El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

31 oct 2013

36. Secretos nocturnos

Lo sé, la gente suele esperar que subamos capítulos especiales por ser Halloween, pero todavía tenemos algunas cosas que publicar antes de ponernos a hacer como locas capítulos sueltos...
Da la casualidad de que, en el capítulo que me ha enviado Junie esta semana, cae algo de suspense...

Capítulo 36
Ya estábamos otra vez juntos -aunque no del todo-. Mientras nosotros habíamos estado paseando, Bobby había disfrutado como nunca su día para hacer el vago e Imala había estado ocupada comprando postales y regalos para “su tribu”, o algo así. 
Teck y Etsu llegaron más tarde al comedor. Se sentaron en nuestra mesa sin apenas hablar. Ni siquiera levantaban la cabeza.
Tiré aposta un tenedor al suelo para mirar lo que hacían bajo de la mesa. Ambos tenían un único plano gigantesco extendido sobre las rodillas. No pude ver lo que era. Etsu estaba señalando algunos puntos en él mientras Teck los marcaba.
-Chicos, ¿se puede saber qué estáis haciendo? -pregunté.
En ese momento se dijeron algo, pero ni nos enteramos de lo que estaban hablando. Era un lenguaje demasiado técnico para nosotros.
-Me han dicho que están haciendo algo alucinante, pero a saber... -dijo Bobby-. ¿Acaso tenemos ante nosotros a los célebres inventores de la radio en 3D?
A todos nos hizo gracia, pero en medio de las risas los “obreros” nos chistaron para poder concentrarse.
-Chicos, deberíais dejar el trabajo para más tarde y contarnos qué habéis hecho en todo el día -les dije.
Ni caso. Mientras nosotros reíamos y charlábamos, ellos seguían con lo suyo. Como allí no tenían herramientas ni instrumentos de medida, acabaron de cenar los primeros para poder irse a las habitaciones, su lugar de trabajo.
Mia les lanzó un grito, pero ellos ni se detuvieron.
-En serio... cada vez estoy más intrigado -dijo Bobby.
-Sí...-respondí-. Yo también lo estoy.
Lo que planeaban esos dos seguía siendo un misterio para nosotros, así que decidimos olvidarlo por el momento. Debía ser algo muy importante para ellos si preferían ponerse a trabajar antes que cenar, por lo que nos mantuvimos al margen.
Mia e Imala se pasaron por nuestra habitación casi a la hora de apagar las luces. Cómo no, había sido idea de Mia, quien no paraba de hablarnos sin parar sobre lo bien que nos lo íbamos a pasar mañana. Imala participó poco en la conversación. Estuvo meditando en el suelo durante un buen rato.
Al volver a sus habitaciones, ambas nos desearon suerte para el día siguiente. Quisimos acostarnos cuanto antes, pero, como suele pasar, nos costó muchísimo dormirnos.
Al principio pensaba que la única que no podía dormirse era yo. ¡El tiempo se me hacía eterno! Menos por algunos sonidos que venían de vez en cuando desde la calle, todo estaba en silencio. Di varias vueltas tratando no caerme de la litera de arriba. De pronto, escuché:
-No te has dormido todavía, ¿verdad? -era Mirta.
-No... Sigo despierta. Y veo que tú también.
-Sí... Me cuesta mucho dormirme antes de empezar las primeras clases. Ayer me pasó casi lo mismo.
