El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

26 feb 2014

53. Nueve en uno


Esta vez vamos tempranito... Tenemos un plan entre manos que nos va a tener ocupados unos días. ¡Es un secreto de equipo! ¡No puedo decir nada!

Capítulo 53
Mi libro de idiomas cayó de mi mesa. Eso pasaba por intentar pasar las páginas demasiado rápido.
Menos mal que Tania había conseguido captar nuestra atención, porque mi equipo había estado distraído durante todo el día. Normal, era viernes. Aparte de eso, ese día nos habían juntado con un equipo al que los miembros del mío parecían conocer. Teck, por ejemplo, se había pasado casi todo el día charlando con un chico de melena rubia y despeinada entre clase y clase. Aunque no suelo fijarme en eso, reconozco que parecía simpático, y era bastante guapo... ¿Pero qué estoy diciendo?
Bobby, por el contrario, había estado evitando a otro chico que se le acercaba de vez en cuando para saludarlo. Parecía agradable, así que no entendí por qué huía Bobby de él. Era como si le tuviera miedo.
Todo estaba muy tranquilo para ser una clase de Idiomas; Tania le había hecho un gesto a Delmet al empezar la clase que lo había hecho quedarse quieto toda la hora. Menudo control.
Y por fin sonó el timbre. En cuanto Tania desapareció por la puerta, Delmet se levantó de un salto y lanzó un grito de victoria. Vaya, otra vez igual...
Mia corrió al final del aula y agarró fuertemente a Jetwick del brazo para llevarlo hasta donde yo estaba. Él trató de liberarse, pero Mia no lo soltó hasta encontrarse conmigo. Él me saludó tímidamente y bajó la cabeza.
-¡Tengo un súper-plan para esta tarde! ¡Tenéis que venir a mi habitación para jugar juntos!
Miré a Jetwick, que ladeó la cabeza como diciendo: “¡a mí no me mires!”
No sabía muy bien si quería jugar a las muñecas con Mia, pero no podía negarme; me estaba mirando demasiado. Esos enormes ojos grises... No podía decirle que no.
-Bueno, pues iremos -dije, y Jetwick puso los ojos en blanco sin que Mia se diera cuenta. Supongo que estaría pensando: “vaya plan. A saber lo que nos espera”.
En ese momento, Bobby se acercó corriendo como nunca lo había hecho antes y se escondió detrás de mí.
-¡Dile que no estoy! ¡Si se acerca, dile que no estoy!
Demasiado tarde; ahí venía el otro chico. ¿Cómo iba yo a ocultar a Bobby siendo tan... “pequeña”?
-¡Hola, chicos! Una pena que Bobby no esté por aquí, ¿verdad? -dijo irónicamente, mirando hacia los lados.
Parecía tener sentido del humor. Tenía el pelo marrón claro rizado y con los mechones de punta. Vestía ropa cómoda, con una camiseta de manga corta y unos pantalones largos que casi le cubrían los pies. Al igual que Delmet, tenía aspecto de niño y una voz no muy grave. No lo veía capaz de dar miedo a alguien sólo con un saludo.
-Sí, una pena -le respondí sonriendo. Bobby ya había huido a otro punto del aula.
-Me tiene miedo -sonrió el chico abiertamente.
-¿Y eso? -pregunté yo. Mia acercó la cabeza para escuchar.
-Guardo un oscuro secreto -dijo él maliciosamente-. No es para tanto, pero ya sabéis cómo es Bobby...
No pude menos que reírme. Ahora sí que no entendía por qué a Bobby le aterraba.
-Soy Eria Jumps, capitana del equipo F-06 -me presenté.
-Tornado, del H-45. Lo sé, menuda ocurrencia tuve al pensar en mi alias...
-Bueno, no suena nada mal. Tiene fuerza.
-¡Gracias! He oído algunas cosas sobre ti y sobre tus piruetas.
-Vaya, sí que se habla de mí... ¿Y cuál es tu habilidad, Tornado?
Él giró la cabeza para mirar a Jetwick directamente a los ojos. Ambos sonrieron.
-Correr -dijo.
La llegada de Tania hizo que todos volviéramos a nuestros sitios. ¿Tania? ¿Otra vez?
Delmet se sentó y se quedó rígido mirando a la pizarra. ¡Una hora más de tranquilidad para mí!
-Bueno, el momento que todos estábamos esperando -dijo, golpeando la mesa-: ¡Apoyo Moral!
Y, tal como dijo Tania el primer día, menuda estupidez: apoyo moral consistía en trabajar frases motivadoras y situaciones deportivas para salir adelante de la mejor forma posible. Tania intentaba captar nuestra atención haciendo las clases activas y participativas, pero cualquiera que tuviese un poco de sentido común podría aprobar la asignatura. Además, no había exámenes.
Aparte de por la poca dificultad (por no decir ninguna), Apoyo Moral se diferenciaba de Competitividad porque era una asignatura en la que se aprovechaba para resolver asuntos en equipo. Se suponía que el equipo H-45 debía estar en un aula diferente y dejarnos solos, pero su entrenador, Steve Falls, había pillado un fuerte resfriado y no podía dar clase en ese momento. Para no dejarlos solos en su aula, Tania decidió juntar ambas clases.
