Capítulo
52
Para Mirta
era una exageración; para mí, una necesidad. Se quedó mirándome
mientras yo intentaba pasar la cuerda por debajo de la litera.
-En serio,
no será para tanto...
-Hoy he
terminado una carrera mientras dormía. Imagínate de lo que sería
capaz de hacer si no me encargo de esto.
-¿Prefieres
dormir en la litera de abajo?
-No,
gracias, no voy a hacerte cambiar de litera ahora.
-En serio,
para mí no es molestia. ¿Podría preguntarte dónde has conseguido
la cuerda?
-Claro que
puedes. Y si lo preguntas, te responderé que me la ha prestado Mia.
Mientras
terminaba mi maniobra, oímos un tímido ladrido bajo la cama de
Mirta.
-¡Anda,
mira quién ha vuelto! ¿Dónde te habías ido esta vez? -pregunté
con ironía.
-Menos mal.
Llevaba mucho tiempo desaparecido. Por un momento había pensado...
-No te
preocupes, él es así. Siempre desaparece, pero siempre vuelve. Y
nadie puede atraparlo.
Mirta se
acercó a Bleaky, lo atrajo fuera de su escondite y lo acarició
mientras yo acababa mi trabajo.
-¡Pero qué
listo es! ¿Le has enseñado trucos?
-Lo intenté
una vez, pero obedece a las órdenes cuando quiere...
Levanté la
cabeza y vi a lo que se refería Mirta: había conseguido que mi
perro diese una vuelta en horizontal sobre el suelo. A los pocos
segundos, Bleaky extendió una de sus patas hacia Mirta.
-Vaya, sí
que eres buena -le dije impresionada.
Un rato
después ya estábamos acostadas, yo atada a la litera. No sabía si
la cuerda aguantaría ahí toda la noche, pero podría evitar que me
levantara a la primera.
Bleaky se
había acurrucado en la cama de Mirta. Qué rápido se había
encariñado con ella. Además, con la buena maña que tenía Mirta
con los animales, era de esperar. Hasta los bichos la adoraban.
En fin, la
noche iba a ser tranquila. Cerré los ojos y me fui quedando dormida.
Empecé a
soñar, aunque no sé muy bien el qué. Supongo que con el traidor,
con mi abuelo, con mi pasado... con todo lo que me solía atormentar
durante la noche.
De pronto,
empecé a oír unos ruidos. Entreabrí un poco los ojos. ¿Estaba
soñando?
-Eria, ¿qué
es eso? Creo que viene del cuarto de baño... -preguntó Mirta,
asustada.
Era posible
que estuviera despierta, así que traté de comportarme con
naturalidad.
-¿Sigue
Bleaks contigo? -pregunté. No podía sonar más natural con esa voz
de dormida. Soy encantadora cuando quiero.
-No... Se
ha vuelto a ir. Qué raro, estaba justo aquí...
-Pues puede
que sea él. Se revoluciona por las noches.
-¿Y eso es
malo? -siguió preguntando.
-Creemos
que no. Hace ruidos y corretea por toda la casa, nada más.
Tranquila, sigue durmiendo.
Oí el roce
de las sábanas de Mirta. Justo después, silencio. Debía de estar
muy cansada después de lo de hoy. Menos mal que no llegó a
enterarse de que esa noche se había dormido de golpe y sin darme las
buenas noches: habría estado disculpándose durante toda la mañana
siguiente. Y luego no le importaba que yo...
Seguían
oyéndose ruidos. No, no iba a abrir los ojos. Como lo hiciera,
Bleaky empezaría a ladrar para sacarme de la cama, y no podía
ponerme a jugar con él tan tarde. Además, ya estaba atada.
Los ruidos
empezaron a escucharse cada vez más cerca. Bleaks debía de haberse
salido del cuarto de baño.
Traté de
no darle importancia y seguir durmiendo, pero me intrigaba lo que mi
perro se traía entre manos (o entre patas). Si lo hubiera oído
correteando como un perro normal por la habitación, habría pasado
de él. Sin embargo, ¿Qué eran aquellos zumbidos? Parecían los que
hacía una moto en una autopista.
Deje un ojo
abierto y el otro cerrado para ver lo que estaba pasando, pero me
costaba localizar al perro entre tanta oscuridad. Lo malo es que el
ruido había dejado de escucharse.
Cuando iba
a cerrar de nuevo el ojo, volví a oírlo. Traté de fijarme en el
suelo: había una mancha negra moviéndose de lado a lado de la
habitación. ¿Bleaky? Qué curioso, la oscuridad de la habitación
hacía que sus movimientos pareciesen más rápidos... ¿O no?
No, no era
eso; conforme mis ojos se fueron acostumbrando a la poca luz, me di
cuenta de que esa era la verdadera velocidad a la que se movía
Bleaky. ¡Era imposible que fuese tan rápido! Aparecía en la
esquina contraria a la que estaba en décimas de segundo, puede que
en centésimas. No, no podía ser. Me estaba quedando dormida, sí.
Estaba empezando a soñar cosas raras...
¿De verdad
estaba dormida? Era la única explicación posible para lo que estaba
pasando. Digo esto porque todo no acabó ahí: la parte más
alucinante vino después.
En medio de
sus carreras, Bleaky se paró. Debía de haberse cansado de correr.
Esperaba que se durmiera ya.
Abrí el
otro ojo con cautela, aunque me costó bastante por el sueño. Ahí
estaba el perro, mirando fijamente la pared de la habitación. Se
levantó y retrocedió, como si fuera a atacar.
Puede que
me riera un rato.
Pero
sucedió el milagro: a toda velocidad, Bleaky se precipitó contra la
pared y desapareció. ¡Ya no estaba! ¿Se habría fundido con la
pared? ¿La habría atravesado?
-¡Mirta!
¿Has visto eso?
Pero Mirta
ya había llegado a la fase del sueño profundo. No iba a poder
despertarla.
Por
fin, cerré los ojos con delicadeza y sonreí. Reconozco que ese
sueño había sido de lo más realista..
Aquí está su último trabajito, por si alguien lo quiere ver:
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