Recuerdo que Delmet y yo nos
habíamos ganado un castigo por subir a la parte alta del árbol central.
¡Todo
fue por culpa de Delmet! Ojalá no se me hubiera ocurrido ir a por él...
Capítulo 44
Para colmo, estaba lloviendo. No
estaba preparada y supongo que Delmet tampoco (aunque lo disimulara).
Nuestro
castigo consistía en recorrer parte del bosque y el exterior de la academia en
un límite de tiempo. Había cámaras en algunos puntos del recorrido, así que
escaparnos del castigo sería una locura.
Tank nos
dio la señal de salida a gritos. Ni le hacía falta silbato.
Empecé a
un ritmo tranquilo pero constante. Delmet, sin embargo, aceleró hasta sacarme
bastante ventaja.
Llovía
cada vez más fuerte. Estaba calada hasta los huesos, con el pelo y la ropa
completamente empapados. No podía ver bien por culpa de la lluvia y tenía las rodillas
entumecidas.
A lo
mejor me debería de haber pensado mejor si de verdad quería quedarme en Golden
Podium. Si no hubiera sido tan cabezota, ahora estaría en casa contemplando la
lluvia desde la ventana. A lo mejoren casa ni llovía.
No estaba
a la altura. Lo mejor que se me ocurría era rendirme. Sí, era lo mejor.
Seguía
corriendo, pero ya no le veía el sentido a correr. Superé a Delmet, que no
había podido seguir corriendo tan rápido y se había detenido a tomar aliento,
pero no me di cuenta.
Sería
genial volver a casa: reírme un poco de Stephie, sacar a Bleaky de paseo,
charlar con mi tío, discutir con mi madre... Hasta los recuerdos más amargos me
resultaban dulces.
Dejé de
correr y me quedé de pie, aunque de forma inestable. Casi sin pensarlo, me dejé
caer de rodillas y puse las manos en el suelo. Quería que todo acabase. Quería
volver a casa.
Pasé un
rato ahí haciendo memoria de todo lo que conocía. Ni siquiera podía ver mis
recuerdos en condiciones: todos ellos se mezclaban con una especie de neblina,
como si fuera un sueño.
Habría
seguido ahí de no ser por que, de repente, noté como tiraban de mí hacia
arriba.
-¡Venga,
capitana! ¿Ahora nos volvemos perezosos?
Era
Delmet, sonriente a pesar de la tormenta que nos caía encima.
-¡Eres un
peso muerto! ¡Venga! Ahora que queda menos de la mitad...
Me puse
de nuevo en pie. Aunque me estabilicé, Delmet no me soltó del brazo.
-¡Vamos a
acabar este tramo en un tiempo récord!
Tiró
fuertemente de mí y me llevó a la misma velocidad a la que había empezado. Era
él el que hacía todo el esfuerzo; yo me había convertido en una especie de
muñeca de trapo, sin articulaciones ni movimiento. Además, ni recuerdo en lo
que iba pensando por el camino; sólo el frío que hacía.
La lluvia
fue cesando. Ahora la visibilidad era algo mejor que antes, lo que me despejó
un poco la mente. Intenté ver exactamente dónde estábamos; creía reconocer
algunas cosas. ¿Era ese el patio?
¡Sí,ahí
estaba Tank! Teníamos el tiempo justo para llegar hasta él.
Verlo me
dio fuerzas para continuar. Aún quedaba esperanza. ¡Un poco más y lo habría
conseguido!
Sacando
fuerzas de donde no las había, quise dar un sprint final. Mi objetivo era
llegar y pensaba cumplirlo.
Solté la
mano de Delmet y corrí aumentando la velocidad. Escuché cómo se reía a mis
espaldas y trataba de alcanzarme para llegar al mismo tiempo que yo. También
sonreí y aceleré un poco más sólo para ver cómo él aumentaba el ritmo de nuevo.
Por un momento, dejé de sentir el cansancio.