-Como la capitana de mi equipo lo está haciendo estupendamente, creo que no hará falta añadir ninguna hora de refuerzo este fin de semana. ¡He oído que ayer todos salieron a entrenar! ¡Esa es la actitud!
Mi equipo se alegró de oír esto, pero yo sentí una punzada en el pecho al recordarlo todo. Juraba que era la última vez que intentaba algo parecido. Menos mal que todo había salido bien.
-Y no hace falta decir que yo he estado insuperable toda la semana... -susurró Delmet.
-Es importante que se comunique al entrenador todas las actividades extras del equipo. ¡Todo tendrá su recompensa en el futuro! Capitana, ¿En qué habéis estado trabajando estos días, por ejemplo?
-Pues... -empecé con cautela, pensando bien qué podía contar y qué no- es cierto que ayer salimos a entrenar. Quería anotar las habilidades y los defectos de mi equipo escribiéndolos en una tabla.
-¡Eso está muy bien! ¡Hay que conocer tanto las habilidades como los defectos! -dijo Tania alzando la voz.
-Pero me equivoqué en algo... -dije-. Pues se puede guiar a un equipo, pero no se puede manejar.
-¡Una lección genial! Nota: ¡Un equipo no es un set de marionetas que se pueda manipular! ¡Cada miembro tiene sus propias ideas y su propio corazón! ¿Veis cómo siempre se aprende algo nuevo?
Y el timbre sonó por última vez. El primero en salir fue Bobby, que huyó a encerrarse en su habitación.
Me pareció que Tania me había llamado, así que me acerqué a su mesa mientras todos salían.
-Quería felicitarte. ¡Lo estás haciendo genial!
-Qué va -respondí cortante-. Ya me han castigado una vez y ayer conseguí poner a todo el mundo en mi contra. De momento no hago más que meter la pata.
-¿Y te vas a rendir?
-Yo no he dicho nada de rendirme -contesté desafiante.
-¡Pues a eso me refería! No sabes de qué va todo esto y, aún así, lo tomas. Y también tienes la capacidad de aprender rápidamente de tus errores. ¡Estás siendo una buenísima influencia para tu equipo!
Tania organizó sus libros y se dirigió hacia la puerta.
-Pero ten cuidado -dijo, torciendo su amplia sonrisa como si me ocultara algo-. Ahora conoces a los otros ocho. A partir de la semana que viene, vas a tener que enfrentarte a los otros equipos que nos han asociado... y ahí es cuando me vais a demostrar lo verdaderamente unidos que estáis.
Ahí es cuando me vais a demostrar lo verdaderamente unidos que estáis”.
Esta frase no paraba de repetirse en mi cabeza. Era verdad lo que decía: tendríamos que entrar al mundo de la competición tarde o temprano. Todavía recordaba los ojos claros de Tornado fijos en los de Jetwick mientras él me decía su habilidad: correr, la misma habilidad que la de mi amigo.
Mia abrió la puerta de su habitación de golpe. De pronto, se me olvidó en lo que estaba pensando.
-¡Te estaba esperando! -dijo con alegría-. ¡Vamos, ya estamos todos!
Jetwick estaba sentado en la litera de abajo, mirando al suelo. Sonrió al verme y se ruborizó. Vaya, me daba la sensación de que se ruborizaba en cuanto me veía, ya que no era tan tímido después de estar un rato conmigo.
Imala estaba en la litera de arriba, en una postura de meditación.
-¿No la molestaremos si estamos aquí? -pregunté a Mia.
-¡Qué va! ¡No hay quien la despierte cuando empieza! Una vez lo intenté, pero no funcionó.
Estaba convencida de que Imala era la compañera ideal para Mia; nadie más que ella tenía la suficiente paciencia como para compartir con ella la habitación. ¿Podría Mirta con ella? Ni idea.
-Hablando de compañero... ¡Jet tiene compañero nuevo! ¡Qué suerte!
Querría decir qué mala suerte: eso nos dejaba sin habitación para nosotros solos. Qué poco la habíamos aprovechado. ¿No podían darnos un poco más de tiempo? Bueno... tampoco era cuestión de odiar al nuevo sin aún conocerlo.
-Y, ¿quién es? -pregunté con curiosidad. Ante ésto, Jetwick se encogió de hombros.
-Todavía no lo han cambiado de habitación, así que por eso no lo sabe.
-¿Ni siquiera sabes de qué equipo es? -pregunté esta vez. Él negó con la cabeza.
-Tania le dijo antes del descanso que vendría dentro de poco, pero no sabemos nada más.
Jetwick miró sorprendido a Mia, como si le hubiera pillado por sorpresa lo que acababa de decir.
-Ah... -sonrió Mia-. ¡Yo sé todo lo que pasa en Golden Podium! Además, estaba justo detrás de Tania cuando te dijo eso.
Jetwick pareció un poco más aliviado al saber cómo se había enterado Mia de todo.
-Bueno... ¿a qué queréis jugar? -preguntó-. ¡Podemos jugar a las muñecas!
Jetwick suspiró. Podría haber suspirado igualmente, pero me dio la risa.

