*Riiiing*
-¿Sí?
-Hola
June. Soy Eria.
-...Ah.
-¿Me la has pasado?
La entrada, para que la suba...
-*Bip*
-(suspiro)
Ya lo comprobaré cinco minutos más tarde... Creo que íbamos
por el discurso, ¿no?
Capítulo
30
Para
ser alumnos de sólo dos cursos, éramos bastantes. Y, cómo no,
todos más altos que yo.
Si
podía ver algo era gracias a que los profesores estaban subidos a un
escenario de madera improvisado con varios tablones muy bien
apañados. Imala estaba a mi lado y se había ofrecido voluntaria
para explicarme algunas cosas sobre los profesores. Menos a ella, era
incapaz de ver al resto de mi equipo.
La
parte de atrás de la academia era completamente diferente a lo que
se veía desde fuera, ya que se veía mejor lo que en realidad
ocupaba el edificio, y el patio
trasero me había dejado impresionada: ¡era gigantesco! y tenía
algunos obstáculos y barras para practicar un poco la agilidad. Lo
más llamativo era que, en el centro del patio, había un enorme
árbol que daba sombra a la mayor parte del terreno. Era
imposible adivinar que el árbol estaba ahí viendo la academia desde
fuera: la parte delantera del edificio lo tapaba por completo. Ni una
sola rama asomaba por los laterales.
Imala
me dio un codazo y señaló la tarima de madera. Había varios
hombres con esmoquin y algunos profesores. No entendía lo que quería
decirme.
-El
director general está presente -le escuché decir.
Me
pareció oír un grito agudo entre la multitud. Mia debía estar
cerca.
¿De
verdad estaba allí el director? ¡Era imposible verlo! Sí que
rondaba por allí un hombre cubierto por un abrigo largo y con
algunos hombres de esmoquin a los lados, pero ni le veía la cara.
Creo que por eso Mirta no lo había visto en su vida: porque tampoco
es que se dejara ver mucho...
Creo
que su intención era ir de incógnito, pero no lo conseguía. Todos
lo habían reconocido en seguida por la cantidad de bultos y personas
que había a su alrededor para taparlo.
El
que habló fue un hombre con esmoquin, pero no se parecía en nada a
los otros: parecía mucho más endeble, tenía el
pelo rubio muy claro -nunca había visto a un hombre de esmoquin
rubio- y, en vez de gafas de sol, llevaba unas de pasta negra.
También era mucho más hablador. Parecía muy emocionado con el
evento.
-¡Queridos
alumnos! -tras esta frase el micro produjo un pitido que casi nos
dejó sordos- …Creo que ya está. ¡Alumnos de ambos cursos! ¡Nos
alegramos de que, un año más, volvamos a vernos las caras!
Sobre
el escenario, Tank, el profesor bruto, no parecía muy de acuerdo con
esta frase. Parecía que iba a lanzarse encima de aquel hombre en
cualquier momento para hacerlo callar.
-Mi
nombre, como muchos sabréis, es Steve Falls, ¡y todos los
profesores que trabajarán con ambos cursos (o casi todos) se
encuentra aquí conmigo! Aquí tenemos a...
No
me quedé con un solo nombre. Solo con el de Steve, porque era el
primero que habían dicho y porque me había hecho gracia. Steve...
sonaba cursi en él, pero le pegaba.
Sí
me enteré de que Jo y Tank nos daban las dos asignaturas más
frecuentes: Práctica y Exterior. Iba a ver a Tank más veces de las
que yo quería...
Había
un profesor con una espesa barba y un largo bigote blanco que nos
daba una asignatura parecida a las mates. Parecía simpático. Y otra
profesora tenía cara de dormida y una amplia sonrisa en la cara. No
parecía muy dura.
Otra
profesora tenía el pelo corto y muy oscuro, aunque con mechas
pelirrojas. Tenía ojeras y la mirada perdida, y creo que Imala me
dijo que nos daba simbología.
