El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

25 abr 2014

61. ¿Dulce huida?

Como hoy es una tarde tranquila, hemos subido juntas el capítulo, justo a tiempo. ¡Sin adelantos ni retrasos!
Da gusto hacer las cosas con calma... aunque estaría algo más tranquila si Junie no hubiera bajado de la estantería su peluche de Delmet. Me siento un poco observada al verlo...
En este capítulo... ¿conseguiremos por fin huir del otro equipo?

Capítulo 61
¿Es que no había forma de librarse de aquel equipo? Habíamos conseguido huir... y ellos habían seguido nuestros pasos.
-Hemos pasado por delante vuestra hace nada... ¡Y ni os habéis dado cuenta! Creo que alguien necesita dormir más... -se burló Ridley. Lo decía por mí, por mis pesadillas y mi falta de sueño. Odiaba que me conociera tan bien.
Delmet iba a contraatacar de nuevo, pero lo sujeté del brazo para que no pudiera avanzar hacia ellos.
-Si les haces caso, te rebajas a su altura -le dije-. Delmet, ni se te ocurra acercarte a ellos, digan lo que digan.
-¡Es de mala educación susurrar en público, tortolitos! -vociferó Rex entre risas.
¿Tortolitos? Lo que me faltaba, otro como Ridley: haciendo comentarios sarcásticos hirientes. Ahora era yo la que tenía ganas de lanzarme sobre él.
-¡No hablemos de parejas ahora! -respondió Delmet-. ¡Además, si tú estás por... por Mystery!
Vaya, qué bien sabía defenderse Delmet. ¡Esos dos no tenían nada que ver!
Mystery abrió mucho los ojos durante unos segundos y a Rex también le cambió la cara a una mueca de desagrado.
-Qué te habré hecho yo... -murmuró la chica, recuperando rápidamente su actitud pasiva. Rex la miró como si quisiera decirle: “¡Eh, que tan feo no soy!”
-Ya veo con la clase de gente que te juntas... -sonrió Ridley.
-Lo mismo digo -contesté-. Qué bien te viene buscarte al primer idiota que te ría las gracias.
-Lo dice por ti -le dijo Mystery a Rex.
-¡Pero bueno! ¿Es que todo me va a tocar a mí? ¡Venga, jefe, vamos a seguir con lo que teníamos planeado!
Espera, ¿lo acababa de llamar jefe?
-Vaya, resulta que esta vez vas a tener razón...  -dijo en tono burlón-. Hasta estoy de acuerdo con lo que has dicho. Es mucho más entretenido seguir con los planes, ¿no es así?
Lo odiaba. ¿Cómo podía hablarle así a los de su propio equipo?
Lo peor fue que, ante esa respuesta, Rex le sonrió satisfecho, dejando que fuera él quien se adelantara. Parecía tenerle gran admiración a pesar de lo desagradable que era "su jefe" con él.
-Pues vale... -asintió Mystery. Parecía resignada, como si no tuviese ganas de seguir ningún plan.
No sabía lo que tenían planeado, pero me preparé para lo que estaba por venir. Delmet también... a su manera.
Entonces, Ridley tendió el brazo hacia el chico que había detrás de todos los demás, que parecía tímido e inseguro de sí mismo y ni siquiera miró a Ridley a la cara cuando le pasó lo que tenía en las manos. Me dio un poco de pena verlo.
Lo que acababa de darle a Ridley era una caja de cereales y... ¡¿una pistola?!
Un segundo, acababa de recordar el momento en el que la había comprado; ¡era de balines, como la que yo usaba para asustar a Stephie! Las habíamos comprado a la vez: la mía era más barata y se veía que no era de verdad, mientras que Ridley había optado por un modelo más realista, de más calidad y alcance que el mío. Si hubiera sabido que la acabaría usando contra mí, me habría comprado una como la suya, o incluso una mejor, daba igual el dinero.
-Delmet -susurré-, prepárate para correr.
-¿CORRER? -dijo, otra vez demasiado alto-. ¡Tenemos que enfrentarnos a ellos! ¡Huir es de cobardes!
-Huir sirve para sobrevivir. Y yo te recomiendo... que corras.
Como siempre, la inventiva de Ridley era asombrosa: introdujo en la pistola los cereales para recargar la pistola. Seguro que le darían para disparar a lo bestia durante un buen rato. Lo peor de todo es que el arma funcionaba perfectamente.
-¿Habéis desayunado bien? -preguntó él con ironía, apuntándonos con la pistola-. ¡Porque no os veo con fuerzas suficientes!
-Tú sí que deberías desayunar a tu hora en vez de tirar la comida -murmuré entre dientes.
No sé si llegó a escucharme, pero el caso es que estiró el brazo hacia mí y apretó el gatillo.
-¡CORRE! -le grité a Delmet.
La lluvia de cereales comenzó a caer sobre nosotros mientras tratábamos de esquivarlos tontamente. Se escuchaba su golpeteo al caer al suelo, contra el que se estrellaban haciéndose añicos. Por la que se nos veía encima y por el número de cereales que caían al suelo, adiviné que los demás también nos estaban lanzando proyectiles, ya fuera con las manos, con una cerbatana o con lo que fuera. 