¿Significará todo esto que queda poco para competir de verdad?
Os dejo de momento; tenemos un plan que cumplir...

21 feb 2014

52. Una noche "de perros"

No es que sea el capítulo más poético del mundo... Trata sobre otra alocada noche en las habitaciones, aunque no tan parecida a las anteriores...

Capítulo 52
Para Mirta era una exageración; para mí, una necesidad. Se quedó mirándome mientras yo intentaba pasar la cuerda por debajo de la litera.
-En serio, no será para tanto...
-Hoy he terminado una carrera mientras dormía. Imagínate de lo que sería capaz de hacer si no me encargo de esto.
-¿Prefieres dormir en la litera de abajo?
-No, gracias, no voy a hacerte cambiar de litera ahora.
-En serio, para mí no es molestia. ¿Podría preguntarte dónde has conseguido la cuerda?
-Claro que puedes. Y si lo preguntas, te responderé que me la ha prestado Mia.
Mientras terminaba mi maniobra, oímos un tímido ladrido bajo la cama de Mirta.
-¡Anda, mira quién ha vuelto! ¿Dónde te habías ido esta vez? -pregunté con ironía.
-Menos mal. Llevaba mucho tiempo desaparecido. Por un momento había pensado...
-No te preocupes, él es así. Siempre desaparece, pero siempre vuelve. Y nadie puede atraparlo.
Mirta se acercó a Bleaky, lo atrajo fuera de su escondite y lo acarició mientras yo acababa mi trabajo.
-¡Pero qué listo es! ¿Le has enseñado trucos?
-Lo intenté una vez, pero obedece a las órdenes cuando quiere...
Levanté la cabeza y vi a lo que se refería Mirta: había conseguido que mi perro diese una vuelta en horizontal sobre el suelo. A los pocos segundos, Bleaky extendió una de sus patas hacia Mirta.
-Vaya, sí que eres buena -le dije impresionada.
Un rato después ya estábamos acostadas, yo atada a la litera. No sabía si la cuerda aguantaría ahí toda la noche, pero podría evitar que me levantara a la primera.
Bleaky se había acurrucado en la cama de Mirta. Qué rápido se había encariñado con ella. Además, con la buena maña que tenía Mirta con los animales, era de esperar. Hasta los bichos la adoraban.
En fin, la noche iba a ser tranquila. Cerré los ojos y me fui quedando dormida.
Empecé a soñar, aunque no sé muy bien el qué. Supongo que con el traidor, con mi abuelo, con mi pasado... con todo lo que me solía atormentar durante la noche.
De pronto, empecé a oír unos ruidos. Entreabrí un poco los ojos. ¿Estaba soñando?
-Eria, ¿qué es eso? Creo que viene del cuarto de baño... -preguntó Mirta, asustada.
Era posible que estuviera despierta, así que traté de comportarme con naturalidad.
-¿Sigue Bleaks contigo? -pregunté. No podía sonar más natural con esa voz de dormida. Soy encantadora cuando quiero.
-No... Se ha vuelto a ir. Qué raro, estaba justo aquí...
-Pues puede que sea él. Se revoluciona por las noches.
-¿Y eso es malo? -siguió preguntando.
-Creemos que no. Hace ruidos y corretea por toda la casa, nada más. Tranquila, sigue durmiendo.