Otro
de nuestros profesores era un hombre de esmoquin (no como Steve, sino
más parecido a los demás). Era bastante grande y llevaba una
pajarita roja que lo diferenciaba de los otros. Según Imala, nos
daba una asignatura que se llamaba... Competitividad, si no recuerdo
mal.
Reconozco
que la reunión se me hizo algo larga, quizás porque esperaba
impaciente el momento en el que el director dijera unas palabras. Al
menos quería oír su voz.
-¡Bueno,
creo que ya os vais quedando un poco con las caras! ¡Año nuevo,
vida nueva! ¡Y tampoco podemos olvidarnos de nuestras cocineras, el
personal de limpieza, enfermería y administración! ¡Un aplauso por
todos ellos!
Se
hizo un aplauso que Steve nos hizo repetir varias veces porque “no
nos escuchaba”. Menudo tío.
-¡Y,
ahora, el momento que todos andábamos deseando! ¡Nuestro director
nos ha preparado un discurso que nos animará a seguir adelante!
Todo
el público comenzó a murmurar. Intenté ver mejor. ¡Por fin!
-Pero,
como nuestro señor es un hombre tan ocupado... ¡Nuestro amable
señor Higgan se ha ofrecido a leerlo en voz alta! ¡Y sin ninguna
presión! No es que esté al borde del despido ni nada...
No
me lo podía creer. ¿Tank otra vez? Y, para colmo ¿amablemente y
sin ninguna presión?
Todos
soltamos un bufido en cuanto llegó hasta el micro. El único que le
aplaudía era Steve.
-”Alumnos,”-comenzó
con su tono de mala leche- “hay mucho por saber y por descubrir.
Rendirse es el último recurso. Luchad por lo que os mantenga vivos.
Firmado: Black B.”. No yo. El director.
Corto
pero exacto. Ojalá se hubiera tomado la molestia de decir en persona
el discurso de tres frases. Quién sabe cuánto le habría costado
escribirlo. ¿Meses? ¿años? O lo menos probable: ¿cinco minutos?
¿Dos?
¿A
quién iba a engañar? Estaba frustrada. Aun así, por lo que había
escrito, no parecía un mal tipo. Y si le hubiera visto la cara, pues
mejor. Ahora que sabía cómo se expresaba tenía aún más ganas de
conocerle...
En
fin, el público estaba atónito. Al principio todos quedaron mudos,
pero poco a poco se empezó a escuchar un leve aplauso que, poco a
poco, acabó en un fuerte estallido. Mia era la que más gritaba,
perdida entre el público. ¡Se la escuchaba desde donde estaba yo!
Pobre del que la tuviera al lado...
Tank
ya había ocupado su antiguo puesto en el escenario, fingiendo que no
se daba cuenta de lo que pasaba hablando con alguien que tenía a sus
espaldas. Ni se había esforzado en sonreír. Qué majo.
-¡Así
es, chicos! -concluyó Steve- ¡Todavía queda un año por delante!
¡O más! ¡Puede que tengáis un montón de dudas, pero seguro que
encontráis la respuesta por vosotros mismos! ¡Gracias a todos!
Había
dejado de oír a Mia, pero le di poca importancia. Desde lo alto de
la tarima se descolgó una bandera con un logotipo. Era el escudo de
la academia.
Vi
como todos se cruzaban de golpe los brazos sobre el pecho, tocando
sus hombros con las palmas de las manos e inclinando la cabeza. Los
imité, escuchando con atención una canción que habían comenzado a
cantar:
Como
el sol dorado
Llega
a lo más alto
Superando
las nubes
En
el cielo estrellado
Repitieron
esta estrofa dos veces seguidas. Cuando acabaron, una nube de confeti
cayó sobre el escenario.
-¡Bienvenidos
a Golden Podium!- gritó Steve.
-¡Viva!
-respondieron todos.
-¡Y
ahora, cada uno a su aula! ¡Que paséis un buen día!
Os
recuerdo que todavía queda elegir al capitán... ¡Pero eso ya se
verá el próximo fin de semana!
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