¿Qué
pasó en el capítulo anterior? Resulta que Mia y yo casi nos
perdemos (por su culpa). No confiaba demasiado en ella, así que
decidí ir delante. ¿Me habría indicado el lugar si se lo hubiera
preguntado? Ni idea.
¡Suerte
que vi a ese chico de nuestro equipo! Todavía podíamos llegar hasta
ellos...
Capítulo
15
¡Por
los pelos! A todo correr, pudimos alcanzar tanto al chico como al resto
de la clase.
Ahí
estábamos, en el Estadio Central. Casi sin darnos cuenta habíamos
llegado al mismísimo corazón de Golden Podium. ¡Era como el
interior de un estadio olímpico, pero cubierto!
La
disposición de las zonas también era como la de cualquier estadio,
aunque los límites estaban mucho más marcados y la zona de campo
era algo más pequeña -para aprovechar el espacio y quizás
para evitar accidentes con los objetos voladores-. Los lanzamientos
también podían realizarse, según me contaron después, en otro
campo, exterior y de mayor tamaño, para prácticas más complejas.
En el espacio sobrante estaban colocadas las barras asimétricas, el
trampolín... en un estadio normal, ese tipo de pruebas se hacían
aparte, en un lugar diferente pero cercano al estadio. Todos los
materiales estaban repartidos por la zona en completo desorden: se ve que hace poco se habían utilizado.
Me
vi contemplando con admiración cada rincón del sitio. Vaya, no
pretendía pararme, tenía prisa...
Un
grito de furia me hizo dar un respingo y despertar del shock. Mia ya
me había adelantado.
El profesor de aquella hora, el mismo que había gritado, me miraba con cara de pocos amigos. Corrí hacia ellos y me puse en un extremo de la fila horizontal que se había formada enfrente suya. El chico al que habíamos seguido estaba a mi lado, Mia estaba justo un puesto por delante suya y Mirta debía ser la segunda o la tercera de la fila, si es que consideramos que los primeros estaban a la izquierda. La vi asomarse entre los otros y sonreír. Parecía aliviada tras ver que habíamos llegado.
El profesor de aquella hora, el mismo que había gritado, me miraba con cara de pocos amigos. Corrí hacia ellos y me puse en un extremo de la fila horizontal que se había formada enfrente suya. El chico al que habíamos seguido estaba a mi lado, Mia estaba justo un puesto por delante suya y Mirta debía ser la segunda o la tercera de la fila, si es que consideramos que los primeros estaban a la izquierda. La vi asomarse entre los otros y sonreír. Parecía aliviada tras ver que habíamos llegado.
El
profesor se me acercó. Parecía un luchador de boxeo o de lucha libre: todo músculo
y casi dos metros de alto, de mirada fulminante y espesas cejas,
barba de varios días y el pelo hacia atrás. Vestía una camiseta
negra sin mangas y un pantalón largo con unas deportivas que
parecían haber sido usadas demasiadas veces.
Colocó
su cara a escasos centímetros de la mía.
-Llegas
tarde -dijo con voz grave- y no me gustan los que llegan tarde.
Es
decir, que no le gustaba. Me lanzó un gesto amenazador y se alejó
hacia Mia, que tarareaba una canción en voz baja sin dejar de
sonreír.
-Más
te vale que no sea como el año pasado, Blossom -le dijo.
Ella
señaló hacia un punto del techo en el que había una cámara de
seguridad.
-Papi
nos esta viendo, así que mejor alegra esa cara, que estás muy feo.
Sorprendentemente,
el profesor se alejó refunfuñando. Supongo que ser la hija del
director general tiene muchas ventajas.
El
enorme profesor caminó por delante nuestra con los brazos tras la
espalda.
-Como
decía antes de que me interrumpieran -me fulminó con la mirada- mi
nombre es Tank Higgan, “señor” para vosotros. No soy ni vuestro
amigo ni vuestro colega, eso que os quede claro. ¿Entendido?
Como
si estuviésemos en el ejército, todos los presentes se llevaron una
mano a la frente y exclamaron “¡Señor, sí señor!" Era nueva en
todo aquello, así que me limité a imitar a los otros. Tardé algo
más que el resto en alzar el brazo, por lo que el profesor me volvió
a lanzar otra de sus miradas fulminantes.
-Tú
debes de ser Jumps. Tú y yo vamos a tener un curso largo, muy largo,
que lo sepas.
Desde
el primer momento, ese tío ya había empezado a odiarme de forma
visible. Me daba la impresión de que mi relación con los profesores
no iba a ser... demasiado buena.
El
bruto continuó:
-Como
ya sabéis, cada año, los profesores de prácticas tenemos la
obligación de realizar una prueba a los alumnos para comprobar sus
habilidades y toda esa historia. Por la cuenta que os trae, mejor
hacedlo lo más rápido posible. Cuanto antes acabemos, antes nos
iremos de aquí. Sabed que no sois los únicos que están hartos de
estar perdiendo el tiempo, teniendo que aguantar al de enfrente...
Volvió
a mirarnos a Mia y a mí. Sí,
era evidente lo mucho que nos odiaba sin ni siquiera haber
empezado. Y dicen que los profesores nunca tienen manía.
Fuimos
realizando la prueba según nuestro orden en la fila. Por supuesto,
yo era la última.
El
primero era el chico asiático que se había sentado detrás mía en
clase. Se dirigió hacia un saco de boxeo cercano y se preparó. Una
vez listo, empezó a golpearlo usando diversos movimientos de artes
marciales. Se le daba de maravilla. Como golpe de gracia, se echó
hacia delante y golpeó unos tablones de madera cercanos,
partiéndolos en dos. Me dejó fascinada. ¡Era muy bueno!
