El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

6 dic 2013

41. ¡Que empiece el Duelo!

¡Justo a tiempo! No ha acabado el día, así que se podría decir que vamos justas en vez de atrasadas.
El título del capítulo lo dice todo, ¿no? ¿Hace falta explicar algo? ¡No creo!

Capítulo 41
Tras pasar por el comedor (en el que ni me crucé con Delmet) fui al estadio y tuve que esperar hasta su hora de apertura para entrar y preparar allí el Duelo. Sí, sé que al principio no me lo había tomado muy en serio, pero cuando me di cuenta de que si perdía podía abandonar mi puesto, traté de hacerme a la idea de que tenía que luchar.
Decidí acercarme a una zona apartada del bosque donde hacíamos Exterior para calentar y pensar en qué podía retar a Delmet. Saltos y piruetas, ¿pero de qué forma? Aunque no era una máquina de saltar, había aguantado bastante siguiendo mi ritmo en la comba. Si quería ganarle, tendría que ponérselo mucho más difícil.
Me dirigí sola hacia el estadio -sin cruzarme con nadie conocido por el camino-, atravesé la puerta (no literalmente, claro) y me dirigí hacia el punto de encuentro. No tenía pérdida: había un grupo de gente por allí. Estaba todo mi equipo y algunos curiosos más. Me acerqué y saludé. Me abrieron paso.
Todos se agrupaban cerca de una pared altísima con una serie de piedras diferentes. Supongo que sería para hacer escalada.
Me abrí paso para llegar hasta mi equipo.
-¡Llegas tarde, Jumps! -rió Delmet al verme llegar.
-¿Tarde? ¡Si todavía quedan cinco minutos para la hora!
-Ya, bueno... ¡Es que tenía ganas de decir eso! -se encogió de hombros-. Bueno, ¿empezamos?
Me preguntó si quería empezar decidiendo la primera prueba, “por ser la nueva”, pero pasé.
-¡Bueno, no importa! ¡Lo tengo todo preparado desde hace un rato! Y, para no ponértelo demasiado difícil, he decidido que podríamos empezar por... ¡un poco de escalada! -dijo, señalando la altísima pared.
Mirta le pasó a Delmet dos arneses, uno para mí. También me dieron un casco, cosa que a mi rival no le hizo falta al ya tener uno.
Una vez que estuvimos preparados y con las cuerdas ya atadas, Delmet comenzó su explicación:
-Imala hará de vigía. Gana el primero que toque la cima, sin hacer méritos para conseguir puntos pétreos. Si ganas, medio punto para ti. Si hay empate, habrá un día más de competición. ¿Entendido?
-Sí, ya lo he pillado.
-¿Seguro? ¿No hace falta que te lo explique dos veces? Vaya a ser que luego...
-¡No, no hace falta! ¡Ya me he enterado!
Imala, desde la cima, comenzó a tocar unos bongos que tenía con ella para entretenerse. ¿Cómo los habrían subido hasta ahí?
Lo siguiente antes de empezar era elegir a la persona que debía ir tirando de la cuerda que teníamos atada a la cintura. Delmet no lo dudó dos veces: eligió a Mirta.
-¡Buena suerte! -me susurró ella al pasar por mi lado.
Yo tampoco dudé mucho al elegir.
-Jetwick- dije, bastante segura de lo que decía.
Pareció sorprendido al verse elegido. Se sonrojó un poco. Solía pasarle conmigo, creo que por habernos conocido recientemente. Pese a ello, me parecía de confianza y el más adecuado para ayudarme (a pesar de su aspecto, que decía lo contrario). Además, aunque Mia era una de mis opciones, no la veía a muy a la altura para la situación.
Ambos ayudantes se prepararon. Delmet y yo dimos unos pasos hacia la pared.
-Que sepas que en cuanto llegue arriba voy a clavar la bandera americana en lo alto del todo.
-Que sepas que no te lo voy a poner fácil, Legend.
-Eso espero. No quiero aburrirme. Suerte, Jumps.
Y fue entonces cuando Imala lanzó desde la cima de la pared un grito de guerra acompañado de los bongos. ¡Debía ser la señal de salida!
Me lancé sobre la pared y comencé a escalar. Delmet me superaba por muy poco. ¡No podía dejarlo ganar!
Mi truco estaba en darme grandes impulsos mientras me agarraba con una sola mano. A veces me balanceaba sobre mi punto de apoyo para llegar hasta niveles más altos.
Conseguí adelantar a Delmet por los pelos. Él se paró y rió con fuerza.
-Ahora vas a ver mi verdadera habilidad: ¡los deportes de riesgo!
De un solo impulso, llegó casi al sitio donde yo estaba. Traté de acelerar, pero no conseguía pasarlo. Subíamos casi al mismo ritmo, moviendo las manos y los pies con gran agilidad.
La estrategia de Delmet era totalmente distinta a la mía. Le daba igual resbalarse, darse golpes o rozarse con la pared. No paraba ni un segundo, como si no sintiera el cansancio.
Yo si lo sentía, pero ni hablar de dejarme ganar. Intenté ir acelerando, olvidarme de lo que sentía y subir. 
Jetwick, como era de esperar, lo estaba haciendo muy bien. Sabía adaptarse a mí y me impulsaba justo cuando yo quería. Aunque no nos veíamos las caras, sentía como si Jetwick estuviese a mi lado en todo momento. Supongo que a Delmet le pasaría algo parecido con Mirta, aunque todavía no comprendía muy bien el tipo de amistad entre esos dos. Eran tan diferentes...
