El equipo

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A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

25 abr 2013

10. Éste es mi nombre

Un día antes, aquí estamos. El próximo día será al revés: subiremos capítulos algo más tarde.
Una cosa: ¿Nunca os habéis preguntado por qué aparezco a veces como Eria y otras como Nereida? Creo que ahora lo vais a comprender...

¡Ya era hora de que pasara algo especial en los capítulos! Atentos:


Capítulo 10

Me había quedado dormida, dormida contra mi voluntad; no quería volver a dormirme. 

¿Por qué? Acababa de tener el mismo sueño de la noche anterior pero con mucha menos nitidez, como si no parase de interrumpirse. Eso no era descansar; era buscarse un dolor de cabeza para el resto del día.

¿Me había movido mucho durmiendo? Ya no estaba tumbada en horizontal, sino en vertical... ¿o acaso me HABÍAN movido?

Me di cuenta de algo más: la tapicería del coche era distinta.

-Tío, ¿Cuándo hemos cambiado de coche?

Pero no fue mi tío el que me respondió.

-Nuestra cliente se ha despertado -escuché a modo de respuesta.

Di un brinco. El los asientos del conductor y del acompañante había dos hombres altísimos y musculosos, con esmoquin y gafas de sol, como salidos de una película. Mi tío no estaba.

Me asusté. ¿Eran aquellos... secuestradores? ¿Solían llamar los secuestradores clientes a sus rehenes? 

Si hubiera tenido ocasión, habría saltado del asiento. No pude: el cinturón de seguridad no se podía soltar de forma manual. Parecía automático.

Di unos gritos intentando soltarme, pero ambos me ignoraron. Al rato decidí parar: había intentado hasta romper el cinturón con los dientes, pero no había forma. Ni siquiera podía salirme por debajo, estaba atada demasiado fuerte. 

Entonces el conductor se dirigió al copiloto:

-Es una reacción normal teniendo en cuenta que ignora por completo el asunto.

-¿Qué andáis ocultándome? ¿Por qué estoy aquí? -les grité, armándome de valor.

-No se preocupe. Debe confiar en nosotros. Su tío la acaba de dejar a nuestro cargo.

Se me secaba la garganta. Mi tío. ¿Dónde estaba mi tío? Ni siquiera le había dicho adiós...

Entonces me acordé. Tan rápido como pude, saqué de mi bolsillo el móvil nuevo de mi tío. Lo encendí. Me costó un poco, pero conseguí ver que tenía un nuevo mensaje suyo:

Siento no haber podido despedirme. Los hombres que van contigo te llevarán el resto del camino. Llámame cuando puedas.

No mentían. Tenía que confiar en ellos, ¿pero quiénes eran ELLOS?

-Esto... Y entonces sois...?- Les pregunté extrañada.

-Guardaespaldas. Encargados de la protección de datos. Ocultamos identidades y datos personales.

¿Guardaespaldas para mi sola? ¿Me había despertado de verdad?

- Y... ¿Adónde me lleváis? -era una pregunta que me había tenido toda la mañana intrigada.

El copiloto giró la cabeza y dijo:

-A Golden Podium.

-¿Qué?

-Golden Podium -repitió-. Academia de formación profesional. Cazamos jóvenes talentos y los entrenamos para el futuro. Como comprenderá usted, esta empresa hace una gran suma de dinero por su actividad, por lo que el acceso es gratuito para cualquier talento.

-Pero... ¿De qué clase de formación profesional estamos hablando?

-Academia deportiva. Su habilidad con la gimnasia acrobática enseguida nos llamó la atención.

Todo iba encajando. Me acordaba de la voz de mi tío, que me decía: Te va a encantar... Esta es la mayor oportunidad que vas a recibir en tu vida. Aprovéchala.

Estaba triste, pero se me iba iluminando la cara con una sonrisa. Mi tío me decía que me iba a ir bien. 

