¡Llegamos
por los pelos!
En
capítulos anteriores... Una llamada telefónica deseada se convierte
en inoportuna.
¿Cómo
nos irá la cosa?
Capítulo
23
-¿Qué
se supone que has hecho? Tu madre está como...
-Me
da igual. Estoy harta de que me hable como si quisiera que me muriese
ya de una vez. Pretende que sea buena y adorable, como Stephie. Y no
soy Stephie.
-Lo
sé, lo sé, ¿Pero qué ha pasado?
-Solo
le he dicho que te pase el teléfono. Y que, si no, iba a colgar. Se
lo ha buscado ella sola.
-Es
porque es tu madre... no quiere que te pase nada.
-Mentira.
Solo quiere acabar con todo esto. Quiere que no me meta en problemas
para no tener que estar en medio de ellos. Es egoísta. Solo me
quiere cuando hago lo que ella quiere. Nunca me tiene en cuenta.
Mi
tío estaba callado, supongo que pensando lo que decir.
-¿Cómo
puedes decir eso? Tu madre no es así... Antes no era así, tienes
que creerme.
-Ha
cambiado. Desde que papá se fue de viaje y se olvidó de nosotros.
Ahora mamá quiere estar siempre por encima de mí, pero no lo va a
conseguir. Ahora entiendo a mi padre. Yo también me iría.
Hubo
una pausa. Mirta me miraba con tristeza.
-Te
dejo desahogarte -dijo mi tío, el único de mi familia que me
entendía.
-Vale-
contesté-. Mamá nunca está de acuerdo con lo que yo quiero.
Siempre se opone a mí, aún sabiendo que a veces se equivoca. Parece
que le doy miedo: no deja que mi pensamiento vaya por libre. No
confía en mí. Piensa que mi vida va a acabar con el fracaso. Piensa
que mi abuelo es un fracasado.
-Eria,
calma.
Ya
se me debía notar en la voz que estaba tensa. Paré unos segundos.
Tenía la garganta seca y me dolía el pecho. Se me había torcido el
gesto, y no conseguía sonreír ni un poco. Intenté no llorar. Yo
nunca lloraba.
-Nunca
ha confiado en mí. Le doy igual. Solo soy un problema para ella. Me
compara con mi abuelo para mal, le insulta como si fuera un mal
ejemplo. Y para mí, él es un héroe...
Mirta
me había colocado las manos sobre los hombros. Me animaba que, al
menos, aquí me apoyaba un equipo completo.
-Tranquila
-me decía mi tío desde el otro lado del auricular-. Mira, te diré
algo: yo pienso lo mismo que tú sobre tu abuelo.
Escuché
atentamente.
-Para
mí, mi padre siempre ha sido un héroe. Lo seguirá siendo. Te voy a
contar algo que seguro que te interesa:
“Cuando
éramos pequeños, tu padre siempre estaba retando a tu abuelo para
competir en algún juego o carrera. ¡Yo iba siempre del lado de mi
padre, por supuesto! Tu madre, al contrario, iba del lado de tu
padre. Siempre pensaba que el abuelo se pasaba con él, pero lo único
que él hacía era tratarlo como un competidor más. Los dos nos
dedicábamos a mirar. Como era mayor, mi padre siempre ganaba, y el
tuyo siempre le pedía la revancha. Tu padre tenía doce años, como
tú. Tu abuelo, treinta. Yo tenía siete, y tu madre once.”
-Y
claro, a mi madre no le gustaba el deporte, pero les animaba.
-¡Al
contrario! ¡Le encantaba! -dijo mi tío, para mi sorpresa- ella
acompañaba siempre a tu padre cuando iba a los partidos de fútbol.
Cuando el abuelo competía de forma profesional, ambos le animaban
desde las gradas. Se emocionaban al verlo ganar. El deporte era lo
que les unía. A tu madre solo le dejó de gustar el deporte...
cuando el abuelo se fue. Nada era como antes, pero ahí estaba tu
padre. Cuidó de nosotros como si fuéramos su verdadera familia,
hasta que acabó siendo parte de ella.
-El
abuelo se fue sin despedirse, como mi padre... ¿No te molestó eso?
-¿Que
se fuera sin más? Un poco. Me prometió volver, como hizo tu padre.
Al principió me molestó y me entristecí, pero con el tiempo lo
entendí. El abuelo era un héroe, y había hecho ganar a su equipo.
Algún día, volvería.
-Eso
no lo he entendido bien... ¿volvería? ¿pensabas eso porque no te
habían contado que...?
-No,
no es eso. ¿Sabes el único recuerdo que me queda de él?
-Sorpréndeme.
-
...tú. Tú eres igual que él.
-¡Anda
ya! Ya empiezas...
-Vale, vale. ¡No
solo eso! Es... lo llevas puesto. Ya me entiendes.
Por
supuesto que lo había entendido, pero no podía creerlo.
-¿...la
sudadera de la suerte?
-Exacto.
La sudadera azul.
-Si
tan importante es para ti... ¿por qué me la diste?
-Porque
tú eres quien debe tenerla. Él solo me la dio porque pensaba que,
si alguien debía seguir sus pasos, ese era yo, pero no llegó a
conocerte. Eria, debes ser tú la que traiga a tu abuelo de vuelta.