Algunos me dieron; eran tan duros como piedras.
Delmet estaba dispuesto a abrir la boca para decir algo, pero lo arrastré fuera de la zona de ataque y corrimos por el pasillo. Él no parecía nada contento con ello e intentó resistirse, pero acabó por hacerme caso.
-¡Puede que hayáis ganado esta batalla, pero no ganaréis la guerra! -iba diciendo hacia atrás mientras corría.
-¡Lamento tener que dejar tu discurso para otro día, pero no tenemos más remedio! -le grité yo a él.
Como era de suponer, los del otro equipo no se quedaron de brazos cruzados. Oía sus pasos por detrás de nosotros, y todavía se oía el rumor de las balas improvisadas al caer. Creo que nunca más compraría esa marca de cereales.
No sé para qué se cubría Delmet la cabeza si ya llevaba el casco. Y pensándolo bien, ¿por qué tenía que ser yo la que lo salvara siempre? ¿Acaso era yo su niñera?
Lo solté poco a poco, asegurándome de que corría detrás de mí en vez de darse la vuelta y contraatacar. Ya iba siendo hora de que se salvara él solo. Si lo rescataba yo con tanta frecuencia, se acabaría acostumbrando a ello.
Ya está: se acabó rescatar a Delmet. Lo sentía por Mirta, pero algo había que hacer con él...
No me sorprendió mucho ver que intentaba devolver algunos de los cereales que nos habían lanzado. Era inútil, pero allá él. Puede que me hiciera cambiar de idea si le acertaba a Ridley en un ojo, pero de momento todos los cereales que estaba lanzando se quedaban a medio camino. Ni en sueños podría dar una buena.
Fui delante para decidir por qué pasillo podríamos escapar. La academia seguía siendo demasiado grande para mí, así que elegí la ruta que mejor conocía: la que llevaba al patio de atrás, ese que tenía un árbol gigantesco en el centro. Esperaba no tener que subirme en las ramas del árbol otra vez... o, en el castigo, correría Delmet sin mí.
El plan principal era encerrarnos en una habitación y no salir hasta que se fueran, o bien escapar por alguna de las ventanas. Tenía que ser una que no estuviera a mucha altura del suelo; yo podría escapar por cualquiera, pero llevar a Delmet al lado no me ayudaba mucho con mi plan.
En más de una ocasión tuve que avisarlo para que no se desviara. Casi se va por el pasillo contrario cuando estábamos a punto de llegar, y casi lo acabaron cazando cuando intentó darse la vuelta y tomar el otro camino.
Creo que necesitaba darse la ducha cuanto antes... corría menos porque las suelas de sus zapatillas estaban pegajosas y algunos de los cereales que le daban se le quedaban pegados. No creo que nunca llegue a echarle zumo a los cereales en vez de leche; después de haber vivido aquello... era hasta peor imaginárselo.
Además, aunque Delmet se hacía el incansable, tenía poco aguante. Ya estaba agotado por la guerra de comida anterior, y lo más seguro es que nos acabasen alcanzando. Miré hacia atrás y vi que, efectivamente, nos estaban ganando terreno.
Ridley y Rex os iban gritando frases tales como “¡No escaparéis!” o “¡No podréis llegar muy lejos a ese ritmo!” Dijeron alguna que otra más que sonó un poco más fuerte, así que mejor me callo.
No sabía muy bien qué caras estaban poniendo los del equipo D-32 pero, conociendo a Ridley, se habría sacado de la manga su cara de asesino y la habría llevado puesta durante todo el camino. 
Mira, frase bonita.
Fui rogando durante casi todo el trecho que no nos atraparan. No, por favor... no tenía ganas de meterme en una pelea justo en ese momento. En las peleas cuerpo a cuerpo tenía tendencia a quedarme con un ojo morado, y no me agradaba mucho la idea, ni tampoco me apetecía. Sabía que Ridley no dudaría en ser cruel hasta el extremo: si le apetecía darme en la cara, lo haría.
¿Y qué harían con Delmet? Los americanos ya solían hacerse cosas bastante crueles entre sí, como el truco ese del calzoncillo chino. Espero que al equipo D-32 no se le ocurriera la misma idea... Si los otros usaban contra él, estaba perdido, por no decir que Mirta me mataría. Aparte, reconozco que, por muy pesado que me pareciera Delmet, no lo odiaba como para que permitiera que le hicieran ese tipo de cosas.
Pero mejor no ponerse negativos. Mira, si estábamos llegando al patio.
Nos abalanzamos atropelladamente hacia la puerta sabiendo que era nuestra única esperanza. Aparté a Delmet de en medio con torpeza, giré el picaporte....
Resulta que, la puerta... estaba cerrada. ¿Menudo fallo, verdad? Ay...

