Da gusto hacer las cosas con calma... aunque estaría algo más tranquila si Junie no hubiera bajado de la estantería su peluche de Delmet. Me siento un poco observada al verlo...
En este capítulo... ¿conseguiremos por fin huir del otro equipo?
Capítulo 61
¿Es que no había
forma de librarse de aquel equipo? Habíamos conseguido huir... y
ellos habían seguido nuestros pasos.
-Hemos pasado por
delante vuestra hace nada... ¡Y ni os habéis dado cuenta! Creo que
alguien necesita dormir más... -se burló Ridley. Lo decía por mí, por mis pesadillas y mi falta de sueño. Odiaba que me conociera tan bien.
Delmet iba a
contraatacar de nuevo, pero lo sujeté del brazo para que no pudiera avanzar hacia ellos.
-Si les haces caso,
te rebajas a su altura -le dije-. Delmet, ni se te ocurra acercarte a ellos,
digan lo que digan.
-¡Es de mala
educación susurrar en público, tortolitos! -vociferó Rex entre risas.
¿Tortolitos? Lo que
me faltaba, otro como Ridley: haciendo comentarios sarcásticos hirientes. Ahora era yo la que tenía ganas de
lanzarme sobre él.
-¡No hablemos de
parejas ahora! -respondió Delmet-. ¡Además, si tú estás por... por Mystery!
Vaya, qué bien sabía
defenderse Delmet. ¡Esos dos no tenían nada que ver!
Mystery abrió mucho los ojos durante unos segundos y a Rex también le cambió la cara a una mueca de desagrado.
Mystery abrió mucho los ojos durante unos segundos y a Rex también le cambió la cara a una mueca de desagrado.
-Qué te habré hecho
yo... -murmuró la chica, recuperando rápidamente su actitud pasiva. Rex la
miró como si quisiera decirle: “¡Eh, que tan feo no soy!”
-Ya veo con la clase
de gente que te juntas... -sonrió Ridley.
-Lo mismo digo
-contesté-. Qué bien te viene buscarte al primer idiota que te ría
las gracias.
-Lo dice por ti -le dijo
Mystery a Rex.
-¡Pero bueno! ¿Es
que todo me va a tocar a mí? ¡Venga, jefe, vamos a seguir con lo
que teníamos planeado!
Espera, ¿lo acababa
de llamar jefe?
-Vaya, resulta que
esta vez vas a tener razón... -dijo en tono burlón-. Hasta estoy de acuerdo con lo que has
dicho. Es mucho más entretenido seguir con los planes, ¿no es así?
Lo odiaba. ¿Cómo
podía hablarle así a los de su propio equipo?
Lo peor fue que, ante
esa respuesta, Rex le sonrió satisfecho, dejando que fuera él quien
se adelantara. Parecía tenerle gran admiración a pesar de lo
desagradable que era "su jefe" con él.
-Pues vale...
-asintió Mystery. Parecía resignada, como si no tuviese ganas de
seguir ningún plan.
No sabía lo que
tenían planeado, pero me preparé para lo que estaba por venir.
Delmet también... a su manera.
Entonces, Ridley
tendió el brazo hacia el chico que había detrás de todos los
demás, que parecía tímido e inseguro de sí mismo y ni siquiera miró
a Ridley a la cara cuando le pasó lo que tenía en las manos. Me dio
un poco de pena verlo.
Lo que acababa de
darle a Ridley era una caja de cereales y... ¡¿una pistola?!
Un segundo, acababa
de recordar el momento en el que la había comprado; ¡era de
balines, como la que yo usaba para asustar a Stephie! Las habíamos
comprado a la vez: la mía era más barata y se veía que no era de
verdad, mientras que Ridley había optado por un modelo más
realista, de más calidad y alcance que el mío. Si hubiera sabido
que la acabaría usando contra mí, me habría comprado una como la
suya, o incluso una mejor, daba igual el dinero.
-Delmet -susurré-,
prepárate para correr.
-¿CORRER? -dijo, otra vez demasiado alto-. ¡Tenemos que enfrentarnos a ellos! ¡Huir es
de cobardes!
-Huir sirve para
sobrevivir. Y yo te recomiendo... que corras.
Como siempre, la
inventiva de Ridley era asombrosa: introdujo en la pistola los
cereales para recargar la pistola. Seguro que le darían para
disparar a lo bestia durante un buen rato. Lo peor de todo es que el
arma funcionaba perfectamente.
-¿Habéis desayunado
bien? -preguntó él con ironía, apuntándonos con la pistola-.
¡Porque no os veo con fuerzas suficientes!
-Tú sí que deberías
desayunar a tu hora en vez de tirar la comida -murmuré entre dientes.
No sé si llegó a
escucharme, pero el caso es que estiró el brazo hacia mí y apretó
el gatillo.
-¡CORRE! -le grité
a Delmet.
La lluvia de cereales
comenzó a caer sobre nosotros mientras tratábamos de esquivarlos
tontamente. Se escuchaba su golpeteo al caer al suelo, contra el que
se estrellaban haciéndose añicos. Por la que se nos veía encima y
por el número de cereales que caían al suelo, adiviné que los
demás también nos estaban lanzando proyectiles, ya fuera con las
manos, con una cerbatana o con lo que fuera.
