El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

24 may 2013

14. ¡Ahora mando yo!

Hola a todos. Primero, me gustaría decir que no soy Eria, sino June. Hay algo que quiero contar... Vengo algo enfadada, pero no con vosotros... ¡No, yo nunca me enfadaría con vosotros!
Hace poco, recibí en un solo día una cantidad de visitas que no era normal. Comprobé de dónde venían... ¡Y casi me caigo de la silla!
Era una página... rara, por no decir más detalles. Estuve investigando, y me di cuenta de que las visitas que venían de esa página no eran reales: ¡Era spam camuflado en forma de visitas! Una de las cosas más ruines que he visto en toda mi vida, por cierto.
Esto va para todos aquellos que tienen un blog: ¡NO os centréis nunca en las visitas! ¡Lo importante es hacer las cosas bien hechas; tarde o temprano, estas obtienen sus resultados! Y si os mandan spam camuflados como visitas, ¡nunca pulséis las páginas que os lo haya mandado, y denunciadlas!
Eso es todo ^^ Vamos a lo importante, el comienzo de la clase:

Capítulo 14
La recién llegada era una profesora “pequeña” -como yo, vamos- que caminaba con paso decidido. No creo que nunca hubiera adivinado que ELLA era la profesora si no lo hubiera oído de boca de los demás.
No le echaba más de treinta y cinco años, ni siquiera más de treinta o incluso de veinticinco. Su ropa era bastante adecuada para la ocasión: pantalones cortos, camiseta de manga corta, deportivas y visera, todo en rojo y negro como una señal de peligro. Con su pelo castaño claro recogido en una cola de caballo y su cronómetro colgado al cuello, parecía estar preparada para ser árbitro de un partido de fútbol.
Dejó los libros que llevaba con un golpe seco sobre la mesa. Se rió por lo bajo.
-Así que os acordáis de mí... -dijo, viendo cómo la gente murmuraba. Levanto la cabeza y se señaló con el pulgar.- ¿Os acordáis de la de prácticas, no? ¿De la que SOLO se dedicaba a tomar apuntes? ¿De la que se callaba cada vez que convertíais la clase en las gradas de un polideportivo?
Silencio.
-Me debéis una, chavales -continuó-. ¡Oh, sí, ya lo creo!- Soltó una carcajada, como si todo lo que había contado le hiciese muchísima gracia.- Pues sabedlo, la imbécil de practicas es ahora vuestra entrenadora. ¿Quién lo diría...?
Vaya. El equipo debía de haber tenido alguna mala experiencia con aquella profesora, o un par de ellas. No creo que me hubiera gustado vivir aquello. A ella, sin embargo, no parecía afectarle tanto la tensión. Claro, ¿qué demonios? Si se iba a poder vengar...
-¡Bueno, vamos con el horario, pues! -cuando dijo esto, todos resoplaron-. ¡Ya veo, tan llenos de entusiasmo como siempre!
Otra de sus llamativas carcajadas. Cuando se reía, inclinaba la cabeza un poco hacia atrás.
-Bueno... ¿Quién es lo suficientemente entusiasta como para ir copiando el horario en la pizarra? ¿Alguien que me eche una mano? ¡O un pie, que está más sano!
Volvió a reírse, aunque en clase reinaba un completo silencio.
Justo en ese momento, un chico se puso de pie.
-¡Perfecto! ¡Me caes bien, chaval! ¿Podrías ir echándome el pi-... digo, la mano?
El chico avanzó hacia la pizarra. Digamos que, si Mirta hacía que el ambiente fuese agradable solo con su presencia, este chico creaba el efecto contrario: por cómo iba, daba la impresión de ser alguien peligroso, del que no te podías fiar. Llevaba una chaqueta marrón grisáceo sobre una camiseta roja, vaqueros y zapatos gastados. Tenía el pelo oscuro despeinado y sus ojos verdes eran algo más oscuros que los de Mirta, mucho más fríos. Su piel se acercaba más al blanco que al moreno. Parecía muy serio.
-¡Muy bien! -dijo la profesora- para empezar, aparte de daros Apoyo Moral (que, por cierto, es una estupidez de asignatura), ya sabéis que sustituyo a vuestra encantadora profesora de Idiomas del año pasado. ¡Y tenemos Idiomas a primera hora los lunes! ¡Que suerte!
El singular chico había dibujado en la pizarra una especie de tabla en la que puso “Idiomas” en el primer espacio.
-¡Anda! ¡Pero si tenemos dos horas los martes! -continuó nuestra entrenadora-. Justo antes del descanso y de la salida. A ver quien os aguanta a esa hora... Bueno, y también tras el descanso los martes. Y los viernes... ¡justo antes de Apoyo Moral! ¡Eso son dos horas seguidas conmigo! Y... oh, qué pena, el miércoles no nos vemos...
El de la pizarra rellenó los espacios correspondientes escribiendo ambas asignaturas en ellos. ¿En qué consistía Apoyo Moral? Ni idea. Tampoco es que sonara muy emocionante.
Uno a uno, se completaron todos los espacios de la tabla. Todo habría sido más fácil si la profesora hubiera dicho el horario por orden en vez de ir soltando las asignaturas que le parecían, pero en fin.