Oí el roce de las sábanas de Mirta. Justo después, silencio. Debía de estar muy cansada después de lo de hoy. Menos mal que no llegó a enterarse de que esa noche se había dormido de golpe y sin darme las buenas noches: habría estado disculpándose durante toda la mañana siguiente. Y luego no le importaba que yo...
Seguían oyéndose ruidos. No, no iba a abrir los ojos. Como lo hiciera, Bleaky empezaría a ladrar para sacarme de la cama, y no podía ponerme a jugar con él tan tarde. Además, ya estaba atada.
Los ruidos empezaron a escucharse cada vez más cerca. Bleaks debía de haberse salido del cuarto de baño.
Traté de no darle importancia y seguir durmiendo, pero me intrigaba lo que mi perro se traía entre manos (o entre patas). Si lo hubiera oído correteando como un perro normal por la habitación, habría pasado de él. Sin embargo, ¿Qué eran aquellos zumbidos? Parecían los que hacía una moto en una autopista.
Deje un ojo abierto y el otro cerrado para ver lo que estaba pasando, pero me costaba localizar al perro entre tanta oscuridad. Lo malo es que el ruido había dejado de escucharse.
Cuando iba a cerrar de nuevo el ojo, volví a oírlo. Traté de fijarme en el suelo: había una mancha negra moviéndose de lado a lado de la habitación. ¿Bleaky? Qué curioso, la oscuridad de la habitación hacía que sus movimientos pareciesen más rápidos... ¿O no?
No, no era eso; conforme mis ojos se fueron acostumbrando a la poca luz, me di cuenta de que esa era la verdadera velocidad a la que se movía Bleaky. ¡Era imposible que fuese tan rápido! Aparecía en la esquina contraria a la que estaba en décimas de segundo, puede que en centésimas. No, no podía ser. Me estaba quedando dormida, sí. Estaba empezando a soñar cosas raras...
¿De verdad estaba dormida? Era la única explicación posible para lo que estaba pasando. Digo esto porque todo no acabó ahí: la parte más alucinante vino después.
En medio de sus carreras, Bleaky se paró. Debía de haberse cansado de correr. Esperaba que se durmiera ya.
Abrí el otro ojo con cautela, aunque me costó bastante por el sueño. Ahí estaba el perro, mirando fijamente la pared de la habitación. Se levantó y retrocedió, como si fuera a atacar.
Puede que me riera un rato.
Pero sucedió el milagro: a toda velocidad, Bleaky se precipitó contra la pared y desapareció. ¡Ya no estaba! ¿Se habría fundido con la pared? ¿La habría atravesado?
-¡Mirta! ¿Has visto eso?
Pero Mirta ya había llegado a la fase del sueño profundo. No iba a poder despertarla.

Por fin, cerré los ojos con delicadeza y sonreí. Reconozco que ese sueño había sido de lo más realista..

Junie sigue dibujando. ¡No para ni un segundo!
Aquí está su último trabajito, por si alguien lo quiere ver:
Best Friends! by JunieT on deviantART

14 feb 2014

51. Nuestro secreto

Esta entrada debería haberse subido el viernes. Maldito ordenador...
Nunca más nos fiaremos de las entradas programadas.
Bueno, a lo nuestro: seguimos en el bosque...

