Junie
está medio dormida, así que voy a intentar acabar lo más rápido
que pueda.
¡Lo
siento! Además, estamos a mes impar, lo que significa... bueno, ya
lo explicaré con el tiempo. ¡Vamos allá!
Capítulo
13
Repito: ¿por
qué no dejaban de mirarme?
Acabé
siendo el centro de atención nada más entrar en clase. Todo el
mundo me miraba. Seguían mirándome. Intimidaba bastante.
Solo
había seis personas, pero ESAS personas eran las que iban a estar
conmigo durante todo el curso y seguramente ya eran casi
profesionales.
Iba
a saludarles, pero tuve que mirar al suelo para no tropezar con una
silla. No es frecuente en mí ir tropezándome con cosas, para que os imaginéis cómo me sentía.
Casi
todos los asientos estaban ocupados. Decidí sentarme en un hueco
libre en segunda fila.
Pero, en cuanto me senté volví a tener esa sensación: la misma que tuve
mientras deshacía las maletas.
Giré
la cabeza y, efectivamente, allí estaba: la misma chica. Se parecía
todavía más a mi hermana pequeña de cerca. Hasta sonreía de la misma
forma.
Me
interrumpió antes de que pudiera hablar.
-...
-¡¡¡Nomelopuedocreernomelopuedocreer!!!
¡Eres la más mejor de las mejores! ¡Te conozco! ¡Tú fuiste
aquella de lo de... eso! ¡Genial! ¡Chachi!
Eh,
no entendía nada. Mi hermana también hablaba así, pero ella tenía
seis años, no mi edad.
¿Qué
le pasaba? No, por favor, más gente rara no...
Ya
os podéis imaginar lo que pensé en aquel momento: que estaba loca y
que no era demasiado lista. No sabéis lo equivocada que estaba.
-¡Yo
también quiero tirarme por una ventana cuando sea mayor!
¿Co-
cómo lo sabía? ¿Realmente nos conocíamos? ¿Me había estado
espiando?
-¡Tal y como dice el archivo de papi! ¡Es estupendo! -me leyó la mente.
-Esto...
¿tu padre?- dije, con algo de miedo (lo reconozco, le tenía
miedo)-. ¿Y quién es tu padre, si se puede saber?
Escuché
una risa suave a mis espaldas. Era otra chica: pelo castaño oscuro,
ojos verdes y piel de un moreno como el que tienen los turistas. Su
ropa era simple: un vestido veraniego verde lima, botas amarillas de
agua y unas enormes gafas de sol blancas sobre la cabeza. Era guapa
(muy guapa), con un estilo sencillo y natural. La primera impresión
que tuve de ella fue muy buena. Se acercó y me susurró al oído:
-¡Cuidado
con ella! ¡Es la hija del director general!
¡Claro,
ahora cuadraba todo! Esa chica debía tener acceso a la información
que recopilaba su padre. ¿Pero... tanto sabían de mí? ¿Eran los
hombres de chaqueta los que me había estado investigando? Sí,
debían ser ELLOS los que le habían proporcionado toda clase de
información al director.
-¡El
director?¿Te refieres a... un tipo al que he ido a visitar antes, un tal... Morrison? -le pregunté a la chica con aspecto de ser más sensata, la de
las gafas de sol.
-¡No,
ese es el director de nuestro curso! Me refiero al director que lo
controla todo sobre la academia. Ese es su padre.
-¿Todos
esos datos tienen sobre mí? La verdad, no me lo esperaba.
-¡No
sabes la cantidad de datos que tienen sobre nosotros! Pero no tienes
por qué preocuparte. ¡Están a salvo!
Solo
con que lo dijera ella ya me sentía algo más segura. Mientras
tanto, la otra chica... se me había quedado mirando con una sonrisa
soñadora. De pronto, ésta dejó la mirada perdida. Luego miró al
techo y murmuró algunas palabras sueltas. Creo que, de nuevo, estaba tarareando algo.
La
chica de las gafas y yo fuimos al fondo de la clase a hablar. Mira, ya
tenía a alguien con quien hablar: no era un mal comienzo.