La materia que parecía más importante era la de Práctica, ya que la teníamos todos los días. La seguía Exterior, con cuatro días a la semana de cinco -los viernes eran la excepción. Sin embargo, otras asignaturas como Física e Historia estaban en un segundo plano. Teniendo en cuenta cómo era la academia, era normal que la teoría no fuese tan importante como la práctica.
Tras acabar, el chico que había salido a la pizarra volvió a su sitio. Me llamaba la atención.
-Un par de cosas más -dijo esta vez la entrenadora- para todo aquel que me siga llamando “la de prácticas”, mi verdadero nombre es Tania, Tania Tyler. Sí, tengo nombre. Y por cierto, sabed que el horario es completamente flexible. Las clases extra de la tarde, si es que las hay ese día, se decidirán según como llevéis las asignaturas. Se suele anunciar qué os toca al acabar las clases de la mañana, pero en el caso de que algún profesor venga algún día más idiota de la cuenta y se le olvide decir esto (o bien en el caso en el que seáis vosotros los que os "idioticéis"), tenéis el horario justo en la puerta de este aula, actualizado a diario por vuestra estupenda entrenadora. Y, como este aula es común para el equipo, la quiero completamente impecable las veinticuatro horas del día: nada de bucear en papeles en Simbología y Gráficas, y mucho menos en Idiomas. Y por último, necesito a alguien que...
Ni había terminado y Mia ya estaba de pie levantando la mano.
-¡Yo profe! ¡Yooo! ¡Aquí! -suplicaba de forma histérica.
Ella dijo tras un largo suspiro:
-¿Alguien más?
Nadie levantó la mano. Mia seguía agitando el brazo mientras miraba a Tania fijamente.
-Qué remedio. Mia Blossom, ve repartiendo los libros. En cuanto los recibáis, tenéis hasta que suene el timbre para copiar la tabla -miró el reloj-. Vamos, unos dos minutos.
Se escucharon quejas y bufidos. Yo no había caído en traerme ni la mochila. Seguramente me tocaría llevar todos los libros hasta la habitación en un solo viaje.
Antes de que me llegara el material, me pasaron un boli desde las filas de atrás. Miré hacia allí y pude ver a Mirta, la guapa y sensata, guiñándome un ojo. Le enseñé un pulgar hacia arriba.
En cuanto me llegaron los libros, abrí lo que debía ser la agenda escolar y me puse a copiar. ¡Al fin un boli normal y corriente, sin tinta rosa ni chorros de agua!
Me puse a escribir a toda velocidad. Por suerte, acabé de copiar el horario en cuanto sonó el timbre, el cual se escuchó por todos los rincones. Era muy ruidoso.
-¡Bien, pues nada! ¡Se acabó el tiempo! -dijo Tania con este no muy agradable sonido de fondo- la clase que os toca ahora se dará en el Estadio Central. En teoría, el burro de Tank debería acercarse por aquí y llevaros. A partir de mañana empiezan las clases normales, distintas a lo que estamos haciendo. ¡Y con esto creo que acaba mi tarea de hoy!
Y, ya con todo en silencio, se fue por la puerta, como riéndose por lo bajo.
Aproveché ese cambio para devolverle a Mirta el boli. La otra chica (Mia), sin embargo, seguía tratando de decorar su horario con dibujos de ponis y coloreando los recuadros de color rosa y celeste.
-Gracias por el bolígrafo, Mirta. ¿Pero qué hago con los libros?
-Ah, no te preocupes por ellos -me respondió-. Puedes venir luego a por ellos. De momento, lo mejor será que nos vayamos preparando siguiente clase. ¡Es mucho más movida!
Ya iba a seguir a Mirta cuando escuché una voz a mis espaldas:
-¡Espera! ¡Ya casi! ¡Porfa, no os vayáis sin mí!
Mia estaba acabando de cerrar la cremallera de su mochila. ¿Por qué no ordenaba sus cosas después de las clases tal y como había dicho Mirta? Esperé un poco hasta que pudo alcanzarme. Error: cuando miré hacia atrás, Mirta ya había desaparecido junto con el resto de la clase.
-¡Genial, Mia! ¿Y ahora cómo vamos a llegar hasta ellos?
-¡Ah, no te preocupes! -me dijo-. ¡Podemos ir en unicornio! ¡Creo que cabemos las dos en la silla de montar!
Me di una palmada en la frente.
-Esto... no, gracias, mejor andando. ¿Pero cómo vamos a...?
Fui hacia la puerta a todo correr. ¡Había gente por todo el pasillo! ¡Era casi imposible encontrar a Mirta y a los demás entre tanta gente!
Pero entre toda la gente que caminaba en ambas direcciones, pude distinguir el pelo enmarañado del chico misterioso de nuestro equipo. ¡Aún podíamos alcanzarlo!
-¡Rápido, Mia, sígueme! ¡Aún estamos a tiempo!
Y salimos por la puerta, siguiéndole la pista a aquel chico.

Eh... soy Eria. ¿Me he perdido algo? En fin, solo he venido a saludar... veo que June ya se ha encargado de escribir el principio de la entrada, así que...

¡Espero que os haya gustado el capítulo! ¡Hasta la semana que viene!

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