-Bueno, al menos tú... Un momento, ¡casi se me olvida!
-¿Qué pasa? ¿Qué se te olvida?
¡Menudo fallo! ¡Tenía que contarle todo lo antes posible!
-Mirta... ¿Recuerdas que esta mañana te he preguntado que a qué día estábamos?
-Sí, y que solo querías saber si estábamos a mes par o impar...
-Precisamente. Resulta que los meses impares duermo peor. Tengo sueños raros.
-Ah, bueno, pero no pasa nada. Podría ayudarte con eso.
-Bueno, pero no es solo por eso... Mirta, hay algo más. Si después de contarte esto quieres cambiar de compañera, lo entenderé...
-¿Y por qué iba a querer cambiar? No creo que sea tan horrible.
Venga, tenía que dejar de alargarlo. Era cierto que algunas personas tendrían miedo, pero, ¿y Mirta? Tenía que lanzarme.
-Yo... Soy sonámbula. Los meses impares, durante días impares aleatorios.
-¿Ya está? ¡Tampoco era para tanto! ¡Si hay mucha gente que lo es!
-Lo sé, pero hay quien les tiene miedo e incluso los ven como asesinos horribles... Y yo puedo hacer un montón de cosas durmiendo, como abrir la puerta o incluso trepar a algunos sitios. ¡Procura esconder los objetos de valor cuando me toque un episodio! 
-¡Tendré cuidado contigo, no te preocupes! Lo que me sorprende es que solo seas sonámbula los meses impares...
-... y en días impares al azar. Es una rareza que heredé de mi familia. Creo que de mi abuelo, pero no estoy segura.
-Hablas tanto de tu abuelo... Te escuché mientras usabas el teléfono. No debería haberlo hecho, lo siento...
-No importa, te lo habría contado de todos modos. Ojalá lo hubiera visto en persona para ver si de verdad me parezco tanto a él. Anoche soñé que nos encontrábamos.
-¿Y qué pasó? Dijiste que era una pesadilla...
-Caí por un precipicio al intentar llegar hasta él. ¡Menos mal que no hice nada raro mientras soñaba! ¿O sí? ¿Grité? ¿Me puse de pie? ¿Salté?
-No, solo te caíste de la cama al darte la vuelta de golpe. Y menos mal.
-Que no te de miedo despertarme si intento algo raro. Eso que dicen sobre que un sonámbulo te puede matar si lo despiertas es mentira. Lo máximo que podría pasar es que me despertasen de golpe y me diera un susto de muerte, pero no creo que tú lo intentes.
-Vale, haré lo que pueda. 
-¿No te importa tener que aguantarme?
-No, para nada. ¡Somos amigas! ¡Para lo bueno y lo malo? Además, no quiero cambiar de compañera.
Me quedé un poco en silencio tras esa frase. Nadie me había dicho algo así en la vida. Me ardían las mejillas y estaba un poco aturdida con tanto cumplido.
Quise darle de nuevo las gracias a Mirta por estar ahí, pero no me respondió. Ya se había dormido.
Se me estaban cerrando los párpados, así que pensé que era un buen momento para intentar dormir de nuevo. ¿Cómo serían las clases? ¿Los ratos libres? ¿Los otros equipos? ¿Los profesores? Tenía curiosidad por todo lo que me iba a pasar. Ya estaba planeando lo que iba a hacer por la mañana. Saltaría (con cuidado) desde la litera y me pondría a la acción. Intentaría organizarme...
Y, pensando en que tenía que buscarme una soga para atarme a la cama durante las noches de los meses impares, me acabé quedando tan dormida como Mirta. ¡Incluso más!

