Seguimos con la pelea de comida:
Capítulo
60
Me
deslicé por debajo de las mesas. Toda la comida estaba esparcida por el suelo, así que intenté no mancharme mucho.
Tomé una bandeja a modo de escudo y me incorporé, avanzando de
nuevo hacia la zona de nuestro equipo. Escudo improvisado en mano, salté
por encima de las mesas con algunas volteretas laterales y giros
completos. Siempre aterrizaba de pie.
Un
poco más alejados de lo que yo los recordaba haber visto por última
vez, Delmet y Rex forcejeaban bajo una de las mesas, ambos cubiertos de jugo
pegajoso, todo por la fruta y el zumo. Ni rastro de Mystery.
Ridley, radiante, estaba arrodillado junto a ellos, pero no hacía
nada por intervenir en la pelea. Apenas se había ensuciado la ropa.
Nada
más verlo, me llené de furia; esa horrible sonrisa, esa aparente
tranquilidad... todo en él me ponía de los nervios.
Sin
pensarlo y dejándome llevar por la ira, le arrojé la bandeja que tenía en la mano como si
fuera un frisbee. Él, al oírla venir, bajó la cabeza para
esquivarla. Creo que le di a Delmet. Total, si tenía el casco...
Me
abalancé sobre Ridley, queriendo arrancarle uno a uno cada pelo rubio
de su cabeza. Como siempre, él fue más rápido: me agarró por los
hombros y me arrastró hacia el suelo. Me soltó, haciéndome rodar bajo una de las mesas para quitarme de en medio.
Oí
un ruido metálico cerca de mi cabeza. Me levanté sobresaltada al oírlo, pero
lo único que conseguí fue darme contra la madera que había sobre mí. Si hubiera llevado
puesto el casco de Delmet...
Hablando
de él... estaba a mi lado, usando la bandeja de la misma forma que
yo, es decir, como un escudo. Ridley nos estaba lanzando
cubiertos y terrones de azúcar, pero Delmet se había encargado de
detener todos sus proyectiles. ¿Dónde habría ido a parar Rex?
Cuando
parecíamos estar empatados, Rex se me lanzó a la espalda y me
inmovilizó en el suelo, lo que desvió la atención de Delmet, que fue golpeado con una cucharilla de postre en la cabeza. Una vez más, lo salvó el casco.
Anda, resulta que estaba ahí. Si hubiera sabido que iba a atacarme...
Ridley
siguió con la fruta mientras Delmet y yo intentábamos quitarnos de
encima a Rex. Yo estaba completamente inmovilizada a pesar de que
había intentado escapar de sus garras, y Delmet intentaba hacer que
me soltara golpeándolo por detrás y pellizcándole. No había
manera.
Todo
era un descontrol. Ya me creía perdida, siendo arrastrada por el
equipo contrario hasta un rincón en el que pudieran acabar conmigo.
¿Me humillarían? ¿Me encerrarían? ¿Sería Delmet capaz de
liberarme antes de que Rex me destrozara la espalda? No lo creía,
pero confiar en él era mejor que nada. Espera, ¿de verdad era lo mejor? ¡Si Delmet ni era capaz de evitar una pelea por sí mismo!
Unos
gritos y el sonido de un silbato hicieron que el ruido disminuyera.
Sorprendido por el cambio, Rex giró la cabeza.
Aproveché su distracción para empujarlo a un lado, y Delmet estuvo a punto de darme con la bandeja antes de darse cuenta de que Rex ya no estaba. Lo agarré de la camiseta y salí como pude de debajo de la mesa, arrastrándolo por el suelo sin fijarme mucho en la forma de la que lo hacía.
Ridley había dejado de lanzarnos comida y miraba hacia un punto fijo del comedor. Cuando se dio cuenta de que habíamos escapado, debió de enfadarse bastante.
Aproveché su distracción para empujarlo a un lado, y Delmet estuvo a punto de darme con la bandeja antes de darse cuenta de que Rex ya no estaba. Lo agarré de la camiseta y salí como pude de debajo de la mesa, arrastrándolo por el suelo sin fijarme mucho en la forma de la que lo hacía.
Ridley había dejado de lanzarnos comida y miraba hacia un punto fijo del comedor. Cuando se dio cuenta de que habíamos escapado, debió de enfadarse bastante.
Salimos
a toda velocidad de aquel sitio. Odiaba dejar la pelea contra Ridley a
medias, pero si mi plan pincipal era el de sacar a Delmet de allí, tenía
que ceñirme a él y olvidarme de mi rival de momento. No se podía dejar
a Delmet solo; se iba unos segundos a su aire y armaba en menos de uno lo que no estaba escrito.
La
ropa del chico estaba tan pegajosa que me costaba sujetar la tela de
la camiseta con mis dedos sin que se resbalase. Él me seguía,
dando pasos torpes en cuanto podía ponerse de pie.
