El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

9 ago 2013

24. La habitación cambiante

Así fue la primera noche que pasé en Golden Podium, después de aquel día de locos sin apenas parar un momento:

Capítulo 24
El comedor de Golden Podium no era nada del otro mundo, pero aquel día estaba decorado con todo tipo de pancartas, fotografías y letreros de diferentes colores. En ellos se podían leer diversos mensajes de bienvenida e informarse sobre algunas cosas que iban a ocurrir a lo largo del curso.
Teníamos una mesa por equipo, colocada en la parte que correspondía a nuestro año. El comedor tenía todo tipo de divisiones, aunque no ocultaba que las mesas eran demasiado numerosas.
Según me enteré, solo aquel día la comida era más variada y “menos sana” de lo habitual. Esperaba que por ser deportistas no nos matasen de hambre ni nada por el estilo.
Mientras comíamos, Bobby se dedicó a contar algunos chistes. Aquello se le daba mucho mejor que cualquier deporte: aunque los chistes fuesen malos, él siempre sabía elegir las palabras y el tono perfecto para que acabasen siendo irresistiblemente divertidos.
Teck había ido un momento a visitar a su novia, cerca de nuestra mesa. La vi de lejos: Tenía el pelo largo y rubio, los ojos azules y una estrella negra en una mejilla, puede que pintada o tatuada. También parecía llevar maquillaje. Vestía un top rosa y una minifalda negra demasiado corta. Parecía enfadada con Teck, aunque él no paraba de sonreír. No me gustó la primera impresión que tuve sobre ella; no encajaba con la academia.
Teck no tardó en volver a nuestra mesa. En ese preciso momento me había detenido a mirar fijamente a Imala, dándome cuenta de que no estaba usando los cubiertos ni para tomarse el postre.
Teck alzó su vaso con refresco y, para mi sorpresa, me dedicó un brindis. A Jetwick casi se le cayó el vaso en el intento. Mirta fue la última en alzar la copa, lanzando a Teck una mirada de resignación. A mí, sin embargo, me dedicó inmediatamente con una sonrisa.
El director (y padre de Mia) no se presentó, pero envió a un hombre de esmoquin para que nos explicase algunas cosas que debíamos tener en cuenta. El padre de Mia debía ser alguien bastante ocupado.
Poco después de la cena, todo el comedor se llenó de confeti que caía suavemente sobre las mesas. Mia trataba de atraparlo sin parar de reír como una tonta. Yo también me sentía tonta, tonta pero alegre.
Ahora estábamos en nuestras habitaciones. Solo hoy podíamos tener las luces encendidas hasta tarde y salir al pasillo. Otras veces, según las normas, no se podía a no ser que fuese urgente. Si se escuchaba en el pasillo una sola conversación nocturna, castigo.
Todas las normas parecían estrictas, lo que intimidaba un poco al personal. Era por eso que aquella noche debíamos aprovechar al máximo posible nuestro tiempo para estar despiertos. 
En silencio, nos dirigimos hacia la habitación de Jetwick, nuestro punto de encuentro. Mirta golpeó la contraseña en la puerta. Le cambió la cara al ver que el que nos había abierto era Teck, con un ramillete de flores en una mano.
-¡Por fin! ¡Sois las últimas! Vamos, pasad...
Nos ofreció una rosa a cada una, a mí una roja y a Mirta una blanca. Yo la acepté la mía con resignación... Mirta ni siquiera miró la suya.
Las luces se acababan de apagar casi por completo. No se veía casi nada.
De pronto, se escuchó un ruido mecánico. Toda la habitación se iluminó con luces de colores; del centro de la sala colgaba una bola de discoteca.
¡Y no solo eso! En un lado de la habitación había un montón de cables que conectaban diversos aparatos: instrumentos electrónicos, una mesa de mezclas, amplificadores de sonido y altavoces...
También había una mesa pequeña con chucherías, pero no tuvieron demasiado éxito porque acabábamos de cenar.
Me pareció ver a Mia por allí, pero en seguida la perdí. Encontrarla era casi más difícil que encontrar a Bleaky, mi perro.
En cuanto localicé a Etsu, me dirigí alarmada hacia él. Le pregunté si había tenido en cuenta que el ruido podría escucharse en el resto de las habitaciones...
Él me dijo que no había ningún problema, pues habían rociado la habitación con un spray para insonorizarla. ¡Era todo un genio! Los efectos del spray duraban alrededor de 48 horas, por lo que teníamos tiempo de sobra.
A los cinco minutos se fue de la sala una persona cuya cara me sonaba. No era del equipo; era rubia y llevaba una minifalda demasiado corta: la novia de Teck. Debía haber sido invitada, pero no parecía estar pasándolo bien.
Me di cuenta de que no solo la novia de Teck había venido sin ser de nuestro equipo; había caras que no me resultaban conocidas.
Anduve por toda la habitación durante un buen rato hablando con unos y otros, aunque creo que sólo con los de mi equipo. Bobby era agradable y se adaptaba a cualquier conversación, Etsu usaba las palabras con gran precisión, Imala hablaba de forma interesante y la voz de Mirta era cálida y agradable. Teck estaba demasiado ocupado. No encontraba ni a Mia ni a Jetwick.
La verdad, me encantaba cómo estaba decorada la sala: todos los pequeños retoques que se le habían dado hacían que pareciera una discoteca de verdad. Las tenues luces hacían que los objetos a nuestro alrededor cambiasen de color.
Cuando las ganas de fiesta empezaron a decaer, Teck retomó la palabra:
-¡Duelo musical! ¡Necesito a dos voluntarios para que salgan a la pista! -dijo, una vez sobre el escenario improvisado, cerca de los instrumentos electrónicos-. ¿Quién se atreve a subir hasta aquí y mostrarnos lo que puede hacer con la voz?
Dio un giro y me señaló con el dedo, como animándome a salir. Menos Mirta, que negaba con la cabeza mirando hacia Teck fríamente, los demás parecían mostrar curiosidad.
Al final, decidí animarme. Al fin y al cabo, no todos los días se iba a celebrar una fiesta como aquella.
Mientras me dirigía hacia él, Teck estudiaba con la mirada al resto de los asistentes a la fiesta. Parecía querer señalar a alguien en concreto, sin que le importase el azar.
Entonces escuché un murmullo, y vi a Jetwick. Me alegraba verle por allí. Varias personas lo señalaban.
Teck pareció darse cuenta del detalle, porque acabó llamándolo para que saliera a la pista. Él fue hacia nosotros. Parecía nervioso.
Antes de comenzar, Teck nos dijo algunas formas de ganar puntos adicionales: entonar bien, bailar al mismo tiempo al que se cantaba, manipular la velocidad de la canción sin perder ni el tono ni el ritmo...
Dio unos pasos hacia el fondo del escenario y nos cedió el turno. ¡Hora de empezar!


¿Que cómo lo hice? ¡Ya lo contaré en el capítulo siguiente!

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