El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

9 may 2014

63. La barrera defensiva

En capítulos anteriores...
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Mejor que te los leas. ¿Creías que iba a recordar aquí lo que iba a pasar? Qué peeeena...
Venga, fuera bromas: estábamos ideando un plan defensivo contra el equipo D-32...

Capítulo 63
Habíamos tenido tiempo de sobra para preparar nuestra estrategia y ocupar nuestros puestos según el plan. Creo que, teniendo en cuenta que íbamos con el tiempo justo, nos organizamos muy bien.
Etsu y Teck atacarían desde abajo, Imala estaría en el árbol, Delmet en el tejado y el resto sobre los muros. Había pensado que lo mejor era que Bobby estuviera cerca de Mirta, por si se ponía más nervioso de la cuenta (ni habíamos empezado y ya temblaba como un flan). Ni Jetwick ni Mia serían los más adecuados para controlarlo, y yo tampoco sabría muy bien que hacer con él, así que Mirta era perfecta.
Los de arriba teníamos que vigilar especialmente a los que estaban en el suelo, porque eran los blancos más fáciles para los rivales: si nos atacaban, no dudarían en ir primero a por ellos. Si estaban abajo era porque podían conseguirnos munición si se nos acababa, pero no teníamos muy claro cómo nos la iban a pasar. También podían servir de distracción si el equipo contrario decidía subir a por nosotros, ya que, aunque no íbamos a dejar que nuestros rivales llegar hasta lo más alto, no costaba nada subirse al tejado o al muro teniendo algo de fondo físico, ya que no estaba a mucha altura (a Bobby lo habíamos tenido que subir a empujones).
Ambos Etsu y Teck tenían que esconderse detrás de los muros y tratar de evitar que los vieran. Lo que tenían planeado era moverse por unos pasillos de columnas que había cerca de las habitaciones que daban al patio, y habían conseguido abrir las ventanas de las mismas para poder colarse dentro si lo necesitaban. ¿Cómo lo habían hecho? Creo que con una barra de hierro y algo más que encontraron por ahí. En fin, un misterio.
Y, por fin... llegó el momento.
Ridley debió de tener la brillante idea de usar una estrategia mejor que dar golpes: con una sacudida rápida a la puerta, las cadenas y las cuerdas acabaron cediendo, cayendo al suelo con un golpeteo que nos avisó de que ya iban a entrar.
Oímos pasos. El primero que entró en el patio fue Rex, y lo hizo sin ningún cuidado. Mystery y Ridley vinieron detrás. Por último, llegó el otro chico, quien les pasaba la munición (es decir, el que sujetaba la caja de cereales).
Si queréis una descripción rápida del último chico, puedo decir que tenía el pelo castaño claro muy rizado, la cara salpicada de pecas y la piel muy pálida. Tenía pinta de ser muy endeble, y daba lástima verlo de lo frágil que parecía. Ni idea de cómo había llegado hasta una academia de deportistas.
Primero, los otros rastrearon la zona con la mirada, y parecieron confundidos al ver que no había nadie. Tuve que taparte la boca a Mia para que no nos delatara.
Todavía no era un buen momento para lanzarnos. Teníamos que esperar al momento justo, y yo daría la señal. Delmet coordinaba al equipo, pero eso no me dejaba tranquila del todo. Bueno, siempre podría pararle los pies en el caso en el que se pasara o algo por el estilo.
No le quitaba la vista de encima a Ridley. El corazón me golpeaba con fuerza en el pecho, como si intentara decirme: “¡Vamos Eria, venga ya! ¿A qué estás esperando?”
La verdad es que no veía el momento para empezar con el ataque, pero tenía que esperar a que los rivales salieran del todo al patio. Ya me hubiera gustado ir a por Ridley en cuanto hubiera aparecido; hubiera sido mucho más fácil que tenerlo ahí abajo durante tanto rato. Sólo estando cerca, Ridley ya me ponía nerviosa.
Sopló una brisa que nos revolvió un poco el pelo a todos. Ridley estaba parado, y me daba la espalda. Quedaba muy poco para la señal. Lo observé mientras el viento le alborotaba algunos de sus mechones de pelo rubio, con la cabeza hacia el cielo. Creo que ya se había dado cuenta de algo; tenía la pistola cargada y, en cuanto Rex intentó adelantarse, él extendió uno de sus brazos para impedirle pasar.
Lentamente, vi cómo se daba la vuelta. Sí, se había dado cuenta.
Y, en cuanto vi sus ojos dirigidos hacia mí, grité:
-¡AHORA -y dejé de taparle la boca a Mia.