Ahora os parecerá gracioso, pero no lo fue estando allí. Lo digo en serio..
¡Maldito peluche! Mirad, aquí hay una foto de él. A ver que os parece... (pinchad aquí para verlo)
Hace que me sienta vigilada... ¡Algún día lo esconderé o algo así, lo prometo!

19 abr 2014

60. Atención, suelo resbaladizo

Vale, sí, más de una hora de retraso... Ha habido un pequeño malentendido y Junie no me ha podido pasar el capítulo que tocaba, ¡pero aquí estamos, dispuestas a trabajar a pesar de la hora!
Seguimos con la pelea de comida:

Capítulo 60
Me deslicé por debajo de las mesas. Toda la comida estaba esparcida por el suelo, así que intenté no mancharme mucho. 
Tomé una bandeja a modo de escudo y me incorporé, avanzando de nuevo hacia la zona de nuestro equipo. Escudo improvisado en mano, salté por encima de las mesas con algunas volteretas laterales y giros completos. Siempre aterrizaba de pie.
Un poco más alejados de lo que yo los recordaba haber visto por última vez, Delmet y Rex forcejeaban bajo una de las mesas, ambos cubiertos de jugo pegajoso, todo por la fruta y el zumo. Ni rastro de Mystery. 
Ridley, radiante, estaba arrodillado junto a ellos, pero no hacía nada por intervenir en la pelea. Apenas se había ensuciado la ropa.
Nada más verlo, me llené de furia; esa horrible sonrisa, esa aparente tranquilidad... todo en él me ponía de los nervios.
Sin pensarlo y dejándome llevar por la ira, le arrojé la bandeja que tenía en la mano como si fuera un frisbee. Él, al oírla venir, bajó la cabeza para esquivarla. Creo que le di a Delmet. Total, si tenía el casco...
Me abalancé sobre Ridley, queriendo arrancarle uno a uno cada pelo rubio de su cabeza. Como siempre, él fue más rápido: me agarró por los hombros y me arrastró hacia el suelo. Me soltó, haciéndome rodar bajo una de las mesas para quitarme de en medio.
Oí un ruido metálico cerca de mi cabeza. Me levanté sobresaltada al oírlo, pero lo único que conseguí fue darme contra la madera que había sobre mí. Si hubiera llevado puesto el casco de Delmet...
Hablando de él... estaba a mi lado, usando la bandeja de la misma forma que yo, es decir, como un escudo. Ridley nos estaba lanzando cubiertos y terrones de azúcar, pero Delmet se había encargado de detener todos sus proyectiles. ¿Dónde habría ido a parar Rex?
Cuando parecíamos estar empatados, Rex se me lanzó a la espalda y me inmovilizó en el suelo, lo que desvió la atención de Delmet, que fue golpeado con una cucharilla de postre en la cabeza. Una vez más, lo salvó el casco
Anda, resulta que estaba ahí. Si hubiera sabido que iba a atacarme...
Ridley siguió con la fruta mientras Delmet y yo intentábamos quitarnos de encima a Rex. Yo estaba completamente inmovilizada a pesar de que había intentado escapar de sus garras, y Delmet intentaba hacer que me soltara golpeándolo por detrás y pellizcándole. No había manera.
Todo era un descontrol. Ya me creía perdida, siendo arrastrada por el equipo contrario hasta un rincón en el que pudieran acabar conmigo. ¿Me humillarían? ¿Me encerrarían? ¿Sería Delmet capaz de liberarme antes de que Rex me destrozara la espalda? No lo creía, pero confiar en él era mejor que nada. Espera, ¿de verdad era lo mejor? ¡Si Delmet ni era capaz de evitar una pelea por sí mismo!
Unos gritos y el sonido de un silbato hicieron que el ruido disminuyera. Sorprendido por el cambio, Rex giró la cabeza. 
Aproveché su distracción para empujarlo a un lado, y Delmet estuvo a punto de darme con la bandeja antes de darse cuenta de que Rex ya no estaba. Lo agarré de la camiseta y salí como pude de debajo de la mesa, arrastrándolo por el suelo sin fijarme mucho en la forma de la que lo hacía. 
Ridley había dejado de lanzarnos comida y miraba hacia un punto fijo del comedor. Cuando se dio cuenta de que habíamos escapado, debió de enfadarse bastante.
Salimos a toda velocidad de aquel sitio. Odiaba dejar la pelea contra Ridley a medias, pero si mi plan pincipal era el de sacar a Delmet de allí, tenía que ceñirme a él y olvidarme de mi rival de momento. No se podía dejar a Delmet solo; se iba unos segundos a su aire y armaba en menos de uno lo que no estaba escrito.