Capítulo 51
Delmet no tardó en convertir aquello en una competición, pero nadie consiguió adelantar a Jetwick. Nos reunimos con la otra mitad del equipo corriendo como en un campo de margaritas; es decir, dando estúpidos brincos. Imala y Etsu sonrieron con tranquilidad al ver que no había pasado nada malo, uno de pie y la otra meditando sobre el suelo. Bobby, en cambio, estaba hecho un saco de nervios.
El que peor estaba era Teck, que no levantaba la vista del suelo.
Delmet y yo nos acercamos a Bobby como si quisiéramos examinarlo.
-¿Ca-capitana? ¿He hecho algo malo? -preguntó acobardado-. ¿Vas a castigarme?
-¿Has hecho algo ¡Qué va! ¿Gano algo castigándote? Tampoco. Lo único que quiero es acabar esto, y seguro que tú también, para echarte una siesta cuanto antes. A todo esto, siento habértela estropeado -le sonreí con simpatía.
-Bu-bueno, no importa... No quería que te enfadaras, capitana...
-No, culpa mía. ¿Qué tal si, por el bien común, aceleramos el ritmo e intentamos acabar ya?
-Me parece estupendo el bien común, capitana. Y esta vez voy a ir en serio -dijo, más relajado que antes.
Delmet se encargó de poner a todos en marcha mientras Teck y yo nos quedábamos aparte. Teníamos que arreglarlo todo.
Tenía miedo: impacta bastante ver tan serio a alguien que normalmente pasa de todo. En ese momento, Teck no mostraba la más mínima expresión.
-Oye... siento haber perdido los estribos así. Te juro que llego a darte y no me lo perdono...
Él seguía sin responder. Traté de hablarle asumiendo la culpa.
-¡Culpa mía! El horario ha estado fatal, pero no me va a volver a pasar. La próxima vez...
Y nada. Yo ya no sabía qué decir.
¿Por qué me lo pensaba tanto? Recordaba que, antes de llegar a la academia, solía elegir la vía más rápida a la hora de actuar. Supongo que, una vez que hube llegado, cambié y empecé a pensarme las cosas dos veces para no equivocarme. Ironía: no había sabido quedarme en un término medio; ahora pensaba demasiado. ¿Por qué no trataba de decir exactamente lo que estaba pensando? ¡Pero sin ofender!
Y allá que fui:
-Oye Teck, ¿recuerdas que prometí ser más directa? Pues mira, no sé lo que decir. Así que... ¿Qué hago para pedirte perdón? –pregunté, tras haber tomado aire. 
Él no dijo nada.
-¿Necesitas estar solo? Hace nada, yo estaba igual. En fin, me sentía culpable por fastidiarla. Lo malo es que no me han dejado en paz... -le sonreí-. Ahora me alegro de que hayan sido tan pesados conmigo. Veo que a ti no te está funcionando...
Giré un poco la cabeza y vi que Teck tenía una marca rojiza en una mejilla: la mano de Mirta.
-No tenía por qué ponerme así, no ha sido para tanto. Menudo mal rato. ¿Por qué no lo olvidamos y vuelves a ser el mismo futbolero pervertido amante de las máquinas y la música que eras antes? ¡Con la vidilla que le dabas al equipo! ¿Y si convenzo a Mirta de que todo ha sido un malentendido?
Me disgustó ver que no estaba consiguiendo nada. Creo que ni siquiera estaba atento a lo que decía.
-Bueno, por lo menos lo he intentado. Te dejo solo todo el rato que quieras; ven a buscarme cuando se te haya olvidado toda esta estupidez.
Lentamente, volví a reunirme con Delmet para ver cómo marchaba el equipo. ¡Nos quedaba menos!
-¿Qué tal, capitana? ¿Has conseguido que haga algo?
-Creo que necesita que le demos tiempo, así que mejor dejarlo. Un momento... ¿No somos nueve?
