El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

30 abr 2015

86. ¿Salvando al equipo?

Dos opciones: o Bobby se convierte en el héroe del equipo... ¡o lo machacan!

Capítulo 86

Quién pudiera creerlo: ¡Bobby estaba en el campo!

Sonó el silbato; Imala, ágil como una gacela (animal que quizás hubiera cazado alguna que otra vez) consiguió el balón en seguida y se desplazó hacia los lados para esquivar a los contrarios. Tanta habilidad tenía que el balón parecía estar orbitando en torno a ella, levantado por una fuerza tan invisible como la magia.

Pasó hacia delante. Corrí en su misma dirección, atendiendo que el balón llegase a la persona apropiada.

Teck, cumpliendo la misma función que yo, le dio un toque para que llegara a su destino. ¡¿Otra vez pasando?! ¡Si no lo veía no lo creía!

Y, por fin, el balón se detuvo a los pies de Bobby.

-¡Ya lo tienes! -le murmuré a través del auricular-. Vamos, avanza. Puedes hacerlo. ¡Por los donuts!

Oí una risita como respuesta y Bobby avanzó. No se movía demasiado rápido, pero iba a buen ritmo.

-Así, continúa. Teck te está cubriendo; yo voy de camino.

Y eso hice. Ya estaba prácticamente al lado suya cuando alguien pasó por mi lado como una exhalación: el mercenario. ¡Y se dirigía directo hacia Bobby!

No puedo dejar que llegue hasta él”, me dije.

En carrera, tomé impulso con una pierna y, como si tuviera muelles bajo mis pies, salté en el aire, di una vuelta de campana y aterricé en la posición perfecta para seguir corriendo por delante del mercenario, frenando su ritmo.

-¿Eso es lo que quieres? Pues lo vas a tener- oí susurrar.

En la lucha por tomar la delantera, nos dimos varios empellones más fuertes de la cuenta que el árbitro dejó pasar diciendo que eran “cosas de niños”. Cada vez el forcejeo iba a más, pero no duró tanto como yo quería; el mercenario me detuvo, murmurando:

-Te lo advierto, tu amigo va a encontrarse con más de un problema si sigues portándote así de mal.

Y me adelantó, dejándome sola con mi cansancio tras la carrera. ¡Tramposo!

-¡Bobby, cuidado! ¡Sal por patas, tenemos un agujero en la defensa! -exclamé jadeante a través del auricular.

-¡¿Qué?! ¡Eria, esto no es nada justo! ¡Íbamos demasiado bien para encontrarnos con esto ahora!

-¡No, no digas eso! ¡Es un mal momento para... estar nerviosos! Tú... confía en mí...

¡No! Se estaba ralentizando. ¡Estaba a punto de alcanzarle!

-Oh, espera -rectifiqué, deteniéndome con las manos sobre mis rodillas y una sonrisa maliciosa-. Sí, puede que te humillen. Te destrozarán. Van a acabar con tu ambición de donuts gratis. Se acabó.

-¡Eria! ¿Qué estás diciendo? ¿No has visto cómo permitían casi todas las faltas en el primer tiempo? ¡Me van a machacar! ¡Se supone que ibas de mi parte! ¡Ibas a cubrirme!

-Claro, así era, pero con lo poco que has durado... Me esperaba más de ti. Vas a resultar ser tan inútil como muchos dicen después de todo. Que un sólo rival te deje sin donuts ya es bastante triste; y yo pensaba que tenías más ganas de las que en realidad tienes...

-¿Qué dices? Eria, sé que has dejado de correr. ¡¿Me estás diciendo que me vas a dejar tirado sólo porque esperabas más de mí cuando soy YO el que está siendo traicionado?!

-Hombre, si lo dices así me pones a mí como la mala; yo no lo veo nada bien...

Bobby no hablaba; gruñía entre dientes. Parecía estar muy cabreado... Perfecto.

Corrí tras él sólo para velo más de cerca. No quería perderme lo que estaba por llegar.

Que el mercenario lo hubiera dejado avanzar era un mero acto de crueldad por su parte: quería dejar que se cansara un poco para cazarlo. No le costó nada llegar hasta él esprintando en cuanto estuvo preparado.

