El equipo

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A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

19 abr 2013

9. No me olvides...

Nací un tres de junio, pocos años antes de que comenzara el siglo XXI. Viví sin sufrir problemas familiares, aunque siempre con amigos inestables...

Eria: Junie, ¿Se puede saber qué haces?

Junie: ¿Acaso no compartimos blog? Creo que deberías dejar que escriba algo más aparte de TU historia; además, en primera persona...

Eria: Bueno... Como quieras, nadie te lo impide, aunque es un poco...

Junie: ¿Raro? Sí, supongo que no tiene ningún sentido que me ponga a escribir cualquier cosa solo por aburrimiento. Mejor seguimos con la historia.

Eria: Bien dicho...


Capítulo 9

Ya habían pasado días desde mi “caída libre” por la ventana. Mi tío Ian había conseguido encontrar a mi perro (que solía andar perdido) y alguna que otra vez me fui con él al parque. Se llamaba Bleaky, nombre escogido por Stephie y mi madre, que podría traducirse como “tristón”, lo cual no tenía sentido: Bleaky era un cachorro muy alegre, no paraba. Su nombre no le pegaba.

Aunque se suponía que era un perro (macho), no sabría decir bien la raza. Tenía casi más cabeza que cuerpo y casi más ojos que cabeza. Aunque parecía un cooker color marrón claro seguía siendo muy pequeño. Siempre me había gustado su cola, muy larga y en forma de rayo. Lo habíamos encontrado cerca de un callejón y Stephie se empeñó en adoptarlo. Al final fui yo la que se encariñó con él: 

Stephie acabó por no hacerle caso después de probarle algunos de sus vestidos. 

A eso me dedicaba por las tardes, a sacar al perro. Lo normal, como siempre. 
Por otra parte, en el colegio no me dirigían palabra. Los profesores me dejaban en clase con la mano levantada, y casi nunca me preguntaban. Ni los chicos que me persiguieron ni mis compañeros se me acercaban; unos por odio, otros por respeto, por miedo... Aun así, me dejaron tranquila, y eso para mí era suficiente, aunque acabé por aborrecer aquella rutina en la que no pasaba nada interesante.

Hasta el sábado.

Había pasado más o menos una semana. Iba a seguir durmiendo,cuando de repente, escuché una voz:

-¡Vamos, arriba! ¡Hoy vamos a ir a un sitio muy especial!

Traté de remolonear, pero ÉL no me dejó. Si mi tío ya me mimaba, aquella semana se estaba pasando, como si no quisiera dejarme sola. No era propio de él.

Al bajar las escaleras me encontré con una pequeña sorpresa: todas mis cosas estaban guardadas en una maleta. ¿Qué me había perdido?

-Esto... A todo esto, ¿Adónde vamos?

-¡A ver a tu padre! -dijo con tono alegre-. Va a estar por aquí cerca unos pocos días y hemos decidido hacer una pequeña "reunión familiar".

Me cambió la cara. Para mal. No tenía ganas de verle en aquel preciso momento, después de que ÉL nos hubiera abandonado durante tanto tiempo.

-Venga, dale una segunda oportunidad -me rogó mi tío llevando las maletas al coche-. Ya me dijiste que en el fondo no era tan malo.

-Pero... ¿Ahora? -seguía sin estar muy convencida.

-Ya verás como luego te alegras. Ya verás...

Parecía algo nostálgico. Era obvio que me ocultaba algo con esa actitud. Era fácil darse cuenta.

Ya nos habíamos montado en el coche. Este arrancó y salimos a la carretera.

-¿Mamá y Stephie no vienen?- Le pregunté.

-Tu madre quería ocuparse de unos recados y las tiendas abrían mas tarde, así que viene luego...

-¿Y no sería mejor que nos llevásemos a Stephie?

-Prefería quedarse con tu madre. -dijo. Vaya, tenía respuestas para todo y era rápido.

-¿Y por qué tenemos que ir antes nosotros en vez de ir todos juntos?

-Había que llevar la maletas, y...

-¿Sólo las mías?

-El resto están en el coche de tu madre.

-Lo que estás diciendo... no tiene ningún sentido.

Ahí se quedó callado.

-Era... tu padre tenía muchas ganas de que pasases con él unos días... -paró la frase.

Después de un momento de silencio absoluto, volvió a hablar:

-¿Sabes que eres la única persona capaz de darse cuenta de lo que pretendo? -dijo-. Para qué 
engañarte.

Hizo como que se reía, pero en seguida volvió a estar serio. Más silencio. Con tanto silencio el coche parecía un autentico cementerio; sólo faltaban las lápidas. Ahí fue cuando le pregunté:

-Tío, ¿adónde vamos realmente?

Se tomó su tiempo para contestar.

-Te va a encantar... Ésta es la mayor oportunidad que vas a recibir en tu vida. Aprovéchala.

No me dijo nada más.

