¡Una
semana más! Tras la locura de la furgoneta se acerca la noche. Por
desgracia, los angelitos no aparecieron ese día para colarse en mis
sueños...
Capítulo
48
No
me parecía buena idea acostarme pronto una noche cercana a
mes impar, así que en vez de irme a dormir empecé todas las tareas
que tenía para otros días. Como acabé más pronto de lo que
esperaba, me puse a a pensar que más podía hacer. Si era la
capitana del equipo, a lo mejor podía hacer algo útil.
-¿Estás
ocupada? -me preguntó Mirta dulcemente, asomando la cabeza.
-Es
una especie de tabla... -le expliqué-. Mira, aquí están nuestros
nombres. En esta columna están las habilidades, en esta otra las
debilidades de cada uno...
-¡Qué
buena capitana eres, Eria! ¡Es una forma estupenda de organizarse!
-¡Gracias!
Sólo quiero hacer bien mi trabajo, nada más.
-¡Así
seguro que acabas llegando a la Sala Cima! ¡Como tu abuelo!
¿La
Sala Cima? Era demasiado pronto para hablar de ella. Además, había
que tener en cuenta que mi abuelo consiguió un hueco en esa sala
tras haber muerto. ¿Podría llegar yo... estando viva?
-En
realidad tampoco es para tanto... Mirta, ¿podrías ayudarme con
esto? No sé qué poner...
Ella
se acercó un poco para ver lo que tenía escrito.
-Imala
tiene muy buena puntería, por ejemplo. Etsu y Bobby son los más
fuertes, pero Bobby no controla su fuerza y Etsu sólo la usa en
defensa propia...
-Me
faltan las debilidades de todos. Bueno, las de Mia y Bobby las tengo:
la falta de control y demás...
-A
ver... yo, por ejemplo, no soy muy fuerte y a Bobby no se le da bien
ni la velocidad ni la resistencia. Imala no es muy flexible, Etsu no
es muy rápido y, bueno... Teck es penoso en hípica.
No
me sorprendió mucho que sólo usara la palabra "penoso"
para Teck. A los demás los analizaba de una forma demasiado dulce y
constructiva. ¡Ni parecía una crítica de verdad!
-¿Y
qué hay de Jetwick y Delmet? -le pregunté-. No tengo casi nada de
ellos.
-Uf...
no sabría qué decir de Delmet. ¡A mí me gusta tal como es! ¡No
sabría decir sus debilidades!
Vaya
con la amistad. Mientras Mirta pensaba, aproveché y apunté que el
punto fuerte de Delmet era la resistencia, por no tener amor propio y
ser tan cabezota.
-¿Y
Jetwick? -levanté la cabeza al acabar el apaño-. Estoy en blanco...
-Lo
siento, yo también... Pero no pasa nada, seguro que se te ocurre
algo. ¡Parecéis tan amigos!
Traté
de pensar, pero nada; siempre me iba a sus cualidades. Sólo se me
ocurría como defecto su timidez, que no tenía nada que ver con el
deporte. Era el más rápido de todo el equipo, ¿pero qué más?
-Tu
llevas más tiempo aquí... ¿No se te ocurre nada, Mirta?
-¡Menos
que a ti seguro! Eria, aunque sólo lleves unos pocos días aquí, ya
parece como si nos conocieras desde hace siglos.
-Hay
gente muy predecible en el equipo, pero Jetwick se me escapa... ¡No
sé qué defectos tiene!
-Pon
los deportes estáticos y con mucho público. Ya sabes que Jetwick
tiene pánico escénico.
-Es
verdad. Lo controla, pero lo tiene. Gracias por todo.
-¡No
hay de qué! Será mejor que nos vayamos ya a dormir.
-Ve
tú; yo iré en cuanto acabe. Además, se acerca un mes impar, y ya
sabes... Aún no quiero dormirme.
-¡Tampoco
será para tanto! ¡Trataré de ayudarte! Ahora será mejor que
descanses un poco.