Entonces tenía que irme bien. No cabía ni la menor duda.

-Es decir, que sois mis guardaespaldas personales y me lleváis a una academia de deportistas facilitándome información que en teoría es confidencial, ¿no es así?

-Corrección: Somos los guardaespaldas de Golden Podium, no privados. Nuestra misión (por ahora) es simplemente conducirla hasta la academia. No le estamos facilitando datos, sino informando de la situación, como haríamos con cualquier otro alumno.

-Ah, eso tiene mucho más sentido.

-Fue su tío el que la dejó en nuestras manos sin ningún conocimiento sobre la escuela, así que nuestro deber es informarle. Ya se han dado varios casos como este, pero la mayoría de nuestras incorporaciones conocen la situación a la que se enfrentan.

-¿Y por qué iba a ocultarme nada? -"¿por mi madre?" pensé.

-Ignoramos por completo el motivo principal. Aun así, su tío nos ha hablado muy bien de usted; no se podía esperar menos de la descendiente de tal alumno como nuestro casi perfecto Nels, el llamado “Aéreo”...

Di un brinco. Ese era mi abuelo.

-Pero Nels está muerto -respondí, puede que siendo demasiado directa.

-Fue una auténtica lástima que sufriera tal accidente durante nuestro último campeonato, justo cuando estaba a punto de concluir...

¡¿Había dicho NUESTRO campeonato?! Ya está. Iba justamente al sitio donde se había matado mi abuelo. Estaba nerviosa. Miré por la ventana, que estaba teñida de negro. El cristal era oscuro.

-Pero no tiene de qué preocuparse. Nuestra misión es entrenarla para que esté preparada el año de la competición, que se celebrará justo unos días antes de su graduación. Todavía estamos a principio de 
curso... 

Me sentí un poco mejor, más relajada.

-Además, se trataba de una especie de gira por todo el mundo, por lo que el lugar en el que Nels se encontró cara a cara con la muerte se sitúa a gran distancia de la academia.

Ahora aún mejor. Traté de no pensar en ese supuesto campeonato.

No me lo creía... iba a empezar de nuevo en un sitio en el que podría encajar. Era una nueva oportunidad, tal como decía mi tío, pero había algo que me echaba hacia atrás, un elemento del que no estaba segura del todo. Quizás era el accidente de mi abuelo, mis sueños raros... ni idea.

El estado de duda me hizo pensar en mi madre. Supongo que por eso yo no sabía nada sobre la academia: mi madre en la vida me habría dejado acercarme a ese sitio del que ni siquiera me fiaba del todo. Al fin y al cabo, su padre había muerto al pertenecer a él. Todo este plan debía ser cosa de mi tío, para que nadie más se enterase. Él sabría lo que hacía.

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad?”

Tenía que confiar en que nada podía salir mal. Si mi abuelo había ido, yo también iría. Acabaría ganando lo que él no pudo terminar y haría feliz a mi tío. Haría volver a mi padre. Haría que mi madre acabase de una vez confiando en mí. Tenía que conseguirlo, por ellos y por mi propio orgullo.

-Una última cosa acerca de la protección de datos.

Volví la cabeza. Me estaban hablando.

-Las normas nos obligan a ocultar tanto la localización de la academia como los datos personales de los alumnos. Una vez que se encuentre allí, le estará prohibido facilitar sus datos más personales a cualquiera; tampoco podrá decir su nombre real durante el primer año. ¿Entendido?

-Sí, bueno... un momento, ¿El nombre real? Entonces, ¿Cómo me llamarán los otros?

Los otros. Ahora que caía, tenía muchísima curiosidad por saber cómo serían. ¿Buenos? ¿Cualificados?

-Hasta ahí queríamos llegar. Una vez allí, en vez de su nombre real, usará un alias que quedará registrado junto a él.

-Y... ¿Cuál es mi alias?

-El propio alumno es el que se encarga de esta tarea: creará su propio alias.