La ropa del chico estaba tan pegajosa que me costaba sujetar la tela de la camiseta con mis dedos sin que se resbalase. Él me seguía, dando pasos torpes en cuanto podía ponerse de pie. 
Lo llevé a rastras el resto del camino. La pelea lo había agotado; hasta le costaba andar de lo mucho que resbalaba la suela de sus zapatillas.
Si el comedor había empezado a quedarse en silencio era porque las cocineras no se había quedado de brazos cruzados al ver esta situación. Adelina había tratado de mantener la calma, pero nadie la había escuchado; en cuanto vieron que aquello se les iba de las manos, Rufina había salido del comedor para avisar a algunos profesores que podían ayudarlas. Uno de los que estaban allí era Tank. 
Mejor seguir corriendo.
Esperamos escondidos tras una mesa el mejor momento para salir de allí sin meternos en más líos. Justo cuando nadie miraba, corrí hacia la puerta trayendo a Delmet conmigo y nos escabullimos por ella. Antes de que los profesores allí presentes pudieran abrir la boca, ya estábamos fuera. 
Me eché sobre la puerta y la cerré con rapidez, pero con la máxima delicadeza posible. Por fin... lo habíamos conseguido.
Estuve un rato parada de pie sobre la puerta del comedor, respirando hondo. Cuando fui consciente de que ya nos habíamos salvado, suspiré profundamente. Había faltado poco.
Delmet estaba recostado sobre una pared, respirando como si algo le estuviese intentando robar el aire que intentaba inspirar. Poco a poco, se fue tranquilizando. Echó la cabeza un poco hacia atrás, sonriendo. Era un poco penoso verlo así, recostado sobre el muro con los ojos en blanco, todo cubierto de jugo pegajoso, con la respiración acelerada y una media sonrisa que parecía querer decir: “para la que he liado, no ha estado nada mal...”
-Que sea la última vez... -empecé a decirle, también con la respiración agitada- repito, la última vez... que la fastidias de este modo.
-¿Fastidiar qué? -dijo, hundiendo la cabeza entre las rodillas mientras reía-. ¡Si ha estado genial! ¡Estoy deseando repetirlo!
-¡Eso mejor díselo al personal de limpieza! Hablando de limpieza... creo que necesitas una ducha.
-No fastidies... -dijo, inclinando de nuevo la cabeza hacia atrás para mirarme con sorna.
No fuimos los únicos que habíamos conseguido huir de aquella guerra: algunos del equipo H-45 salieron poco después de nosotros, Tornado por ejemplo. Nos saludó al vernos y yo le devolví el saludo. Delmet trató de incorporarse.
-Menos mal... veo que todavía quedamos algunos de nosotros vivos -dijo Tornado, pasándose la mano por la frente. No se había ensuciado mucho.
-Qué hay... -dijo Delmet, ya de pie.
Se escuchó un grito de furia desde el otro lado de la puerta. A lo mejor había sido Tank. 
Desde el otro lado, el silencio pasó a ser total: por lo que interpreté del grito, se veía que acababan de prohibir la salida a todos los que aún estaban dentro. Pobres... Menos los del D-32. A esos que les dieran.
Tornado, al escuchar el grito, decidió que lo mejor que podía hacer en ese momento era irse con su equipo. Nos despedimos de él con la mano mientras avanzaba por el pasillo.
-Bueno, ya sabes... creo que ahora nos toca encontrar a los nuestros -dije a Delmet-. Ahora mismo están solos.
-La verdad, no lo esperaba de ti. Eres la capitana: ¿cómo es que no te has quedado a velar por la seguridad del equipo?
-Creo que porque te estaba rescatando a TI -contesté-. Anda, vamos...
-¿Rescatarme? ¿A MÍ? -se quejó, moviendo los brazos-. ¡Pero si he sido YO el que ha tenido que protegerte! ¡Además, no hacía falta que me rescataran!
-¿Y quién ha arrastrado a quien durante el resto del...?
No pude terminar la frase. Cuando intenté dar el primer paso hacia la puerta, allí estaban. No, no me refiero a los de mi equipo, sino a ELLOS.
Mystery, Rex (con toda la ropa pegajosa), y... Ridley. Ah, les seguía un chico más, aunque no le presté mucha atención.
-Eso, ¿quién habría podido salvar a la princesita del casco americano azul? -dijo Ridley, haciendo que Rex se riera con él.

