Así
fue la primera noche que pasé en Golden Podium, después de aquel
día de locos sin apenas parar un momento:
Capítulo
24
El
comedor de Golden Podium no era nada del otro mundo, pero aquel día
estaba decorado con todo tipo de pancartas, fotografías y letreros
de diferentes colores. En ellos se podían leer diversos mensajes de
bienvenida e informarse sobre algunas cosas que iban a ocurrir a lo
largo del curso.
Teníamos
una mesa por equipo, colocada en la parte que correspondía a nuestro
año. El comedor tenía todo tipo de divisiones, aunque no ocultaba
que las mesas eran demasiado numerosas.
Según
me enteré, solo aquel día la comida era más variada y “menos
sana” de lo habitual. Esperaba que por ser deportistas no nos
matasen de hambre ni nada por el estilo.
Mientras
comíamos, Bobby se dedicó a contar algunos chistes. Aquello se le
daba mucho mejor que cualquier deporte: aunque los chistes fuesen
malos, él siempre sabía elegir las palabras y el tono perfecto para
que acabasen siendo irresistiblemente divertidos.
Teck
había ido un momento a visitar a su novia, cerca de nuestra mesa. La
vi de lejos: Tenía el pelo largo y rubio, los ojos azules y una
estrella negra en una mejilla, puede que pintada o tatuada. También
parecía llevar maquillaje. Vestía un top rosa y una minifalda negra
demasiado corta. Parecía enfadada con Teck, aunque él no paraba de
sonreír. No me gustó la primera impresión que tuve sobre ella; no
encajaba con la academia.
Teck
no tardó en volver a nuestra mesa. En ese preciso momento me había
detenido a mirar fijamente a Imala, dándome cuenta de que no estaba
usando los cubiertos ni para tomarse el postre.
Teck
alzó su vaso con refresco y, para mi sorpresa, me dedicó un
brindis. A Jetwick casi se le cayó el vaso en el intento. Mirta fue
la última en alzar la copa, lanzando a Teck una mirada de
resignación. A mí, sin embargo, me dedicó inmediatamente con una
sonrisa.
El
director (y padre de Mia) no se presentó, pero envió a un hombre de
esmoquin para que nos explicase algunas cosas que debíamos tener en
cuenta. El padre de Mia debía ser alguien bastante ocupado.
Poco
después de la cena, todo el comedor se llenó de confeti que caía
suavemente sobre las mesas. Mia trataba de atraparlo sin parar de
reír como una tonta. Yo también me sentía tonta, tonta pero
alegre.
Ahora
estábamos en nuestras habitaciones. Solo hoy podíamos tener las
luces encendidas hasta tarde y salir al pasillo. Otras veces, según
las normas, no se podía a no ser que fuese urgente. Si se escuchaba
en el pasillo una sola conversación nocturna, castigo.
Todas
las normas parecían estrictas, lo que intimidaba un poco al
personal. Era por eso que aquella noche debíamos aprovechar al
máximo posible nuestro tiempo para estar despiertos.
En
silencio, nos dirigimos hacia la habitación de Jetwick, nuestro
punto de encuentro. Mirta golpeó la contraseña en la puerta. Le
cambió la cara al ver que el que nos había abierto era Teck, con un
ramillete de flores en una mano.
-¡Por
fin! ¡Sois las últimas! Vamos, pasad...
Nos
ofreció una rosa a cada una, a mí una roja y a Mirta una blanca. Yo
la acepté la mía con resignación... Mirta ni siquiera miró la
suya.
Las
luces se acababan de apagar casi por completo. No se veía casi nada.
De
pronto, se escuchó un ruido mecánico. Toda la habitación se
iluminó con luces de colores; del centro de la sala colgaba una bola
de discoteca.
¡Y
no solo eso! En un lado de la habitación había un montón de cables
que conectaban diversos aparatos: instrumentos electrónicos, una
mesa de mezclas, amplificadores de sonido y altavoces...
También
había una mesa pequeña con chucherías, pero no tuvieron demasiado
éxito porque acabábamos de cenar.
Me
pareció ver a Mia por allí, pero en seguida la perdí. Encontrarla
era casi más difícil que encontrar a Bleaky, mi perro.
En
cuanto localicé a Etsu, me dirigí alarmada hacia él. Le pregunté
si había tenido en cuenta que el ruido podría escucharse en el
resto de las habitaciones...
Él
me dijo que no había ningún problema, pues habían rociado la
habitación con un spray para insonorizarla. ¡Era todo un genio! Los
efectos del spray duraban alrededor de 48 horas, por lo que teníamos
tiempo de sobra.
A
los cinco minutos se fue de la sala una persona cuya cara me sonaba.
No era del equipo; era rubia y llevaba una minifalda demasiado corta:
la novia de Teck. Debía haber sido invitada, pero no parecía estar
pasándolo bien.
Me
di cuenta de que no solo la novia de Teck había venido sin ser de
nuestro equipo; había caras que no me resultaban conocidas.
Anduve
por toda la habitación durante un buen rato hablando con unos y
otros, aunque creo que sólo con los de mi equipo. Bobby era
agradable y se adaptaba a cualquier conversación, Etsu usaba las
palabras con gran precisión, Imala hablaba de forma interesante y la
voz de Mirta era cálida y agradable. Teck estaba demasiado ocupado.
No encontraba ni a Mia ni a Jetwick.
La
verdad, me encantaba cómo estaba decorada la sala: todos los
pequeños retoques que se le habían dado hacían que pareciera una
discoteca de verdad. Las tenues luces hacían que los objetos a
nuestro alrededor cambiasen de color.
Cuando
las ganas de fiesta empezaron a decaer, Teck retomó la palabra:
-¡Duelo
musical! ¡Necesito a dos voluntarios para que salgan a la pista!
-dijo, una vez sobre el escenario improvisado, cerca de los
instrumentos electrónicos-. ¿Quién se atreve a subir hasta aquí y
mostrarnos lo que puede hacer con la voz?
Dio
un giro y me señaló con el dedo, como animándome a salir. Menos
Mirta, que negaba con la cabeza mirando hacia Teck fríamente, los
demás parecían mostrar curiosidad.
Al
final, decidí animarme. Al fin y al cabo, no todos los días se iba
a celebrar una fiesta como aquella.
Mientras
me dirigía hacia él, Teck estudiaba con la mirada al resto de los
asistentes a la fiesta. Parecía querer señalar a alguien en
concreto, sin que le importase el azar.
Entonces
escuché un murmullo, y vi a Jetwick. Me alegraba verle por allí.
Varias personas lo señalaban.
Teck
pareció darse cuenta del detalle, porque acabó llamándolo para que
saliera a la pista. Él fue hacia nosotros. Parecía nervioso.
Antes
de comenzar, Teck nos dijo algunas formas de ganar puntos
adicionales: entonar bien, bailar al mismo tiempo al que se cantaba,
manipular la velocidad de la canción sin perder ni el tono ni el
ritmo...
Dio
unos pasos hacia el fondo del escenario y nos cedió el turno. ¡Hora
de empezar!
¿Que
cómo lo hice? ¡Ya lo contaré en el capítulo siguiente!
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