Completa felicidad. ¿Entonces... podía ponerme el nombre que YO quisiera? ¡Perfecto! ¡Adiós a mi antiguo nombre raro! Justo cuando empecé a darle vueltas a la cabeza, me quedé en blanco. ¿Qué nombre debería elegir? ¿Algo que ver con mi sudadera azul? ¿Un anagrama de mi nombre? Escogí tres vocales y las combiné un par de veces con consonantes. Cuando me iba a dar por vencida, las vocales encajaron. Le di la vuelta al resultado: irónicamente, uno de los cuatro elementos. El apellido lo tenia claro. Perfecto.

-¿Ya se ha decidido? -preguntó un guardaespaldas.

-Por supuesto -y, entonces, le dije mi nombre.

Se acabaron las bromas sobre mi nombre de nacimiento y las caras de sorpresa de otros al escucharlo. Adiós a que mi nombre no pegase conmigo. Adiós también tratar de acostumbrarse a una rutina que no llevaba a ninguna parte. A partir de ese momento comenzaba una vida nueva para mí, una vida en la que pasaría de ser la última a ser la primera de la cola. Una vida en la que todos me conocerían por el que era MI nombre, el que yo había decidido que me representaría.

-Mi nombre es Eria. Soy Eria Jumps.


Así fue como nació mi nombre.

Eria es el nombre que yo misma elegí. El que me marca de verdad.

Por cierto, Junie ha creado una nueva página para escribir "el verdadero comienzo de la historia". Espero que algunos la visiten, sólo por curiosidad.
¡Nos vemos el próximo fin de semana!

19 abr 2013

9. No me olvides...

Nací un tres de junio, pocos años antes de que comenzara el siglo XXI. Viví sin sufrir problemas familiares, aunque siempre con amigos inestables...

Eria: Junie, ¿Se puede saber qué haces?

Junie: ¿Acaso no compartimos blog? Creo que deberías dejar que escriba algo más aparte de TU historia; además, en primera persona...

Eria: Bueno... Como quieras, nadie te lo impide, aunque es un poco...

Junie: ¿Raro? Sí, supongo que no tiene ningún sentido que me ponga a escribir cualquier cosa solo por aburrimiento. Mejor seguimos con la historia.

Eria: Bien dicho...


Capítulo 9

Ya habían pasado días desde mi “caída libre” por la ventana. Mi tío Ian había conseguido encontrar a mi perro (que solía andar perdido) y alguna que otra vez me fui con él al parque. Se llamaba Bleaky, nombre escogido por Stephie y mi madre, que podría traducirse como “tristón”, lo cual no tenía sentido: Bleaky era un cachorro muy alegre, no paraba. Su nombre no le pegaba.

Aunque se suponía que era un perro (macho), no sabría decir bien la raza. Tenía casi más cabeza que cuerpo y casi más ojos que cabeza. Aunque parecía un cooker color marrón claro seguía siendo muy pequeño. Siempre me había gustado su cola, muy larga y en forma de rayo. Lo habíamos encontrado cerca de un callejón y Stephie se empeñó en adoptarlo. Al final fui yo la que se encariñó con él: 

Stephie acabó por no hacerle caso después de probarle algunos de sus vestidos. 

A eso me dedicaba por las tardes, a sacar al perro. Lo normal, como siempre. 
Por otra parte, en el colegio no me dirigían palabra. Los profesores me dejaban en clase con la mano levantada, y casi nunca me preguntaban. Ni los chicos que me persiguieron ni mis compañeros se me acercaban; unos por odio, otros por respeto, por miedo... Aun así, me dejaron tranquila, y eso para mí era suficiente, aunque acabé por aborrecer aquella rutina en la que no pasaba nada interesante.

Hasta el sábado.

Había pasado más o menos una semana. Iba a seguir durmiendo,cuando de repente, escuché una voz:

-¡Vamos, arriba! ¡Hoy vamos a ir a un sitio muy especial!