¡Por fin, capítulo acabado! ¡Y aún nos quedan más, junto con todas las ideas que tenemos que escribir!

11 abr 2014

59. ¡Pelea de comida!

Junie ha estado tan ocupada con su grupo sobre el blog... ¡que se está quedando sin capítulos!
No hay problema, esto lo arreglamos las dos durante la semana. Si cortamos los capítulos por la mitad y ampliamos un poco sus detalles, aún tenemos tiempo de sobra.
Ay, qué título más predecible toca hoy...

Capítulo 59
No pasó nada realmente emocionante durante la tarde. Además, todos habíamos pensado que irse a dormir temprano ese día no era una mala idea. Según Bobby, hasta Delmet, que en principio se negaba a descansar ("¡El mal nunca descansa, y yo tampoco!"), se acabó quedando dormido. Al parecer, durmió como un tronco.
Seguramente soñé con Ridley, pero no me acuerdo si lo vi tal como era antes o tal como estaba ahora. No era broma eso de que aparecería en mis peores pesadillas... Nunca me imaginé que el de mi sueño y ese chico acabarían siendo la misma persona.
Lo peor fue que, al día siguiente, ambos equipos nos encontramos de nuevo, justo a la hora del desayuno. Ridley se acercó a nuestra mesa con la intención de reírse un rato de nosotros, pero ya estábamos preparados para enfrentarnos a él. Pensándolo mejor, ahora que habíamos ganado un poco de seguridad en nosotros mismos, Ridley no era más que un idiota que trataba de parecer mejor que nadie. Ya ni daba miedo. ¡Cambiar de mentalidad era la clave!
No tardó en empezar a decir:
-La de ayer fue una derrota preciosa... Lástima que no pudieseis verla tan detalladamente como la vimos nosotros.
Nos dio rabia oírle decir eso, sabiendo además que había hecho trampas. Los pocos testigos que habían estado en el concierto ese día ya se habían dado cuenta de ese detalle, y los rumores se extendían como la pólvora.
-Y la próxima vez te toca a ti la lluvia -le contesté.
-¿Insinúas que tengo algo que ver con ella? ¡Si cantases mejor, no llovería tan fuerte! ¡Ni que fuera yo el hombre del tiempo!
-Estaría insultando al hombre del tiempo si lo comparase contigo...
Los de alrededor no paraban de mirarnos, por si empezábamos una pelea. Creo que el equipo de Tornado también estaba allí.
No, mi intención no era empezar una pelea, ni tampoco lo quería. Me limitaba a mantener el tipo, a responder a todas las frases de Ridley con otras mejores y a utilizar sus propios movimientos contra él. 
Tenía gracia usar las mismas estrategias que había aprendido de Ridley para atacarle por la espalda. Al verme sonreír de la misma forma de la que él lo hacía, hasta pareció un poco sorprendido. Si esperaba que aún siguiera asustada de su sombra, estaba equivocado.
-¡Largo de nuestra zona! ¡Ni os merecéis poner un sólo pie aquí! -exclamó Delmet.
-¡...porque sois tontos! -añadió Mia.
Ridley no estaba solo; iba acompañado de Rex y de Mystery. 
Rex dio un paso al frente. Se le veía en la cara que era un chico duro, de cejas muy gruesas, ojos algo hundidos y casi negros, hombros anchos y una sonrisa afilada que debía de haber aprendido de Ridley. Tenía el pelo rojizo bastante oscuro, de punta por la parte del flequillo y algunos mechones cortos peinados un poco hacia arriba tras la cabeza. Vestía un chaleco impermeable de color verde grisáceo con unos pantalones negros muy anchos y unas deportivas gastadas, lo que señalaba que prefería mil veces la comodidad antes que la moda.
-¡Y vosotros ni os deberíais haber acercado al edificio! -exclamó con su voz áspera y segura.
-¡Y vosotros ni deberíais haber existido! -continuó Delmet, al que todavía ni le había madurado la voz del todo.
-Me alegro de veros... -nos dijo Mystery con los ojos en blanco, como si le diera igual toda la discusión.