Vi que Delmet ni pensaba hacia dónde quería moverse. Iba siempre por el lado bueno de forma intuitiva. Yo, por otro lado, me estaba quedando atascada, entre otras cosas porque no llegaba a las piedras. Si fuera más alta...
Podía escuchar los gritos de la multitud desde abajo. Opté por no mirar y centrarme: algo que se suele decir mucho en las películas en este tipo de situaciones es: “¡no mires hacia abajo!”.
¿Cómo podría avanzar a más velocidad?
Estaba harta. Pensar no me estaba ayudando y Delmet me llevaba la delantera. ¿Qué hice? Algo que debía de haber hecho desde el principio: dejar de pensar.
Así fue. Solté las manos y bajé los brazos sin inclinarme ni un poco. Giré un poco los pies. Tenía la mente en blanco.
Jetwick había dejado de tensar la cuerda. Era justo lo que me hacía falta.
Me había quedado de pie en perfecto equilibrio sobre una de las piedras.
Con toda la fuerza que tenía, me impulsé hacia el siguiente soporte hasta alcanzarlo con una mano. Doblé la rodilla y salté hacia donde me estaba sujetando. Salto por salto, fui llegando a la altura de Delmet.
¡Lo había pasado! Y nos quedaba muy poco para llegar.
Coloqué una mano en cada piedra y me impulsé hacia una más alta. Llena de orgullo, volví a quedarme en pie sobre un soporte. Cada vez la gente de abajo gritaba más fuerte. ¡Estaba deseando ganar!
Me concentré en los movimientos que me quedaban. La siguiente piedra estaba demasiado alta para alguien como yo, pero no lo suficiente. Tomé impulso con las piernas y salté.
¡Por poco! Estaba colgada de aquel último soporte, a punto de llegar. Imala había dejado a un lado los bongos y se asomaba al borde de la pared.
Y, en mi mejor momento, llegó Delmet. ¡Era demasiado rápido! Se movía de forma más torpe y jadeaba, pero no paraba. Saltó con todas sus fuerzas para llegar a mi lado.
¡No, justo ahora no! Salté, pero no llegué hasta donde quería. Mis dedos rozaron el muro; Jetwick tiró con fuerza de la cuerda para frenarme.
Me impulsé un poco más. Delmet y yo estábamos iguales. Un movimiento más y habríamos llegado.
Miré a Delmet antes de saltar. Curiosamente, él hizo lo mismo. Nos intercambiamos las miradas. Se respiraba rivalidad en el aire.
Y, a la vez, Delmet y yo saltamos hacia la meta.
No puedo decir mucho de este instante. Todo pasó a cámara lenta.
Volví a la realidad cuando mi mano alcanzó el borde de la pared. ¡Por fin! ¡Había llegado! Y Delmet... también.
Imala nos ayudó a subir. Se dirigió hacia los bongos y se dispuso a anunciar el resultado.
Delmet y yo nos asomamos al borde de la pared. ¡Que pequeños parecían todos los demás desde allí!
Él se dirigió hacia mí y me tendió la mano.
-Sin que importe el resultado... no mentías con eso de ponérmelo difícil. Bien hecho.
-Gracias. Supongo que tú tampoco has estado mal. En fin, si tú has decidido la prueba...
Le di la mano. Ahora me sentía incómoda al recibir cumplidos suyos.
Al vernos así, la multitud a nuestros pies gritó de alegría, clamando nuestros nombres. Competitividad; eso era lo que mostrábamos al público a pesar de ser rivales, supongo.
Imala gritó con su potente voz para reclamar la atención de todos. ¿Habríamos empatado?
-¡Miembros de este centro!¡Hay un ganador!
Los de abajo se agolparon cerca de la pared. ¿Ganador? ¿Quién había ganado de los dos?
-El ganador de este duelo es...
Silencio absoluto. Sólo se nos escuchaba a Delmet y a mí respirando.
-¡Delmet Legend, con una diferencia de décimas de segundo!
No podía creerlo. ¡Había perdido por muy poco!
Delmet, por otro lado, no podía estar más contento.
-¡He ganado! ¡Ha estado cerca, pero he ganado! ¡Esto va por la ciudad de Washington!
No sabía por qué, pero ya no me molestaba tanto la derrota como antes. Puede que tener a Delmet como capitán fuese interesante, aunque fuese agotador. Me daba pena bajar un puesto, pero, en fin...
Delmet me sonrió con picardía. Creo que seguíamos siendo rivales.
-Es tu turno. Si tanto quieres quedarte como capitana, mejor elige bien. ¡Si ganas, mañana podremos enfrentarnos de nuevo!
¡Era cierto! ¡Todavía tenía una oportunidad! Pero... ¿merecería la pena alargar la competición?
Recordé ese extraño sentimiento que tuve al ser elegida capitana. Pensé en mi equipo y en breves momentos agradables, instantes que me habían hecho pensar que era capaz de dirigir un equipo.
¿Merecía la pena? Sí, claro que merecía la pena.

Siento decir esto, pero si tengo que hacer que la competición se alargue un día más, así se hará.
¡Y esta vez voy a ganar no por décimas de segundo, sino tres pasos por delante!

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