Lo llevé a rastras el resto del camino. La pelea lo había agotado; hasta le costaba andar de lo mucho que resbalaba la suela de sus zapatillas.
Lo llevé a rastras el resto del camino. La pelea lo había agotado; hasta le costaba andar de lo mucho que resbalaba la suela de sus zapatillas.
Si
el comedor había empezado a quedarse en silencio era porque las
cocineras no se había quedado de brazos cruzados al ver esta
situación. Adelina había tratado de mantener la calma, pero nadie
la había escuchado; en cuanto vieron que aquello se les iba de las
manos, Rufina había salido del comedor para avisar a algunos
profesores que podían ayudarlas. Uno de los que estaban allí era
Tank.
Mejor seguir corriendo.
Mejor seguir corriendo.
Esperamos escondidos tras una mesa el mejor momento para salir
de allí sin meternos en más líos. Justo
cuando nadie miraba, corrí hacia la puerta trayendo a Delmet
conmigo y nos escabullimos por ella. Antes de que los profesores
allí presentes pudieran abrir la boca, ya estábamos fuera.
Me eché sobre la puerta y la cerré con
rapidez, pero con la máxima delicadeza posible. Por
fin... lo habíamos conseguido.
Estuve
un rato parada de pie sobre la puerta del comedor, respirando hondo.
Cuando fui consciente de que ya nos habíamos salvado, suspiré
profundamente. Había faltado poco.
Delmet
estaba recostado sobre una pared, respirando como
si algo le estuviese intentando robar el aire que intentaba inspirar. Poco a
poco, se fue tranquilizando. Echó la cabeza un poco hacia atrás,
sonriendo. Era un poco penoso verlo así, recostado sobre el muro con
los ojos en blanco, todo cubierto de jugo pegajoso, con la
respiración acelerada y una media sonrisa que parecía querer decir:
“para la que he liado, no ha estado nada mal...”
-Que
sea la última vez... -empecé a decirle, también con la respiración
agitada- repito, la última vez... que la fastidias de este modo.
-¿Fastidiar
qué? -dijo, hundiendo la cabeza entre las rodillas mientras reía-. ¡Si ha estado genial! ¡Estoy deseando repetirlo!
-¡Eso
mejor díselo al personal de limpieza! Hablando de limpieza... creo
que necesitas una ducha.
-No
fastidies... -dijo, inclinando de nuevo la cabeza hacia atrás para
mirarme con sorna.
No
fuimos los únicos que habíamos conseguido huir de aquella guerra:
algunos del equipo H-45 salieron poco después de nosotros, Tornado por ejemplo. Nos saludó al vernos y yo le devolví
el saludo. Delmet trató de incorporarse.
-Menos
mal... veo que todavía quedamos algunos de nosotros vivos -dijo Tornado,
pasándose la mano por la frente. No se había ensuciado mucho.
-Qué
hay... -dijo Delmet, ya de pie.
Se
escuchó un grito de furia desde el otro lado de la puerta. A lo
mejor había sido Tank.
Desde el otro lado, el silencio pasó a ser total: por lo que interpreté del grito, se veía que acababan de prohibir la salida a todos los que aún estaban dentro. Pobres... Menos los del D-32. A esos que les dieran.
Desde el otro lado, el silencio pasó a ser total: por lo que interpreté del grito, se veía que acababan de prohibir la salida a todos los que aún estaban dentro. Pobres... Menos los del D-32. A esos que les dieran.
Tornado,
al escuchar el grito, decidió que lo mejor que podía hacer en ese
momento era irse con su equipo. Nos despedimos de él con la mano
mientras avanzaba por el pasillo.
-Bueno,
ya sabes... creo que ahora nos toca encontrar a los nuestros -dije
a Delmet-. Ahora mismo están solos.
-La
verdad, no lo esperaba de ti. Eres la capitana: ¿cómo es que no te
has quedado a velar por la seguridad del equipo?
-Creo
que porque te estaba rescatando a TI -contesté-. Anda, vamos...
-¿Rescatarme?
¿A MÍ? -se quejó, moviendo los brazos-. ¡Pero si he sido YO el que
ha tenido que protegerte! ¡Además, no hacía falta que me
rescataran!
-¿Y
quién ha arrastrado a quien durante el resto del...?
No
pude terminar la frase. Cuando intenté dar el primer paso hacia la
puerta, allí estaban. No, no me refiero a los de mi equipo, sino a
ELLOS.
Mystery,
Rex (con toda la ropa pegajosa), y... Ridley. Ah, les seguía un
chico más, aunque no le presté mucha atención.
-Eso,
¿quién habría podido salvar a la princesita del casco americano azul? -dijo
Ridley, haciendo que Rex se riera con él.
¡Por fin, capítulo acabado! ¡Y aún nos quedan más, junto con todas las ideas que tenemos que escribir!
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