Traté de remolonear, pero ÉL no me dejó. Si mi tío ya me mimaba, aquella semana se estaba pasando, como si no quisiera dejarme sola. No era propio de él.

Al bajar las escaleras me encontré con una pequeña sorpresa: todas mis cosas estaban guardadas en una maleta. ¿Qué me había perdido?

-Esto... A todo esto, ¿Adónde vamos?

-¡A ver a tu padre! -dijo con tono alegre-. Va a estar por aquí cerca unos pocos días y hemos decidido hacer una pequeña "reunión familiar".

Me cambió la cara. Para mal. No tenía ganas de verle en aquel preciso momento, después de que ÉL nos hubiera abandonado durante tanto tiempo.

-Venga, dale una segunda oportunidad -me rogó mi tío llevando las maletas al coche-. Ya me dijiste que en el fondo no era tan malo.

-Pero... ¿Ahora? -seguía sin estar muy convencida.

-Ya verás como luego te alegras. Ya verás...

Parecía algo nostálgico. Era obvio que me ocultaba algo con esa actitud. Era fácil darse cuenta.

Ya nos habíamos montado en el coche. Este arrancó y salimos a la carretera.

-¿Mamá y Stephie no vienen?- Le pregunté.

-Tu madre quería ocuparse de unos recados y las tiendas abrían mas tarde, así que viene luego...

-¿Y no sería mejor que nos llevásemos a Stephie?

-Prefería quedarse con tu madre. -dijo. Vaya, tenía respuestas para todo y era rápido.

-¿Y por qué tenemos que ir antes nosotros en vez de ir todos juntos?

-Había que llevar la maletas, y...

-¿Sólo las mías?

-El resto están en el coche de tu madre.

-Lo que estás diciendo... no tiene ningún sentido.

Ahí se quedó callado.

-Era... tu padre tenía muchas ganas de que pasases con él unos días... -paró la frase.

Después de un momento de silencio absoluto, volvió a hablar:

-¿Sabes que eres la única persona capaz de darse cuenta de lo que pretendo? -dijo-. Para qué 
engañarte.

Hizo como que se reía, pero en seguida volvió a estar serio. Más silencio. Con tanto silencio el coche parecía un autentico cementerio; sólo faltaban las lápidas. Ahí fue cuando le pregunté:

-Tío, ¿adónde vamos realmente?

Se tomó su tiempo para contestar.

-Te va a encantar... Ésta es la mayor oportunidad que vas a recibir en tu vida. Aprovéchala.

No me dijo nada más.

-No me has respondido a la pregunta -le repliqué.

-Es una sorpresa. Eso es lo emocionante de la vida, ¿no?

Levanté la cabeza. ¿De qué me sonaba esa frase? ¿La había dicho yo?

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad?”

Sí, definitivamente era mía. Aunque no recordaba cuándo me la había inventado, pero se me había quedado grabada como si fuera una cicatriz.

-Y no te olvides de una cosa fundamental:

Levanté la cabeza. Aquello lo tomaría en cuenta.

-Vayamos a donde vayamos con este coche y mucho más allá, cree en ti misma; llegarás lejos, como 
te dije. Sé que me repito mucho, pero quiero que lo tengas grabado a fuego. Piensa en el mar, que se pierde en el horizonte sin que podamos ver el final pero oculta tierra firme: aunque ahora no veas nada, tienes que creer que hay algo esperándote justo detrás de esto.

Yo... soy el mar”

-El mar... -dije.

-¿Que decías?

-El mar -repetí-. El mar que cubre casi todo el planeta. Fuerte, poderoso y capaz de destruir algunas veces y otras de maravillar con su belleza a la gente. El mar al que arrojan basura y contaminación. El mar que destruyen los humanos... El mar que refleja la luz del sol...

"Sí, yo era ese mar."

Mi tío Ian sonrió. Le gustaba eso en mí: que entendía las cosas rápido.

