El equipo

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A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

2 may 2013

11. ¡Velocidad punta!

Junie: Oye, Eria, ¿Por qué no te haces una cuenta en blogger?

Eria: Si no me hace falta. ¡Ya uso la tuya...!

Junie: Precisamente; todas las publicaciones aparecen a MI nombre. ¿No sería mejor que salieran ambos?

Eria: No creo que haga falta, Junie... Y si es por tu historial tampoco esconde muchos secretos: música de Daft Punk y U2, páginas de dibujo...

Junie: Como quieras... ¡Sentimos el retraso de varios días, pero aquí está el nuevo capítulo!

Eria: ¡Este está bastante bien! ¡Por fin un poco de acción en la historia!

Capítulo 11

-Su nombre ha quedado registrado, señorita Jumps.

Música para mis oídos. Ese era mi nombre. A mi tío le habría gustado. Aquella noche pensaba llamarle para contarle todo. Le diría mi nuevo nombre.

El resto del camino estuve distraída con las cinco mil preguntas retóricas que asaltaban mi cabeza.

Las preguntas sobre mi abuelo eran las que más me intrigaban. Él también debió haber sido seleccionado por lo mismo que yo. Después había escogido el nombre de “Aéreo”, mi abuelo había ido allí, y yo me acababa de enterar ahora. Además, había algo que me habría gustado saber: ¿cómo serías el resto de los estudiantes? ¿Atletas profesionales? ¿Orgullosos? ¿Amables? ¿Antipáticos?

De esa forma, el viaje se me hizo demasiado corto. De repente, nos detuvimos. El cinturón de seguridad se aflojó automáticamente. Lo desaté y salí del coche lo más rápido que pude, pero no vi ningún edificio. Nos habíamos detenido cerca de un callejón sin salida.

Tuve la oportunidad de ver el coche por fuera: era lujoso pero discreto. Parecía más grande visto por dentro. Los guardaespaldas salieron.

Hablaban tan deprisa y tan bajo que casi no se les entendía. Iba a preguntarles algo, pero no lo hice. A lo mejor estaban usando una especie de código. Entonces fue cuando uno de ellos dijo:

-Vamos con demasiado retraso. Se requiere el procedimiento del plan B.

¿Plan B?

-Entendido, señor -escuché.

La respuesta había venido del callejón. De repente surgió la silueta de un tercer guardaespaldas. Era un poco más delgado que los otros dos y dirigía una moto junto a él. La máquina me pareció preciosa.

-Ya sabe el procedimiento. Tenga cuidado.

Y en menos de un segundo los otros dos guardaespaldas habían desaparecido, coche incluido.

Ahora dependía del hombre de la moto. Estaba deseando el momento en el que me dijera...

-Sube. Te llevaré el resto del trayecto.

¡Perfecto, lo había dicho! Me llamó la atención que no me hablase de usted, como los otros. Debía de ser un poco más joven. Claro, para llevar la moto a más velocidad haría falta ser más ligero...

Pues nada, no me lo pensé ni dos segundos. Me subí en la moto y me puse el casco que él me pasó. La moto arrancó. En menos de un minuto ya estábamos en medio de la carretera. Debo reconocer que el joven conducía muy bien.

Me sentía bien por dentro. Incluso quería ir más rápido.

Nos movíamos y tomábamos las curvas como si estuviéramos haciendo una carrera. No tenía ni idea de si aquello estaba permitido, pero no iba a pararle en ese mismo instante. Además, se suponía que íbamos con retraso. Si al menos hubiera sabido el límite de velocidad...

Llegamos a un semáforo. Pensé que se lo iba a saltar, pero se quedó esperando. Parecía más relajado hasta que, de pronto, salió disparado sin esperar a que las luces cambiasen de color. Escuché una sirena y lo entendí.

-¡Pero qué haces! ¿Es que quieren que nos detengan o algo? -Le grité.

-¡No lo entiendo! ¡En teoría, estamos autorizados a conducir así en estos casos! ¡Somos gente cualificada, profesionales! ¡Quizá no me han reconocido!

Esa sí que era buena. Teníamos autorización, pero no nos valía.

-¿Y que hacemos entonces?

-¡Si nos alcanzan llegaremos con demasiado retraso! ¡Habrá que llegar antes!

Nunca me habría imaginado que participaría en una persecución policiaca, y menos que sería la perseguida. 
¿Era aquello malo... o bueno?

-¡En cuanto cumplamos nuestro objetivo me detendré a arreglar el asunto! ¡Agárrate bien!

Bueno, no quedaba otra. Todo era un simple malentendido, no había de qué preocuparse. Mejor disfrutar del 
momento, ¿no? Ya que tenía la ocasión...

Me agarré con todas mis fuerzas y la moto aceleró. En comparación con la velocidad que alcanzamos a continuación, podría decirse que antes íbamos a paso de tortuga. Me encantaba ir así, derrapando como si fuéramos a gastar las ruedas. Nos metimos por toda clase de sitios, saltando algunas veces fuera de la carretera, entre callejones... ¡Hasta saltamos desde lo alto de un puente pequeño y cruzamos por medio de un terreno en construcción! Yo alzaba el puño con cada pequeño salto. Di un grito de alegría tras tomar una curva seguida de una recta que parecía interminable. En ella había un escalón, seguramente lo suficientemente alto para que nos precipitase por los aires.

Aceleramos hacia él. Me agarré con fuerza; nunca había ido tan rápido. Noté como ascendíamos... y saltamos.  

Parecía que todo pasaba a cámara lenta. El aire que nos empujaba, la moto suspendida en el aire, la sirena a nuestras espaldas... ¡Estábamos al revés! 

¡Acabábamos de dar una vuelta completa en el aire delante de todo el mundo! Eso sí que era discreción...
Momentos después, caímos dando un pequeño bote sobre la carretera, con un equilibrio perfecto. 
Quería repetir. En serio, qué ganas tenía de aprender a conducir así. ¿Me dejarían?

Tras unos cuantos giros más, conseguimos despistarlos. Sin embargo, no frenamos; podían estar al acecho.

-¡Ya hemos llegado! -señaló el que me había llevado en la moto.

Ante nosotros se alzaba un edificio de tamaño mediano. Efectivamente, una academia... normal y corriente. 

Muchos chicos de mi edad estaban en el patio, lugar que, a diferencia del edificio, sí que parecía bastante grande. Me dio la sensación de que gran parte de los chicos que estaban dentro me miraban mientras yo permanecía en el asiento de la moto, sin apenas poder verlos.

Me había quedado en estado de shock. ¿Cómo...? ¿Ya habíamos llegado?

Eria: Junie, ¿Por qué capítulo vas escribiendo?
Junie: No lo sé... por el veinte o el veintiuno. Y aquí acabo de llegar al número once... Voy muy adelantada.
Eria: Mejor. ¿Hasta qué parte has llegado?
Junie: Pues mira, justo por... Bueno, aquí delante no lo voy a decir, no quiero estropear la historia...
Eria: Tienes razón... mejor me lo dices luego.
Junie: Vale, eso entonces... ¡Hasta el viernes que viene!

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