vertiginosa.

Enseguida tuvo a todo el equipo contrario detrás suya, pero la chica era imposible de atrapar. Los rivales se le echaban encima, pero no había ni uno solo que Cora no pudiera esquivar.

Ridley no pudo más. Susurró algo al mercenario y, entre los dos, le tendieron una emboscada: bloquearon el paso a la portería y esperaron a que empezara a cansarse.

Finalmente agotada, Cora se detuvo, pero el balón ya no estaba.

Ridley estaba perplejo. ¡Habían desperdiciado sus energías en perseguir a la persona equivocada! Hasta el portero estaba confuso.

-¡Eh! ¡Que os vais a perder esto! -gritó alguien.

Tael, saludando a los rivales mientras se reía para sus adentros, empujó delicadamente el balón hacia la portería. ¡Gol!

Todo el equipo alzó a los chicos por los aires. ¡Nos lo habían puesto demasiado fácil!

-Así que era eso... Habéis aprovechado que todos estaban atentos a Cora para pasarle discretamente el balón a Tael, alguien que teníamos simplemente como refuerzo. ¡Muy bien pensado!

-Simplemente como refuerzo... -repitió Tael con ironía.

En parte, Tania tenía razón: si habíamos elegido a Tael como portador del balón había sido porque su punto fuerte no era el fútbol pero podía defenderse más o menos bien sin ser un experto.

-Tenemos más de un plan -dije, ocultando mi entusiasmo para envolver mis palabras de misterio-. Y todo pensado para que los rivales crean que hemos bajado la guardia mientras nos da tiempo a maquinar algo.

Ni mi equipo ni el de Zenas sabía de qué estaba hablando. ¿De verdad teníamos algo? Seguro que se lo preguntaban, se los oía cuchichear. Además, me miraban con una cara...

-¿Estrategia número veinticinco? -preguntó Etsu, haciendo que Jetwick levantara la cabeza. Sólo nosotros tres conocíamos lo que eso significaba.

-Exacto. No puedo estar más de acuerdo.

Mirta se tapó la boca con ambas manos, contemplándonos entre temerosa y emocionada. Miraba a Delmet de reojo, quien parecía preparado para la acción; intuí que no saber lo que podía pasar tenía a mi compañera un poco preocupada.

Por otro lado, Mia...

Había que verla. Apretaba los puños con más decisión que el propio Delmet, con los ojos brillantes y murmurando algo alegremente. Normal que estuviera tan contenta: ¿qué podía irnos mal?



¿De verdad pensabais que estaba todo perdido? ¡Que aún nos queda mucho por ver! Ya lo comprobaremos cuando llegue el momento...