-Pero si vienes conmigo suena raro que digas esto ahora- dije con sorna.

-Precisamente por eso te lo digo, porque no va a ser así. Como tú decías, solo están tus maletas.

Aquello me sentó como si me acabase de chocar (muy fuerte) contra un cristal transparente mientras caminaba por la calle. Tratad de imaginar la metáfora: darse contra algo que uno no se espera. Seguro que dolía más que el golpe contra la farola de la semana anterior.

Significaba eso que... él no estaría?

-Tío...

-Buena suerte. Cuando llegues no querrás volver, ya verás.

Allá donde fuera, la persona en quien más confiaba no estaría conmigo. Me había dolido.

Entonces él sacó un móvil que no le había visto antes. Estaba impecable; se ve que era nuevo. Me lo entregó.

-Esto es para mantener el contacto. Llámame cuando tengas tiempo y quieras hablar conmigo.

Era bonito, pero ni me fijé en la marca; siempre que pudiese hablar con mi tío a través de él el resto no me importaba. Lo guardé enseguida con cuidado.

-Yo... buena suerte -dije-. Habría querido... que vinieras conmigo.

-Lo sé.

-¿Cuándo te volveré a ver?

- Para ser sincero, no lo sé. Puede que meses, años...-¡¿Por qué tenía que decir eso?! Tenía que ser 
una broma. Sí, seguro que lo era. Él era así.

-Si me lo dices así, no sé... no sé si quiero irme.

-Confía en mí. Cuidaré de todo lo que hayas dejado en casa y te enviaré lo que pueda por correo, mensajería o lo que haya allí. Piensa: ¡no tienes nada que perder!

-Sí que lo... Bueno, yo... A mi tío.

Fue una de las primeras veces, si no fue la primera, en la que entendí de verdad el tópico del corazón roto que usaban los poetas anticuados. Era difícil de expresar... parecido a una fuerza desde dentro te arrastrase hacia abajo.Esto era el adiós.

Mi tío me puso una mano en el hombro. Eso me ayudó un poco.

Estaba agotada. Había tenido un sueño algo raro. Había escuchado una voz que me preguntaba algo de que si aceptaría una oportunidad única en la vida, y yo había asentido. Entonces, delante de mí, apareció un hombre joven, de pelo castaño y una sudadera como la mía. ¡Cómo se parecía a mí! Me llamaba, y yo trataba de alcanzarlo. Era muy rápido. También se movía como yo.

Pensando en esto, me entró sueño. Le dije a mi tío que quería descansar porque había tenido una mala noche y éste hizo una inclinación de cabeza. Salté hacia los asientos de atrás y me tumbé en horizontal. Antes de caer en el sueño profundo, cosa a la que traté de resistirme, escuché delante de mí una voz que me decía:

-Buena suerte. Vas a llegar lejos... No lo olvides...


Eria: Oye Junie, ¿Has avisado sobre ese pequeño adelanto de fecha que teníamos pensado hacer?

Junie: ...Ya decía yo que tenía que escribir algo aparte del capítulo. Y resulta que no era mi autobiografía...

Eria: Ya lo resumo yo: Es posible que estas semanas subamos capítulos algo antes, los jueves en vez de los viernes... Junie tiene cosas que hacer.

Junie: Solo tengo que acordarme de lo que eran esas cosas...

Eria: Junie... Nos estamos cargando el capítulo.

Junie: No te preocupes, me estaba quedando contigo.

Eria: En fin... ¡Hasta la semana que viene!

12 abr 2013

8. Aquella noche...

El día había sido agotador, corriendo y saltando de un lado para otro... En cuanto acabó el día e hice todo lo que tenía que hacer, me quedé profundamente dormida.

Mi tío seguía despierto. No tengo ni idea de lo que pasó esa noche. Tuve que adivinarlo por mi cuenta. Junie me contó los detalles más tarde.