-A
veces descanso más despierta que dormida, te lo aseguro. En fin...
no tardaré. Voy en cinco minutos.
Ella
se apartó de mí con una sonrisa cálida. Vi por el rabillo del ojo
que se cubría con las sábanas y cerraba los ojos tras darme las
buenas noches. Era tan dulce y adorable... Ojalá que nada la
despertara durante la noche.
Acabada
la lista, me acosté también, durmiéndome en seguida.
Como
era de esperar, soñé de nuevo con el traidor. Esta vez su recuerdo
no se mezclaba con el de la escena del castigo, sino que se repetía
una y otra vez. No me levanté de la cama, pero dije cosas raras en
voz alta mientras dormía. Creo que llegué a hacer un sonido
parecido a una risa. ¿O era un llanto?
Por
culpa de aquella noche mi rendimiento en Práctica al día siguiente
no dio para mucho. Encima, ese día teníamos prueba de atletismo,
concretamente de cuatrocientos metros.
Al
dar la salida, me quedé atrás. Sabía que Jetwick iba el primero
con mucha ventaja y que Bobby, a pesar de lo despacio que iba yo, se
mantenía el último. Debería tomar notas sobre las puntuaciones de
algunas pruebas... para... comprobar...
Mi
mente se fue quedando en blanco. No me había acostado tan tarde,
pero me caía del sueño. Poco a poco fui perdiendo visión hasta
empezar a verlo todo negro.
-¡Eria!
No me digas... ¡Despierta!
¿Mirta?
No sabía cómo había llegado hasta mí tan rápido. Habría jurado
que estaba más lejos.
-¡Eres
increíble! ¿Cómo puedes hacer esas cosas? ¡Eres genial!
¿Qué?
¿Estaba soñando? Si era así, mi sueño no tenía sentido.
Parpadeé.
Ahora estaba de pie, justo al final de la meta. Todos... menos Bobby,
que estaba a punto de llegar. ¿Habíamos acabado? Para ser un sueño,
todo era bastante realista.
-Menuda
remontada, capitana. ¡No había quien te pillara! -dijo Delmet, que
parecía agotado.
-Uau,
Eri, cómo corres -dijo Mia.
¿Correr?
Pues era verdad que me notaba cansada, con la impresión de haber
corrido. Espera, un segundo...
-¡Eria,
has completado la prueba mientras dormías! ¿Estabas dormida de
verdad?
Vale,
ahora sabía que estaba despierta.¡Y no podía creer lo que estaba
oyendo! Bueno, en parte no me sorprendía tanto.
-¿Qué
he hecho exactamente? -pregunté a los demás para asegurarme.
-Primero
te has parado y luego has seguido corriendo mucho más rápido. Lo
normal... -dijo Teck con ironía.
Y,
por fin, Bobby llegó a la meta. Se arrodilló a besar el suelo sin
hacernos mucho caso.
-¡MENOS
CHARLA! -gritó Tank-. ¡QUIÉN OS HA DADO PERMISO PARA...!
Y,
justo a tiempo, el timbre. Tank se alejó de nosotros refunfuñando
para recibir al siguiente grupo.
Teníamos
que llegar hasta el aula para la siguiente clase y tener a Bobby
tumbado sobre el suelo no nos ayudaba mucho. Suerte que Delmet
consiguió hacer que se levantara (no me preguntéis cómo, pero lo
hizo correr hasta la puerta sólo con acercarse a él). De todas
formas, para eso era el subcapitán: para hacer que el equipo marche.
Mirta
se acercó a mí con curiosidad.
-Una
vez escuché que es muy difícil saber cuándo un sonámbulo está
dormido o no. ¿Lo estabas de verdad?
No
se me ocurrió otra cosa que girarme hacia a ella y decirle con una
sonrisa:
-Créeme,
puedo hacer muchas cosas más dormida. ¡Imagina entonces lo que
puedo hacer despierta!
Alucinante,
¿verdad? Lo dejamos aquí. ¡Hasta el siguiente capítulo, que creo
que promete!
No hay comentarios:
Publicar un comentario