El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

27 dic 2013

44. Un castigo "pasado por agua"

Recuerdo que Delmet y yo nos habíamos ganado un castigo por subir a la parte alta del árbol central.

¡Todo fue por culpa de Delmet! Ojalá no se me hubiera ocurrido ir a por él...


Capítulo 44

Para colmo, estaba lloviendo. No estaba preparada y supongo que Delmet tampoco (aunque lo disimulara).

Nuestro castigo consistía en recorrer parte del bosque y el exterior de la academia en un límite de tiempo. Había cámaras en algunos puntos del recorrido, así que escaparnos del castigo sería una locura.

Tank nos dio la señal de salida a gritos. Ni le hacía falta silbato.
Empecé a un ritmo tranquilo pero constante. Delmet, sin embargo, aceleró hasta sacarme bastante ventaja.

Llovía cada vez más fuerte. Estaba calada hasta los huesos, con el pelo y la ropa completamente empapados. No podía ver bien por culpa de la lluvia y tenía las rodillas entumecidas.

A lo mejor me debería de haber pensado mejor si de verdad quería quedarme en Golden Podium. Si no hubiera sido tan cabezota, ahora estaría en casa contemplando la lluvia desde la ventana. A lo mejoren casa ni llovía.

No estaba a la altura. Lo mejor que se me ocurría era rendirme. Sí, era lo mejor.

Seguía corriendo, pero ya no le veía el sentido a correr. Superé a Delmet, que no había podido seguir corriendo tan rápido y se había detenido a tomar aliento, pero no me di cuenta.

Sería genial volver a casa: reírme un poco de Stephie, sacar a Bleaky de paseo, charlar con mi tío, discutir con mi madre... Hasta los recuerdos más amargos me resultaban dulces.

Dejé de correr y me quedé de pie, aunque de forma inestable. Casi sin pensarlo, me dejé caer de rodillas y puse las manos en el suelo. Quería que todo acabase. Quería volver a casa.

Pasé un rato ahí haciendo memoria de todo lo que conocía. Ni siquiera podía ver mis recuerdos en condiciones: todos ellos se mezclaban con una especie de neblina, como si fuera un sueño.

Habría seguido ahí de no ser por que, de repente, noté como tiraban de mí hacia arriba.

-¡Venga, capitana! ¿Ahora nos volvemos perezosos?

Era Delmet, sonriente a pesar de la tormenta que nos caía encima.

-¡Eres un peso muerto! ¡Venga! Ahora que queda menos de la mitad...

Me puse de nuevo en pie. Aunque me estabilicé, Delmet no me soltó del brazo.

-¡Vamos a acabar este tramo en un tiempo récord!

Tiró fuertemente de mí y me llevó a la misma velocidad a la que había empezado. Era él el que hacía todo el esfuerzo; yo me había convertido en una especie de muñeca de trapo, sin articulaciones ni movimiento. Además, ni recuerdo en lo que iba pensando por el camino; sólo el frío que hacía.

La lluvia fue cesando. Ahora la visibilidad era algo mejor que antes, lo que me despejó un poco la mente. Intenté ver exactamente dónde estábamos; creía reconocer algunas cosas. ¿Era ese el patio?

¡Sí,ahí estaba Tank! Teníamos el tiempo justo para llegar hasta él.

Verlo me dio fuerzas para continuar. Aún quedaba esperanza. ¡Un poco más y lo habría conseguido!

Sacando fuerzas de donde no las había, quise dar un sprint final. Mi objetivo era llegar y pensaba cumplirlo.

Solté la mano de Delmet y corrí aumentando la velocidad. Escuché cómo se reía a mis espaldas y trataba de alcanzarme para llegar al mismo tiempo que yo. También sonreí y aceleré un poco más sólo para ver cómo él aumentaba el ritmo de nuevo. Por un momento, dejé de sentir el cansancio.

Y viví para contarlo. O mejor dicho, vivimos para contarlo.

En cuanto cruzamos la meta, Tank paró el cronómetro y nos dejó allí plantados. A eso lo llamo yo aprecio.

Por fin dejó de llover. Un pequeño rayo de sol se coló entre las nubes con un brillo anaranjado.

No pude más que tumbarme sobre el suelo con una gran sonrisa en la cara, ignorando la humedad y secándome al sol. Delmet también se quedó allí tumbado, reponiéndose de la carrera.

-Esto... gracias. Te debo una por ayudarme -le dije tras pensármelo mucho.

-¿Y por qué? ¡Hoy me has salvado la vida! ¡No podía menos que ayudarte a terminar, capitana! 

Además, como subcapitán, estoy bajo tu autoridad en todo momento y es mi labor cubrirte.

Vaya, qué servicial se había vuelto de repente. Además, no recordaba haberlo salvado...

Un momento, ¡claro! ¡Si ese era el motivo por el que estábamos allí! ¡Había impedido que Delmet se cayera desde una de las ramas altas del árbol gigante! Debía de estar muy agradecido para ayudarme de esa forma. Quién sabe, puede que no le hubiera costado tanto echarme una mano a pesar de la dificultad de tener que cargar conmigo.

Supongo que ayudar a la gente era parte de su labor como "héroe". Y, ahora que lo pensaba, en el árbol se había tomado el detalle de preocuparse por Mirta.

Vale, por lo menos tenía su parte buena. Para mí seguiría siendo un incordio pero, sintiendo que tenía una especie de deuda con él, creí conocerle un poco mejor.

Por fin podía pensar con claridad. Estaría agotada, pero al menos ya había recuperado la sensibilidad en mis músculos.

Por cierto, es obvio que cuando había pensado en abandonar estaba como delirando; yo por nada del mundo abandonaría Golden Podium.