Algunos me dieron; eran tan duros como piedras.
Algunos me dieron; eran tan duros como piedras.
Delmet estaba
dispuesto a abrir la boca para decir algo, pero lo arrastré fuera de
la zona de ataque y corrimos por el pasillo. Él no parecía nada
contento con ello e intentó resistirse, pero acabó por hacerme
caso.
-¡Puede que hayáis
ganado esta batalla, pero no ganaréis la guerra! -iba diciendo hacia
atrás mientras corría.
-¡Lamento tener que
dejar tu discurso para otro día, pero no tenemos más remedio! -le
grité yo a él.
Como era de suponer,
los del otro equipo no se quedaron de brazos cruzados. Oía sus pasos
por detrás de nosotros, y todavía se oía el rumor de las balas
improvisadas al caer. Creo que nunca más compraría esa marca de
cereales.
No sé para qué se
cubría Delmet la cabeza si ya llevaba el casco. Y pensándolo bien,
¿por qué tenía que ser yo la que lo salvara siempre? ¿Acaso era
yo su niñera?
Lo solté poco a
poco, asegurándome de que corría detrás de mí en vez de darse la
vuelta y contraatacar. Ya iba siendo hora de que se salvara él solo.
Si lo rescataba yo con tanta frecuencia, se acabaría acostumbrando a
ello.
Ya está: se acabó
rescatar a Delmet. Lo sentía por Mirta, pero algo había que hacer
con él...
No me sorprendió
mucho ver que intentaba devolver algunos de los cereales que nos
habían lanzado. Era inútil, pero allá él. Puede que me hiciera cambiar de
idea si le acertaba a Ridley en un ojo, pero de momento todos los
cereales que estaba lanzando se quedaban a medio camino. Ni en
sueños podría dar una buena.
Fui delante para
decidir por qué pasillo podríamos escapar. La academia seguía
siendo demasiado grande para mí, así que elegí la ruta que mejor
conocía: la que llevaba al patio de atrás, ese que tenía un árbol
gigantesco en el centro. Esperaba no tener que subirme en las ramas
del árbol otra vez... o, en el castigo, correría Delmet sin mí.
El plan principal era
encerrarnos en una habitación y no salir hasta que se fueran,
o bien escapar por alguna de las ventanas. Tenía que ser una que no estuviera a mucha altura del suelo; yo podría escapar por cualquiera, pero llevar a Delmet al lado no me ayudaba mucho con mi plan.
En más de una
ocasión tuve que avisarlo para que no se desviara. Casi se va
por el pasillo contrario cuando estábamos a punto de llegar, y casi
lo acabaron cazando cuando intentó darse la vuelta y tomar el otro
camino.
Creo que necesitaba
darse la ducha cuanto antes... corría menos porque las suelas de sus
zapatillas estaban pegajosas y algunos de los cereales que le daban
se le quedaban pegados. No creo que nunca llegue a echarle zumo a los
cereales en vez de leche; después de haber vivido aquello... era hasta peor imaginárselo.
Además, aunque
Delmet se hacía el incansable, tenía poco aguante. Ya estaba
agotado por la guerra de comida anterior, y lo más seguro es que
nos acabasen alcanzando. Miré hacia atrás y vi que, efectivamente,
nos estaban ganando terreno.
Ridley y Rex os iban
gritando frases tales como “¡No escaparéis!” o “¡No podréis
llegar muy lejos a ese ritmo!” Dijeron alguna que otra más que
sonó un poco más fuerte, así que mejor me callo.
No sabía muy bien
qué caras estaban poniendo los del equipo D-32 pero, conociendo a
Ridley, se habría sacado de la manga su cara de asesino y la habría
llevado puesta durante todo el camino.
Mira, frase bonita.
Mira, frase bonita.
Fui rogando durante casi todo el trecho que no nos atraparan. No, por favor... no
tenía ganas de meterme en una pelea justo en ese momento. En las
peleas cuerpo a cuerpo tenía tendencia a quedarme con un ojo morado, y no me
agradaba mucho la idea, ni tampoco me apetecía. Sabía que Ridley no
dudaría en ser cruel hasta el extremo: si le apetecía darme en la
cara, lo haría.
¿Y qué harían con
Delmet? Los americanos ya solían hacerse cosas bastante crueles
entre sí, como el truco ese del calzoncillo chino. Espero que al equipo D-32 no se le ocurriera la misma idea... Si los otros
usaban contra él, estaba perdido, por no decir que Mirta me mataría.
Aparte, reconozco que, por muy pesado que me pareciera Delmet, no lo
odiaba como para que permitiera que le hicieran ese tipo de cosas.
Pero mejor no ponerse
negativos. Mira, si estábamos llegando al patio.
Nos abalanzamos
atropelladamente hacia la puerta sabiendo que era nuestra única
esperanza. Aparté a Delmet de en medio con torpeza, giré el
picaporte....
Resulta que, la puerta... estaba
cerrada. ¿Menudo fallo, verdad? Ay...
Ahora os parecerá gracioso, pero no lo fue estando allí. Lo digo en serio..
¡Maldito peluche! Mirad, aquí hay una foto de él. A ver que os parece... (pinchad aquí para verlo)
Hace que me sienta vigilada... ¡Algún día lo esconderé o algo así, lo prometo!
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