Bueno, algo es algo. Ya tenemos la idea para el futuro capítulo especial, no hay problema. Lo subiremos si es que hemos llegado al capítulo que queremos la semana que viene.

¡No tardaremos en subir el siguiente!

25 oct 2013

35. Esperando respuestas

¡Otro día más, venimos a alegrar la tarde! Y hablando de tardes... 
Vale, la que pasamos ese día fuera se había acabado. Llega lo peor: ¡el teléfono!

Capítulo 35
Habíamos pasado mucho tiempo fuera cuando todavía me quedaban un montón de salas y habitaciones de Golden Podium por ver; supongo que ya iría descubriéndolas por mí misma.
Llegaba la terrorífica hora en la que tenía que llamar a casa. 
La cosa empezó bien, pues descolgó mi tío. Como siempre, le conté absolutamente todo lo que había vivido y sentido. No le dije mucho sobre Jetwick; prefería que todos esos asuntos quedaran entre Mia y yo.
-¡Tú capitana! La verdad es que me lo esperaba. Siendo tú...
-¡Ah, vamos, deja de echarme flores! Además, ni hemos empezado de verdad.
No mentía. El día siguiente iba a ser duro: íbamos a empezar las clases en condiciones. Tenía curiosidad, pero también algo de miedo. ¿Sabría adaptarme? Bueno, si los demás podían, yo también. Pensé en Bobby: si él podía sobrevivir allí, ¿por qué no yo?
-Eria, tú... ¿Quieres hablar con tu madre? -Soltó al rato con cautela. Había estado deseando durante toda la conversación que se saltara esa pregunta, pero ya me la había hecho.
-¿Tengo que hacerlo?
-Me ha dicho que siente lo del grito de ayer, pero que si quieres quedarte en Golden Podium tiene que ser para todo el año, hasta para las vacaciones de Navidad.
-¿Qué? ¿Y cuándo podremos vernos?
-Ya te dije que no lo sé... Ya sabes, tienes que demostrar cuánto te importa la academia: quedarte allí hasta el final y volver cuando lo hayas acabado todo. Te prometo que intentaré ir a visitarte, pero...
-No es necesario -le dije-. Se lo demostraré. Voy a llegar hasta el último curso y a superar el campeonato. Eso se lo dices de mi parte.
Hubo un silencio y escuché unas voces de fondo.
-Ya está. Me ha dicho que te estará esperando. La única condición que te pone es que, al mínimo problema o bajada de notas, no volverás a acercarte a la academia nunca más.
-Lo prometo. Una cosa más que decirle: gracias. ¡Llamaré el fin de semana que viene!
No dejé ni que mi tío preguntara a qué venía tanto agradecimiento. Me alegraba de que, por fin, tuviera una oportunidad, nada más. Por fin estaba en paz con el mundo -o con casi todo el mundo; hay personas con las que ni se puede hacer las paces...
Mirta salió del cuarto de baño envuelta en una nube de vapor. Llevaba puesto un albornoz blanco y, aunque no las fuera a necesitar, ya tenía sus gafas de sol blancas sobre la cabeza.
-¡La ducha está libre! -exclamó-. ¡Mira! ¿Te gusta? -dio una vuelta para que pudiera verla bien-. ¡Hay albornoces tan bonitos como estos en las perchas!
-¡¿Qué dices?! ¡Deja que los vea!
Entré al cuarto de baño a la carrera, casi tan rápido como si estuviera huyendo de una una bomba a punto de explotar. ¡Sí que había albornoces! ¡Como en los hoteles!
-En serio, qué bien me lo voy a pasar aquí...
A Mirta le dio la risa al verme tan impresionada. También estaba encantada.
-Menuda pasta se tienen que haber gastado en estos detalles... Parece un hotel de cinco estrellas -comenté.
-Lo sé. ¡La familia de Mia es un misterio! ¿Has visto ya el compartimento secreto?
No pude resistirme al escuchar esa palabra: salí del cuarto de baño -a la misma velocidad a la que había entrado- y me puse justo al lado de Mirta para ver lo que estaba haciendo. 
¡La estantería de nuestra habitación se estaba rotando! Al otro lado había un espacio todavía mayor.
-Aquí suelo guardar el equipamiento. Puedes usar la balda de arriba para poner el tuyo. ¡Cabe de todo!
No respondí; me había quedado con la boca abierta. ¿Cuántas cosas de esas habría ocultas por la academia?


Uf, no había sido tan horrible. ¡Una oportunidad era una oportunidad! ¡Y la de pasadizos que me quedan por buscar por Golden Podium!

