El equipo

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A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

3 ene 2018

99. ¿Cremnofobia?

No me explico por qué alguien tan despreciable como Ridley puede existir en este mundo. Y lo que es peor: ¿por qué me persigue?

Capítulo 99

Más que asustarlo, hice que a Ridley le diera la risa.

-¡Qué bien te veo, Jumps! -acercó su cabeza a la mía para provocarme. Tenía las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta-. ¿Has estado tomando el sol a pesar del día que hace?

Desvié mis pupilas. Ridley, como de costumbre, no estaba solo, pero ésta vez sólo lo acompañaba Mystery.

-¿Qué más te dará? -ni lo miré. No estaba para aguantar “Ridleys”; me pesaba todo el cuerpo y Mia era mi único soporte-. Mia, nos vamos.

-¿Y vuestra pequeña cometa rosa? -se llevó las manos a la espalda.

Mia, airada, la levantó delante de sus narices sin decir palabra.

-¿Y la tienes bien sujeta? -abrió mucho los ojos y movió los brazos tras de sí-. ¡Porque sería una pena que se...!
Mia soltó una exclamación algo impropia de alguien tan inocente y la mancha rosa se elevó más allá del acantilado. La vi sacudir la mano mientras Ridley sonreía con maldad, aferrando su famosa pistola de dardos.

Si tu talento es la espada, ¿por qué no dejas los ataques a distancia y la utilizas de una vez?” No, no podía hacerlo caer en la tentación.

-Oh... -fingió pena-. ¿Vais a llorar?

Le clavé la mirada y me erguí. Mia elevó las manos, pero la aparté para hacerle ver que ya podía apañármelas sola.

-Voy a bajar a por la cometa; eso es lo que voy a hacer.

Bajé la cremallera de mi abrigo. ¿Qué estaba diciendo? No era difícil darse cuenta de que me estaban tendiendo una trampa.

Ridley, sin esforzarse en ocultar su satisfacción, me hizo una reverencia.

-Si insistes...

Le di el abrigo a Mia. La cabeza me comenzó a palpitar. No podía hacerlo... pero tampoco podía darle a Ridley lo que él quería. Me daba igual lo que estuviera maquinando; estaba dispuesta a plantarle cara.

Di dos pasos. Bueno, pensándolo mejor...

¡No, no! Tenía que rescatar esa cometa. ¿Pero... cómo? “Busca la mancha rosa, tan sólo busca la mancha rosa...”

Tuve suerte de no tardar en encontrarla. No estaba lejos: tan sólo unos metros por debajo. “Hazte con ella, sube y sal de aquí. ¡Pero hazlo ya!”

Me agazapé y fui deslizando el pie entre las rocas. ¿Por qué, por qué? Había hecho cosas mucho peores antes y nunca me había sentido tan nerviosa ¿Qué me pasaba?

-¿Tienes frío así, Jumps? ¿Te traigo algo para que dejes de temblar?

Relajé los hombros y fulminé a Ridley con la mirada. A decir verdad, me concentraba mejor clavándole las pupilas... No, no podía perder de vista la cometa. ¿Adónde debía mirar?

Puede parecer tonto, pero a base de desviar mis pensamientos hacia lo trivial descendí a un ritmo más que aceptable.

Miré hacia arriba. Pues con razón no había tardado: resultaba ser que la cometa estaba más cerca de lo que esperaba y que mi descenso no había superado los dos metros. Ahora tocaba volver a subir... 

Con el corazón en un puño y la cometa en otro, me esforcé por no mirar al mar y hacer oídos sordos al sonido de las olas contra las rocas. Estaba tan tensa que temía desplomarme.

Subí a toda prisa. No estaría abrigada, pero en realidad tenía muchísimo calor. Si Ridley dijo algo, ni siquiera lo oí.

Y, por fin, mi mano llegó al borde del precipicio.

Mia no tardó en hacerse con la cometa. Cuando la noté tirando de la manga de mi sudadera, suspiré tan profundo que me dio la impresión de que perdía el aliento que me quedaba.

Una segunda mano me agarró por el hombro. El mundo osciló; demasiado alivio de golpe. Por fin...

Pero aquella no era la mano de Mia. ¿Cómo había podido ser tan estúpida?

Mia, a una distancia prudencial, aferraba la cometa contemplándome con ojos vidriosos mientras Mystery la apartaba con el brazo. Más que aislarla, parecía que quisiera protegerla del peligro.

Noté que mi cuerpo se sacudía. No podía ser...

-Larga vida a la capitana -susurró Ridley. 

No me gustó la referencia. Mia... Aquello no podía acabar así. No... ¡No!

Y, llena de una ira repentina, me aferré a su brazo, arrastrándolo conmigo hacia abajo.

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