Al
acabar, retiró parte de las cosas que había usado para despejar la
zona y se situó aparte. Entonces me di cuenta de que cada uno había
preparado lo que iba a hacer. ¿Y yo? ¿Qué podía hacer?
¿Improvisar, como de costumbre?
La
segunda de la fila, por supuesto, era Mirta. Ahora que me fijaba,
llevaba puestos unos patines en línea y varias protecciones. Se las
debía de haber puesto antes de que Mia y yo llegáramos.
Mirta
se situó en la línea de salida de la pista de atletismo y comenzó
a patinar. Se movía casi como si volara. A lo largo del recorrido
hizo varios giros y movimientos con gran maestría, desplazándose de
un lado a otro. ¡Hasta se deslizó por el borde de las gradas! ¡Era
prácticamente perfecta! ¿Sería así en todo?
El
siguiente era un chico con el pelo algo despeinado hacia arriba
(intencionadamente) que llevaba unos cascos de música inalámbricos
sobre la cabeza. Se acercó a un balón de fútbol y lo lanzó hacia
arriba de una patada. Con las manos a la espalda, manejó el objeto
con un control absoluto, utilizando las rodillas y la cabeza y sin
que se le cayese al suelo. Con otra patada más, lo dirigió hacia
una portería cercana, se colocó de espaldas a ella y pateó el
balón hacia el interior encima de su cabeza.
Me
dio la sensación de que, justo al acabar, el chico me había guiñado un ojo. ¿Me lo habría imaginado?
La
siguiente era una chica pelirroja que parecía disfrazada como si fuera un indio del
salvaje oeste, con una diadema de la que asomaba una pequeña pluma,
unas trenzas un tanto extrañas, la cara pintada y un vestido
sencillo de cuero. Obviamente, su habilidad era el tiro con arco.
¡Todas las flechas que disparó dieron en el centro!
El
siguiente... Un momento, ¿qué pasaba ahí?
El
siguiente era un chico gordito con el pelo rubio oscuro despeinado y
ropa veraniega. Parecía temeroso. ¿Y por qué iba MIA tras él,
aplaudiendo y dando palmas? ¿Por qué no lo dejaba en paz?
-¡Vamos,
Bobby! ¡Puedes hacerlo! -le decía ella.
Bobby
llevaba puestos unos guantes de boxeo. Se situó cerca del saco que
había usado el primer chico y se quedó quieto. Mia no paraba de dar
vueltas a su alrededor, pero el chico no se movía.
Algo
después, tanto Mia como Tank comenzaron a perder la paciencia
gradualmente. Mia se detuvo, se sentó en el suelo y cambió el tono
de voz.
-Oh,
¿Qué pasa, Bobby? ¿Es que tienes miedo del saco? ¡Me aburro
mucho! -comenzó a decir.
-No...
no lo soy -dijo Bobby girando la cabeza hacia Mia. Se estaba
enfadando. Normal: estaba muy claro que Mia trataba de buscarle las cosquillas.
Mia
se acercó, susurrando cerca del oído de Bobby.
¿Qué le estaría diciendo? Nada bueno seguro. Tank farfullaba; no tardaría en elevar
la voz.
Por la cara del chico, dentro de los guantes de boxeo debía de estar apretando los puños. Que te susurren al oído mientras intentas concentrarte debe ser muy molesto. De verdad que me preguntaba lo que Mia le estaba diciendo.
Por la cara del chico, dentro de los guantes de boxeo debía de estar apretando los puños. Que te susurren al oído mientras intentas concentrarte debe ser muy molesto. De verdad que me preguntaba lo que Mia le estaba diciendo.
Mia
se detuvo de pronto y dijo su última frase. Deduzco que fue
demasiado para Bobby, pues su reacción fue un tanto inesperada para
los pocos que quedábamos, menos para Mia.
Con
la cara roja de ira, Bobby empezó a temblar de rabia. Mia se situó
detrás del saco y gritó:
-¡Oye, me sigo aburriendo!
Y
entonces Bobby comenzó a descargar toda su ira sobre el saco de
boxeo, justo después de que Mia se apartara por los pelos. ¡Daba
los golpes con tanta rapidez que apenas le veía los puños!
Con
un grito, Bobby tomó impulso y golpeó el objeto con todas sus
fuerzas, haciendo que se descolgara de la barra de metal que lo
sostenía y saliera volando por los aires.
Mientras
el chico recuperaba el aliento, Mia aplaudía desde el otro extremo,
lanzando gritos de alegría.
Vaya.
Parecía ser un endeble y resulta que daba miedo. Hasta aquel chico me
había impresionado.
Aquello
me hizo pensar... ¿Lo había provocado Mia a propósito? Entonces...
¡Mirta podría estar en lo cierto! ¡Mia calculaba sus acciones al
milímetro!
-¡Bien!
¡Me toca, por fin! -exclamó entonces la alegre chica mientras Bobby
retiraba el saco de boxeo.
No
me sorprendió mucho que Mia no hubiese preparado ningún tipo de
material: simplemente, se dedicó a dar saltos y a bailar por ahí.
Tank no parecía demasiado contento, dentro de lo contento que ÉL
podía estar.
Y, cuando menos nos lo esperábamos, Mia nos mostró su habilidad.
Y, cuando menos nos lo esperábamos, Mia nos mostró su habilidad.
Mia es una caja de sorpresas. ¡Nunca se sabe lo que te vas a encontrar!
Espero
que la semana que viene veáis cómo acabó esta prueba...
PDTA:
¿Sabéis que el cumple de June es este lunes 3? June, si estás
leyendo esto, ¡Sorpresa! ¡Acabo de arruinar mi estrategia! Iba a
fingir que te ignoraba... ^^
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