18 oct 2013

34. Así son las cosas

Ya se sabe que las tardes de los viernes son algo tentadoras, pero hay que ponerse a trabajar y escribir un poco... ¡Todo sea por seguir con esta historia!
¿Y cómo sigue? Con un pensamiento que me llegó en aquel lugar tan magnífico: la plaza de Azuria. ¿Qué pensamiento? Pues aquí está:

Capítulo 34
Allí estábamos Mia y yo, tomándonos un descanso en la plaza mientras esperábamos a los helados. Los otros dos seguían en la cola, Jetwick mirando al cielo.
-Jetwick es tan callado... -pensé en voz alta.
Mia se detuvo a mirarlo. Hizo como que recordaba algo y luego suspiró.
Ahí se me ocurrió algo: ¿y si le preguntaba a Mia algo sobre Jetwick? Sin ser muy directa, que no quería que fuese diciendo nada por ahí. Además, era probable que que, siendo la hija del director, tuviera acceso al historial de todos los alumnos de Golden Podium. ¿Habría leído el suyo?
-Y... ¿eso de imitar sonidos le viene de familia? -pregunté. No se me ocurría nada más.
Mia negó con exageración
-¡Solo él lo hace! Un don es algo que no tiene tu familia, sólo tú. Es súper alucinante, ¿verdad? ¡Ni su papi sabe hacerlo! Pero es que... 
¿Por qué hacía esa pausa tan poco necesaria?
-¡Perdón, como si no existiera su papi, que no me dejan decir nada sobre él!
¡Ajá! ¡Pasaba algo malo con el padre de Jetwick! ¿Estaría muerto? ¿Desaparecido? O peor: ¿se habría perdido aposta, como el mío?
-¿Qué pasa con su padre? -me atreví a preguntar. No estaba segura de si quería conocer la respuesta.
Mia se llevó un dedo a los labios y chistó. Miró a los lados, como asegurándose de que nadie escuchaba.
-¡Es malo! ¡Como los de las pelis, que llevan hasta pistola! -susurró.
¿Malo? ¿Sería su padre... un delincuente?
-¿Un delincuente?¿Como los que están en la cárcel?
-¡Sí, la cárcel! ¡Allí estuvo! ¡Y luego volvió, pero seguía siendo malo!
¡El padre de Jetwick estuvo en la cárcel! Y, un momento... No entendía la segunda parte. Tenía que andar traduciendo todo lo que decía Mia para poder entenderlo: ¿Volvió... siendo aún malo? ¡Mia debía referirse a la libertad condicional!
-¿Qué pasó luego? ¿Algo malo malísimo? -pregunté. Espera, ¿tan nerviosa me estaba poniendo que ahora hablaba como Mia?
De pronto, Mia se echó a reír. Me sentí un poco idiota por haberme metido tanto en la conversación.
-¡Jet salió corriendo! ¡Y ya sabes, no hay quien lo pille! Su papi volvió a la cárcel. ¡Final feliz!
¿De verdad era feliz? Mia me lo había contado como si esas cosas pasaran todos los días. ¿Cómo lo habría pasado Jetwick? ¿Le gustaría eso de tener a su padre en la cárcel? Tampoco conocía los detalles de la situación, tal como contaba Mia las cosas...