Entre tanto, Delmet y Rex continuaban discutiendo. Parecían tan concentrados en ello que hasta Ridley y yo nos olvidamos de nuestra propia pelea para ver qué se suponía que estaban haciendo.
-Vale Delmet, ya es suficiente... -intenté detenerlo al rato. Tanto Delmet como Rex parecían demasiado cabezotas como para dejarse ganar, parar o cansarse.
-Eso mismo; hazle caso a tu capitana y sé bueno, ¿vale? -rió Ridley con maldad, aprovechando la oportunidad.
Al ver que Rex también había empezado a reírse, Delmet enfureció. Extendió la mano sobre una mesa y le arrojó a Ridley lo primero que alcanzó con ella, que fue un cartón de zumo. Por desgracia, Ridley utilizó sus maravillosos reflejos para pillar el cartón al vuelo y arrojarlo contra Delmet. 
El cartón rebotó sobre la visera del casco, haciendo que el zumo de dentro saliera disparado y lo dejase todo pegajoso.
-Era de mi sabor favorito... -lloriqueó Mia.
Delmet, sin poder controlarse, se lanzó sobre ambos rivales. A partir de ahí, empezó lo que yo había intentado evitar desde el principio de nuestro encuentro: la pelea en serio.
-¡PELEA DE COMIDA! -gritó alguien.
Genial, lo que nos faltaba.
Primero vi algunos cartones pequeños de zumo volando sobre nuestras cabezas; más tarde tostadas, dulces, fruta e incluso cubiertos. ¿Por qué teníamos que ser siempre los que estaban en medio de todo?
-¡Salid de aquí! ¡Tenéis que salir de aquí! -grité a los de mi equipo, señalando la puerta.
-¡Pero si no he acabado el desayuno! -se quejó Bobby, quien cambió repentinamente de idea al ver pasar un huevo cocido demasiado cerca de su cabeza, estampándose contra una pared.
-¡Cuerpo a tierra! -exclamó Teck.
Todos nos echamos sobre el suelo, reptando hasta la puerta discretamente. Yo me quedé en mi posición, esperando a que todos llegaran a la puerta. Cuando vi que lo habían conseguido, los conté. Uno, dos... ¡seis! ¡Me faltaban dos!
Había perdido a Delmet de vista, pero al menos sabía que era él a quien tenía que buscar. ¿Quién más me faltaba aparte de él?
No tardé mucho en localizar al que se había perdido: un grito de guerra parecido a los que aparecían en las películas de aventuras y de acción delató a Imala.Ya la conocéis: la chica de mi equipo que siempre va vestida como si perteneciera a una tribu parecida a la Maya o la Azteca. 
Me agazapé tras una mesa para acercarme a ella. Su forma de defenderse y contraatacar me dejó impresionada: peleaba como una verdadera guerrera, esquivando y devolviendo todo lo que le lanzaban o le llegaba. No había proyectil que la pudiera rozar: sus movimientos eran firmes, fieros, violentos, agresivos... 
La cara que ponía enseñando los dientes y con el ceño fruncido era digna de ver. Me costaba creer que, la chica que tenía delante, que capturaba al vuelo todo lo que se le lanzaba y a veces lo apretaba hasta hacerlo zumo (daba igual lo que pillara) fuera la misma Imala a la que había visto meditando varias veces en la habitación de Mia.
¿Debería sacarla de allí? Estaba tan bien ahí luchando... 
Vale, en serio, tenía que sacarla de allí antes de que la bestia que llevaba dentro se descontrolara del todo.
Grité para llamar su atención. Ella giró la cabeza sin dejar de defenderse o de contraatacar.
-¡Ve con los demás! ¡Encárgate de que todos se queden fuera! -dije asomando la cabeza con cuidado.
-Sus deseos son órdenes para mí -respondió ella con una reverencia, esquivando un pomelo que pasó sobre su cabeza.
Corriendo como una gacela, llegó a la puerta y salió por ella. 
¿Ya estaba fuera? Qué rápido. Y qué fácil había sido.
Sólo quedaba Delmet, pero primero tenía que encontrarlo. Y no, no lo veía una tarea tan fácil como el sacar a Imala de allí...

