¡Ya
tengo dos años desde mi creación! Cómo pasa el tiempo... ¡Bueno,
y lo que nos queda!
Estamos
a punto de salir a la calle con la furgoneta de Teck. Esperemos que
no pase nada raro...
Capítulo
47
Se
estaba bastante cómodo. Teck y Etsu habían aprendido bastante de
los trucos de la academia; la furgoneta era más grande por dentro de
lo que parecía por fuera, como las habitaciones de Golden Podium.
Teck
nos había llevado por una carretera con poco tráfico para poder
acelerar un poco. Derrapaba como un profesional pero sin llegar a ser
temerario. Sabía que si se pasaba de la raya yo estaría detrás
para llamarle la atención, y prefería no arriesgarse a hacerle caso
a Delmet y llegar al límite de velocidad.
Debo
decir que Teck conducía bastante bien. Puede que fuera porque la
furgoneta era suya y le convenía ir con cuidado...
-¿Dónde
la habéis encontrado, Etsu? -preguntó Mirta.
-Cierto
sujeto desconocido debió de abandonarla al no poder reparar una
avería. Por suerte, Teck y yo poseíamos los conocimientos
necesarios para arreglarla antes de que pasara por el desguace.
-Y
si tienes alguna pregunta más... -empezó Etsu.
-Ninguna
más, gracias -lo frenó Mirta.
Seguimos
en marcha. Estaba disfrutando bastante con el paseo a pesar de los
grititos que daba Mia con cada curva. De repente, mirando por la
ventana, se me ocurrió algo. Sería una locura, pero tenía ganas de
probar.
-Teck,
abre la ventanilla; voy a intentar algo. No te preocupes por nada y
no pises el freno -literalmente.
-Ni
lo voy a rozar. ¡Bajando ventanillas!
Esperé
a que se abrieran del todo y saqué los brazos, aferrándome al techo
y a los bordes de la ventanilla.
-¿Qué
estás haciendo? -preguntó Mirta algo preocupada.
-¡Está
todo controlado! No es la primera vez que hago esto...
Y,
con un ágil salto, trepé hasta el techo de la furgoneta y me puse
de pie, estabilizándome como pude.
Era
genial. Había intentado eso varias veces en el coche de mi tío,
pero no solía tener ocasión para hacerlo sin que me llamaran la
atención. Pensé en él: mi tío no estaba muy a favor de la
temeridad, pero sabía que tenía el cuidado y el nivel necesarios
para intentar algunas cosas que podrían ser mucho más peligrosas
para alguien sin mi habilidad o mi equilibrio. Además, siempre sabía
complementar sus movimientos con los míos, como me pasaba con
Jetwick al trabajar en equipo.
Los
miembros de mi equipo se quedaron asombrados. Teck cumplió su
promesa y siguió a velocidad constante. Delmet e Imala sacaron la
cabeza por la ventanilla.
-¿Hay
sitio para alguien más ahí arriba? -preguntó Delmet con osadía.
-¡Lo
siento, creo que no! ¡Otra vez será! -respondí con algo de ironía,
no sé si por egoísmo o por querer tener precaución.
Teck
puso algo de música y subió el volumen. Si yo no hubiera estado
allí seguramente la habría subido aún más... No importaba; no iba
a interrumpir aquel momento sólo para llamarle la atención a Teck.
Además, ¿por qué no? La música nos gustaba a muchos de nosotros:
Jetwick adaptaba su voz a cualquier canción, Mirta tocaba el piano,
Imala los bongos... Yo también era amante de la música.
Digamos
que me dejé llevar. No fui la única en hacerlo: hasta Mirta, algo
nerviosa y preocupada al principio, acompañó a Mia con sus gritos
de alegría.
Por
desgracia, ningún momento es eterno. Había que volver pronto si no
queríamos que nos descubrieran, así que dimos media vuelta. Me metí
dentro de la furgoneta y, poco después, llegamos al garaje para
guardar dentro nuestro preciado vehículo. ¡Cómo me gustaba que
fuese nuestro! ¡Adoraba los vehículos!
Ahora
estábamos en la puerta de la habitación de Etsu, que también era
la de Teck.
-¿Qué
te ha parecido, preciosa? -Preguntó Teck a Mirta mientras la rodeaba
con el brazo.
-Bien.
¿Puedes dejarme tranquila ya? -respondió ella, apartándose
violentamente para reunirse con Delmet.
-No
ha estado mal, chicos. Yo repetiría... -les dije a los dueños de la
furgoneta.
-¡Claro,
normal! -exclamó Bobby-.¡Cómo te diviertes, jefa! ¡En el tejado!
Yo por lo menos no me he mareado tanto como me esperaba; para mí eso
ya es más que suficiente.
-¡La
próxima vez yo también me subo al techo! No es justo que sólo se
divierta uno, ¿verdad, capitana? -dijo Delmet, acercándose a mí
como si me conociera de toda la vida. Esto hizo reír a Mirta. A mí
no.
-Esto
no es como montar a caballo... pero no ha estado mal el cambio de
montura -concluyó Imala.
Así
nos fuimos separando, lanzando comentarios al aire. Me fui con Mia y
Jetwick; no hacía falta preguntarle a Mia por su opinión, ya que no
paraba de brincar y dar vueltas. Si es que disfrutaba con todo...
-¿Qué
tal te ha parecido? -Le pregunté a Jetwick, que empezó a ponerse
rojo. Me dio por creer que quizás sólo se sonrojaba cada vez que le
hacía una pregunta directa, pues ya debería de haber superado la
falta de confianza en mí.
Jetwick
abrió la boca para contestarme pero, de repente, dio un respingo,
hizo un gesto con la mano y empezó a caminar en otra dirección,
cada vez más deprisa.
-¡¿...escribir?!-
le preguntó Mia a pleno pulmón.
Jetwick,
algo evasivo, se volvió unos segundos para asentir con la cabeza y
despedirse con la mano. Gracias a su habilidad, no tardó en salir
corriendo y perderse por el pasillo. Yo seguía sin comprender muy
bien adónde iba, así que le pregunté a Mia.
-Bueno...
como Jetwick no tiene móvil escribe todas las semanas a su casa. ¡Es
de lo más tierno! Su mamá está muy contenta con él. Esto sólo lo
sé yo y algunos del equipo, porque luego hay gente mala que se ríe
de eso... ¡Huy, no debería haberte contado todo! ¡Es un secreto!
-dijo llevándose las manos a la boca.
-Su
secreto está a salvo conmigo. No se lo diré a nadie.
Mia
me abrazó. ¿Por qué me abrazaba cada dos por tres? Interpreté que
me estaba dando las gracias. Para mí no era nada guardar ese
secreto, pero supongo que a Jetwick le estaría haciendo un favor al
no contarlo, como pasaba con la identidad de su padre, que estaba en
la cárcel.
La
madre de Jetwick debía vivir sola, así que supuse que las cartas de
su hijo debían ser algo de vital importancia para ella. Imaginé que
debía ser un alivio saber que tu hijo está lejos de ir mal
encaminado y puede convertirse en alguien famoso por sus hazañas en
vez de por sus delitos. Su apariencia podía dar una mala impresión,
pero Jetwick estaba demasiado lejos de convertirse en delincuente. ¡A
kilómetros de distancia!
Al
final no nos fue nada mal... ¡y tengo muchos más proyectos en mente
para esos dos!
Pero, como siempre, hasta la semana que viene...
Pero, como siempre, hasta la semana que viene...
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