Mia pareció leerme el pensamiento.
-¿Sabes que a él le parece bien? ¡Eso digo yo, que los malos a la cárcel! Así es él, hace lo que tiene que hacer, como los buenos. ¡Tiene las cosas bien claritas! Bueno, al principio parece -y es- tímido, ¡pero cuando lo conoces es independiente, aventurero y lanzado!
Vaya, no me había parado nunca a pensar de ese modo; veía a Jetwick de una forma completamente distinta. 
Me sentía más tranquila, pero yo... ¡Espera! ¡No me había dado cuenta de una cosa!
-Un momento... Mia, ¿me estás facilitando información suya? -le miré abriendo mucho los ojos.
-¿Yooo? ¡Estaba pensando en voz alta, como tú! ¡Luego me has empezado a preguntar cosas y...!
Mia calló. Mirta y Jetwick se acercaban a nosotros, cada uno con un cucurucho en cada mano.
Mirta me pasó el mío mientras Jetwick le ofrecía a Mia un enorme helado de fresa.
-¡Toma ya, el que yo quería! ¡Gracias, Jet!
Jetwick sonrió sin sonrojarse ni un poco. Estaba mucho más sereno que ayer. Nos había sentado de maravilla la salida, sin duda.
Reflexioné; Mia seguía siendo una caja de sorpresas para mí. ¿Cómo había sabido tan bien lo que quería oír? Me estaba dejando pistas a lo tonto, de forma infantil, pero diciendo bien las cosas. Con razón se rumoreaba que era más lista de lo que aparentaba. ¿Lo haría adrede?
Aunque había estado bien que me hubiera contado algunas cosas sobre Jetwick, no me interesaba sacarle más información. Quería empezar a conocer al equipo por mí misma, como una verdadera capitana. Creía que era porque antes veía a Jetwick como alguien tímido, cerrado y que apenas intervenía y, desde que Mia me había asegurado que era lanzado e independiente, había conseguido imaginármelo así. Alguien que se mantiene al margen porque quiere y se lanza cuando más hace falta, alguien que se enfrenta a cualquier dificultad personal sin alterarse: así era Jetwick. ¿Cómo es que me lo habían tenido que contar para que me lo creyera?
-Eria, estás muy callada. ¿Estás pensando en algo?
Era Mirta. Mia y Jetwick también me estaban mirando.
-Esto... hay unas pocas nubes encima de nosotros... ¡Mirad! ¡Esa tiene forma de pingüino!
-¡Aaaah! ¿Dónde, dónde? -Mia no pudo resistirse a mirar al cielo-. ¡Mirad, una mariposa!
-¿En serio? -Mirta se unió a nosotras-. ¡Creo que hay una con forma de helicóptero!
-Otro- dijo Jetwick. En ese momento un helicóptero cruzó el cielo. ¡Uno de verdad!
Nos echamos a reír. Habíamos pasado una tarde encantadora. A veces, cuando me pongo a recordar ese momento, me da la impresión de que lo he visto antes en una película. Aquel cielo teñido de rojo y naranja... 
Sí, ese tipo de cosas solo pasan en las películas.

