Mejor
olvidarse de todo. Vale, tengo que hacer un ejercicio de "barras
paralelas" (creo) delante de todo el mundo. Tengo la situación
controlada. Hasta estoy caminando en perfecto equilibrio sobre una
barra. Vamos a ver cómo lo hago...
Capítulo
17
Cerré
los ojos. Era lo único que necesitaba hacer.
Primero, me
dejé caer hacia atrás. Parecía que iba a acabar golpeándome
contra el suelo de espaldas, pero en el último momento enganché mi
pie en la barra sobre la que había estado caminando y di unas
vueltas hacia delante. ¡Sí, con los ojos cerrados! Y no los abrí
después.
Me
impulsé hacia la otra barra para agarrarme a ella con una mano, llevándome la contraria a la espalda. Seguí girando.
Todos mis cálculos eran mentales: el momento en el que saltar, mi posición respecto al suelo o la distancia entre las barras estaban en mi cabeza.
Todos mis cálculos eran mentales: el momento en el que saltar, mi posición respecto al suelo o la distancia entre las barras estaban en mi cabeza.
Fui
de nuevo hacia la barra anterior, pero no la usé de agarre. En vez
de eso, di varios giros a su alrededor utilizando sólo el tronco.
Mantenerme en movimiento era lo que hacía que no me cayera.
Me
aferré con una mano a la otra barra y volví a la anterior
enganchando de nuevo el pie. Repetí los dos últimos movimientos
cada vez más rápido hasta impulsarme hacia arriba.
Caí sobre el hierro con un solo pie y volví a impulsarme hacia arriba décimas de segundo después para hacer un salto mortal. Ya tenía los ojos abiertos, pero no miraba al público.
Caí sobre el hierro con un solo pie y volví a impulsarme hacia arriba décimas de segundo después para hacer un salto mortal. Ya tenía los ojos abiertos, pero no miraba al público.
Sin
detenerme, hice varios saltos mortales para desplazarme entre las
barras. Como ya veía lo que estaba haciendo, pude lucirme incluso más.
Cuando me cansé, salté hacia el suelo combinando varios movimientos aéreos a la vez. No sé cómo, aterricé bien. Desde que me había lanzado por la ventana, estaba que me salía con los aterrizajes.
Cuando me cansé, salté hacia el suelo combinando varios movimientos aéreos a la vez. No sé cómo, aterricé bien. Desde que me había lanzado por la ventana, estaba que me salía con los aterrizajes.
Parpadeé
y moví la cabeza. ¡Que mareo con tanto salto! Cerra los ojos me
había desorientado un poco.
El
equipo estaba impresionado. Todos menos Mia, quien acababa de empezar a bailar otra vez, me miraban. Me fijé en Mirta: parecía fascinada a la par que
sorprendida.
Tank indicó con la cabeza que ya nos podíamos ir. Estaba deseando
perdernos de vista, lo sabía. Salimos...
Y
la puerta se cerró, dejando el pasillo en silencio.
Me
quedé sola con mi equipo. Antes de que nadie hablase, Mia ya estaba
gritando:
-¡Te
lo dije! ¡Se lo dije! ¡Le dije que estaría genial! ¿A que sí?
-¡Desde
luego, ha estado impresionante! -afirmó Mirta con una risa suave.
-Vaya...-dijo
entonces Bobby, el chico al que Mia había hecho rabiar durante la
prueba, con los ojos muy abiertos-. ¿Dónde has aprendido a hacer eso?
-Pues... un poco por mi cuenta -contesté mirando al techo.
-¡Oye,
no es justo! -miró hacia arriba cruzando los brazos-. Para una nueva
que llega y resulta que va mas avanzada que yo. ¿Cómo se lleva eso de dejar mal a la gente?
Mirta
rió dulcemente y Mia le dio unas palmaditas de ánimo en la espalda.
-¡Es
verdad! Si es que nadie me quita el asiento vip con letrero luminoso en la fila de "alumnos que van pegados".
Yo
también sonreí. Parecía ser que la prueba no me había salido del
todo mal. Bobby me daba un poco de pena, pero me había empezado a caer
bien. No parecía hablar con pesimismo, sino más bien con ironía. Estaba bien saber reírse de uno mismo.
El
chico asiático hizo una inclinación de cabeza y se ajustó las
gafas. No se las había quitado ni durante su exhibición.
-Etsu
Anzai. Ese es mi nombre. Y a todos nos gustaría saber el tuyo.
-¡Ah,
claro, mi nombre! Soy... Soy Eria.