¡Repito, no hay de qué preocuparse! ¡Veinte capítulos de nada los escribe June en una tarde! Y espero que ella esté de acuerdo en eso... ¡Yo sólo los publico!
(Y mira que el blog va sobre mi equipo...)

3 abr 2014

58. Falsa victoria

Vamos pronto otra vez. Menuda semana... aunque June ha estado bastante entretenida traduciendo los primeros capítulos al inglés y terminando algunos proyectos, no para de decir que el tiempo está pasando demasiado lento. Para mí está bien, pero en fin...
¿Habremos ganado la competición después de todos nuestros fallos técnicos?

Capítulo 58
Has perdido... has perdido
-Has perdido. ¿Por qué no lo admites de una vez?
Era la voz de Ridley. Estaba de pie, a mi lado. Sí, era él. Se reía.
Había faltado tan poco... Si la lluvia no nos hubiera impedido tocar, podríamos haber ganado. Todos los sonidos se habían mezclado, haciendo que no pudieran oírse desde donde había estado el equipo D-32. Todavía podía ver, como reflejados en un espejo, los parpadeos de luz que creaban las chispas eléctricas. Desde arriba había sido precioso; desde abajo, oí, había sido horrible. Nadie había sentido lo que queríamos que sintieran.
Has perdido... has perdido... Podía escuchar esa voz como un eco en mi cabeza. Me dolía todo por culpa de las descargas que me había llevado durante la actuación. No tenía fuerzas ni para levantarme. No podía responder a quien me hablaba.
Pasos. Los del otro equipo ya se iban. Nos habían humillado... ¿Habían venido chicos de otros equipos para vernos? No lo sabía. Había estado tan atenta a los movimientos de Ridley durante el concierto que no me había enterado de nada más.
La lluvia caía como un torrente sobre mi cabeza, otra vez. Ahora sí que no podía escuchar nada. Espera, sí que oía algo: ¿un llanto? Y esa voz...
Mia estaba arrodillada a mi lado, sollozando e intentando acercarse a mí. Todavía no me había descolgado la guitarra del cuello, pero debería haberlo hecho.
-No me toques –le dije-. Por tu bien, no...
Ni caso. Me rodeó con los brazos, dando un respingo al notar un pequeño calambre tras tocarme. Sin embargo, no me soltó.
Unos segundos después, dejó de abrazarme. Ya no sollozaba, sino que sonreía.
-¡Doy abrazos mágicos, Eri! ¡No lo sabía! ¡Rápido, vamos a darles más a los demás!
¿Los demás? ¡Jetwick!
Me levanté de golpe, pero perdí en seguida el equilibrio. Me giré con torpeza y lo vi: estaba en el suelo.
Creo que caí justo antes de llegar a él, pero llegué de alguna forma a su lado. Al sentirse observado, abrió los ojos e intentó levantarse a cámara lenta. Giró la cabeza, me miró... ¿Intentaba decirme algo? Parecía agotado, como si le costara permanecer despierto. Tendría que haber detenido el concierto, debería haberlo hecho...
Ahora no podía decirle que nos habían vencido. Con todo lo que se había esforzado el equipo...
-Jetwick... –dije, utilizando mis últimas energías-. Has... ganado.
Su sonrisa fue una de las últimas cosas que llegué a ver esa tarde.
Me cuesta recordar lo que pasó a continuación. Sé que algunos de nosotros nos llevaron dentro y ocultaron los instrumentos como pudieron. Creo que fue Mia quien nos guió hasta el interior. Tropecé varias veces por el camino. Si no recuerdo mal, a Delmet lo tuvieron que llevar a cuestas. Al menos Etsu podía ponerse en pie y echarle una mano a Teck.
Los que podían moverse nos acabaron arrastrando hasta las habitaciones.
Primero lo vía todo borroso, luego ladeado, al revés... parpadeé varias veces y acabé por ver frente a mis ojos una pared. ¿Una pared? Espera, era el techo. Había vuelto a mi habitación. ¿Cuánto tiempo había pasado ya?
Me incorporé a toda velocidad. Y menudo mareo... ¿Dónde estaban los demás?
Bajé de la litera y miré a mi alrededor. ¿Mirta? Estaba en su cama, tapada por completo con las sábanas. Claro, su teclado era eléctrico.
No le veía la cara, pero se sabía que estaba ahí debajo. Creo que estaba dormida. Pobrecita.
Procuré no despertarla arrastrando los pies. Encontré mi sudadera, que estaba secándose por ahí, me la puse y me dirigí hacia la puerta. Giré el pomo con delicadeza, sin hacer ruido...
No me esperaba a Bobby al otro lado de la puerta. Di un respingo al girar la cabeza y verlo ahí parado.
-Oye, que tampoco soy tan feo... -dijo, con la voz algo temblorosa. ¿Estaba intentando ser natural para disimular que la mayoría no estábamos bien?
-No te esperaba, sólo eso... Bueno, ¿pasa algo?
-Nada. Ver si seguías viva. Y... seguro que quieren verte...
-Ah, claro. Bueno, me duele todo, pero estoy bien; te acompaño. ¿Y cómo es que has venido tú a avisarme?
-Era venir aquí... o hacer algo "útil" allí -respondió con la vista hacia un lado.
En fin, era su decisión.
Seguí a Bobby. Esperaba encontrarme con todos en la habitación de Jetwick, pero no fue así: habíamos vuelto a la de Etsu y Teck.
-¿No sería mejor ir a la de Jetwick? -dejé caer.
-Bueno, es una larga historia... -respondió él-. Resumiendo: la están utilizando en este momento.
Pues menudo chasco. Nos había durado tan poco... El nuevo compañero de Jetwick no es que fuera de lo más oportuno.
Abrimos la puerta con cuidado. Fue Bobby quien pasó primero.
-Mirad, he hecho algo útil. -dijo sonriendo-. Y a la primera.
Al verme pasar por la puerta, todos me contemplaron como si hubieran visto un fantasma. Mia, como siempre, lanzó un grito de alegría y corrió a mi lado. Todos los demás, que no podían parecer más cansados, me miraban atentamente. Unos estaban sentados en el suelo, otros sobre la cama... los menos agotados caminaban en círculos.
-Qué tal... -sonreí con incomodidad-. Chicos, no lo podíais haber hecho mejor...
-¿Perdón? -preguntó Teck alzando la voz-. ¡Nos han machacado! ¿Y tú lo llamas hacerlo bien? -dijo con gestos exagerados.