¿A que nadie se esperaba lo que acaba de pasar? ¿Eh, eh? ¿A que no?
Venga, me callo; no voy a estropear esta escena tan bonita justo ahora...

11 oct 2013

33. Una ciudad llamada Azuria

¡Nada mejor que un paseo cuando tienes la tarde libre! ¿De verdad será esta la mejor opción?

Capítulo 33
A la salida del comedor habíamos decidido encontrarnos delante de la habitación de Jetwick. Mirta y yo habíamos pasado antes por nuestra habitación, pero esto no nos había retrasado; habíamos llegado justo a tiempo.
Bobby, Imala y Jetwick nos estaban esperando allí. Mia, al poco rato, apareció dando saltos.
-¿Y el resto? -pregunté.
-Etsu y “el otro” (así lo llamamos a veces para hacerlo rabiar) están por ahí -señaló Bobby, sin referirse a un punto fijo-. Iban a estar ocupados durante todo el día con uno de sus trastos. No tengo más información. Para obtener más, visiten la página web que aparece en pantalla, gracias- Bobby siempre tenía cada ocurrencia...
-¡Yo voto por salir de paseo! -dijo Mirta-. ¡Me hace tanta ilusión!
Jetwick mostró un pulgar hacia arriba. Yo asentí.
-Vamos tres. ¿Alguien más?
-Ah, no -declaró Bobby-, hoy no contéis conmigo. Hoy es el único día que tengo para hacer el vago.
-¡YOOOOOO! -gritó Mia-. ¡Voy con vosotros! ¡Nos vamos! ¡Sí!
-Imala, ¿te vienes? -le pregunte.
-Lo siento -sentenció-. Imala tenía planes: salir esta tarde, pero su destino es remoto al vuestro. Necesita ir sola.
-Ah, bueno... Somos cuatro. Creo que es un buen número. ¿Cuándo salimos?
-¡Ya! ¡Vamos ya!
-¿No sería mejor cambiar el dinero ahora?
-Estoy de acuerdo con Mirta. ¡Vamos!
Fuimos en un momento a por el dinero. Mi tío me había echado la cartera en la maleta, pero no creía que el dinero que tenía dentro fuera suficiente para un año entero.
Pensé que la cola iba a llegar hasta Pekín, pero solo tuvimos que esperar detrás de dos personas más. Entramos todos juntos en el aula. Luego, uno a uno, fuimos pasando por el mostrador mientras el resto se quedaba en la puerta esperando.
La primera fue Mirta. Las monedas que le dieron tenían un grabado que yo no había visto nunca.
Mia fue justo detrás. Estuvo un rato discutiendo con la mujer del mostrador. ¿Qué haría? Al rato, volvió con su dinero. Parecía descontenta.
-¡Hay que ver! ¡Papi me ha dejado más de lo que le pedí! ¡No lo quiero! ¡Seguro que pesa mucho!
Estoy convencida de que, si a cualquiera le hubiera pasado lo que a Mia, estaría encantado de quedarse con todo. ¡Incluso yo lo habría hecho! ¿Por qué rechazaría Mia el dinero? No creía que fuese por lo que ella nos había contado...
Yo iba después. Me acerqué al mostrador y saludé a la secretaria, esperando a que ella hablase por mí.
-¿Nombre?
-E-Eria Jumps -tartamudeé.
-¿Apellido?
-... Jumps. Eria es mi nombre y Jumps mi apellido.
-Su cuenta está actualmente vacía. ¿Desea algo?
-Ah, bien... -agh, mal-. ¿Puede cambiarme esto a discos?
Tomó todas mis monedas y me las cambió por una serie de billetes nuevos. Los conté: sesenta discos.
Volví con el resto. Solo tuvimos que esperar a Jetwick para ir a la entrada.
...
-Tengo la cuenta vacía... -se me había quedado esa frase grabada a fuego en la cabeza.
-Ah, pero a lo largo del curso puedes ir cambiando los puntos que ganemos por dinero. A medida que vayamos haciendo bien las cosas y ganando partidos, nos van sumando discos a todos por igual.
