En capítulos anteriores...
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Mejor que te los leas. ¿Creías que iba a recordar aquí lo que iba a pasar? Qué peeeena...
Venga, fuera bromas: estábamos ideando un plan defensivo contra el equipo D-32...
Capítulo 63
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Mejor que te los leas. ¿Creías que iba a recordar aquí lo que iba a pasar? Qué peeeena...
Venga, fuera bromas: estábamos ideando un plan defensivo contra el equipo D-32...
Capítulo 63
Habíamos tenido
tiempo de sobra para preparar nuestra estrategia y ocupar nuestros
puestos según el plan. Creo que, teniendo en cuenta que íbamos con
el tiempo justo, nos organizamos muy bien.
Etsu y Teck atacarían
desde abajo, Imala estaría en el árbol, Delmet en el tejado y el
resto sobre los muros. Había pensado que lo mejor era que Bobby
estuviera cerca de Mirta, por si se ponía más nervioso de la cuenta
(ni habíamos empezado y ya temblaba como un flan). Ni Jetwick ni Mia
serían los más adecuados para controlarlo, y yo tampoco sabría muy
bien que hacer con él, así que Mirta era perfecta.
Los de arriba
teníamos que vigilar especialmente a los que estaban en el suelo,
porque eran los blancos más fáciles para los rivales: si nos
atacaban, no dudarían en ir primero a por ellos. Si estaban abajo era porque podían conseguirnos munición si se nos acababa, pero no
teníamos muy claro cómo nos la iban a pasar. También podían
servir de distracción si el equipo contrario decidía subir a por
nosotros, ya que, aunque no íbamos a dejar que nuestros rivales llegar hasta lo más alto, no costaba nada subirse al
tejado o al muro teniendo algo de fondo físico, ya que no estaba a mucha altura (a Bobby lo habíamos
tenido que subir a empujones).
Ambos Etsu y Teck tenían que
esconderse detrás de los muros y tratar de evitar que los vieran. Lo
que tenían planeado era moverse por unos pasillos de columnas que
había cerca de las habitaciones que daban al patio, y habían
conseguido abrir las ventanas de las mismas para poder colarse dentro
si lo necesitaban. ¿Cómo lo habían hecho? Creo que con una barra
de hierro y algo más que encontraron por ahí. En fin, un misterio.
Y, por fin... llegó
el momento.
Ridley debió de
tener la brillante idea de usar una estrategia mejor que dar golpes: con una sacudida rápida a la puerta, las cadenas y las cuerdas
acabaron cediendo, cayendo al suelo con un golpeteo que nos avisó
de que ya iban a entrar.
Oímos pasos. El
primero que entró en el patio fue Rex, y lo hizo sin ningún
cuidado. Mystery y Ridley vinieron detrás. Por último, llegó el
otro chico, quien les pasaba la munición (es decir, el que sujetaba
la caja de cereales).
Si queréis una
descripción rápida del último chico, puedo decir que tenía el
pelo castaño claro muy rizado, la cara salpicada de pecas y la piel
muy pálida. Tenía pinta de ser muy endeble, y daba lástima verlo
de lo frágil que parecía. Ni idea de cómo había llegado hasta una
academia de deportistas.
Primero, los otros
rastrearon la zona con la mirada, y parecieron confundidos al ver que
no había nadie. Tuve que taparte la boca a Mia para que no nos
delatara.
Todavía no era un
buen momento para lanzarnos. Teníamos que esperar al momento justo,
y yo daría la señal. Delmet coordinaba al equipo, pero eso no me
dejaba tranquila del todo. Bueno, siempre podría pararle los pies en
el caso en el que se pasara o algo por el estilo.
No le quitaba la
vista de encima a Ridley. El corazón me golpeaba con fuerza en el
pecho, como si intentara decirme: “¡Vamos Eria, venga ya! ¿A qué
estás esperando?”
La verdad es que no
veía el momento para empezar con el ataque, pero tenía que esperar
a que los rivales salieran del todo al patio. Ya me hubiera gustado ir a por
Ridley en cuanto hubiera aparecido; hubiera sido mucho más fácil
que tenerlo ahí abajo durante tanto rato. Sólo estando cerca, Ridley ya me ponía nerviosa.
Sopló una brisa que
nos revolvió un poco el pelo a todos. Ridley estaba parado, y me
daba la espalda. Quedaba muy poco para la señal. Lo observé
mientras el viento le alborotaba algunos de sus mechones de pelo
rubio, con la cabeza hacia el cielo. Creo que ya se había dado
cuenta de algo; tenía la pistola cargada y, en cuanto Rex intentó
adelantarse, él extendió uno de sus brazos para impedirle pasar.
Lentamente, vi cómo
se daba la vuelta. Sí, se había dado cuenta.
Y, en cuanto vi sus
ojos dirigidos hacia mí, grité:
-¡AHORA -y dejé de
taparle la boca a Mia.
Acto seguido, Delmet
se puso en pie sobre el tejado, y todo el equipo empezamos con
nuestro ataque. Desde el tejado, les lanzamos a los cuatro miembros
del D-32 una lluvia de piedras del tamaño de granos de arroz una a
una. Impresiona bastante si se tiene en cuenta que lanzábamos unas
dos piedras por segundo cada uno entre los nueve. Al final había sido una
buena idea poner juntos a Mirta y a Bobby, ya que, aparte de la razón principal por la que los había puesto juntos, la chica era
demasiado cautelosa, mientras Bobby lanzaba casi el doble de piedras que los
demás.