Iba a decir algo, pero Jetwick se puso en pie en ese momento. Vi que no era capaz de sostenerme la mirada.
-Tú... dijiste...
-Sé lo que dije -respondí-. Chicos, ¿a qué viene todo esto? ¡Sabéis perfectamente lo que ha pasado!
-Yo no lo sé muy bien... -dijo Bobby a media voz.
Era muy raro que Delmet no decidiera intervenir. Estaba sentado en el suelo con la espalda sobre la pared. Tenía la cabeza baja y los ojos cerrados tras la visera, pero me había parecido que estaba escuchando.
-En serio, necesito que todos me escuchéis...
-...por favor -escuché a mi espalda.
Mirta acababa de llegar. Se le notaba en los ojos que acababa de despertarse. Esperaba no haber sido yo su despertador.
-Tenéis que escucharla. Por favor... No vamos a solucionar nada si no paramos nuestras quejas.
El encanto de Mirta consiguió hacer que todos se detuvieran a escuchar. Nos sentamos donde pudimos, la mayoría en el suelo. Ahora ni Teck hablaba; nada de contradecir a Mirta...
-Hemos ganado. No miento; les hemos superado por poco.
-Pero... -susurró Jetwick.
-Sé que parece una derrota, pero está muy claro lo que ha hecho el otro equipo: trampas. ¡Sabían perfectamente que llovería a esa hora de la tarde! ¿No recordáis aquello que dijo sobre que no íbamos a poder terminar? ¡Era por eso!
-¿Se había premeditado toda la acción? -preguntó Etsu algo sorprendido.
-¿Es que no lo veis? -insistí-. Creedme: oí vuestras voces, os oí tocar... la sincronización era perfecta. Todo era perfecto. Si se nos hubiera oído, si los instrumentos no se hubiesen alterado...
-Entonces... ¿Podría haberse alzado con la victoria cada uno de los nuestros? -preguntó Imala de forma algo extravagante.
-Va en serio... No lo digo porque sea vuestra capitana, pero sé perfectamente quién lo hizo mejor. La música es arte, ¿no? Es algo que solía decir mi tío. ¿Y qué clase de arte es aquel que se crea sin sentimientos?
-Arte sin sentimientos -dijo Bobby, no muy oportuno para mostrarse irónico.
-¡En serio! No he escuchado nunca una canción tan vacía... Si nos pareció bonita, no fue porque nos gustase. ¿Sabéis por qué nos impresionó? Porque daba miedo. Daba miedo de lo vacía que estaba por dentro.
-¡Pues a mí no me gustó! -exclamó Mia-. ¡La nuestra era mucha más bonita!
Todos la miraron, pero no como un bicho raro, sino como si hubiese traído con su frase una nueva esperanza al equipo.
-Y yo os salvé a todos -se jactó Teck-. Me quemé un dedo, pero controlé la corriente a la perfección. Me la debéis.
Mirta lo miró con rabia, aunque se fue calmando al darse cuenta de que Teck tenía razón; recordaba que el grito que habíamos oído antes de que las descargas fueran yendo a menos había sido suyo.
-Pues como los grandes artistas, ¿no? -acabó interviniendo Delmet, sonriendo de forma maliciosa al levantar la cabeza-. Nosotros no dejamos de tocar hasta que el concierto acabe, con descargas o sin ellas.
Reconozco que la frase le había quedado muy bien. ¿La habría estado ensayando mentalmente? Quizás por eso había estado tan pensativo...
-Teck dice la verdad -afirmó Etsu-. Mantuvo la corriente eléctrica bajo control en todo momento. Es por eso que los daños no fueron tan graves como esperábamos.
-Y aquí tenéis la prueba -concluyó Teck, levantando el dedo índice. Se lo había vendado a lo cutre con papel higiénico.
-Decía- siguió Delmet levantándose pesadamente-, que somos grandes artistas. Ellos no.
-Exacto- afirmé-. Imaginad que hubiera sido al revés. ¿Qué habrían hecho? ¡Culparnos a nosotros de hacer trampas! ¿Sabéis por qué su canción era tan corta? ¡Sólo hacía falta fijarse en los ojos de Ridley para darse cuenta de toda la verdad!
Habían empezado a creerme. Todos empezaron a murmurar, como si ya estuvieran planeando su venganza.
-Chicos, además... si parecía que habíamos caído desde tan alto, era porque estábamos en el cielo -y esa frase me había quedado magistral. Toma ya-. Éramos uno, y podía notar desde donde estaba que lo estabais dando todo, y por un rival con el que YO debería ajustar cuentas. Creo que es la primera vez... que os veo a todos juntos actuando como un verdadero equipo, sin que importase lo demás. A mí me daría miedo si fuese él.
-¡Porque damos miedo! -insistió Delmet, que se tambaleaba de lado a lado sin que Mirta le quitase la vista de encima-. ¿Y decíais que el D-32 impone? ¡Los escenarios TIEMBLAN cuando llegamos nosotros! ¡Somos auténticos! ¡De calidad!
Hasta se llevaba el puño al pecho al hablar. Sí, creo que Delmet ensayaba sus frases. Todas eran tan... patrióticas...
-¡Así se habla, Del! -le animó Mirta, todavía atenta por si se caía al suelo, y se levantó.
Yo también decidí levantarme, lo que hizo que Mia y Jetwick me imitaran. Imala, Bobby y Etsu también se levantaron. Por último, lo hizo Teck, sonriendo como si ya hubiera conseguido vengarse del otro equipo.
-No puedo esperar a ver caer a esa panda de inútiles musicales... -susurró con malicia.
-Yo tampoco -le confesé.
-Y mi arco siempre estará tensado en la necesidad- habló Imala. Qué poco me fiaba de ella...
Jetwick ya tenía las ideas claras y me sonreía un poco, con gratitud por haberle dicho "la verdad" desde el principio.
-Vale, no hay que tenerle miedo sólo porque ahora conozcamos su cara -pensé en voz alta-. Se acabó: ya va siendo hora de enfrentarnos de otra forma a su equipo. Para eso estamos aquí, ¿verdad?
Delmet sonrió al entender a lo que me refería. Tomando aire para poder hablar con fuerza, exclamó:
-¡Hora de quitar la radio... porque llegan los deportes!

Y Bobby gimió por lo bajo al escuchar esta frase.

Espero que este capítulo haya estado interesante, ¡y hasta el siguiente!