-Gracias Mirta. Una información muy útil.
Había dos hombres con chaqueta en la puerta, uno a cada lado. Un grupo de personas cercano a ellos  se encargaba de registrar los nombres de los que entraban y salían. Estos, una vez que te identificaban, te ponían una especie de insignia con el logotipo de la academia, la cual tenía un cierre bastante complejo para que a nadie se le cayese por el camino. Hasta era difícil quitársela adrede.
La zona de la ciudad que podíamos visitar era un lugar pintoresco, con muchas tiendas y restaurantes. Tal como había podido comprobar durante mi llegada en moto, las carreteras no eran muy anchas, pero tenían un montón de curvas y pasos de peatones. Había una plaza bastante encantadora en el centro, toda entera de piedra. En el centro, la fuente también era de piedra. Como de costumbre, el fondo estaba lleno de monedas.
Mirta parecía una guía turística. Fue delante todo el camino, enseñando cada rincón.
-¡Ya estamos en la plaza de Azuria! Azuria es una ciudad encantadora, ¿No os parece?
Estaba impresionada de lo bien que se veía el mar desde allí. Estábamos en plena ciudad, pero las vistas eran estupendas.
Mia se había lanzado hacia un escaparate de una tienda de chucherías cercana. Jetwick se metió las manos en los bolsillos de la chaqueta y observó a las dos chicas. Le hacía gracia que estuvieran tan contentas y cómo iba cada una a lo suyo.
Como Mia no se despegaba del escaparate, entramos para ver lo que estaba mirando desde fuera. Salimos  con una bolsa pequeña de chucherías para compartir.
A Mirta le llamó la atención un colgante de caracolas que había expuesto en una tienda. Era barato, por lo que ni se lo pensó dos veces antes de comprarlo.
Yo era más de observar que de comprar, y vi que a Jetwick le pasaba lo mismo. Mientras Mia y Mirta se gastaban el dinero en pulseras y accesorios que les llamaban la atención, nosotros nos limitábamos a mirar.
Donde más disfrutamos fue en la tienda de chismes. Estaban desde los típicos pañuelos que imitaban billetes de mil discos -allí todo se pagaba con discos- hasta bolígrafos que brillaban en la oscuridad. Me compré una linterna con forma de barra de pegamento y un bolígrafo con muchos colores intercambiables (por si me pasaba alguna vez más por el despacho del señor Morrison). Jetwick seguía mirando.
Pasamos una tarde muy agradable. Incluso cuando tuvimos que perseguir a Mia cuando salió corriendo detrás de una libélula en medio de la plaza nos lo pasamos bien.
Cuando nos cansamos, volvimos a la fuente y nos hicimos con un banco cercano a ella. Mientras Mirta y Jetwick iban a por unos helados, Mia y yo nos quedamos allí, sentadas a la luz del atardecer, vigilando las bolsas.
-No soy muy de comprar, pero me lo he pasado estupendamente -admití.
-¡Yo también! ¡Todos! ¡Ha sido el mejor día de mi vida! -sacó unas pocas cosas de las bolsas y me las puso a la altura de la nariz para que las viera. Me alegraba de que hubiera disfrutado tanto el paseo.
Miré de lejos la cola de los helados. Jetwick... Estaba mirando al cielo algo ausente, como si el resto del mundo no existiera. ¿Qué estaría pensando? Cómo me hubiera gustado saberlo...


