El equipo

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A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

3 ene 2018

98. Objetos perdidos

Capítulo 98

Bajé, aún adormilada por la siesta y el mal tiempo. ¿Ya estábamos?

-¡SÍ! ¡OTRO GRAN DÍA MÁS!

Delmet salió escopetado; tuve que apartarme para que no me diera un empujón. Iba en manga corta; ¿es que no pasaba frío?

Giró la cabeza para esbozar una sonrisa que Mia trató de devolverle.

-¿Y bien, capitana? ¿Qué es lo que vas a probar?

Paseé la mirada a lo largo de todos aquellos puntos de control. Había actividades acuáticas, pero no parecían estar teniendo demasiado éxito.

-Dicen que hay un pequeño circuito para bicis de carreras -se nos acercó Mirta, encantada-. ¿Queréis venir a probarlo?

¿Carrera ciclista contra Mirta? Había que ser masoca para aceptarla sin asumir antes la derrota...

-¿Eso es un reto? -los ojos de Delmet brillaron-. ¿Y a qué esperamos?

Lo que yo decía.

Volví la mirada: Jetwick aún no se había movido de los aparcamientos.

-¡Eh, Jetwick! -levanté un brazo. Él me devolvió el gesto y se acercó-. ¿Qué, nos vamos?

Le di un codazo amistoso, no sé muy bien por qué.

Señaló un punto alejado: Mystery estaba cerca de la orilla, de espaldas y con la vista en un acantilado que se cernía sobre ella. Movía los brazos como si estuviera tomando apuntes.

Retiré la mirada. No me gustaban demasiado los acantilados...

...

Me dejé caer sobre la arena. Estaba totalmente agotada.

-¡¡¡He ganado!!! -vociferaba Mia. Llevaba así desde que había cruzado la meta-. ¡No parecéis tan rápidos cuando os meten en un saco!

Jetwick se dejó caer a mi lado, no mucho más cansado que yo.

-Calla... -masculló irritado.

Su comentario hizo que me diera la risa floja. Jetwick sonrió levemente y Mia se contagió de mí. Poco después, los tres mirábamos el cielo.

-¿Algo más que queráis probar? -pregunté.

-¡AH! -gritó Mia-. ¡Nos dejamos algo muy importante!

¿Importante? Esto... Antes de poder reaccionar, ya tenía entre mis manos la cuerda de una enorme cometa rosa.

-¡Mas alto, Eri, que se cae! -Mia tiró de mis brazos.

-¡Eh, quieta! -tarde; la mancha rosa ya no estaba-. ¿Ves lo que pasa si...?

Recogí el hilo, pero lo que llegó a mis manos fue un extremo sin cometa. Qué raro, el material era bastante resistente. Haría falta que alguien lo cortase para...

-¡Eri, la cometa está sobre el acantilado! -noté un escalofrío-. ¿Ahora qué?
Suspiré. Era nuestra culpa; no teníamos más remedio que ir a por ella...

Subí a solas con Mia; Jetwick se había quedado en el puesto de las cometas a dar explicaciones. Me preguntaba cómo lo haría si apenas hablaba...

Fui delante. El sendero de tierra y rocas por el que teníamos que caminar -y a veces trepar- no era muy seguro, y nadie mejor que yo para saltar sobre las rocas y echarle una mano a mi amiga desde arriba si lo necesitaba.

Tras escalar una gran roca, llegamos un antiguo mirador: la cima.

Allí arriba no había más que malas hierbas incoloras, a juego con el cielo gris, y un denso bosque vallado. No se podía subir más.

Mia señaló, enganchada a unas zarzas, nuestra mancha rosa. Con cuidado de no pincharme, la desenredé para pasársela.

-Bueno, pues podemos irnos...

Pero dirigí la vista abajo casi sin darme cuenta; estábamos muy cerca del borde, y el estruendo de las olas contra las rocas no me tranquilizaba. Era tal el oleaje que la espuma nos salpicaba.

Intenté reaccionar, pero me nubló la vista. El paisaje empezó a dar vueltas...

-Eria, nos vamos -Mia tiró de mí y me arrastró lejos del precipicio -me estás asustando...
Apoyé el brazo sobre ella. Nunca había tenido vértigo, pero aquellas vistas hacían que no me sintiera demasiado bien.

-Oh, ¿pero cómo es posible? -di un respingo. Esa voz...- ¿Quién se atrevería a dejar solas a las princesitas del F-06? Tan asustadas y delicadas...

Levanté la cabeza con una mirada fulminante. No podía creer que ÉL estuviera allí.

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