Y viví
para contarlo. O mejor dicho, vivimos para contarlo.
En cuanto
cruzamos la meta, Tank paró el cronómetro y nos dejó allí plantados. A eso lo
llamo yo aprecio.
Por fin
dejó de llover. Un pequeño rayo de sol se coló entre las nubes con un brillo
anaranjado.
No pude
más que tumbarme sobre el suelo con una gran sonrisa en la cara, ignorando la
humedad y secándome al sol. Delmet también se quedó allí tumbado, reponiéndose
de la carrera.
-Esto...
gracias. Te debo una por ayudarme -le dije tras pensármelo mucho.
-¿Y por
qué? ¡Hoy me has salvado la vida! ¡No podía menos que ayudarte a terminar,
capitana!
Además, como subcapitán, estoy bajo tu autoridad en todo momento y es
mi labor cubrirte.
Vaya, qué
servicial se había vuelto de repente. Además, no recordaba haberlo salvado...
Un
momento, ¡claro! ¡Si ese era el motivo por el que estábamos allí! ¡Había
impedido que Delmet se cayera desde una de las ramas altas del árbol gigante!
Debía de estar muy agradecido para ayudarme de esa forma. Quién sabe, puede que
no le hubiera costado tanto echarme una mano a pesar de la dificultad de tener
que cargar conmigo.
Supongo
que ayudar a la gente era parte de su labor como "héroe". Y, ahora
que lo pensaba, en el árbol se había tomado el detalle de preocuparse por
Mirta.
Vale, por
lo menos tenía su parte buena. Para mí seguiría siendo un incordio pero,
sintiendo que tenía una especie de deuda con él, creí conocerle un poco mejor.
Por fin
podía pensar con claridad. Estaría agotada, pero al menos ya había recuperado
la sensibilidad en mis músculos.
Por
cierto, es obvio que cuando había pensado en abandonar estaba como delirando;
yo por nada del mundo abandonaría Golden Podium.
Nos
sorprendió bastante encontrarnos a casi todo el equipo esperando en el pasillo.
Teck y Etsu habían desaparecido, pero no me preocupé. ¡Ni que fuesen a aparecer
subidos en un árbol!
Intenté
que Mia no me abrazara estando tan mojada, pero no lo conseguí. Mirta, por otro
lado, traía consigo una toalla para cada uno. Bobby, a pesar de la que se había
armado, parecía contento; nos dio las gracias por "distraer a Tank",
el típico ejemplo de profesor que tiene manía a sus alumnos, pues él era uno de
los candidatos a la mayoría de sus castigos.
Tras un
rato, justo antes de que los chicos volvieran a sus habitaciones, Jetwick se
atrevió a preguntarme con un pulgar hacia arriba si estaba bien a pesar de su
timidez. Le devolví el gesto; él sonrió un poco.
Imala
estuvo cantando de camino a nuestras habitaciones algo en su lengua natal, que
a saber cuál era. Nos separamos de ella y de Mia al llegar a la puerta de la
nuestra.
Mirta me
prestó su secador para el pelo y la ropa. Mientras lo usaba, le conté todo lo
que me había pasado con Delmet durante la carrera. Ella no pareció
sorprenderse.
-¡Sabía
que os llevaríais bien! Tiene sus defectos, pero es encantador. Siempre puedo
confiar en él.
-¿Como es
que sois amigos siendo tan diferentes, Mirta? -le pregunté al fin.
-Ni yo lo
sé... las diferencias nos hacen fuertes, supongo. Recuerdo el momento en el que
nos conocimos, en aquel crucero que nos llevó a Golden Podium... ¡Un crucero
para nosotros solos! Yo estaba tocando el piano, y entonces él se acercó, me di
cuenta de que estaba detrás...
Ya mí me
habían llevado en un coche negro y en una moto que había superado el límite de
velocidad (si es que no me había perdido nada más mientras dormía). Obvio que
un crucero para ti solo no tenía rival.