-Eria Jumps
-completó él-. Tal y como escuchamos decir al señor profesor Higgan.
¿"Señor profesor Higgan"? Se escuchó una risa por lo bajo. Tank eran demasiado... poco formal para tanto decoro.
El
chico de los cascos de música se me acercó. Me pasó una mano por
el hombro, como si ya me conociera de antes.
-No
muchas cosas son capaces de impresionarme, pero lo cierto es que tú
lo has conseguido. Soy Teck Digit. Bonito corte de pelo -Me pasó una nota. Hablaba el
que lo tenía peinado hacia arriba...
Entonces Mirta, como quien no quiere la cosa, arrastró a Teck por el suelo para alejarlo de mí, agarrándolo por el cuello de la camiseta. Parecía... ¿Furiosa? ¿Mirta poniéndose furiosa?
Abrí la nota que me había pasado Teck. Era... ¡¿Un número de
teléfono?!
-¡Lo
siento! -se disculpó Mirta. Ya volvía a ser la de siempre-. Teck tiene
la estúpida costumbre de... Bueno, ya lo has visto. Su chica está en el equipo A-01, pero...
-¡Mirta!
-gritó Teck a sus espaldas.
Lo
que pasó a continuación fue un poco vergonzoso: Teck puso una
rodilla en el suelo y tomó a Mirta de la mano. Ella no pudo evitar ponerse roja
de la vergüenza. Teck prosiguió:
-¡Mirta,
si yo tuviera que elegir entre tu presencia y mi existencia, ya sabes
que...!
Mirta
no le dejó terminar. No puedo contar con exactitud lo que pasó a
continuación porque cerré los ojos, pero se escuchó un golpe y un
quejido. A Teck le acababa de aparecer en la mejilla la marca de una
mano.
-¡Ya
vale! -dijo Mirta, de nuevo alterada-. ¡Eria, toma nota de la
primera regla del equipo! ¡Nunca te fíes de Teck! ¡Y con nunca
quiero decir NUNCA!
-Ya
empezamos -respondió Teck- ¿Por qué siempre esa frase? ¡Claro
que soy de fiar!
-¡CLARO QUE NO! -respondió al unísono el equipo.
Teck
suspiró, aún luciendo su flamante marca roja en la mejilla. Todo aquello me había dejado un poquito impactada. Lo que más: la reacción de la aparentemente dulce Mirta, a quien yo creía incapaz de hacerle daño a una mosca.
Mientras
tanto, la arquera pelirroja del disfraz de indio se acercó y me hizo una
especie de reverencia.
-Imala
te saluda -supuse que ella era esa tal... no me acordaba de lo que había dicho-. Es
de la tribu de los Abekani, aunque Imala la haya tomado como “apellido”. Allí no se nombra al individuo con un "yo" o un "nosotros", por lo que a veces es difícil para Imala... es decir, para mí adaptar mi forma de hablar. Es una tribu que pocos privilegiados
son dignos de nombrar.
-Resumiendo,
que el nombre de sus parientes es tan raro que nadie sabe cómo decir... -Teck estaba
dispuesto a acabar la frase, pero Mirta lo amenazó con la mirada. Me preguntaba la historia que habría detrás de cómo se llevaban aquellos dos.
-No es por nada, pero como lleguemos tarde a la siguiente clase no dejaré que me echéis la culpa otra vez ¡Arreando, que es gerundio! -dijo entonces Bobby.
Miró
el reloj y esperó hasta el momento justo. Chasqueó los dedos y
señaló al techo justo cuando sonó la campana.
Qué sincronización. Bobby no parecía el mismo saco de nervios que había visto hacía un momento. Estaba muy animado, y eso me gustaba.
Qué sincronización. Bobby no parecía el mismo saco de nervios que había visto hacía un momento. Estaba muy animado, y eso me gustaba.
Fuimos
caminando hasta llegar a una puerta que parecía conducir
hacia el típico aula escolar. Pensé entonces que la siguiente clase
no sería demasiado dinámica y que estaría bien para descansar un
poco de la prueba inicial. Sí: habría mesas, sillas, una
pizarra... como el aula en el que nos habíamos reunido con Tania.
Qué ingenua estaba siendo. Cuando entré, me paré en seco al ver el interior: pues no, ¡era un campo de balón
prisionero!
Cómo
esconde la academia tales habitaciones en espacios aparentemente tan
reducidos sigue siendo un misterio.
Supongo
que no habríamos entrado allí para mirar, ni tampoco iríamos de espectadores...
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