-No me has respondido a la pregunta -le repliqué.

-Es una sorpresa. Eso es lo emocionante de la vida, ¿no?

Levanté la cabeza. ¿De qué me sonaba esa frase? ¿La había dicho yo?

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad?”

Sí, definitivamente era mía. Aunque no recordaba cuándo me la había inventado, pero se me había quedado grabada como si fuera una cicatriz.

-Y no te olvides de una cosa fundamental:

Levanté la cabeza. Aquello lo tomaría en cuenta.

-Vayamos a donde vayamos con este coche y mucho más allá, cree en ti misma; llegarás lejos, como 
te dije. Sé que me repito mucho, pero quiero que lo tengas grabado a fuego. Piensa en el mar, que se pierde en el horizonte sin que podamos ver el final pero oculta tierra firme: aunque ahora no veas nada, tienes que creer que hay algo esperándote justo detrás de esto.

Yo... soy el mar”

-El mar... -dije.

-¿Que decías?

-El mar -repetí-. El mar que cubre casi todo el planeta. Fuerte, poderoso y capaz de destruir algunas veces y otras de maravillar con su belleza a la gente. El mar al que arrojan basura y contaminación. El mar que destruyen los humanos... El mar que refleja la luz del sol...

"Sí, yo era ese mar."

Mi tío Ian sonrió. Le gustaba eso en mí: que entendía las cosas rápido.

-Pero si vienes conmigo suena raro que digas esto ahora- dije con sorna.

-Precisamente por eso te lo digo, porque no va a ser así. Como tú decías, solo están tus maletas.

Aquello me sentó como si me acabase de chocar (muy fuerte) contra un cristal transparente mientras caminaba por la calle. Tratad de imaginar la metáfora: darse contra algo que uno no se espera. Seguro que dolía más que el golpe contra la farola de la semana anterior.

Significaba eso que... él no estaría?

-Tío...

-Buena suerte. Cuando llegues no querrás volver, ya verás.

Allá donde fuera, la persona en quien más confiaba no estaría conmigo. Me había dolido.

Entonces él sacó un móvil que no le había visto antes. Estaba impecable; se ve que era nuevo. Me lo entregó.

-Esto es para mantener el contacto. Llámame cuando tengas tiempo y quieras hablar conmigo.

Era bonito, pero ni me fijé en la marca; siempre que pudiese hablar con mi tío a través de él el resto no me importaba. Lo guardé enseguida con cuidado.

-Yo... buena suerte -dije-. Habría querido... que vinieras conmigo.

-Lo sé.

-¿Cuándo te volveré a ver?

- Para ser sincero, no lo sé. Puede que meses, años...-¡¿Por qué tenía que decir eso?! Tenía que ser 
una broma. Sí, seguro que lo era. Él era así.

-Si me lo dices así, no sé... no sé si quiero irme.

-Confía en mí. Cuidaré de todo lo que hayas dejado en casa y te enviaré lo que pueda por correo, mensajería o lo que haya allí. Piensa: ¡no tienes nada que perder!

-Sí que lo... Bueno, yo... A mi tío.

Fue una de las primeras veces, si no fue la primera, en la que entendí de verdad el tópico del corazón roto que usaban los poetas anticuados. Era difícil de expresar... parecido a una fuerza desde dentro te arrastrase hacia abajo.Esto era el adiós.

Mi tío me puso una mano en el hombro. Eso me ayudó un poco.

Estaba agotada. Había tenido un sueño algo raro. Había escuchado una voz que me preguntaba algo de que si aceptaría una oportunidad única en la vida, y yo había asentido. Entonces, delante de mí, apareció un hombre joven, de pelo castaño y una sudadera como la mía. ¡Cómo se parecía a mí! Me llamaba, y yo trataba de alcanzarlo. Era muy rápido. También se movía como yo.

Pensando en esto, me entró sueño. Le dije a mi tío que quería descansar porque había tenido una mala noche y éste hizo una inclinación de cabeza. Salté hacia los asientos de atrás y me tumbé en horizontal. Antes de caer en el sueño profundo, cosa a la que traté de resistirme, escuché delante de mí una voz que me decía:

-Buena suerte. Vas a llegar lejos... No lo olvides...


Eria: Oye Junie, ¿Has avisado sobre ese pequeño adelanto de fecha que teníamos pensado hacer?

Junie: ...Ya decía yo que tenía que escribir algo aparte del capítulo. Y resulta que no era mi autobiografía...

Eria: Ya lo resumo yo: Es posible que estas semanas subamos capítulos algo antes, los jueves en vez de los viernes... Junie tiene cosas que hacer.

Junie: Solo tengo que acordarme de lo que eran esas cosas...

Eria: Junie... Nos estamos cargando el capítulo.

Junie: No te preocupes, me estaba quedando contigo.

Eria: En fin... ¡Hasta la semana que viene!

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