-Sí, pero Teck está allí y tú y yo estamos aquí. Y eso...
-Delmet, hay cinco personas en el circuito. Nos falta alguien. Espera... ¡Mia!
Efectivamente, Mia no estaba. Tratamos de buscarla entre los dos con la mirada, pero nada. Tuvimos que parar la prueba y ponernos todos a buscarla. Busqué entre los árboles, tras los arbustos, bajo las piedras...
¿Dónde estaba? ¡No la veía por ninguna parte!
Di un respingo al notar cómo alguien me tocaba la espalda. Era Jetwick.
-¡Menudo susto! Sí que eres sigiloso. ¿Has encontrado algo?
Él asintió ladeando un poco la cabeza, como si no estuviera seguro. Acto seguido, se adelantó unos pasos hacia una dirección. Yo lo seguí. Aunque Jetwick no iba corriendo a tope, seguía siendo demasiado rápido.
Empecé a oír a distancia los gritos de alegría de Mia. Guiados por su voz, saltamos el tronco de un árbol caído para poder continuar. ¿Era ese el mismo tronco sobre el que me había sentado hacía unos minutos?
La siguiente parte del bosque estaba llena de arbustos y ramas que nos dificultaban avanzar. Jetwick fue delante, despejando como pudo el camino. Traté de ayudarle, pero la mano que me había arañado me dolía al intentar cerrarla. Me hubiera gustado haber podido ser de más utilidad...
Levanté la cabeza y dejé de verlo. Genial, primero perdía a Mia y luego a Jetwick.
Di un paso hacia adelante, atravesando un muro natural de hojas y ramas y llevándome la mitad enganchadas en el pelo. Había un pequeño agujero por el que podía colarme; de no ser por las voces que se oían al otro lado, nunca habría adivinado que había algo al otro lado de toda aquella barrera natural.
Pues allí estaba Mia, que brincaba en círculos mientras Jetwick la observaba. Mi amigo giró la cabeza y sonrió al verme, con las mejillas algo encendidas.
-¡Has venido! -exclamó Mia-. ¡Venga, vamos a jugar un rato!
-Lo siento, Mia, pero hasta que no acabemos...
-¡Pero tenemos que jugar aquí! ¡Mira!
No me había parado a mirar dónde estábamos. Alcé la cabeza y, maravillada, observé que los árboles que nos rodeaban estaban plantados formando un círculo perfecto a nuestro alrededor. Sus ramas se cruzaban sobre nuestras cabezas filtrando la luz del sol, que se repartía por todo el espacio dando un toque luminoso al sitio. Se oía un leve ruido, como de agua corriendo. ¿Habría un río cerca? Era imposible saberlo, ya que no se veía nada al otro lado de los troncos.
Mia se acercó a los que estaban más lejos, donde crecían flores muy raras y de muchos colores, y se agachó a contemplarlas sin tocar ninguna. Me acerqué a ella e hice lo mismo: contemplar las flores de cerca. Jetwick se quedó de pie a nuestro lado, esperando el próximo movimiento de Mia.
-Es bonito, ¿verdad? -preguntó ella-. Aquí venía a jugar cuando era pequeña. Este sitio sólo lo conocemos Brillitos y yo. Ahora será nuestro secreto.
-Sí que es bonito. Una cosa, ¿quién es Brillitos?
-¡Brillitos el unicornio! ¡Fue uno de mis mejores amigos!
-Ah, sí, ya lo entiendo. ¿Y nadie más conoce este sitio?
-Nadie más. Sólo él y vosotros dos.
Jetwick levantó la cabeza y la giró a un lado. En ese momento, oí cómo alguien gritaba nuestros nombres. Debían de estar buscándonos.
-¡Eh, estamos aquí! -gritó Mia poniéndose en pie-. ¡Aquí, aquí!
-¿No te importa que nos encuentren y vean tu lugar secreto? -le pregunté.
