¡Nada
mejor que un paseo cuando tienes la tarde libre! ¿De verdad será
esta la mejor opción?
Capítulo
33
A
la salida del comedor habíamos decidido encontrarnos delante de la
habitación de Jetwick. Mirta y yo habíamos pasado antes por nuestra
habitación, pero esto no nos había retrasado; habíamos llegado
justo a tiempo.
Bobby,
Imala y Jetwick nos estaban esperando allí. Mia, al poco rato,
apareció dando saltos.
-¿Y
el resto? -pregunté.
-Etsu
y “el otro” (así lo llamamos a veces para hacerlo rabiar) están
por ahí -señaló Bobby, sin referirse a un punto fijo-. Iban a
estar ocupados durante todo el día con uno de sus trastos. No tengo
más información. Para obtener más, visiten la página web que
aparece en pantalla, gracias- Bobby siempre tenía cada ocurrencia...
-¡Yo
voto por salir de paseo! -dijo Mirta-. ¡Me hace tanta ilusión!
Jetwick
mostró un pulgar hacia arriba. Yo asentí.
-Vamos
tres. ¿Alguien más?
-Ah,
no -declaró Bobby-, hoy no contéis conmigo. Hoy es el único día
que tengo para hacer el vago.
-¡YOOOOOO!
-gritó Mia-. ¡Voy con vosotros! ¡Nos vamos! ¡Sí!
-Imala,
¿te vienes? -le pregunte.
-Lo
siento -sentenció-. Imala tenía planes: salir esta tarde, pero su
destino es remoto al vuestro. Necesita ir sola.
-Ah,
bueno... Somos cuatro. Creo que es un buen número. ¿Cuándo
salimos?
-¡Ya!
¡Vamos ya!
-¿No
sería mejor cambiar el dinero ahora?
-Estoy
de acuerdo con Mirta. ¡Vamos!
Fuimos
en un momento a por el dinero. Mi tío me había echado la cartera en
la maleta, pero no creía que el dinero que tenía dentro fuera
suficiente para un año entero.
Pensé
que la cola iba a llegar hasta Pekín, pero solo tuvimos que esperar
detrás de dos personas más. Entramos todos juntos en el aula.
Luego, uno a uno, fuimos pasando por el mostrador mientras el resto
se quedaba en la puerta esperando.
La
primera fue Mirta. Las monedas que le dieron tenían un grabado que
yo no había visto nunca.
Mia
fue justo detrás. Estuvo un rato discutiendo con la mujer del
mostrador. ¿Qué haría? Al rato, volvió con su dinero. Parecía
descontenta.
-¡Hay
que ver! ¡Papi me ha dejado más de lo que le pedí! ¡No lo quiero!
¡Seguro que pesa mucho!
Estoy
convencida de que, si a cualquiera le hubiera pasado lo que a Mia,
estaría encantado de quedarse con todo. ¡Incluso yo lo habría
hecho! ¿Por qué rechazaría Mia el dinero? No creía que fuese por
lo que ella nos había contado...
Yo
iba después. Me acerqué al mostrador y saludé a la secretaria,
esperando a que ella hablase por mí.
-¿Nombre?
-E-Eria
Jumps -tartamudeé.
-¿Apellido?
-...
Jumps. Eria es mi nombre y Jumps mi apellido.
-Su
cuenta está actualmente vacía. ¿Desea algo?
-Ah,
bien... -agh, mal-. ¿Puede cambiarme esto a discos?
Tomó
todas mis monedas y me las cambió por una serie de billetes nuevos.
Los conté: sesenta discos.
Volví
con el resto. Solo tuvimos que esperar a Jetwick para ir a la
entrada.
...
-Tengo
la cuenta vacía... -se me había quedado esa frase grabada
a fuego en la cabeza.
-Ah,
pero a lo largo del curso puedes ir cambiando los puntos que ganemos
por dinero. A medida que vayamos haciendo bien las cosas y ganando
partidos, nos van sumando discos a todos por igual.
-Gracias
Mirta. Una información muy útil.
Había
dos hombres con chaqueta en la puerta, uno a cada lado. Un grupo de
personas cercano a ellos se encargaba de registrar los nombres
de los que entraban y salían. Estos, una vez que te identificaban,
te ponían una especie de insignia con el logotipo de la academia, la
cual tenía un cierre bastante complejo para que a nadie se le cayese
por el camino. Hasta era difícil quitársela adrede.
La
zona de la ciudad que podíamos visitar era un lugar pintoresco, con
muchas tiendas y restaurantes. Tal como había podido comprobar
durante mi llegada en moto, las carreteras no eran muy anchas, pero
tenían un montón de curvas y pasos de peatones. Había una plaza
bastante encantadora en el centro, toda entera de piedra. En el
centro, la fuente también era de piedra. Como de costumbre, el fondo
estaba lleno de monedas.
Mirta
parecía una guía turística. Fue delante todo el camino, enseñando
cada rincón.
-¡Ya
estamos en la plaza de Azuria! Azuria es una ciudad encantadora, ¿No
os parece?
Estaba
impresionada de lo bien que se veía el mar desde allí. Estábamos
en plena ciudad, pero las vistas eran estupendas.
Mia
se había lanzado hacia un escaparate de una tienda de chucherías
cercana. Jetwick se metió las manos en los bolsillos de la chaqueta
y observó a las dos chicas. Le hacía gracia que estuvieran tan
contentas y cómo iba cada una a lo suyo.
Como
Mia no se despegaba del escaparate, entramos para ver lo que estaba
mirando desde fuera. Salimos con una bolsa pequeña de
chucherías para compartir.
A
Mirta le llamó la atención un colgante de caracolas que había
expuesto en una tienda. Era barato, por lo que ni se lo pensó dos
veces antes de comprarlo.
Yo
era más de observar que de comprar, y vi que a Jetwick le pasaba lo
mismo. Mientras Mia y Mirta se gastaban el dinero en pulseras y
accesorios que les llamaban la atención, nosotros nos limitábamos a
mirar.
Donde
más disfrutamos fue en la tienda de chismes. Estaban desde los
típicos pañuelos que imitaban billetes de mil discos -allí todo se
pagaba con discos- hasta bolígrafos que brillaban en la oscuridad.
Me compré una linterna con forma de barra de pegamento y un
bolígrafo con muchos colores intercambiables (por si me pasaba
alguna vez más por el despacho del señor Morrison). Jetwick seguía
mirando.
Pasamos
una tarde muy agradable. Incluso cuando tuvimos que perseguir a Mia
cuando salió corriendo detrás de una libélula en medio de la plaza
nos lo pasamos bien.
Cuando
nos cansamos, volvimos a la fuente y nos hicimos con un banco cercano
a ella. Mientras Mirta y Jetwick iban a por unos helados, Mia y yo
nos quedamos allí, sentadas a la luz del atardecer, vigilando las
bolsas.
-No
soy muy de comprar, pero me lo he pasado estupendamente -admití.
-¡Yo
también! ¡Todos! ¡Ha sido el mejor día de mi vida! -sacó unas
pocas cosas de las bolsas y me las puso a la altura de la nariz para
que las viera. Me alegraba de que hubiera disfrutado tanto el paseo.
Miré
de lejos la cola de los helados. Jetwick... Estaba mirando al cielo
algo ausente, como si el resto del mundo no existiera. ¿Qué estaría
pensando? Cómo me hubiera gustado saberlo...
Un
pequeño descanso tras el paseo no viene mal, pero, en el capítulo
siguiente, os daréis cuenta de que había algo que me inquietaba...
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