Ya había adelantado a Bobby. Deslizándose por el césped, frenó y se arrojó hacia él.

Pero Bobby... ¡lo esquivó!

El mercenario estaba pasmado, rígido. ¿Cómo lo había conseguido? ¿Habría subestimado a su rival?

-Apártate, pedazo de imbécil –lo amenazó Bobby entre dientes. Ay, ¿me habría pasado con él?

-Bien; te lo tendrás que ganar- oí decir a una voz a mayor distancia: la del mercenario.

Eché a correr siguiendo la línea de banda. Mis pies se movían solos.

Bobby, quien también había salido a toda pastilla hacia la portería contraria, se había vuelto indomable. El mercenario, siguiéndolo de cerca, se dejó caer hacia él y lo empujó con todas sus fuerzas, pero Bobby absorbió todo el golpe con su hombro sin inmutarse. De hecho, nada más recibir el empujón, se lo devolvió al mercenario con aún más fuerza, lleno de ira.

¿Dónde estaba el árbitro cuando más lo necesitábamos?

Ya los tenía. La lucha entre ellos podría haber movido montañas; cada empellón, cada impacto era más fuerte que el anterior. Acabando en medio de un forcejeo que no se detenía, cada uno de sus pasos aumentaba más la zancada que el anterior. ¡Era increíblemente difícil seguirlos! ¿Desde cuándo Bobby corría tanto?

¿Crees que vas a aguantar, simplón?” oía.

-No lo sabes tu bien... -gruñía Bobby.

Yo me daría la vuelta”

-¡Pues ya estás tardando!

Sé que tienes miedo”

-¡Pero no tienes pruebas!

¡RÍNDETE!”

-¡NUNCA!

Este grito casi me deja sin oído. Podría haber roto el auricular... pero su voz reflejaba que no aguantaría mucho más corriendo así.

-Bobby, pásala -le dije-. ¡Lo has conseguido! Teck está cerca; que se ocupe él del resto.

Bobby no contestaba. Todavía estaba enzarzado en la lucha, tratando de quitarse al mercenario de en medio. ¡El maldito entrometido le estaba tapando a Bobby la vista! “Maldita sea”, murmuré.

-¡VAS A CAER A MIS PIES Y TE VOY A APARTAR DE UNA PATADA! -exclamó Bobby, saltando por encima de su pierna. 

Apreté los puños y noté un escalofrío: el rival estaba sonriendo.

O puede que no” murmuró. “Vas a acabar peor que tu compañero”.

Dobló una rodilla, hincándosela a Bobby en la espinilla, gesto que sólo se podía advertir desde tan cerca o más de donde yo estaba. A continuación, extendió una mano y hundió sus dedos en el cuello de mi compañero. Por último, con un gesto rápido que el inútil del árbitro no pudo percibir, barrió sus pies y, de un toque, lo dejó caer de mala manera. ¡No!

El público comenzó a gritar: ¡el árbitro se había despistado y no se había enterado de nada!
Pero mi compañero lo tenía todo pensado: había conseguido empujar el balón fuera del alcance del mercenario antes de caer. ¡Y éste aún seguía en juego!

Teck, acercándose al mercenario por la espalda, cargó contra él y chutó. El balón, a la velocidad del rayo, rebotó contra la cabeza de nuestro contrincante, quien ni se inmutó, y se dirigió hacia portería. 
Chocó contra el palo y salió disparada hacia arriba... Pero la bloqueé con una patada en el aire justo a tiempo. Volvió...

¡GOL! Un poco más y se me saltan las lágrimas.

A mi alrededor todo era celebración. Risas, llanto, gritos... Teck se acercó: quería decirme algo, pero yo ya había salido corriendo, dejándolo con la palabra en la boca.

Me hubiera encantado darle la enhorabuena, pero los sollozos al otro lado de mi auricular eran lo que más me preocupaban en aquel momento, tanto que no advertí que el marcador no había anotado nuestro gol.


No sabría decir si esto ha acabado bien o mal... ¡Habrá que verlo más adelante!

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