¡Ojalá lo hubiera sabido! Pero bueno, saberlo no sería tan divertido...


Capítulo 8

Ya habían pasado varias horas. Amanda no se atrevía a decir palabra. Seguía muda, como sumida en una profunda tristeza. ¿Adónde llegaría a parar su hija? ¿Hasta qué punto? ¿Hasta el que llegó su abuelo? Aquel día había sido horrible con ese estúpido accidente fingido, esa estúpida llamada... ¡Y, para colmo, ese estúpido hombre de chaqueta! En cuanto ella se había acercado a recoger el correo, allí estaba. ¡Suerte que éste se alejó enseguida, pues, de lo contrario, se la habría buscado! ¡No quería saber nada más de toda esa gente! ¡Nunca!

En ese momento, su hermano entró en la cocina. Lo que le faltaba.

-¿Te echo una mano?

-Ian, déjame en paz.

-Habrá algo que pueda hacer -se acercó-. ¿Quieres que luego te dé un masaje?

-¿Quieres irte de una vez?

-Lo haré si me das algo de trabajo. Me aburro como una ostra.

-Sí, claro -respondió ella-. Apoyas a mi hija y luego tratas de arreglarlo. Si encuentras a mi marido 

en el fin del mundo, haz que venga lo antes posible.

-Hemos quedado en darle a tu hija otra oportunidad, ¿no? -dijo él.

-Bastantes le he dado ya. Estoy harta de que tener que resolver todos sus problemas y encima tener que hacerle la comida y plancharle la ropa. Harta de plancharle veinte veces esa misma estúpida sudadera.

-¿A qué viene ese cambio de actitud? ¿Ha pasado algo durante mi ausencia? -dijo él, ajeno al encuentro que había tenido su hermana con aquel hombre-. No es tan mala chica. Llegará lejos.

-Sí. A la misma altura que tu padre -dijo ella en tono cortante-. Y, por cierto, si quieres hacer algo útil, ya estás tardando en tirar todo el correo basura que hay sobre la mesa -dijo, sin comentarle nada al respecto sobre aquel extraño. No creía que pudiera contarle nada al respecto a ÉL. Sería un error.

Como un rayo, Ian se precipitó al salón. Tenía que ganarle a su sobrina unos cuantos puntos.

Se acercó a la mesa y observó las cartas. Uno nunca podía fiarse de su hermana. Había facturas, propaganda y sobres abiertos: uno blanco, uno amarillento y cerrado... Espera un momento, ¿cerrado?

Sabía que no se podía fiar. Abrió el sobre y revisó su interior sin ni siquiera mirar el remitente. En él venían varias hojas grapadas por la esquina superior. Ian les echó un vistazo. En las últimas páginas venía una especie de cuestionario, pero en la primera... ¿Un certificado?¿Con... un logotipo? Y le resultaba tan familiar...

De repente todo se aclaró en su cabeza. Empezó a leer desde la primera pagina. ¡Claro, ya sabía para lo que servía esa carta! ¡Su sobrina lo había conseguido! ¡La habían aceptado!

Y de repente también entendió lo que hacia entre el correo basura. Su hermana no estaría de acuerdo, ni mucho menos. Aun así, su sobrina no podía perder aquella oportunidad de oro. Ian se detuvo a leer la última frase de la carta: “Una vez aceptada esta propuesta no hay vuelta atrás.”

Fue él mismo el que se encargó de rellenar la carta. Cuando hubo terminado, subió las escaleras. Su chica favorita se encontraba dormida. Parecía que nada en el mundo hubiera podido despertarla.

Entonces él se le acercó y le susurró al oído:

-Si tuvieras una oportunidad única en la vida, como tu abuelo, ¿La aceptarías?

Ella sonrió y asintió, aún dormida. Su tío sabía que había respondido en serio, a pesar de que ella dormía como un tronco. ¿Estaría soñando algo? Veamos... estaban a mes par. Sí; si el mes hubiera sido impar, la puerta habría estado cerrada por dentro por la razón de siempre. 