-Debió de
ser genial, sobre todo por lo del crucero... ¡Tuvo que ser impresionante!
-Todo fue
muy emocionante. Y luego él me contó su historia, yo la mía... ¡Algún día te
las tengo que contar! Son demasiado largas... ¡Pero la suya es genial! Aunque
asusta un poco...
Mirta me
estuvo dando algunos detalles más sobre Delmet. Por lo que me contó, deducí que
su amigo mostraba desde el principio una actitud protectora hacia ella, la que
le reía todas sus gracias y lo ayudaba como podía. Era una forma muy bonita de
ser amigos. Mucho mejor que mi relación con él, seguro.
Salí de
la habitación para buscar a Teck y a Etsu. No sabía si iba a poder
encontrarlos, pero por lo menos lo intenté. Si me cruzaba con alguien más, a lo
mejor podía detenerme a charlar con él.
Y, por
desgracia, me encontré con el rey de Roma. O, mejor dicho, con el capitán
América.
Ya estaba
un poco harta de encontrarme con él tantas veces. Le debía una, sí, pero en
aquel momento...
Creo que
su primera intención era saludarme, pero se me quedó mirando. Me detuve y le
sostuve la mirada mientras se me acercaba y seguía analizándome de arriba a
abajo.
-Anda,
pero si yo te he visto antes. ¡Ya decía yo que me sonabas de algo!
Otro
igual. Ya me había pasado lo mismo en la reunión nocturna. ¿Qué tendría mi cara
de especial?
Ya iba a
darme la vuelta cuando me agarró del brazo y salió corriendo arrastrándome por
los pasillos.
¿Se le habría ocurrido algo? No lo sabía, ¡pero qué bruto era!
Subimos
varios tramos de escaleras hasta llegar arriba del todo. Estaba agotada de
tanto correr.
-A ver...
-dijo él- ¿también voy a tener que explicarte lo que es la Sala Cima?
No me
faltó más. Sin esperar a Delmet, entré en la sala.
Tal como
me habían contado, era impresionante. Todala sala estaba inundada de colorido:
banderas, trofeos, medallas...Y, lo más importante, las fotos y los retratos.
Cada reliquia, de valor incalculable, tenía grabado el nombre del atleta al que
había pertenecido. Todos aquellos deportistas famosos... habían pertenecido a
Golden Podium.
Estaba
atónita contemplando todas las fotos. Curiosamente, encontré la de las
nadadoras que tanto le gustaban a Teck. Aparte, cada foto estaba tomada desde
el mejor ángulo, con el máximo colorido y reflejando lo mejor de cada atleta.
Cómo adoraba esa sala.
-¡Pero si
eres igual! No me extraña que me sonara tanto tu cara. ¡Vas a ser famosa y
todo!
Delmet
estaba contemplando un cuadro bastante grande que había en la pared del fondo.
Me acerqué; en cuanto vi la imagen del cuadro, mi corazón empezó a latir muy
deprisa.
Allí,
enmarcado en aquel lienzo, podía verse el primer plano de un hombre desde la
mitad del tronco para arriba, de pelo corto despeinado y de color castaño
claro. Tenía la cara redondeada y sonreía con algo de picardía, pero con una
sonrisa amplia y cercana. Sus ojos oscuros y brillantes contrastaban con su
pelo. Y lo más importante: llevaba puesta una sudadera azul con la cremallera
dorada.
Estaba
como paralizada. Nunca había visto a ese hombre antes, pero era capaz de
reconocerlo.
Para
confirmar mis dudas, leí varias veces el grabado que había justo en el marco
dorado:
"Aéreo
Jumps: siempre dándolo todo por el equipo".
Impresionante,
¿verdad? Hay que decir que, en parte, se veía venir que el del cuadro era él.
Puede que las cosas sean algo
diferentes a partir de ahora...
(Posdata: a ver si os gusta este
pequeño "experimento":
http://juniet.deviantart.com/art/Rainy-punishment-512192798)