-¿Qué
le pasa?- pregunté, refiriéndome a la chica de las coletas.
-Ah,
no te preocupes por ella. ¿Sabes una cosa? ¡Dicen que en el fondo
es muy inteligente!
-No
sé si creerlo, la verdad...
-Ya,
es difícil de creer, pero a veces tiene cada cosa... yo creo
que, en el fondo, actúa así por diversión. ¡Eso diría mucho sobre ella!
Ya
no sabía lo que pensar. ¡Menudo misterio! Estaba completamente
confundida.
De
pronto, mi compañera se llevó con delicadeza la mano a la frente, como si acabase de recordar algo.
-¡Ah,
lo siento mucho! -exclamó-. ¡No me he presentado! ¡Menudo
fallo!
-No
te preocupes -le contesté, mientras me señalaba a mí misma con el
dedo- de todas formas, yo tampoco lo he hecho.
La
chica sonrió. Me tendió la mano.
-Soy
Mirta, Mirta Sunshine. La otra chica es Mia Blossom, por cierto.
Le
di la mano. Mia y Mirta... ambos nombres eran demasiado parecidos.
Necesitaba una regla nemotécnica...
-Soy
Ne... Eria. Eria Jumps.
-¿Neria
Jumps?
-No,
Solo Eria. Casi me confundo.
-¡Ah,
claro! Te debe de costar bastante acostumbrarte a tu nuevo nombre.
Eso nos pasa un poco a todos al principio.
-Entonces...
¿Todos tenemos que usar nombres falsos?
-Sí,
esto está completamente vigilado. Es para proteger nuestros datos y
otras cosas, se supone. El nombre que has elegido es también por el que te vas a dar a conocer.
Aunque no creo que pase nada si se te escapa tu nombre real alguna vez: los
hombres de esmoquin exageran un poco algunas veces con temas sobre seguridad.
¡Recuerdo que, en uno de los primeros días, Del casi dice el nombre real de otro para presentarse! -sonrió con dulzura.
-Esto... ¿Quien
es Del?
-¡Ah!
Esto... -miró hacia ambos lados, pero no pareció encontrar a quién
buscaba- está fuera, pero ya lo conocerás. ¡Verás que bien te
llevas con él y con el resto!
-Hay
muchísima gente en la academia, demasiada incluso...
-Lo
sé, pero poco a poco... Por cierto, perdona mi curiosidad, pero
¿cómo has llegado? El medio de transporte suele sorprender la
mayoría de las veces. Yo tuve que viajar en crucero y en
helicóptero.
-¡Menudo
viaje tuviste que pasar! Yo... en un coche con los cristales
negros... y en moto. Nos ha perseguido la policía por pasar el
límite de velocidad.
-¡Increíble!
Y, por supuesto, no fueron capaces de alcanzaros.
-No,
la verdad es que no.
No
sé si Mirta lo sabía, pero Mia se había detenido a poca distancia
de nosotras para escuchar y lanzar suspiros.
-El
viaje de llegada suele ser bastante movido -dijo-. Podrías contarme
más detalles luego.
La
puerta se abrió y Mirta fue a sentarse en un pupitre de la tercera
fila. Como no me apetecía demasiado tener a Mia como compañera de al lado, me
cambié a primera fila. Ese asiento y el de al lado eran los únicos
que estaban libres. Detrás estaba Mia y, en el que iba a ser mi sitio, un chico asiático con unas
gafas redondas sobre los ojos. Yo iba sola, pero mejor sola que mal
acompañada...
Escuché
murmullos a mis espaldas. Decían: “¡Es ella!” “¿La
recuerdas?” “No me lo creo...”.
Giré
un poco la cabeza, pero me di cuenta de que ya no estaban hablando de
mí.
Hablaban
sobre la profesora que acababa de entrar.
¿Quién
entró? Os toca esperar...
Tengo
que aprovechar. Los días impares paso unas noches un tanto raras,
pero no voy a explicarlo ahora...
¡Hasta
la semana que viene, gente prodigiosa que se atreve a leer el blog!
;D
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