Tú eres su espíritu luchador. Si hay algo que él dejó a medias,
debes ser tú quien lo termine. No vas a acabar en el mismo sitio;
vas a continuar lo que estaba a medio hacer. Una vez en la cima,
mirarás al cielo y le dirás que lo has conseguido. Así volverá el
abuelo: vas a ganar todo lo que tengas que ganar. Por él.
-Entendido.
Ya se me ha pasado todo. Eres el mejor del mundo.
-Oh,
no es nada. Por cierto, genial tu nuevo nombre, aunque ya te lo haya
dicho. Me recuerda un poco al de tu abuelo. Él también eligió
“Jumps” como apellido.
-¡Gracias!
Sabía que te gustaría. Lo del apellido es pura casualidad...
El
tema ya estaba olvidado. No iba a acabar en lo más profundo, sino en
la cima. Ahora quería demostrarle a mi madre de lo que era capaz.
Cuando se calmase y estuviera dispuesta a escuchar y a comprenderme,
hablaría con ella, me dije.
Acabé
de hablar con mi tío poco después. Mirta llevaba un rato sentada a
mi lado, en la litera de abajo. Pareció satisfecha cuando me despedí
y colgué con una sonrisa en la cara.
Tras
el descanso, volvimos a reunirnos en el aula común del equipo. Para
entonces, yo ya me había duchado y ordenado mis cosas por completo.
Hasta me había dado tiempo a tomar algo que había sacado de una
máquina expendedora que había en el pasillo. No hacía falta llevar
los libros al aula, solo algo para escribir. Allí, Tania nos estaba
esperando.
-¡Chicos,
sólo una cosa más! -nos dijo, una vez estuvimos todos presentes- se
va a hacer una votación para elegir al capitán del equipo.
¿Preferís a un nuevo capitán o al del año pasado?
-Nuestro
capitán está ausente -respondió Etsu poniéndose en pie.
-En
ese caso, necesitaréis a alguien mientras tanto. Me suena bastante
tu cara... ¿Fuiste tú subcapitán el año pasado, chico? -preguntó
Tania a Etsu.
-Correcto.
Aunque este año preferiría ceder mi puesto.
-¡Perfecto!
Está bien que salga gente nueva. Os repartiré unos papeles.
Mientras
repartía, Tania preguntó:
-¿Alguien
puede decirme algunas de las cualidades que debe tener un capitán?
Lluvia
de ideas. Comenzó Mirta, y al final todos participamos, ella la que
más, quizás porque conocía bien al capitán anterior... ¿Sería
aquel chico ausente tan “perfecto”? Aparte, había que tener en
cuenta que Mirta hablaba de todo el mundo como si fuera la mejor
persona del mundo. Menos de Teck.
-¡Gracias
por vuestra colaboración, chicos! -dijo Tania-. ¡Puede que os
perdone todo lo que pasó el año pasado si continuáis así! Bien,
vamos a lo principal: cada uno de vosotros acaba de recibir un trozo
de papel. Se va a hacer una votación para elegir al capitán del
equipo. Escribid el nombre de la persona que creéis que podría ser
la mejor. Como vuestro antiguo capitán no ha llegado todavía y no
hemos podido preguntarle sobre lo que quiere, lo mejor será que, de
momento, descienda a subcapitán. ¿Te importaría continuar siendo
subcapitán hasta que venga? El de las gafas...
-Por
supuesto que no -Etsu ya se había sentado.
-¿No...
qué? ¿No te importa seguir?¿O no te gusta ser capitán...?
Etsu
suspiró.
-Creo
que podría continuar como subcapitán esta última semana, no me
importa.
-¡Vale,
entonces! -Tania sonrió. Tenía los dientes blanquísimos-. Solo
vale poner un nombre. ¡Y nada de votarse a sí mismo, que no estamos
en política!
Recibí
el papel al momento, pero ni lo toqué. ¿A quién debería
votar? ¡Todos parecían buenos candidatos! ¡Hasta Mia podía valer!
Claro, porque Mia era impredecible...
Intenté
empezar por los defectos de cada uno: Mia era demasiado alocada,
Jetwick demasiado tímido, Mirta demasiado amable, Teck demasiado
creído, Imala demasiado independiente y Bobby... bueno, era majo,
pero no era capaz de verle como capitán.
Era
mi primer año, así que pensé que tampoco pasaba nada si dejaba el
papel en blanco.
Me
acerqué hacia la mesa donde estaba Tania y le entregué el papel.
Ella lo metió dentro de una caja de plástico en la que ponía
“F-06”.
-No
te he visto escribir. ¿Ya te has decidido? -me preguntó Tania.
-Es
mi primer año -contesté.
-¡Ah,
perfecto! ¡Bienvenida entonces! -revisó una lista que había sobre
la mesa y puso el dedo bajo mi nombre- ésta debes de ser tú.
¡Espero que te vaya mejor que a mí en mi primer año!
Y
volvió a reírse de la misma forma de la que normalmente se reía.
Volví
a mi mesa. Algo más tarde, todos habían votado. Tania sujetaba la
caja con ambas manos.
-El
resultado del recuento de votos se dará mañana. ¡Espero que seáis
capaces de dormir esta noche!
Sé
que todos estamos impacientes por saber el futuro capitán, ¡Pero
habrá que ser pacientes!
No hay comentarios:
Publicar un comentario