Simulando que iba a tirar el correo basura al contenedor de reciclaje (para tratar de ayudar al medio ambiente y todo eso), tuvo la excusa perfecta para echar la carta al buzón. Ya sólo quedaba esperar hasta la fecha prevista para que todo se pusiera en marcha.

Escuchó un ruido y giró la cabeza. Vio silueta de un hombre, al parecer bastante arreglado, que se alejaba en la lejanía. Apenas segundos después, ésta desapareció, como por arte de magia.

Ian miró hacia el cielo nocturno con nostalgia, olvidándose de todos sus problemas; de todo en general. Acababa de tomar una decisión definitiva. No sabía cómo sentirse. Mientras, las estrellas brillaban más que nunca.

No se daba cuenta de que, mientras permanecía allí, estaba siendo observado...


En fin, no pude enterarme de nada, así que hacedle las preguntas a Junie.

Las consecuencias de lo que hizo mi tío me llegarían más tarde...

5 abr 2013

7. Vale, llegaré lejos

En el capítulo anterior, mi tío me había librado de una situación demasiado complicada para mí, otra vez. ¡Creo que le debo bastantes cosas!

El padre de mi tío (mi abuelo) había ido a una competición de joven... para no regresar nunca. 

Mi padre estaba en un viaje desde hacía años, así que, mi tío, para que no sucediera nada parecido, se mudó a mi casa, y ahora y vive con nosotros. Nunca habíamos hablado de aquello...


Capítulo 7

-¿Cómo ha ido? ¿Qué le has contado? -esperé su respuesta. Su forma de pensar era increíble.

-En teoría, "estás teniendo problemas personales y existenciales. Debemos dejarte tu espacio y olvidarnos del asunto. Ahora tengo que hablar contigo para arreglarlo todo.”

-Genial, ¡Gracias otra vez! No se te escapa una, ¿Verdad?

-Tengo que inventarme tantas excusas para cubrirte que ya cada vez me salen con más soltura.

-¿Crees que algún día conseguiré decir ese tipo de cosas sobre la marcha?

-¡Puede que hasta mejor! Aunque no es muy recomendable... -sonrío, pero de pronto se puso serio-. 

Bien ahora es cuando viene el castigo que me ha dicho tu madre.

Eso sí que me sorprendía. Mi tío nunca se había puesto del lado de mi madre. ¿Tanto me había pasado?

-¿Castigo?¿Es que acaso hay un castigo? Eso es nuevo.

-Lo siento, pero creo que será lo mejor para todos. Tu madre me manda que... ¡TE MATE A COSQUILLAS!

Me eché a reír mientras trataba de esquivarlo. Qué alivio. ¡Claro que era un farol!

No tardó en echarme el guante. ¡Me había atrapado!

-Conque tenías la guardia baja. ¿Cómo se te ocurre? ¿Acaso ya no te fías de mí?

-¡PARAAA!¡PARA YAAAAHHH HA JA JA JA JAJAJAJAJÁ!

Qué cruel, no tenía piedad. Tuve que avisarle de que me dolía la cabeza al haer movimientos bruscos.

Ahora estábamos sentados sobre mi cama, ambos en silencio. Él rompió el hielo.

-¿Te he dicho alguna vez que eres genial?- Me dijo.

-¿... Y eso a qué viene?

-¿Nunca te has parado pensar quién es la persona... menos infantil de esta casa? Bueno, la más madura, mejor dicho.

-Tú desde luego que no. ¡Te comportas como si tuvieras cinco años!

-Verdad -sonrió-. Entonces... ¿Quién queda?

¿Eso era un elogio? Mi hermana todavía tenía amigos imaginarios y mi madre nos trataba como si tuviéramos pañales. Sólo quedaba yo...