Un pequeño descanso tras el paseo no viene mal, pero, en el capítulo siguiente, os daréis cuenta de que había algo que me inquietaba...

4 oct 2013

32. Un pequeño avance

No me lo puedo creer... ¿De verdad soy la capitana del equipo F-06? Esto va a ser demasiado para mi...

Capítulo 32
Había llegado caminando como un zombi hasta el comedor mientras todos coreaban mi alias, me daban palmadas en la espalda y me felicitaban. Hasta Teck, que aspiraba al puesto, parecía satisfecho. Mia se me había echado encima y no paraba de abrazarme.
En la mesa del equipo, mientras cada uno picoteaba de su plato (yo a cámara lenta), los coros seguían:
-¡Bien hecho, Eria!
-¡Viva Jumps!
-¡A sus órdenes, capitana!
-¿Y bien? ¿Unas palabras?
Levanté la cabeza -a pesar de que debía de tener la cara como un tomate.
-Sí: ¿por qué yo?
Todos se echaron a reír y algunos parecieron sorprenderse con mi pregunta.
-Pareces… fuerte -se animó Bobby-. Y tienes muy claro lo que quieres, ¿no?
-Dominaste el campo de balón prisionero y no caíste en ningún momento -sugirió Imala con voz segura.
-¡Sobrevives a caídas de dos pisos sin hacerte "pupa"! -se lanzó Mia casi sin pensar.
-Muestras grandes dotes y esfuerzo en el campo deportivo -reflexionó Etsu.
Jetwick se encogió de hombros y me mostró un pulgar hacia arriba.
Cada vez me costaba más aguantar los piropos.
-Ya, pero...-intervine-. ¡Es mi primer año! ¿De verdad sabré lo que hacer?
-¡Pues claro! -rió Mirta-. Además, todos estamos de acuerdo en que la capitana deberías ser tú. Si no funciona, siempre podemos pedir un cambio. Solo tienes que actuar según tu criterio, guiarnos un poco.
-Y os voy a guiar por un academia que no conozco de nada...
-No -dijo Jetwick sin alargar la frase.
-Oye, si no quieres siempre puedo ser... -Teck ni pudo acabar la frase antes de que Mirta lo hiciera callar.
-Al menos prueba. -me animó Bobby-. ¡Como ya dijimos, esto no es como ser el delegado del colegio! ¡No te vamos a odiar ni nada! Además, queda decidir si vas a seguir en ese puesto o bajas a subcapitana. ¿Qué tienes que perder?
-Bueno, por probar...-dije-. Tenéis razón. Al menos voy a intentarlo. ¿Os importa que a partir de ahora sea un poco más... directa?
-La misión de un capitán es planificar la estrategia y hacer que un equipo mejore su rendimiento, por lo que... sí, cualquier método es válido. -es obvio que quien dijo esto fue Etsu.
Teck, a lo suyo, intentó hacerme rabiar:
-Ah, así que vas a cambiar de estrategia. ¿Me enseñas de lo que eres capaz? No quiero acabar pensando que solo eres una cara bonita que sabe hacer piruetas...
-Teck, convendría que de vez en cuando cerrases el pico, ¿te parece bien? -le solté sin inmutarme.
Silencio abrumador. ¿Me habría pasado?
Al parecer no. Al mismo tiempo, como si se hubieran puesto de acuerdo para empezar a la vez, todos empezaron a aplaudirme ruidosamente.
-¡Eso ha estado bien!
-¡Oye, qué corte!
-¡Y ni ha perdido los nervios!
-¡Ah, ya vale! ¡Vais a hacer que me sonroje! -los detuve. Los de las otras mesas nos estaban mirando.
-Esto... ¿y yo qué? -preguntó Teck.
-Ahora hablamos de ti, no te preocupes. ¿Vives en una mansión encantada? Porque mira que eres fantasma...
-Eh, ¿ahora se te sube a la cabeza lo del puesto?
-He preguntado si podía ser más directa, ese es el criterio. Ahí tienes lo que sé hacer.
-Pues menuda segunda habilidad...
Aquello parecía más un juego que una pelea. Era bastante entretenido.
-Bueno, creo que no tengo nada más que hacer aquí -cortó Teck-. Mi chica me debe estar esperando. Os dejo aquí con vuestros "criterios".
-Teck, lo de trabajar el “tono fantasma” lo decía en serio. ¿Y si vas practicando por el camino?
-Bueno, qué se le va a hacer... ya veré si me sale lo que quieres.
Antes de irse, giró la cabeza.
-Oye, Eria...
-¿Se te olvida algo?
-No, solo que... no eres mi tipo. No te hagas muchas ilusiones ¿ok? Hazte a la idea.
-Vale, vale, sobreviviré -le respondí antes de que se largase a la otra mesa.
Esperamos...
Ya con él lejos, todos nos echamos a reír dando golpes en la mesa, yo la que más.
-¡Vale, no he entendido nada! -dije sin parar de reír- ¿alguien me lo explica?
-Te va a dejar tranquila... -suspiró Mirta-. Sin flores, sin poemas absurdos, sin guiños... Ojalá me lo hubiera dicho a mí.
Volvimos a reírnos cálidamente.
-Genial, eso es un avance. Podría acostumbrarme a esto de ser capitana.
-Teck trabaja adecuadamente, pero cuando hay una joven cerca o hay algún enfrentamiento... -de disculpó Etsu en nombre de su compañero.
-Al menos sabemos que puede trabajar. Y si conseguimos hacer que trabaje... ¡Pues mejor!
A todos parecía gustarle mi forma de actuar. Puede que aquello de “guiar al equipo” se me diera mejor de lo que pensaba.
-Oye... ¿Vas a comerte eso? -preguntó Bobby señalando mi plato.
-Sintiéndolo mucho, creo que sí- le respondí-. ¡Hoy tengo bastante hambre! Pero cambiemos de tema: ¿qué os apetece hacer esta tarde?

Ya me estoy empezando a adaptar de verdad a este sitio...
¡Y tenemos una tarde entera para nosotros solos!