A pesar de lo brutos
que estábamos siendo, me sentía bien. Ver a Ridley y a su equipo
cubriéndose la cabeza con los brazos es algo que no se ve todos los
días. Era una de las primeras veces en las que los pillábamos por
sorpresa. Venganza, dulce venganza... Por muy mala que dicen que sea.
Delmet gritaba como
el que más mientras lanzaba las piedras más grandes. Coordinaba
mejor de lo que me esperaba, gritando en voz alta el nombre de la
persona que estaba más cerca de conseguir darle a alguien del otro
equipo. Además, tenía algunas estrategias para despistar, como
nombrar rápidamente a Etsu y a Teck, que seguían detrás de las
columnas sin que los demás los hubieran visto. Dudo que pudieran... si
entrecerraban los ojos de esa forma y se centraban más en esquivar
que en atacar.
Aparte, Delmet intentó animar a
Mirta para que lanzara las piedras con algo más de energía, pero
ella era demasiado sensible como para atacar a nadie, a pesar de que
su amigo le garantizó de que el todo equipo D-32 podía ser mucho más cruel si sus miembros se lo
proponían. Qué curioso, yo creía haber dicho algo parecido antes
que él.
Ridley y los de su
equipo trataron de devolvernos algunas de las piedras que les
estábamos lanzando, pero les era muy difícil si nosotros no dejábamos de
atacarles desde arriba. Los contemplé, sonriendo maliciosamente.
-Patético... -les
dije, sin poder resistirme a cerrar la boca. Con la cantidad de
munición que nos habíamos llevado al tejado, aún podíamos
entretenerlos durante un buen rato.
Esto pareció subirle
los humos a Ridley, quien se deshizo de los cereales con los que
había cargado la pistola. Se arrodilló, sustituyendo rápidamente
los mismos por las piedras que había en el suelo.
-Si tenéis
piedras... ¡Nosotros también! -gritó, apuntándonos con la
pistola.
Me sorprendió que la
pistola aún funcionara a la perfección. Ridley disparó hacia mí; en menos de un segundo noté cómo me ardía la mejilla. Me había
dado de lleno.
Los de mi equipo
pararon un poco el bombardeo al ver que me llevaba la mano a la cara.
Me palpé la mejilla con los dedos sin apenas inmutarme: la piedra me había hecho un
pequeño corte. Siendo optimista, al menos no me había dado en el
ojo, aunque había estado muy cerca de hacerlo.
Jetwick y Mia, que
estaban a mis lados, esperaron mi próximo movimiento.
Apreté los dientes y
me descubrí la mejilla. Ridley sonrió satisfecho, bajando un poco
la pistola. Los de su equipo me miraron con curiosidad.
Yo sonreí.
-¿Eso es todo lo que
tienes? -pregunté- ¡porque a nosotros todavía nos quedan unas
cuantas piedras más!
A esta especie de
señal, mi equipo continuó con el ataque, y con todas sus fuerzas.
Creo que Ridley los había enfurecido al atacarme, porque hasta vi a
Mirta lanzando algunas piedras que acabaron dando en el blanco. Mia, por
ejemplo, lanzaba las piedras a puñados. Mientras, Jetwick, que
siempre acertaba, lanzaba las piedras más grandes, entrecerrando los
ojos con una mirada fulminante.
Ahora que nos estaban
atacando, teníamos que movernos a los lados para esquivar sus
ataques. Bobby simplemente se dedicaba a agazaparse sobre la cubierta
de hormigón y a cubrirse la cabeza.
Algunas piedras
rebotaron contra el casco Delmet, quien seguía dando órdenes
apuntando al horizonte con el dedo sin perder la sonrisa. El equipo
contrario vio inútil seguir lanzando piedras hacia él: su casco las
atraía como un imán. ¿De qué estaría hecho? ¡Ni que
fuera indestructible!
Entonces, el equipo
D-32 cometió uno de los peores errores en los que podía haber
caído: enfadar a Bobby. Cansado de estar ahí arriba recibiendo
pedradas sin poder irse a su habitación, eligió las más grandes de
todas las que teníamos y las lanzó con todas sus fuerzas hacia el
suelo. Por cómo resonaban sus lanzamientos al llegar abajo, supe
lo peligrosos que eran. Creo que eso era pasarse un poco...
Sin duda, tengo que
decir que Imala era la más peligrosa de todos nosotros: de lanzar
piedras con un giro de muñeca bastante peculiar, se había pasado al
arco y a las flechas. Suerte que no le dio a
nadie... Tenía que asegurarme de que, la próxima vez, sus flechas
no estuviesen TAN afiladas, o fueran de plástico, o de juguete...
De pronto, Ridley se
detuvo para girar la cabeza hacia Mystery.
-¡Ocúpate tú de
ellos! -creo que dijo, justo antes de que ella demostrara lo que
sabía hacer.
Os habréis imaginado el peligro que tiene esa chica... ¡Pero la veréis en acción en el capítulo siguiente!
Os habréis imaginado el peligro que tiene esa chica... ¡Pero la veréis en acción en el capítulo siguiente!
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