Nos sorprendió bastante encontrarnos a casi todo el equipo esperando en el pasillo. Teck y Etsu habían desaparecido, pero no me preocupé. ¡Ni que fuesen a aparecer subidos en un árbol!

Intenté que Mia no me abrazara estando tan mojada, pero no lo conseguí. Mirta, por otro lado, traía consigo una toalla para cada uno. Bobby, a pesar de la que se había armado, parecía contento; nos dio las gracias por "distraer a Tank", el típico ejemplo de profesor que tiene manía a sus alumnos, pues él era uno de los candidatos a la mayoría de sus castigos.

Tras un rato, justo antes de que los chicos volvieran a sus habitaciones, Jetwick se atrevió a preguntarme con un pulgar hacia arriba si estaba bien a pesar de su timidez. Le devolví el gesto; él sonrió un poco.

Imala estuvo cantando de camino a nuestras habitaciones algo en su lengua natal, que a saber cuál era. Nos separamos de ella y de Mia al llegar a la puerta de la nuestra.

Mirta me prestó su secador para el pelo y la ropa. Mientras lo usaba, le conté todo lo que me había pasado con Delmet durante la carrera. Ella no pareció sorprenderse.

-¡Sabía que os llevaríais bien! Tiene sus defectos, pero es encantador. Siempre puedo confiar en él.

-¿Como es que sois amigos siendo tan diferentes, Mirta? -le pregunté al fin.

-Ni yo lo sé... las diferencias nos hacen fuertes, supongo. Recuerdo el momento en el que nos conocimos, en aquel crucero que nos llevó a Golden Podium... ¡Un crucero para nosotros solos! Yo estaba tocando el piano, y entonces él se acercó, me di cuenta de que estaba detrás...

Ya mí me habían llevado en un coche negro y en una moto que había superado el límite de velocidad (si es que no me había perdido nada más mientras dormía). Obvio que un crucero para ti solo no tenía rival.

-Debió de ser genial, sobre todo por lo del crucero... ¡Tuvo que ser impresionante!

-Todo fue muy emocionante. Y luego él me contó su historia, yo la mía... ¡Algún día te las tengo que contar! Son demasiado largas... ¡Pero la suya es genial! Aunque asusta un poco...

Mirta me estuvo dando algunos detalles más sobre Delmet. Por lo que me contó, deducí que su amigo mostraba desde el principio una actitud protectora hacia ella, la que le reía todas sus gracias y lo ayudaba como podía. Era una forma muy bonita de ser amigos. Mucho mejor que mi relación con él, seguro.

Salí de la habitación para buscar a Teck y a Etsu. No sabía si iba a poder encontrarlos, pero por lo menos lo intenté. Si me cruzaba con alguien más, a lo mejor podía detenerme a charlar con él.

Y, por desgracia, me encontré con el rey de Roma. O, mejor dicho, con el capitán América.

Ya estaba un poco harta de encontrarme con él tantas veces. Le debía una, sí, pero en aquel momento...

Creo que su primera intención era saludarme, pero se me quedó mirando. Me detuve y le sostuve la mirada mientras se me acercaba y seguía analizándome de arriba a abajo.

-Anda, pero si yo te he visto antes. ¡Ya decía yo que me sonabas de algo!

Otro igual. Ya me había pasado lo mismo en la reunión nocturna. ¿Qué tendría mi cara de especial?

Ya iba a darme la vuelta cuando me agarró del brazo y salió corriendo arrastrándome por los pasillos. 
¿Se le habría ocurrido algo? No lo sabía, ¡pero qué bruto era!

Subimos varios tramos de escaleras hasta llegar arriba del todo. Estaba agotada de tanto correr.

-A ver... -dijo él- ¿también voy a tener que explicarte lo que es la Sala Cima?

No me faltó más. Sin esperar a Delmet, entré en la sala. 

Tal como me habían contado, era impresionante. Todala sala estaba inundada de colorido: banderas, trofeos, medallas...Y, lo más importante, las fotos y los retratos. Cada reliquia, de valor incalculable, tenía grabado el nombre del atleta al que había pertenecido. Todos aquellos deportistas famosos... habían pertenecido a Golden Podium.

Estaba atónita contemplando todas las fotos. Curiosamente, encontré la de las nadadoras que tanto le gustaban a Teck. Aparte, cada foto estaba tomada desde el mejor ángulo, con el máximo colorido y reflejando lo mejor de cada atleta. Cómo adoraba esa sala.

-¡Pero si eres igual! No me extraña que me sonara tanto tu cara. ¡Vas a ser famosa y todo!

Delmet estaba contemplando un cuadro bastante grande que había en la pared del fondo. Me acerqué; en cuanto vi la imagen del cuadro, mi corazón empezó a latir muy deprisa.

Allí, enmarcado en aquel lienzo, podía verse el primer plano de un hombre desde la mitad del tronco para arriba, de pelo corto despeinado y de color castaño claro. Tenía la cara redondeada y sonreía con algo de picardía, pero con una sonrisa amplia y cercana. Sus ojos oscuros y brillantes contrastaban con su pelo. Y lo más importante: llevaba puesta una sudadera azul con la cremallera dorada.

Estaba como paralizada. Nunca había visto a ese hombre antes, pero era capaz de reconocerlo.

Para confirmar mis dudas, leí varias veces el grabado que había justo en el marco dorado:
"Aéreo Jumps: siempre dándolo todo por el equipo".


Impresionante, ¿verdad? Hay que decir que, en parte, se veía venir que el del cuadro era él.
Puede que las cosas sean algo diferentes a partir de ahora...

(Posdata: a ver si os gusta este pequeño "experimento": http://juniet.deviantart.com/art/Rainy-punishment-512192798)

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