A
Jetwick y a mí nos tocaba actuar; Teck nos había elegido a ambos
para un duelo de canciones.
Yo
estaba más o menos tranquila. ¿Cómo lo haría?
Capítulo
25
Teck
estaba impaciente por vernos comenzar.
-¡Ya
que tenemos a nuestros dos competidores, demos comienzo a nuestro
duelo! ¡Música, por favor!
Empecé
yo. Las luces a mi alrededor se apagaron; ahora sólo un foco me
alumbraba. La música de fondo empezó a sonar...
Tuve
muy en cuenta eso de los puntos adicionales. Me decidí por una
canción con rap que me subiría bastante la puntuación si conseguía
ser capaz de acelerarla.
Comencé
a cantar a toda la velocidad. Era muy buena a la hora de hablar
rápido; solo tuve que cambiar un poco el tono de la melodía.
Ya
me habían enfocado todas las luces.
Al
mismo tiempo, también bailaba, aunque no empecé demasiado fuerte:
una combinación de pasos cortos y dinámicos me ayudaban a completar
mi número. Me lucí cuando llegó la parte instrumental: usé mis
mejores pasos de break-dance, como, por ejemplo, una voltereta que
consistía en dar una patada contra la pared para tomar impulso y
algunos saltos en los que se rotaban las piernas en el aire. Me
dejaba caer, apoyaba las manos y giraba los brazos para acabar en una
postura diferente. ¡Fácil!
¡Todos
me aclamaban! Acompañaban la música dando palmadas y gritos de
admiración. Los efectos de luz daban un toque colorido a mi
actuación. Era como estar dentro de un sueño. Golden Podium era un
sueño.
Me
sentía libre. No me daba miedo actuar. Hacía lo que quería y a
ellos les gustaba.
Solo
cuando hube parado me di cuenta de lo cansada que estaba tras
aquello. Suele pasar.
Todos
me aplaudieron; estaban encantados conmigo. Mientras los
aplausos duraban, yo me centraba en recuperar el aliento y en
sonreír.
Ahora
le tocaba a Jetwick. El chico ya había decidido cómo sería su
actuación: ¡sin música de fondo!
Crucé
la mirada con él. “Buena suerte” le deseé en voz baja, y di
unos pasos hacia atrás para colocarme en el fondo del escenario.
Él
gesticulaba con la cabeza girada hacia mí. Intentaba decirme
algo, susurraba dos palabras que yo no llegaba a entender. Me
encogí de hombros y le hice un gesto para que hablase más alto.
Lo
único que pude oír fue: “pánico escénico”.
Teck
mostró a Jetwick al público como si fuera un presentador de
televisión. Se retiró hacia donde estaba yo, pero Jetwick aún no
se movía. Estaba muy tenso y no miraba al frente, sino al suelo. Le
temblaba la mano con la que sujetaba el micro.
De
nuevo miró unos segundos hacia atrás, justo donde estaba yo. Le
enseñé un pulgar hacia arriba, pero no se tranquilizó. Hice mil
gestos para intentar animarlo, todos ellos en vano; él seguía allí,
sudando y con la mirada pedida.
Silencio.
Lo único que hacía el silencio era empeorar las cosas.
¿Es
que sólo yo me daba cuenta de que Jetwick no iba a poder actuar?
Ojalá hubiera podido sacarlo de allí. A modo de acto reflejo, me
tapé los ojos con una mano. No quería ver nada.
No
se cómo, este gesto fue lo que dio un giro la escena: entre mis
dedos, vi que Jetwick había cambiado la expresión de su cara, como
si acabase de recordar algo que había olvidado. Dirigió la cabeza
hacia el público y se tapó la cara con ambas manos. Cuando se las
retiró, vi que tenía los ojos cerrados.
Se
había calmado un poco. Incluso me pareció que sonreía.
Jetwick
se llevó las manos a la boca y comenzó a hacer ruidos. Sabía
lo que estaba haciendo: beatbox, o eso creía. Seguía sin utilizar
la voz; solo marcaba el ritmo.
Iba
muy bien. No tardó en empezar a imitar algunos efectos sonoros
simples. Se tomó su tiempo, pero consiguió empezar a complicar los
sonidos que emitía.
Segundos
después, Jetwick ya empezaba a crear efectos de un nivel bastante
avanzado. Yo seguía esperando, pero no sabía exactamente a qué.