-Mi padre...
No contestó. Entrecerró los ojos como si tratase de recordar algo. Luego dijo:

-Mi padre también se fue de casa, justo cuando yo tenía casi la misma edad que tenías tú cuando se fue el tuyo.

Ya me conocía esa historia, pero no sus detalles.

-¿Adónde se fue?

-A una especie de campeonato por equipos. Se le daba bien la gimnasia deportiva, como a ti. Le llamaban “Aéreo”. ¡Imagina!

-¿Y... qué le pasó?

-No volvió. Cayó por un precipicio en una de las pruebas finales.

-¿No rectificó como hice yo en el edificio?

-No pudo; tuvo que concentrarse al máximo para hacer que su equipo avanzara. Es difícil de 
explicar...

-Lo entiendo. Por el equipo...

-Esperaba que lo entendieras. Es lo que te diferencia de tu abuelo.

-¿El qué?

-Tú sabes usar la lógica. Eres lista. Tu abuelo no lo era tanto; prefería usar la fuerza y el impulso. 
Pero tenía un buen corazón.

Bueno, yo también era impulsiva. Sería mi mente la que pensaba por su cuenta.

Ya le había escuchado antes decir eso de que mi “abuelo” no llegó a viejo por culpa de algo de un campeonato. Aun así, acababan de aparecer nuevas piezas del puzzle que resolvían parte de la imagen (metafóricamente).

-¿Recuerdas que siempre estás diciendo que no te pega el nombre que tienes? Yo votaba por ponerte un nombre algo menos... -ya volvía a cambiar de tema. Qué evasivo

-¿Cursi?

-No lo sé. Simplemente, no estaba muy de acuerdo. Aun así, lo que creo que tienes en relación con las nereidas es que ambas podéis... como "volar" y saltar. Ellas, al menos, lo hacían en delfines. ¡Tú, que vas sin delfín, tienes mucho más mérito! -sonrió.

No tenía mucho sentido, pero lo capté. Las piruetas.

-¿Delfines?- pregunté.

-Sí; ya sabes, las nereidas eran algo así como... ninfas que vivían en el mediterráneo, cabalgaban sobre delfines, y... ese tipo de cosas.

-¿No era una especie de hada?

-No exactamente. Bueno, también puede tener otros significados, eso depende. ¡También es un cumplido que indica delicadeza! Ya sabes, tu nombre es un cumplido -sonrió. Había tenido algo de gracia, a pesar de que yo y la delicadeza éramos poco compatibles.

-¿Y quien lo decidió?

-Era el único nombre que le gustaba tanto a tu padre como a tu madre (él tampoco estaba muy de acuerdo), quienes, a pesar de sus diferencias, se querían. ¡Por otro lado, tu padre y el mío -tu abuelo- se llevaban de maravilla! Hasta competían juntos. Luego, ambos se fueron. Como no soportaba veros en la misma situación en la que estuve yo, solo...

-Te sentiste identificado y te quedaste a ayudar.

-Exacto. Sé que en el fondo le echas de menos.

-¡De todos modos, mi padre, cuando competía conmigo, era como un niño pequeño!

-¿No decías que era "el más maduro" de la casa?

Me había pillado. Tenía esa intención. No sabía qué decir...

-Mira, Nereida -me miró con sus ojos vidriosos (muy bonitos, por cierto)-, eres fuerte, ágil y tienes sentido común. Si tus antecesores llegaron lejos, tú llegarás más lejos todavía. Trata de llegar lejos. 
Confío en ti. ¿Prometido?

Me besó en la mejilla y se fue cerrando la puerta. Sin darme cuenta, me había fijado ese objetivo.

Sí, trataría de llegar lejos. Prometido.


Para mí, aquel alocado día acabó poco después de aquello. A mi tío, por otra parte, pareció pasarle algo (no sé si fue bueno o malo), porque aquellos días estuvo algo raro...

Junie sabe lo que pasó, así que dice que lo contará el viernes que viene, creo. ¡Hasta entonces, pues!