El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

25 abr 2014

61. ¿Dulce huida?

Como hoy es una tarde tranquila, hemos subido juntas el capítulo, justo a tiempo. ¡Sin adelantos ni retrasos!
Da gusto hacer las cosas con calma... aunque estaría algo más tranquila si Junie no hubiera bajado de la estantería su peluche de Delmet. Me siento un poco observada al verlo...
En este capítulo... ¿conseguiremos por fin huir del otro equipo?

Capítulo 61
¿Es que no había forma de librarse de aquel equipo? Habíamos conseguido huir... y ellos habían seguido nuestros pasos.
-Hemos pasado por delante vuestra hace nada... ¡Y ni os habéis dado cuenta! Creo que alguien necesita dormir más... -se burló Ridley. Lo decía por mí, por mis pesadillas y mi falta de sueño. Odiaba que me conociera tan bien.
Delmet iba a contraatacar de nuevo, pero lo sujeté del brazo para que no pudiera avanzar hacia ellos.
-Si les haces caso, te rebajas a su altura -le dije-. Delmet, ni se te ocurra acercarte a ellos, digan lo que digan.
-¡Es de mala educación susurrar en público, tortolitos! -vociferó Rex entre risas.
¿Tortolitos? Lo que me faltaba, otro como Ridley: haciendo comentarios sarcásticos hirientes. Ahora era yo la que tenía ganas de lanzarme sobre él.
-¡No hablemos de parejas ahora! -respondió Delmet-. ¡Además, si tú estás por... por Mystery!
Vaya, qué bien sabía defenderse Delmet. ¡Esos dos no tenían nada que ver!
Mystery abrió mucho los ojos durante unos segundos y a Rex también le cambió la cara a una mueca de desagrado.
-Qué te habré hecho yo... -murmuró la chica, recuperando rápidamente su actitud pasiva. Rex la miró como si quisiera decirle: “¡Eh, que tan feo no soy!”
-Ya veo con la clase de gente que te juntas... -sonrió Ridley.
-Lo mismo digo -contesté-. Qué bien te viene buscarte al primer idiota que te ría las gracias.
-Lo dice por ti -le dijo Mystery a Rex.
-¡Pero bueno! ¿Es que todo me va a tocar a mí? ¡Venga, jefe, vamos a seguir con lo que teníamos planeado!
Espera, ¿lo acababa de llamar jefe?
-Vaya, resulta que esta vez vas a tener razón...  -dijo en tono burlón-. Hasta estoy de acuerdo con lo que has dicho. Es mucho más entretenido seguir con los planes, ¿no es así?
Lo odiaba. ¿Cómo podía hablarle así a los de su propio equipo?
Lo peor fue que, ante esa respuesta, Rex le sonrió satisfecho, dejando que fuera él quien se adelantara. Parecía tenerle gran admiración a pesar de lo desagradable que era "su jefe" con él.
-Pues vale... -asintió Mystery. Parecía resignada, como si no tuviese ganas de seguir ningún plan.
No sabía lo que tenían planeado, pero me preparé para lo que estaba por venir. Delmet también... a su manera.
Entonces, Ridley tendió el brazo hacia el chico que había detrás de todos los demás, que parecía tímido e inseguro de sí mismo y ni siquiera miró a Ridley a la cara cuando le pasó lo que tenía en las manos. Me dio un poco de pena verlo.
Lo que acababa de darle a Ridley era una caja de cereales y... ¡¿una pistola?!
Un segundo, acababa de recordar el momento en el que la había comprado; ¡era de balines, como la que yo usaba para asustar a Stephie! Las habíamos comprado a la vez: la mía era más barata y se veía que no era de verdad, mientras que Ridley había optado por un modelo más realista, de más calidad y alcance que el mío. Si hubiera sabido que la acabaría usando contra mí, me habría comprado una como la suya, o incluso una mejor, daba igual el dinero.
-Delmet -susurré-, prepárate para correr.
-¿CORRER? -dijo, otra vez demasiado alto-. ¡Tenemos que enfrentarnos a ellos! ¡Huir es de cobardes!
-Huir sirve para sobrevivir. Y yo te recomiendo... que corras.
Como siempre, la inventiva de Ridley era asombrosa: introdujo en la pistola los cereales para recargar la pistola. Seguro que le darían para disparar a lo bestia durante un buen rato. Lo peor de todo es que el arma funcionaba perfectamente.
-¿Habéis desayunado bien? -preguntó él con ironía, apuntándonos con la pistola-. ¡Porque no os veo con fuerzas suficientes!
-Tú sí que deberías desayunar a tu hora en vez de tirar la comida -murmuré entre dientes.
No sé si llegó a escucharme, pero el caso es que estiró el brazo hacia mí y apretó el gatillo.
-¡CORRE! -le grité a Delmet.
La lluvia de cereales comenzó a caer sobre nosotros mientras tratábamos de esquivarlos tontamente. Se escuchaba su golpeteo al caer al suelo, contra el que se estrellaban haciéndose añicos. Por la que se nos veía encima y por el número de cereales que caían al suelo, adiviné que los demás también nos estaban lanzando proyectiles, ya fuera con las manos, con una cerbatana o con lo que fuera. 
Algunos me dieron; eran tan duros como piedras.
