¿A que no adivináis lo que hemos preparado para este año?
Capítulo
90
-¡Venga
Mia, que es para hoy!
-¡Jo
Eri, espera un momento! ¡Me vas a poner nerviosa!
-Yo
si que estoy nerviosa...
-¿Eri?
¿Dices algo?
-Esto...
¡No! ¡No he dicho nada! ¡Yo te espero!
Se
me iban a quedar las piernas dormidas de tanto esperar ahí de pie.
Mia llevaba casi media hora arreglándose - cuando me había dicho que
sólo iba a tardar unos minutos.
Ya
me estaba empezando a desesperar. Menos mal que, por fin, abrió la
puerta de su habitación.
Rodeada
de una nube de purpurina y colonia, vi cómo la chica se asomaba
lentamente por la puerta. Llevaba puesto un vestido rosa lleno de
adornos con una falda que le llegaba hasta los pies. El disfraz se
completaba con una diadema plateada que la chica llevaba sobre la
cabeza.
-¿Qué
te parece? ¿A que es bonito? -me preguntó, dando vueltas sobre sí
misma.
Yo
estaba sin palabras, y no precisamente porque me fascinase especialmente el vestido
de princesa de cuento.
-Mia,
tu disfraz... pensaba que ibas a elegir algo que diera más miedo.
-¡Si
doy órdenes desde mi reino, sí que voy a daros miedo a todos!
-respondió ella algo ofendida.
-Bueno,
en ese caso... sí, estás estupenda -dije con un suspiro.
Satisfecha,
dio un par de vueltas más sobre sí misma. Por lo menos estaba
contenta...
Mirta
e Imala ya debían de estar listas, así que fuimos a su encuentro.
Efectivamente, ambas nos estaban esperando al final de las escaleras.
Mirta, como de costumbre, estaba espectacular: llevaba un vestido de
un violeta muy oscuro, casi negro, decorado con jirones que le daban
un aspecto muy elegante. Un sombrero de pico le tapaba parte de la
cara. Estaba claro que iba de bruja -una bruja buena, cómo no.
-¡Mia,
estás estupenda! -sonrió, lo que hizo que Mia hinchara aún más el
pecho-. ¡Eria, tú también vas genial! Pero... ¿puedo preguntar de
qué vas disfrazada?
Me
miré los brazos como si ni yo misma lo supiera; una túnica negra,
gastada y con capucha me cubría de pies a cabeza. La prenda tenía
los bordes cortados a trizas para que diese la impresión de ser muy
antigua.
-Claro
que puedes. Sólo me hace falta una cosa más para completar mi
disfraz, y entonces ya verás.
Los
chicos sí que tardaban. ¡Luego decían que nosotras íbamos a durar! La única que
había tardado era Mia, pero ni ella había durado tanto tiempo
encerrada en la habitación como ELLOS. Sí, ya sabéis a qué dos me refiero.
Jetwick
había sido el primero de los chicos en salir y nos esperaba. Cuando lo vi cara a cara, no
pude contener una sonrisa.
-¿Jetwick?
¡Vaya disfraz más original! -lo elogió Mirta cuando nos acercamos
a él.
Jetwick
dio un respingo. No nos esperaba, así que vi normal que se
sonrojara.
Mi
amigo se había despeinado las puntas y vestía una camiseta sin
mangas y unos pantalones largos, ambos gastados y de un color oscuro.
El toque divertido se lo daban las orejas, la cola, los guantes y
zapatos -que imitaban unas zarpas- y su nariz pintada de negro. No
hacía falta ser muy listo para adivinar de qué iba vestido: de
hombre lobo -no de perro, como Mia creyó al principio.
-¿La
tienes? -le pregunté. Él asintió con la cabeza, señalando el
objeto que había apoyado en la pared junto a él: una guadaña de
pega. Me brillaron los ojos del entusiasmo.
-Ahí
va... ¡Eres el mejor, Jetwick! -exclamé. Se sonrojaría de nuevo al oírme, imaginé. Lo hizo.
Me
acerqué al arma y me la eché sobre los hombros. Me puse la capucha,
que me tapaba los ojos.
-¿Y
bien? -pregunté a las chicas posando.
-¡Creo
que lo tengo! -Mirta parecía encantada-. ¡Y la verdad es que está
muy bien pensado!
-¡Gracias!
Pensé que tener a la muerte de nuestro lado nos daría ventaja...
-sonreí.
-Pues oye, Eria,
ya asustas bastante como capitana. ¿Para qué necesitas
un disfraz? -dijo alguien.
Esa
voz sólo podía ser la de Bobby. Reí ante la ocurrencia.
El
disfraz que llevaba le iba que ni pintado: ropa vieja, marcas y
cicatrices por todo el cuerpo, algo de maquillaje y un tornillo a
cada lado de la cabeza. Un Frankenstein perfecto, sin duda.
-Delmet
sigue frente al espejo admirando su figura. No puede tardar mucho
-nos informó.