-Me da igual -dijo-. Somos un equipo. Será el secreto del equipo F-06. ¡Así podremos jugar todos juntos!
Mia era sorprendente. Hablaba como una niña de seis años, pero una niña muy inteligente.
Los tres alzamos la voz para que pudieran encontrarnos. Bueno... Jetwick, más bien, se tapó un poco la boca con las manos e imitó algunas alarmas y sonidos. Era increíble lo alto que podía gritar cuando quería.
Poco a poco, fue llegando todo el equipo. Delmet, Imala, Mirta, Bobby, Etsu... y Teck, que apareció más tarde. A todos parecía encantarles el sitio.
-Tengo una idea -dijo Delmet-. ¿Por qué no nos reunimos aquí de ahora en adelante?
-¡Sí! -exclamó Mia-. ¡Podemos venir por el atajo! ¡Será mucho más fácil!
-Me parece bien -dije-. Además, necesitamos un lugar que sólo conozcamos nosotros. Este sitio es nuestro secreto: nadie más debe saber que existe, ¿entendido? -pregunté, y todos asintieron.
-Sí, vale... ¡pero yo quiero volver ya, y como no acabemos la prueba antes de la noche...! -exclamó Bobby.
-No hay prisa; doy por acabada la prueba, y mañana el día será libre -dije.
Todos me miraron, primero extrañados y luego sorprendidos. Bobby parecía querer ponerse a celebrarlo.
-Pero... ¿no querías acabarla? Pensaba que era importante... -Preguntó Mirta con cautela.
-Eso pensaba al principio, pero he cambiado de idea -respondí-. ¿Sabéis lo que digo ahora?
Me saqué el papel donde había apuntado todo de un bolsillo y lo rajé por la mitad. Menudas caras pusieron todos.
-Se acabaron las tablas, los análisis y los gráficos. ¿Soy vuestra capitana, no? De ahora en adelante, tomaré notas mentales. Prefiero conoceros de verdad a leer lo que hay apuntado en un papel.
-Y entonces... ¿qué pasa con lo de esta tarde? Hemos venido aquí... ¿para nada? -preguntó Bobby.
-¡Qué va! Nos hacía mucha falta venir. No creo que ningún profesor hubiera podido enseñarnos lo que acabamos de aprender; hay que vivir este tipo de cosas para entenderlas. Además, podemos salir adelante con lo que he memorizado.
-Bueno, por lo menos has memorizado el papel. ¿Y cuál es la lección que hemos aprendido?
-Aprender de nuestros errores, seguir adelante, mantenernos unidos y pedir perdón. Todo en uno. Así de fácil.
Bobby me miró con cara de no haber entendido nada, pero sonrió de todas formas.
Ahora todos estábamos contentos, a pesar de no tener apuntes sobre la prueba. Bueno, casi todos.
-¿Cómo lo ves? -le pregunté a Teck, que se había acercado unos pasos-. ¿Te parece bien el sitio?
-¿Desde cuando eres tú tan poética? -me preguntó, riendo por lo bajo-. No conocía tu lado sensible.
-Podría hacerte vomitar si me lo propusiera -le contesté con una sonrisa irónica.
Le tendí la mano que me había arañado, pero con la palma hacia arriba.
-¿Paz? -le pregunté. Tras quedarse quieto unos segundos, sonrió y estrechó mi mano.
-Paz, de momento. No te dolerá lo de la mano, ¿verdad?
La apretó con fuerza hasta hacerme daño. En vez de quejarme, quise reírme. Grité, rogué, le pisé un pie... pero no me soltaba.
Apreté la mano contra él, mientras suplicaba, y al final, acabamos echando un pulso. Una vez más, Teck empezó con el sarcasmo, y yo le respondí entre gemidos; por fin volvía a ser él mismo.
No me di cuenta de que Mirta, mientras contemplaba la guerra en la que estábamos metidos, sonreía.