Delmet estaba dispuesto a abrir la boca para decir algo, pero lo arrastré fuera de la zona de ataque y corrimos por el pasillo. Él no parecía nada contento con ello e intentó resistirse, pero acabó por hacerme caso.
-¡Puede que hayáis ganado esta batalla, pero no ganaréis la guerra! -iba diciendo hacia atrás mientras corría.
-¡Lamento tener que dejar tu discurso para otro día, pero no tenemos más remedio! -le grité yo a él.
Como era de suponer, los del otro equipo no se quedaron de brazos cruzados. Oía sus pasos por detrás de nosotros, y todavía se oía el rumor de las balas improvisadas al caer. Creo que nunca más compraría esa marca de cereales.
No sé para qué se cubría Delmet la cabeza si ya llevaba el casco. Y pensándolo bien, ¿por qué tenía que ser yo la que lo salvara siempre? ¿Acaso era yo su niñera?
Lo solté poco a poco, asegurándome de que corría detrás de mí en vez de darse la vuelta y contraatacar. Ya iba siendo hora de que se salvara él solo. Si lo rescataba yo con tanta frecuencia, se acabaría acostumbrando a ello.
Ya está: se acabó rescatar a Delmet. Lo sentía por Mirta, pero algo había que hacer con él...
No me sorprendió mucho ver que intentaba devolver algunos de los cereales que nos habían lanzado. Era inútil, pero allá él. Puede que me hiciera cambiar de idea si le acertaba a Ridley en un ojo, pero de momento todos los cereales que estaba lanzando se quedaban a medio camino. Ni en sueños podría dar una buena.
Fui delante para decidir por qué pasillo podríamos escapar. La academia seguía siendo demasiado grande para mí, así que elegí la ruta que mejor conocía: la que llevaba al patio de atrás, ese que tenía un árbol gigantesco en el centro. Esperaba no tener que subirme en las ramas del árbol otra vez... o, en el castigo, correría Delmet sin mí.
El plan principal era encerrarnos en una habitación y no salir hasta que se fueran, o bien escapar por alguna de las ventanas. Tenía que ser una que no estuviera a mucha altura del suelo; yo podría escapar por cualquiera, pero llevar a Delmet al lado no me ayudaba mucho con mi plan.
En más de una ocasión tuve que avisarlo para que no se desviara. Casi se va por el pasillo contrario cuando estábamos a punto de llegar, y casi lo acabaron cazando cuando intentó darse la vuelta y tomar el otro camino.
Creo que necesitaba darse la ducha cuanto antes... corría menos porque las suelas de sus zapatillas estaban pegajosas y algunos de los cereales que le daban se le quedaban pegados. No creo que nunca llegue a echarle zumo a los cereales en vez de leche; después de haber vivido aquello... era hasta peor imaginárselo.
Además, aunque Delmet se hacía el incansable, tenía poco aguante. Ya estaba agotado por la guerra de comida anterior, y lo más seguro es que nos acabasen alcanzando. Miré hacia atrás y vi que, efectivamente, nos estaban ganando terreno.
Ridley y Rex os iban gritando frases tales como “¡No escaparéis!” o “¡No podréis llegar muy lejos a ese ritmo!” Dijeron alguna que otra más que sonó un poco más fuerte, así que mejor me callo.
No sabía muy bien qué caras estaban poniendo los del equipo D-32 pero, conociendo a Ridley, se habría sacado de la manga su cara de asesino y la habría llevado puesta durante todo el camino. 
Mira, frase bonita.
Fui rogando durante casi todo el trecho que no nos atraparan. No, por favor... no tenía ganas de meterme en una pelea justo en ese momento. En las peleas cuerpo a cuerpo tenía tendencia a quedarme con un ojo morado, y no me agradaba mucho la idea, ni tampoco me apetecía. Sabía que Ridley no dudaría en ser cruel hasta el extremo: si le apetecía darme en la cara, lo haría.
¿Y qué harían con Delmet? Los americanos ya solían hacerse cosas bastante crueles entre sí, como el truco ese del calzoncillo chino. Espero que al equipo D-32 no se le ocurriera la misma idea... Si los otros usaban contra él, estaba perdido, por no decir que Mirta me mataría. Aparte, reconozco que, por muy pesado que me pareciera Delmet, no lo odiaba como para que permitiera que le hicieran ese tipo de cosas.
Pero mejor no ponerse negativos. Mira, si estábamos llegando al patio.
Nos abalanzamos atropelladamente hacia la puerta sabiendo que era nuestra única esperanza. Aparté a Delmet de en medio con torpeza, giré el picaporte....
Resulta que, la puerta... estaba cerrada. ¿Menudo fallo, verdad? Ay...

Ahora os parecerá gracioso, pero no lo fue estando allí. Lo digo en serio..
¡Maldito peluche! Mirad, aquí hay una foto de él. A ver que os parece... (pinchad aquí para verlo)
Hace que me sienta vigilada... ¡Algún día lo esconderé o algo así, lo prometo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario