El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

30 ago 2013

27. ¡Verdades y desafíos!

¡Ojo, este es el capítulo 27! Puede que todavía no hayáis leído el 26. ¡Está recién subido!
En fin, ¿Quién no ha jugado alguna vez a ese entretenido juego en el que tienes que contar algún secreto sobre ti o superar alguna prueba según la tarjeta que te toque?

Capítulo 27
Bueno, por una partida... Al final Teck había logrado convencernos.
Me tocó la primera prueba: “Da una voltereta”. ¡Pero qué fácil!
Tomé carrerilla, di una patada contra la pared y salté hacia atrás. Hecha.
De pronto, vi que todos estaban aplaudiendo. Estaban haciendo que me sonrojase...
Lo reconozco, estuvimos bastante entretenidos con el juego. Me tocó una pregunta que comenzaba diciendo: “¿Qué te gustaría ser...?” y yo respondí casi sin pensar: “Más alta”. Se rieron conmigo -lo reconozco, estoy deseando crecer de una vez-. También me vi obligada a contar una situación embarazosa en la que tuve hipo para ganar un punto extra en el juego. Tuvo gracia.
Cada uno respondía a las preguntas de acuerdo a su forma de ser. Por ejemplo, si a Mia le tocaba una prueba, la realizaba sin parar durante tres turnos seguidos aunque no le tocara.
Bobby solía responder a todas las preguntas con un toque de humor pero, cuando le preguntaron por la peor experiencia que había vivido, se echó a temblar y tuvo que pasar el turno. Ajá... Se ponía nervioso con las emociones fuertes y las malas experiencias. ¡Por eso parecía tan endeble en la prueba inicial! A lo mejor era un poco cobarde por naturaleza...
Me llamó la atención una pregunta que le tocó a Teck: ¿De qué te arrepientes más en tu vida?
Teck se quedó pensando un rato. Mirta esperaba su respuesta.
-Quizás de haber lanzado aquel borrador de pizarra contra la cabeza de Tania Tyler... ¡Juro que no quería darle a ella! ¡Iba para otra persona!
Anda, otra vez esa historia había salido a la luz.
Supongo que Mirta esperaba otra clase de respuesta, pues lanzó un largo suspiro.
Aunque estuve atenta a todo lo que le preguntaron a Jetwick, no conseguí adivinar nada importante sobre él. No le tocaban preguntas interesantes ni pruebas llamativas. Solo respondía con monosílabos, incluso a veces con un gesto. Casi siempre le tocaban preguntas que tenían únicamente dos posibles respuestas: sí y no. ¡Qué rabia! Tenía tantas ganas de saber algo más sobre él...
Estuvimos allí hasta que vimos que era tarde.
Una vez que nos despedimos, yendo de camino a nuestra habitación, reflexioné sobre esto último. Ahora conocía algo mejor a todos, pero... ¿qué podía hacer para sacarle a Jetwick un poco más de información?
Apenas se veía nada mientras avanzábamos por el pasillo. Mirta, la única persona que me acompañaba, era la que iba delante. Se le había pasado el enfado que tenía con Teck a lo largo de la fiesta, quizás porque el chico no había hecho nada especialmente raro.
Estaba bastante distraía recordando las mejores preguntas del juego, tanto que sólo me di cuenta de la silueta que avanzaba hacia nosotras cuando estaba a pocos metros de distancia.
Di un grito, pero no demasiado alto. Mirta estaba detrás de mí: se había parado mientras yo había seguido caminando.
La silueta dio un respingo. Quedé deslumbrada de golpe por la luz de una linterna.
-¡Chicas! ¿pero qué hacéis aquí? No os esperaba...
Era Tania, quien llevaba puesto un pijama rosa de verano a pesar de que en el pasillo hacía corriente -eso creí ver, seguía deslumbrada-. ¡Qué susto!
-Eh, que no soy un fantasma. ¿A qué viene esa cara? Supongo que tampoco me esperabais a mí...
-¿Que hace aquí, señorita Tyler? -dijo Mirta con dulzura mientras se acercaba. Lo supe por su voz; en realidad casi ni veía dónde estaba.
-Me acaban de despertar para que revise el pasillo. Sois muchos y nosotros demasiado pocos -la potente luz de la linterna ahora se dirigía hacia el suelo. Veía mejor así.
Traté de sonreír. No podía quitarme de la cabeza lo del incidente del borrador. Tenía curiosidad, pero no me parecía correcto preguntar.
-¡Ah! Tu eres la nueva, ¿no? Jumps, me parece. Y Mirta Sunshine.
-¿Se acuerda de mí? -sonrió Mirta abiertamente.
No pienses en el borrador, no pienses en el borrador... No quería pensar en el borrador.
-Eras una de las pocas alumnas que no participaba en las guerras de bolas de papel. Y te lo agradezco.
-No tiene por qué. Es lo correcto. Espero que este año le sea mejor, señorita Tyler.
-Eso espero. Como profesora te respetan algo más que como sustituta o alumna en prácticas. ¡Claro, porque eres quien suspende!
Se rió tal y como hacía siempre. Temí que su risa pudiera despertar a alguien.
-Me alegro de que me hayáis tocado en el equipo, chicas. Sois unas de las pocas con las que no tengo nada en contra. Parecéis buenas. ¡Os queda demostrarlo!
-Eso no lo dudes -dije. Esta vez sí sonreí de forma natural, pero con algo de picardía.
Los despedimos de ella y cada una se fue por su lado. Noté que Tania no había insistido en saber lo que hacíamos allí. Supongo que no le pareció necesario saberlo.
-Oye Eria, ¿Qué te parece nuestra entrenadora? -me preguntó Mirta justo antes de llegar a nuestra habitación-. A mí me parece simpática. Me alegro de que nos haya tocado. ¿Tú qué piensas de ella?
Pensé unos segundos mi respuesta. No sé si Mirta pudo ver cómo le sonreí en la oscuridad.
-Tania... Me cae bien. Y sí, es todo un lujo que la tengamos de nuestro lado.

Y aquí acaba mi primer y alocado día en la academia. Un buen día, ¿no es así?
¡Y todavía quedaba el resto del año!

26. La asamblea nocturna

El tema del verano nos está despistando. Pasan los días y los viernes no se notan tanto como en invierno. Para colmo, se me ocurre llamar a June la semana pasada para decirle que estamos a sábado... ¿y qué me responde? "Lo siento, pero estoy de viaje. Mejor lo dejamos"...
Sentimos lo de la semana pasada. Y, para compensarlo... ¡Doble capítulo! Así es, dos capítulos seguidos en un mismo día. Mejor leedlos con calma, que luego nunca se sabe...

Capítulo 26
La fiesta nocturna había llegado prácticamente a su fin -a pesar de que Teck había intentado retener sin éxito a algunas personas para que se quedaran-. En la habitación ya solo quedábamos los del equipo F-06.
Estábamos sentados en círculo, sin saber muy bien que hacer.
-Vaya... has estado impresionante ahí arriba -se me ocurrió decirle a Jetwick, quien agachó la cabeza sonrojado-. ¿De verdad puedes imitar cualquier sonido?
Todos asintieron al mismo tiempo. Jetwick, mientras tanto, quiso demostrarlo: se llevó las manos a la boca e imitó varios sonidos conocidos: alarmas, bocinas, animales, efectos... hizo una pequeña pausa y continuó. Estaba cantando algo... ¿Por qué me resultaba tan familiar?
¡Claro! ¡Era yo! Jetwick estaba reproduciendo mi voz, mi actuación, como si la hubiera grabado. ¡Era cierto! Lo tenía cerca; podía notar perfectamente que era su propia voz la que sonaba.
Paró al poco rato. Hacer ese tipo de cosas con la voz lo cansaba muchísimo, o eso parecía.
-¡Ya sabíamos que Jetwick tenía un talento para esto! -exclamo Teck-. Pero tú... ¡Tengo que decir que nos has dejado a todos de piedra! ¡Fantastique! -el acento francés le salía perfecto.
Mirta lo fulminó con la mirada. Supongo que quería asegurarse de que Teck no intentase nada raro.
-¡Bueno, que todavía no nos has contado nada sobre ti! Tu nombre era Eria, ¡verdad?
-Así es. Y, como ya visteis durante la prueba, mi don es hacer piruetas y saltos, aunque no me pueda comparar con vosotros...
Siete voces negaron al mismo tiempo. No me creían. ¿Tan bien se me daba aquello para que pensaran que estaba a su altura?
-¡Vamos, reconozco el talento cuando lo veo! -aseguró Teck
-¡¿A que sí?! -escuche decir a Mia- ¡Es la más mejor amiga que he tenido nunca! ¡Y mañana vamos a tomar el té como princesas de verdad! ¿A que sí?
Me dio un poco de vergüenza ajena, pero se me pasó cuando vi cómo se reían los otros. No se reían de Mia, sino con ella. Debían de conocerla mucho mejor que yo, a ella y a sus unicornios.
-¡Eh, se acabó eso de interrumpir el turno de palabra! -exclamó entonces Bobby, juntando las yemas de los dedos para hacerse el interesante-. Comencemos pues... ¿Cuándo y cómo fue elegida para unirse a nuestra organización, señorita?
-Esa me la sé -dije en tono sarcástico-. Acababa de salir de clase....
Les conté todo. Los dejé impresionados nada más empezar mi relato: les conté cómo había huido de una pelea saltando sobre el coche de mi tío, el momento en el que me dormí en el coche y al despertar me había dado cuenta de que estaba en manos de los hombres con esmoquin y había pasado la mitad del día durmiendo en su coche, la llegada en moto con persecución incluida, el recibimiento del señor Morrison... 
Todos me escucharon atentamente. Mirta me miraba sonriente: ya se sabía gran parte de lo que estaba contando, pero no parecía cansarse de escucharme. Mia, mientras tanto, se excitaba con cada palabra del relato.
-Esto... Puede que esto suene repentino, pero yo te he visto antes en algún lado... -soltó Teck una vez que hube acabado.
Imposible. Nunca había visto a ese chico en mi vida y estaba segura de que, si lo hubiera visto, lo recordaría. Además, acababa de llegar a Golden Podium por primera vez...
¿Estaría Teck, el chico de los auriculares, tratando de ligar conmigo? Seguramente.
-¿Tu también? -dijo entonces Bobby-. Pensaba que eran imaginaciones mías, pero ahora que lo dices...
¿Eh? Eso era difícil de creer. Yo NUNCA había estado allí. ¿También Bobby?
-Eria... Imala no recuerda tu nombre, pero sí algo en tu rostro -murmuró Imala, otra vez en tercera persona.
-Pues... a mí me pasa exactamente lo mismo.
-Mirta, ¿tú también?
-Es... como si tu cara me resultara familiar, pero sin saber dónde la he visto.
Mia no respondió. Se quedó mirándome de arriba a abajo con los ojos muy abiertos. Jetwick y Etsu, mientras tanto, se dedicaban a hurgar en su mente en busca de algún recuerdo significativo.
-Bueno, ¡Si se nos ocurre algo, ya surgirá! -resopló alguien.
Justo entonces, aprovechando la ocasión, se me ocurrió algo que podía preguntar y que debía ser importante saber, aunque no me imaginaba por qué.
-Cuando Jo nos ha amenazado hoy con anotarnos “puntos pétreos”, ¿a qué se refería?
En las caras de los otros se mostraba sorpresa, inquietud... Etsu cruzó los brazos y Jetwick asintió con la cabeza.
-Déjame que te lo explique -dijo entonces Etsu, mirando hacia arriba-. En la academia, en la última planta, se encuentra una sala que puede ser visitada libremente por los alumnos. Esta sala es conocida por el nombre de “Sala Cima”. En ella se encuentran retratos e imágenes de antiguos estudiantes que merecen un galardón por su competitividad. Para que un alumno sea candidato a aparecer en la sala, lo principal es que reúna los suficientes “puntos cima”, dados por la academia a un alumno (por individual y no al equipo completo) si realiza una acción que muestre verdadera competitividad.
-Ah... ya veo -me había perdido un poco, pero creo que lo captaba. Los puntos cima te servían para aparecer en la sala cima, y te los daban por ser competitivo.
-Y las fotos merecen la pena- dijo Teck-. Son todas increíbles. ¿Viste esa en la que sale uno con un trofeo casi más grande que él? ¿Y las nadadoras profesionales? Y sus piernas... -Mirta seguía sin aguantarlo.
-Eh, Eria -me llamó Bobby-. ¿Conoces a un futbolista que lanzó un gol a fuera de la portería propósito al ver que se había cometido una falta? Ese fue antiguo estudiante de la academia. Su foto está en la sala cima.
Había oído hablar de él. Me sonaba, era famoso. ¿De verdad había estudiado en la academia?
-¡Oh, que bien! ¿Es guapo? ¿Es rubio o moreno? -preguntó Mia con insistencia.
-Es normalito -le respondí para hacerla callar. Creo que eso bastó.
-Imala te explicará lo que son los puntos pétreos... -se me hacía raro que Imala hablase en tercera persona, pero cada vez menos-. Hay otra sala: la sala pétrea. Aquel que ose cometer una falta grave contra la verdadera competitividad hará que su honor desaparezca por completo. Se hace una estatua del aprendiz que muestre su peor lado, con su nombre inscrito en la base. Estas estatuas pueden ser manipuladas por cualquier otro...
-Las estatuas no se pueden romper -dijo Bobby- lo intenté una vez, pero ni con fuego pueden fundirse. ¡Lo gracioso es tirarles cosas! Ah, una vez derramé una lata de refresco sobre la de un tal Fred...
Aquello podía sonar divertido. Dos salas: en una se encontraban fotos y cuadros de los deportistas más justos y competitivos en sus mejores poses y, en la otra, podías tirar refresco por encima de las estatuas de los tramposos. Quería pasarme por ambas salas algún día.
-¿Y... qué tiene Tania contra vosotros? Es decir, ya que pregunto dudas...
-Mejor dejemos ese tema -dijo Teck, poniendo los ojos en blanco-. Te respondo rápido: digamos que fue sustituta e hizo unas prácticas en nuestra clase el año pasado. Y ya sabes lo que significa tener un sustituto... Lo reconozco, con ella nos pasamos un poco.
-No deberíais haber lanzado aquel borrador. Le disteis en toda la cara -musitó Mirta algo avergonzada.
Ay. Ya entendía la situación. Sí, mejor dejar el tema.
¿Tenía más preguntas? No, no se me ocurrían más en ese momento. Mejor improvisar.
-Esto... ¿Por qué no me contáis algo sobre este sitio? Algo característico...
-Como... ¿el escudo? -preguntó Etsu. Se levantó tras disculparse y volvió con una pequeña libreta en la mano. Tenía un esbozo del escudo:  Un halcón negro sobrevolando una esfera azul y verde. Sobre el oscuro cielo, rodeando el halcón, se encontraban seis elementos, cinco de ellos con forma de lágrima, cada uno de un color distinto. El último elemento era una esfera luminosa con una especie de marca dentro, como una flecha, que señalaba la cima de un torrente de luz terminado en forma de estrella y salía de la esfera de abajo.
-Simboliza la tierra y el cielo...-dijo Mirta-. Nosotros somos el halcón; estamos en medio. El escudo va ligado a nuestro lema: “Siempre hacia el cielo, siempre a lo más alto”. 
-Qué bonito...-se me ocurrió soltar.
No sabía qué más podía decir... Simplemente, era agradable pasar un rato con el equipo hablando tranquilamente. Hasta Mia había conseguido respetar el silencio, aunque seguía sin parpadear.
Teck se sentó con nosotros. ¿Cuándo se había levantado? Traía algo que sujetaba con las dos manos. Lo puso en el centro del círculo que habíamos formado.
-¡Eh! ¿Qué os parece si echamos una partida?
Era una baraja de cartas. No, eran tarjetas. ¿Qué ponían? ¿Verdad o desafío?
Mirta resopló y Bobby entrecerró los ojos. Jetwick estaba completamente ausente.
-¡Ah, vamos! -insistió él-. ¡Solo una partida!

¡El siguiente capítulo ya debe de estar subido!

16 ago 2013

25. ¡Dentro sonido!

A Jetwick y a mí nos tocaba actuar; Teck nos había elegido a ambos para un duelo de canciones.
Yo estaba más o menos tranquila. ¿Cómo lo haría?

Capítulo 25
Teck estaba impaciente por vernos comenzar.
-¡Ya que tenemos a nuestros dos competidores, demos comienzo a nuestro duelo! ¡Música, por favor!
Empecé yo. Las luces a mi alrededor se apagaron; ahora sólo un foco me alumbraba. La música de fondo empezó a sonar...
Tuve muy en cuenta eso de los puntos adicionales. Me decidí por una canción con rap que me subiría bastante la puntuación si conseguía ser capaz de acelerarla.
Comencé a cantar a toda la velocidad. Era muy buena a la hora de hablar rápido; solo tuve que cambiar un poco el tono de la melodía. 
Ya me habían enfocado todas las luces.
Al mismo tiempo, también bailaba, aunque no empecé demasiado fuerte: una combinación de pasos cortos y dinámicos me ayudaban a completar mi número. Me lucí cuando llegó la parte instrumental: usé mis mejores pasos de break-dance, como, por ejemplo, una voltereta que consistía en dar una patada contra la pared para tomar impulso y algunos saltos en los que se rotaban las piernas en el aire. Me dejaba caer, apoyaba las manos y giraba los brazos para acabar en una postura diferente. ¡Fácil!
¡Todos me aclamaban! Acompañaban la música dando palmadas y gritos de admiración. Los efectos de luz daban un toque colorido a mi actuación. Era como estar dentro de un sueño. Golden Podium era un sueño.
Me sentía libre. No me daba miedo actuar. Hacía lo que quería y a ellos les gustaba.
Solo cuando hube parado me di cuenta de lo cansada que estaba tras aquello. Suele pasar.
Todos me aplaudieron; estaban encantados conmigo. Mientras los aplausos duraban, yo me centraba en recuperar el aliento y en sonreír.
Ahora le tocaba a Jetwick. El chico ya había decidido cómo sería su actuación: ¡sin música de fondo!
Crucé la mirada con él. “Buena suerte” le deseé en voz baja, y di unos pasos hacia atrás para colocarme en el fondo del escenario.
Él gesticulaba con la cabeza girada hacia mí. Intentaba decirme algo, susurraba dos palabras que yo no llegaba a entender.  Me encogí de hombros y le hice un gesto para que hablase más alto.
Lo único que pude oír fue: “pánico escénico”.
Teck mostró a Jetwick al público como si fuera un presentador de televisión. Se retiró hacia donde estaba yo, pero Jetwick aún no se movía. Estaba muy tenso y no miraba al frente, sino al suelo. Le temblaba la mano con la que sujetaba el micro.
De nuevo miró unos segundos hacia atrás, justo donde estaba yo. Le enseñé un pulgar hacia arriba, pero no se tranquilizó. Hice mil gestos para intentar animarlo, todos ellos en vano; él seguía allí, sudando y con la mirada pedida. 
Silencio. Lo único que hacía el silencio era empeorar las cosas.
¿Es que sólo yo me daba cuenta de que Jetwick no iba a poder actuar? Ojalá hubiera podido sacarlo de allí. A modo de acto reflejo, me tapé los ojos con una mano. No quería ver nada.
No se cómo, este gesto fue lo que dio un giro la escena: entre mis dedos, vi que Jetwick había cambiado la expresión de su cara, como si acabase de recordar algo que había olvidado. Dirigió la cabeza hacia el público y se tapó la cara con ambas manos. Cuando se las retiró, vi que tenía los ojos cerrados. 
Se había calmado un poco. Incluso me pareció que sonreía.
Jetwick se llevó las manos a la boca y comenzó a hacer ruidos. Sabía lo que estaba haciendo: beatbox, o eso creía. Seguía sin utilizar la voz; solo marcaba el ritmo.
Iba muy bien. No tardó en empezar a imitar algunos efectos sonoros simples. Se tomó su tiempo, pero consiguió empezar a complicar los sonidos que emitía.
Segundos después, Jetwick ya empezaba a crear efectos de un nivel bastante avanzado. Yo seguía esperando, pero no sabía exactamente a qué.
De repente, vi que el chico se estaba deteniendo, como si le estuviesen bajando el volumen con un botón. Produjo un siseo cada vez más agudo. El público continuaba observándolo. Si aún tenía los ojos cerrados...
Cuando ya temía a que Jetwick se detuviese en mitad de su actuación, hizo lo inesperado. 
Ya pensaba que aquel iba a ser el fin y que no iba a poder hacer nada al respecto... hasta que escuché una voz metálica, como si hubiera sido modificada antes en una mesa de mezclas.
¡Era él! Pero su voz no estaba siendo mezclada. ¿Sería un efecto producido por el micro? La voz de Jetwick no tenía nada que ver con su verdadera voz; sonaba como la de un robot. De fondo había un pequeño siseo que ambientaba aquello que recitaba. Su canción... era la misma que yo había cantado antes. Me estaba repitiendo como una grabadora.
Repitió sus palabras varias veces, mezclándolas cada vez con un siseo o efecto diferente. Su voz se entrecortaba de vez en cuando como un disco rayado. ¡No me creía que solo estuviese usando la voz!
-Es un don... -escuché cerca de mi oído.
Era Mirta, quien había llegado hasta mí por la parte de atrás del escenario. ¿A qué se refería?
-Su voz... es así -me explicó-. Está usando el mismo micrófono que tú antes. Todo eso es su voz.
-¡¿Qué?! ¡No hablarás en serio!
-Es difícil de creer, ¿verdad? Pero es cierto. Lo he visto de cerca; puede imitar cualquier sonido con su voz.
Mirta siempre decía la verdad, o al menos eso demostraba. Si no mentía, entonces...
Una gran explosión de sonido inundó la habitación. ¡Estaba reproduciendo más de cinco efectos de voz diferentes al mismo tiempo! No realizaba ningún movimiento; estaba allí, con los ojos cerrados, tapándose la boca con ambas manos y marcando el ritmo con el pie y un poco con la cabeza.
Era capaz de usar desde notas tan graves (como el sonido de un motor) hasta tan agudas o incluso más que mi propia voz. ¡No veía a nadie capaz de imitarlo! Oírlo era como escuchar su canción por la radio; no le faltaba un sólo sonido por mezclar. Él solo hacía lo mismo que un grupo entero.
Cada vez la música tomaba más velocidad. El público bailaba, saltando y alzando los puños. Era cierto: Jetwick tenía talento para eso, un don. La melodía, la velocidad de la canción... ¿Qué más?
Con un último estallido dividido en mil efectos diferentes, Jetwick acabó su actuación. El público lo vitoreaba. 
Él puso las manos sobre sus rodillas y tomó aire. Eso debía cansar bastante.
Teck me tomó de la mano y nos adelantó a ambos hacia el público. Así, Jetwick ni acababa de abrir los ojos cuando se vio rodeado de personas. Yo también lo estaba, pero, a diferencia de él,  lo disfrutaba. Él, aunque estaba tenso, intentó imitarme y relajarse. No había por qué tener miedo.
Alguien del público comenzó a abrirse paso a empujones entre el resto. Se dirigió corriendo hacia mí y me abrazó. Era Mia. También se alegraba por nosotros.
Intenté escabullirme, pero alguien me agarró del brazo con tanta fuerza que me hizo daño y me lo impidió. Traté de liberarme, pero otra mano ya me había sujetado el brazo contrario. Me retenían. ¡Hasta alguien me sujetó por la pierna! Noté una ligera presión sobre la espalda y vi que perdía el equilibrio. Pensé que iba a caerme, pero no lo hice: ¡me estaban elevando! Y a Jetwick igual. 
Nos lanzaron a ambos varias veces hacia arriba. Pensaba que a Jetwick aquello no debía de estar gustándole mucho, pero me equivocaba.
La gente vitoreaba su nombre sin parar. Él, mientras tanto, sonreía.

¡Menuda fiesta! Dudo que a lo largo del curso organicemos más de este tipo por nuestra cuenta y con tanta frecuencia...

9 ago 2013

24. La habitación cambiante

Así fue la primera noche que pasé en Golden Podium, después de aquel día de locos sin apenas parar un momento:

Capítulo 24
El comedor de Golden Podium no era nada del otro mundo, pero aquel día estaba decorado con todo tipo de pancartas, fotografías y letreros de diferentes colores. En ellos se podían leer diversos mensajes de bienvenida e informarse sobre algunas cosas que iban a ocurrir a lo largo del curso.
Teníamos una mesa por equipo, colocada en la parte que correspondía a nuestro año. El comedor tenía todo tipo de divisiones, aunque no ocultaba que las mesas eran demasiado numerosas.
Según me enteré, solo aquel día la comida era más variada y “menos sana” de lo habitual. Esperaba que por ser deportistas no nos matasen de hambre ni nada por el estilo.
Mientras comíamos, Bobby se dedicó a contar algunos chistes. Aquello se le daba mucho mejor que cualquier deporte: aunque los chistes fuesen malos, él siempre sabía elegir las palabras y el tono perfecto para que acabasen siendo irresistiblemente divertidos.
Teck había ido un momento a visitar a su novia, cerca de nuestra mesa. La vi de lejos: Tenía el pelo largo y rubio, los ojos azules y una estrella negra en una mejilla, puede que pintada o tatuada. También parecía llevar maquillaje. Vestía un top rosa y una minifalda negra demasiado corta. Parecía enfadada con Teck, aunque él no paraba de sonreír. No me gustó la primera impresión que tuve sobre ella; no encajaba con la academia.
Teck no tardó en volver a nuestra mesa. En ese preciso momento me había detenido a mirar fijamente a Imala, dándome cuenta de que no estaba usando los cubiertos ni para tomarse el postre.
Teck alzó su vaso con refresco y, para mi sorpresa, me dedicó un brindis. A Jetwick casi se le cayó el vaso en el intento. Mirta fue la última en alzar la copa, lanzando a Teck una mirada de resignación. A mí, sin embargo, me dedicó inmediatamente con una sonrisa.
El director (y padre de Mia) no se presentó, pero envió a un hombre de esmoquin para que nos explicase algunas cosas que debíamos tener en cuenta. El padre de Mia debía ser alguien bastante ocupado.
Poco después de la cena, todo el comedor se llenó de confeti que caía suavemente sobre las mesas. Mia trataba de atraparlo sin parar de reír como una tonta. Yo también me sentía tonta, tonta pero alegre.
Ahora estábamos en nuestras habitaciones. Solo hoy podíamos tener las luces encendidas hasta tarde y salir al pasillo. Otras veces, según las normas, no se podía a no ser que fuese urgente. Si se escuchaba en el pasillo una sola conversación nocturna, castigo.
Todas las normas parecían estrictas, lo que intimidaba un poco al personal. Era por eso que aquella noche debíamos aprovechar al máximo posible nuestro tiempo para estar despiertos. 
En silencio, nos dirigimos hacia la habitación de Jetwick, nuestro punto de encuentro. Mirta golpeó la contraseña en la puerta. Le cambió la cara al ver que el que nos había abierto era Teck, con un ramillete de flores en una mano.
-¡Por fin! ¡Sois las últimas! Vamos, pasad...
Nos ofreció una rosa a cada una, a mí una roja y a Mirta una blanca. Yo la acepté la mía con resignación... Mirta ni siquiera miró la suya.
Las luces se acababan de apagar casi por completo. No se veía casi nada.
De pronto, se escuchó un ruido mecánico. Toda la habitación se iluminó con luces de colores; del centro de la sala colgaba una bola de discoteca.
¡Y no solo eso! En un lado de la habitación había un montón de cables que conectaban diversos aparatos: instrumentos electrónicos, una mesa de mezclas, amplificadores de sonido y altavoces...
También había una mesa pequeña con chucherías, pero no tuvieron demasiado éxito porque acabábamos de cenar.
Me pareció ver a Mia por allí, pero en seguida la perdí. Encontrarla era casi más difícil que encontrar a Bleaky, mi perro.
En cuanto localicé a Etsu, me dirigí alarmada hacia él. Le pregunté si había tenido en cuenta que el ruido podría escucharse en el resto de las habitaciones...
Él me dijo que no había ningún problema, pues habían rociado la habitación con un spray para insonorizarla. ¡Era todo un genio! Los efectos del spray duraban alrededor de 48 horas, por lo que teníamos tiempo de sobra.
A los cinco minutos se fue de la sala una persona cuya cara me sonaba. No era del equipo; era rubia y llevaba una minifalda demasiado corta: la novia de Teck. Debía haber sido invitada, pero no parecía estar pasándolo bien.
Me di cuenta de que no solo la novia de Teck había venido sin ser de nuestro equipo; había caras que no me resultaban conocidas.
Anduve por toda la habitación durante un buen rato hablando con unos y otros, aunque creo que sólo con los de mi equipo. Bobby era agradable y se adaptaba a cualquier conversación, Etsu usaba las palabras con gran precisión, Imala hablaba de forma interesante y la voz de Mirta era cálida y agradable. Teck estaba demasiado ocupado. No encontraba ni a Mia ni a Jetwick.
La verdad, me encantaba cómo estaba decorada la sala: todos los pequeños retoques que se le habían dado hacían que pareciera una discoteca de verdad. Las tenues luces hacían que los objetos a nuestro alrededor cambiasen de color.
Cuando las ganas de fiesta empezaron a decaer, Teck retomó la palabra:
-¡Duelo musical! ¡Necesito a dos voluntarios para que salgan a la pista! -dijo, una vez sobre el escenario improvisado, cerca de los instrumentos electrónicos-. ¿Quién se atreve a subir hasta aquí y mostrarnos lo que puede hacer con la voz?
Dio un giro y me señaló con el dedo, como animándome a salir. Menos Mirta, que negaba con la cabeza mirando hacia Teck fríamente, los demás parecían mostrar curiosidad.
Al final, decidí animarme. Al fin y al cabo, no todos los días se iba a celebrar una fiesta como aquella.
Mientras me dirigía hacia él, Teck estudiaba con la mirada al resto de los asistentes a la fiesta. Parecía querer señalar a alguien en concreto, sin que le importase el azar.
Entonces escuché un murmullo, y vi a Jetwick. Me alegraba verle por allí. Varias personas lo señalaban.
Teck pareció darse cuenta del detalle, porque acabó llamándolo para que saliera a la pista. Él fue hacia nosotros. Parecía nervioso.
Antes de comenzar, Teck nos dijo algunas formas de ganar puntos adicionales: entonar bien, bailar al mismo tiempo al que se cantaba, manipular la velocidad de la canción sin perder ni el tono ni el ritmo...
Dio unos pasos hacia el fondo del escenario y nos cedió el turno. ¡Hora de empezar!


¿Que cómo lo hice? ¡Ya lo contaré en el capítulo siguiente!

2 ago 2013

23. Mejor será el futuro

¡Llegamos por los pelos!
En capítulos anteriores... Una llamada telefónica deseada se convierte en inoportuna.
¿Cómo nos irá la cosa?

Capítulo 23
-¿Qué se supone que has hecho? Tu madre está como...
-Me da igual. Estoy harta de que me hable como si quisiera que me muriese ya de una vez. Pretende que sea buena y adorable, como Stephie. Y no soy Stephie.
-Lo sé, lo sé, ¿Pero qué ha pasado?
-Solo le he dicho que te pase el teléfono. Y que, si no, iba a colgar. Se lo ha buscado ella sola.
-Es porque es tu madre... no quiere que te pase nada.
-Mentira. Solo quiere acabar con todo esto. Quiere que no me meta en problemas para no tener que estar en medio de ellos. Es egoísta. Solo me quiere cuando hago lo que ella quiere. Nunca me tiene en cuenta.
Mi tío estaba callado, supongo que pensando lo que decir.
-¿Cómo puedes decir eso? Tu madre no es así... Antes no era así, tienes que creerme.
-Ha cambiado. Desde que papá se fue de viaje y se olvidó de nosotros. Ahora mamá quiere estar siempre por encima de mí, pero no lo va a conseguir. Ahora entiendo a mi padre. Yo también me iría. 
Hubo una pausa. Mirta me miraba con tristeza.
-Te dejo desahogarte -dijo mi tío, el único de mi familia que me entendía.
-Vale- contesté-. Mamá nunca está de acuerdo con lo que yo quiero. Siempre se opone a mí, aún sabiendo que a veces se equivoca. Parece que le doy miedo: no deja que mi pensamiento vaya por libre. No confía en mí. Piensa que mi vida va a acabar con el fracaso. Piensa que mi abuelo es un fracasado.
-Eria, calma.
Ya se me debía notar en la voz que estaba tensa. Paré unos segundos. Tenía la garganta seca y me dolía el pecho. Se me había torcido el gesto, y no conseguía sonreír ni un poco. Intenté no llorar. Yo nunca lloraba.
-Nunca ha confiado en mí. Le doy igual. Solo soy un problema para ella. Me compara con mi abuelo para mal, le insulta como si fuera un mal ejemplo. Y para mí, él es un héroe...
Mirta me había colocado las manos sobre los hombros. Me animaba que, al menos, aquí me apoyaba un equipo completo.
-Tranquila -me decía mi tío desde el otro lado del auricular-. Mira, te diré algo: yo pienso lo mismo que tú sobre tu abuelo.
Escuché atentamente.
-Para mí, mi padre siempre ha sido un héroe. Lo seguirá siendo. Te voy a contar algo que seguro que te interesa:
Cuando éramos pequeños, tu padre siempre estaba retando a tu abuelo para competir en algún juego o carrera. ¡Yo iba siempre del lado de mi padre, por supuesto! Tu madre, al contrario, iba del lado de tu padre. Siempre pensaba que el abuelo se pasaba con él, pero lo único que él hacía era tratarlo como un competidor más. Los dos nos dedicábamos a mirar. Como era mayor, mi padre siempre ganaba, y el tuyo siempre le pedía la revancha. Tu padre tenía doce años, como tú. Tu abuelo, treinta. Yo tenía siete, y tu madre once.”
-Y claro, a mi madre no le gustaba el deporte, pero les animaba.
-¡Al contrario! ¡Le encantaba! -dijo mi tío, para mi sorpresa- ella acompañaba siempre a tu padre cuando iba a los partidos de fútbol. Cuando el abuelo competía de forma profesional, ambos le animaban desde las gradas. Se emocionaban al verlo ganar. El deporte era lo que les unía. A tu madre solo le dejó de gustar el deporte... cuando el abuelo se fue. Nada era como antes, pero ahí estaba tu padre. Cuidó de nosotros como si fuéramos su verdadera familia, hasta que acabó siendo parte de ella.
-El abuelo se fue sin despedirse, como mi padre... ¿No te molestó eso?
-¿Que se fuera sin más? Un poco. Me prometió volver, como hizo tu padre. Al principió me molestó y me entristecí, pero con el tiempo lo entendí. El abuelo era un héroe, y había hecho ganar a su equipo. Algún día, volvería.
-Eso no lo he entendido bien... ¿volvería? ¿pensabas eso porque no te habían contado que...?
-No, no es eso. ¿Sabes el único recuerdo que me queda de él?
-Sorpréndeme.
- ...tú. Tú eres igual que él.
-¡Anda ya! Ya empiezas...
-Vale, vale. ¡No solo eso! Es... lo llevas puesto. Ya me entiendes.
Por supuesto que lo había entendido, pero no podía creerlo.
-¿...la sudadera de la suerte?
-Exacto. La sudadera azul.
-Si tan importante es para ti... ¿por qué me la diste?
-Porque tú eres quien debe tenerla. Él solo me la dio porque pensaba que, si alguien debía seguir sus pasos, ese era yo, pero no llegó a conocerte. Eria, debes ser tú la que traiga a tu abuelo de vuelta. Tú eres su espíritu luchador. Si hay algo que él dejó a medias, debes ser tú quien lo termine. No vas a acabar en el mismo sitio; vas a continuar lo que estaba a medio hacer. Una vez en la cima, mirarás al cielo y le dirás que lo has conseguido. Así volverá el abuelo: vas a ganar todo lo que tengas que ganar. Por él.
-Entendido. Ya se me ha pasado todo. Eres el mejor del mundo.
-Oh, no es nada. Por cierto, genial tu nuevo nombre, aunque ya te lo haya dicho. Me recuerda un poco al de tu abuelo. Él también eligió “Jumps” como apellido.
-¡Gracias! Sabía que te gustaría. Lo del apellido es pura casualidad...
El tema ya estaba olvidado. No iba a acabar en lo más profundo, sino en la cima. Ahora quería demostrarle a mi madre de lo que era capaz. Cuando se calmase y estuviera dispuesta a escuchar y a comprenderme, hablaría con ella, me dije.
Acabé de hablar con mi tío poco después. Mirta llevaba un rato sentada a mi lado, en la litera de abajo. Pareció satisfecha cuando me despedí y colgué con una sonrisa en la cara.

Tras el descanso, volvimos a reunirnos en el aula común del equipo. Para entonces, yo ya me había duchado y ordenado mis cosas por completo. Hasta me había dado tiempo a tomar algo que había sacado de una máquina expendedora que había en el pasillo. No hacía falta llevar los libros al aula, solo algo para escribir. Allí, Tania nos estaba esperando.
-¡Chicos, sólo una cosa más! -nos dijo, una vez estuvimos todos presentes- se va a hacer una votación para elegir al capitán del equipo. ¿Preferís a un nuevo capitán o al del año pasado?
-Nuestro capitán está ausente -respondió Etsu poniéndose en pie.
-En ese caso, necesitaréis a alguien mientras tanto. Me suena bastante tu cara... ¿Fuiste tú subcapitán el año pasado, chico? -preguntó Tania a Etsu.
-Correcto. Aunque este año preferiría ceder mi puesto.
-¡Perfecto! Está bien que salga gente nueva. Os repartiré unos papeles.
 Mientras repartía, Tania preguntó:
-¿Alguien puede decirme algunas de las cualidades que debe tener un capitán?
Lluvia de ideas. Comenzó Mirta, y al final todos participamos, ella la que más, quizás porque conocía bien al capitán anterior... ¿Sería aquel chico ausente tan “perfecto”? Aparte, había que tener en cuenta que Mirta hablaba de todo el mundo como si fuera la mejor persona del mundo. Menos de Teck.
-¡Gracias por vuestra colaboración, chicos! -dijo Tania-. ¡Puede que os perdone todo lo que pasó el año pasado si continuáis así! Bien, vamos a lo principal: cada uno de vosotros acaba de recibir un trozo de papel. Se va a hacer una votación para elegir al capitán del equipo. Escribid el nombre de la persona que creéis que podría ser la mejor. Como vuestro antiguo capitán no ha llegado todavía y no hemos podido preguntarle sobre lo que quiere, lo mejor será que, de momento, descienda a subcapitán. ¿Te importaría continuar siendo subcapitán hasta que venga? El de las gafas...
-Por supuesto que no -Etsu ya se había sentado.
-¿No... qué? ¿No te importa seguir?¿O no te gusta ser capitán...?
Etsu suspiró.
-Creo que podría continuar como subcapitán esta última semana, no me importa.
-¡Vale, entonces! -Tania sonrió. Tenía los dientes blanquísimos-. Solo vale poner un nombre. ¡Y nada de votarse a sí mismo, que no estamos en política!
Recibí el papel al momento, pero ni  lo toqué. ¿A quién debería votar? ¡Todos parecían buenos candidatos! ¡Hasta Mia podía valer! Claro, porque Mia era impredecible...
Intenté empezar por los defectos de cada uno: Mia era demasiado alocada, Jetwick demasiado tímido, Mirta demasiado amable, Teck demasiado creído, Imala demasiado independiente y Bobby... bueno, era majo, pero no era capaz de verle como capitán.
Era mi primer año, así que pensé que tampoco pasaba nada si dejaba el papel en blanco.
Me acerqué hacia la mesa donde estaba Tania y le entregué el papel. Ella lo metió dentro de una caja de plástico en la que ponía “F-06”.
-No te he visto escribir. ¿Ya te has decidido? -me preguntó Tania.
-Es mi primer año -contesté.
-¡Ah, perfecto! ¡Bienvenida entonces! -revisó una lista que había sobre la mesa y puso el dedo bajo mi nombre- ésta debes de ser tú. ¡Espero que te vaya mejor que a mí en mi primer año!
Y volvió a reírse de la misma forma de la que normalmente se reía.
Volví a mi mesa. Algo más tarde, todos habían votado. Tania sujetaba la caja con ambas manos.
-El resultado del recuento de votos se dará mañana. ¡Espero que seáis capaces de dormir esta noche!

Sé que todos estamos impacientes por saber el futuro capitán, ¡Pero habrá que ser pacientes!