Qué bonito. Al final, todos en paz. ¡Viva el día de la amistad!

6 feb 2014

50. De la mano

Es posible que estemos ocupadas en este momento... ¡por eso el capítulo se ha subido antes de tiempo!
En el anterior, las cosas se complicaron un poco... ¿Recordáis que huí del resto del equipo?
Esto fue lo que pasó:

Capítulo 50
Había encontrado un árbol caído sobre el que sentarme hasta calmarme del todo. Allí estaba, acariciándome y soplándome la mano que me había arañado, pero no duré sola ni cinco minutos ahí. Jetwick, que arrastraba a Mia de su mano, no tardó en encontrarme.
Cada uno se sentó a uno de mis dos lados. Mia trató de abrazarme, pero yo me aparté.
-Dejadme en paz. En serio, es lo mejor que podéis hacer.
Ni caso. Mia dejó de intentar abrazarme, pero ni ella ni Jetwick se movieron de mi lado. No levanté la mirada del suelo y traté de evitar hacer gestos con la cara; me estaba conteniendo, y eso no me ayudaba mucho a calmarme. Quería dejarme llevar, pero no podía hacerlo delante de nadie...
Jetwick me agarró la mano herida y me la apretó con fuerza, pero sin hacerme daño. ¿Había sido Jetwick alguna vez así de lanzado conmigo? Sabía que no, pero siempre sabía lo que hacer en el mejor momento.
Mia, sin decir nada, decidió hacer lo mismo con mi otra mano. Sentí como un cosquilleo subiendo por mis antebrazos; no me hacían falta las palabras para entenderme con esos dos. El simple roce de nuestras manos ya me quería decir que no estaba sola, que estaban conmigo.
¡No podían hacerme aquello! Como se me escapase una sola lágrima delante de ellos...
Pero conseguí no llorar. Aunque se me humedecieron los ojos, poco a poco se me fue olvidando el motivo de mi enfado. Aun así, seguía ahí. Me sentía como una idiota; no podía volver en ese momento.
En medio de esa especie de trance, escuché una voz que me llamaba a la distancia, acercándose cada vez más donde estábamos nosotros.
-¡Eria, por fin os encuentro! ¡No os podéis imaginar lo asustada que estaba! ¿estás bien?
Cómo no, esa era Mirta. Me daba un poco de miedo tenerla al lado; no quería preocuparla...
-Estoy bien. Deja que me calme primero un poco...
Ella se acercó sin decir palabra, y su presencia no me ayudó a quedarme con la boca cerrada; ya llevaba un rato mirando al suelo, y lo que más quería era desahogarme. Necesitaba que alguien me escuchara.
-La he liado, ¿verdad? -pregunté con cautela.
-¡En absoluto! -contestó Mirta-. Además, ¡todos nos equivocamos alguna vez! Y Teck se ha equivocado muchas más veces que tú. Tranquila, ya le he dado yo lo que se merece.
-En parte, él tenía razón. Puede que no sea tan buena capitana después de todo...
-¡Sin contar su voto, tienes todos los de los demás!
-No es sólo por él, Mirta. Hoy todos han estado en mi contra. ¿Y si no les gustan mis ideas?
-¡Les gustarán! Seguro que todo ha sido cosa de un mal día. ¡Mañana será mucho mejor, ya está!
Mia ahora se me había echado al brazo. Jetwick seguía de mi mano, apretándola cada vez más fuerte.
Necesitaba un momento de menos presión, algo de tiempo sola. Y, para colmo, uno más se unió al grupo.
-¡Aquí estáis! ¡Oye Jetwick, sí que corres! -gritó Delmet.
¿Por qué él? Sabía que no iba a convencerme para que me calmase. Necesitaba un grupo más pequeño.
-¡Vamos, capitana! ¡No podemos dejar que el resto siga haciendo el vago!
-Delmet, esto no ha sido buena idea. Haz que acabe la prueba. Estoy cansada de esto.
-¡Qué más da! Tu querías hacer las cosas bien ¿no? Entonces, ¿qué más da si al final no salen como esperabas? ¡Has hecho lo que has podido! Mirta me contó que estuviste hasta tarde planificando.
-¡Exacto! -dijo ella-. ¡Lo estabas haciendo muy bien! Lo malo ha sido el ambiente...
-¡Pero eso es culpa de los otros! -replicó Delmet-. ¡Si no quieren moverse, allá ellos.
-No debería haber programado esto con este horario...-dije.
-Bueno, pues no lo hagas la próxima vez, y listos. ¡O mejor! ¡Hazlo hasta que se decidan a actuar!
Al final, las palabras de Delmet me habían servido. Qué ironía, ¿verdad? Mirta me había ayudado, pero Delmet me había hecho dejar de sentirme culpable. Daba igual si me había salido mal; lo había intentado.
-¡Lo siento! -dijo Mirta-. He intentado estar atenta, pero no podía concentrarme. Tenía tanto miedo...
-¡Eri, yo lo siento más! -exclamó Mia-. ¡De verdad, sólo quería pasar más tiempo contigo! ¡Eres la mejor!
-No era nuestra intención ofenderte... ¡y eso es de parte de todo el equipo! -volvió a decir Mirta.
Jetwick no decía nada, pero ahora sonreía. A mí me faltaba poco para ponerme a llorar... de alegría.
-¡Y ahora vas a volver ahí y darles a todos lo que se merecen, capitana! -exclamó Delmet.
-Dadme unos segundos -les dije-. ¡Voy para allá en cuanto tome aire!
Ellos sonrieron y se marcharon. Ya no me hacía falta nada. Miré al cielo, respiré hondo y corrí tras ellos.


Por suerte, todo acabó más o menos bien...
¡Hasta el siguiente capítulo!