De
repente, vi que el chico se estaba deteniendo, como si le estuviesen
bajando el volumen con un botón. Produjo un siseo cada vez más
agudo. El público continuaba observándolo. Si aún tenía los ojos
cerrados...
Cuando
ya temía a que Jetwick se detuviese en mitad de su actuación, hizo
lo inesperado.
Ya
pensaba que aquel iba a ser el fin y que no iba a poder hacer nada al
respecto... hasta que escuché una voz metálica, como si hubiera
sido modificada antes en una mesa de mezclas.
¡Era
él! Pero su voz no estaba siendo mezclada. ¿Sería un efecto
producido por el micro? La voz de Jetwick no tenía nada que ver con
su verdadera voz; sonaba como la de un robot. De fondo había un
pequeño siseo que ambientaba aquello que recitaba. Su canción...
era la misma que yo había cantado antes. Me estaba repitiendo como
una grabadora.
Repitió
sus palabras varias veces, mezclándolas cada vez con un siseo o
efecto diferente. Su voz se entrecortaba de vez en cuando como un
disco rayado. ¡No me creía que solo estuviese usando la voz!
-Es
un don... -escuché cerca de mi oído.
Era
Mirta, quien había llegado hasta mí por la parte de atrás del
escenario. ¿A qué se refería?
-Su
voz... es así -me explicó-. Está usando el mismo micrófono
que tú antes. Todo eso es su voz.
-¡¿Qué?!
¡No hablarás en serio!
-Es
difícil de creer, ¿verdad? Pero es cierto. Lo he visto de cerca;
puede imitar cualquier sonido con su voz.
Mirta
siempre decía la verdad, o al menos eso demostraba. Si no mentía,
entonces...
Una
gran explosión de sonido inundó la habitación. ¡Estaba
reproduciendo más de cinco efectos de voz diferentes al mismo
tiempo! No realizaba ningún movimiento; estaba allí, con los ojos
cerrados, tapándose la boca con ambas manos y marcando el ritmo con
el pie y un poco con la cabeza.
Era
capaz de usar desde notas tan graves (como el sonido de un motor)
hasta tan agudas o incluso más que mi propia voz. ¡No veía a nadie
capaz de imitarlo! Oírlo era como escuchar su canción por la radio;
no le faltaba un sólo sonido por mezclar. Él solo hacía lo mismo
que un grupo entero.
Cada vez la música tomaba más velocidad. El público bailaba, saltando y alzando los puños. Era cierto: Jetwick tenía talento para eso, un don. La melodía, la velocidad de la canción... ¿Qué más?
Cada vez la música tomaba más velocidad. El público bailaba, saltando y alzando los puños. Era cierto: Jetwick tenía talento para eso, un don. La melodía, la velocidad de la canción... ¿Qué más?
Con
un último estallido dividido en mil efectos diferentes, Jetwick
acabó su actuación. El público lo vitoreaba.
Él
puso las manos sobre sus rodillas y tomó aire. Eso debía cansar
bastante.
Teck
me tomó de la mano y nos adelantó a ambos hacia el público. Así,
Jetwick ni acababa de abrir los ojos cuando se vio rodeado de
personas. Yo también lo estaba, pero, a diferencia de él, lo
disfrutaba. Él, aunque estaba tenso, intentó imitarme y relajarse.
No había por qué tener miedo.
Alguien
del público comenzó a abrirse paso a empujones entre el resto. Se
dirigió corriendo hacia mí y me abrazó. Era Mia. También se
alegraba por nosotros.
Intenté
escabullirme, pero alguien me agarró del brazo con tanta fuerza que
me hizo daño y me lo impidió. Traté de liberarme, pero otra mano
ya me había sujetado el brazo contrario. Me retenían. ¡Hasta
alguien me sujetó por la pierna! Noté una ligera presión
sobre la espalda y vi que perdía el equilibrio. Pensé que iba
a caerme, pero no lo hice: ¡me estaban elevando! Y a Jetwick igual.
Nos
lanzaron a ambos varias veces hacia arriba. Pensaba que a
Jetwick aquello no debía de estar gustándole mucho, pero me
equivocaba.
La
gente vitoreaba su nombre sin parar. Él, mientras tanto, sonreía.
¡Menuda
fiesta! Dudo que a lo largo del curso organicemos más de este tipo
por nuestra cuenta y con tanta frecuencia...
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