-...O
echaremos la puerta abajo de lo contrario -sonreí con malicia,
levantándome la capucha.
-¡Eh,
recuerda que yo también duermo ahí! -se quejó él. Volví a reír.
-No
es momento de dormir -dijo una voz pausada detrás de Bobby, que se
puso blanco del susto.
Imala.
Imala.
-¡No
puede ser! ¡No está preparada! -Mia contuvo un grito al verla así,
con la misma ropa de siempre.
-Yo
fui quien le dije que podía ir así -la defendí-. Ya parece que va
disfrazada, ¿verdad?
Ellos
se lo pensaron y acabaron asintiendo con un gesto de aprobación.
Quedaba
la PEOR parte: Delmet y Teck. Etsu no me preocupaba tanto: estaría
esperando dentro. Tardaban
tanto que, para entretenernos, nos pusimos a hacer apuestas para ver
quién salía antes. Otra media hora después, Delmet salió de su
habitación.
Como
era de esperar, seguía con su casco, ahora adornado con arreglos de papel y cinta adhesiva. Había cambiado su ropa
habitual por un traje azul y rojo de superhéroe. Qué irónico, le
iba que ni pintado - aunque el apaño tampoco era muy allá.
-¿Quién
soy? -preguntó, abriendo los brazos.
Mirta
lo contemplaba de arriba a abajo, fascinada, sin parar de expresar su
asombro por "lo bien hecho que estaba el disfraz". Yo también opinaba
que no podía haber elegido otro mejor, pero sólo sonreí.
-¿Soy
el penúltimo? ¡Eh, estaba esperando para salir el último y hacer
una entrada triunfal!
-Pues
no te ha salido demasiado bien, me parece.
El
que había hablado era Teck. Acababa de salir del cuarto junto a
Etsu, que llevaba una peluca gris y una bata que le daba aspecto de
científico loco, muy propio de él. El OTRO, por otro lado, iba mucho
más arreglado, pero con las puntas despeinadas y la ropa, aunque
nueva, arrugada. Tenía unas marcas rojas en la cara y sus cascos
inalámbricos aún seguía sobre su cabeza.
-¡Me
ha engañado! -exclamó Delmet-. ¡Lo he oído girar el picaporte!
¡Deberías haber salido!
-¿Y
qué? ¡No es culpa mía que tú siempre quieras llamar la atención!
¡Eso te pasa por intentar presumir!
Delmet
gruñó. En realidad, por mucho que discutieran sabía que, en el fondo, eran iguales en ese sentido: lo que pretendía Teck era
hacerlo salir para quedarse con su entrada triunfal. Sería creído.
-Eh...
¿vas disfrazado de algo en particular o el maquillaje ha sido
improvisado? -le pregunté.
-No
me digas que no lo has reconocido -parecía ofendido-. ¡De
zombie! ¡No es tan difícil!
No
creía que los zombies pasaran tanto tiempo delante del espejo a
excepción suya. Sería por eso que no acerté.
-Lo
importante es que estamos preparados -sonrió Etsu, pasando a Teck
unas cestas en forma de calabaza para que llegaran a todos-. Sólo
nos es necesaria una señal.
-Pues
ya os la doy yo -sonreí, desfilando por delante de mi equipo para
que todos me siguieran.
A aquella hora no
había mucha cola para salir fuera. Menos mal que habíamos elegido
salir temprano.
Conseguimos
las insignias de salida enseguida y corrimos a la calle con cuidado
de no armar demasiado jaleo. Era inevitable que Delmet y Mia no
hicieran ningún ruido, pero al menos lo intentamos.
Llegamos
a la plaza, nuestro punto de inicio. Etsu me pasó un plano sobre el
que señalé la ruta que íbamos a seguir aquella noche. No había muchas
luces encendidas a excepción de las que decoraban algunas casas, así
que era algo difícil ver en la penumbra. Por suerte, habíamos sido previsores y
traíamos linternas para cuando oscureciera.
-Será
una broma... ¿Y si nos pasa algo? No me fío de esa ruta, y menos de
noche.
-No,
no es ninguna broma. Esta es la ruta que tiene más casas y la que
mejor ambientada está. Hay que cruzar un bosquecillo y un
cementerio, pero nada raro aparte de eso. Venga Bobby, algunas
personas de este equipo no suelen celebrar esto. Vamos a divertirnos
un poco -le reproché.
-¡Claro,
seguro que los no-muertos nos tienen organizada una fiesta, no te
digo...!
-¡Y
aquí estoy yo para darle un toque al más puro estilo americano!
-dijo Delmet golpeándose el pecho.
-Estamos en
Halloween, ¿no? -sonreí maliciosamente-. ¡Tendrá que haber alguna
fiesta!
¡Efectivamente, tenemos un especial! Sabed que éste sólo es el principio de la noche. ¡Aún puede pasar cualquier cosa!
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