Acto seguido, Delmet se puso en pie sobre el tejado, y todo el equipo empezamos con nuestro ataque. Desde el tejado, les lanzamos a los cuatro miembros del D-32 una lluvia de piedras del tamaño de granos de arroz una a una. Impresiona bastante si se tiene en cuenta que lanzábamos unas dos piedras por segundo cada uno entre los nueve. Al final había sido una buena idea poner juntos a Mirta y a Bobby, ya que, aparte de la razón principal por la que los había puesto juntos, la chica era demasiado cautelosa, mientras Bobby lanzaba casi el doble de piedras que los demás.
A pesar de lo brutos que estábamos siendo, me sentía bien. Ver a Ridley y a su equipo cubriéndose la cabeza con los brazos es algo que no se ve todos los días. Era una de las primeras veces en las que los pillábamos por sorpresa. Venganza, dulce venganza... Por muy mala que dicen que sea.
Delmet gritaba como el que más mientras lanzaba las piedras más grandes. Coordinaba mejor de lo que me esperaba, gritando en voz alta el nombre de la persona que estaba más cerca de conseguir darle a alguien del otro equipo. Además, tenía algunas estrategias para despistar, como nombrar rápidamente a Etsu y a Teck, que seguían detrás de las columnas sin que los demás los hubieran visto. Dudo que pudieran... si entrecerraban los ojos de esa forma y se centraban más en esquivar que en atacar.
Aparte, Delmet intentó animar a Mirta para que lanzara las piedras con algo más de energía, pero ella era demasiado sensible como para atacar a nadie, a pesar de que su amigo le garantizó de que el todo equipo D-32 podía ser mucho más cruel si sus miembros se lo proponían. Qué curioso, yo creía haber dicho algo parecido antes que él.
Ridley y los de su equipo trataron de devolvernos algunas de las piedras que les estábamos lanzando, pero les era muy difícil si nosotros no dejábamos de atacarles desde arriba. Los contemplé, sonriendo maliciosamente.
-Patético... -les dije, sin poder resistirme a cerrar la boca. Con la cantidad de munición que nos habíamos llevado al tejado, aún podíamos entretenerlos durante un buen rato.
Esto pareció subirle los humos a Ridley, quien se deshizo de los cereales con los que había cargado la pistola. Se arrodilló, sustituyendo rápidamente los mismos por las piedras que había en el suelo.
-Si tenéis piedras... ¡Nosotros también! -gritó, apuntándonos con la pistola.
Me sorprendió que la pistola aún funcionara a la perfección. Ridley disparó hacia mí; en menos de un segundo noté cómo me ardía la mejilla. Me había dado de lleno.
Los de mi equipo pararon un poco el bombardeo al ver que me llevaba la mano a la cara. Me palpé la mejilla con los dedos sin apenas inmutarme: la piedra me había hecho un pequeño corte. Siendo optimista, al menos no me había dado en el ojo, aunque había estado muy cerca de hacerlo.
Jetwick y Mia, que estaban a mis lados, esperaron mi próximo movimiento.
Apreté los dientes y me descubrí la mejilla. Ridley sonrió satisfecho, bajando un poco la pistola. Los de su equipo me miraron con curiosidad.
Yo sonreí.
-¿Eso es todo lo que tienes? -pregunté- ¡porque a nosotros todavía nos quedan unas cuantas piedras más!
A esta especie de señal, mi equipo continuó con el ataque, y con todas sus fuerzas. Creo que Ridley los había enfurecido al atacarme, porque hasta vi a Mirta lanzando algunas piedras que acabaron dando en el blanco. Mia, por ejemplo, lanzaba las piedras a puñados. Mientras, Jetwick, que siempre acertaba, lanzaba las piedras más grandes, entrecerrando los ojos con una mirada fulminante.
Ahora que nos estaban atacando, teníamos que movernos a los lados para esquivar sus ataques. Bobby simplemente se dedicaba a agazaparse sobre la cubierta de hormigón y a cubrirse la cabeza.
Algunas piedras rebotaron contra el casco Delmet, quien seguía dando órdenes apuntando al horizonte con el dedo sin perder la sonrisa. El equipo contrario vio inútil seguir lanzando piedras hacia él: su casco las atraía como un imán. ¿De qué estaría hecho? ¡Ni que fuera indestructible!
Entonces, el equipo D-32 cometió uno de los peores errores en los que podía haber caído: enfadar a Bobby. Cansado de estar ahí arriba recibiendo pedradas sin poder irse a su habitación, eligió las más grandes de todas las que teníamos y las lanzó con todas sus fuerzas hacia el suelo. Por cómo resonaban sus lanzamientos al llegar abajo, supe lo peligrosos que eran. Creo que eso era pasarse un poco...
Sin duda, tengo que decir que Imala era la más peligrosa de todos nosotros: de lanzar piedras con un giro de muñeca bastante peculiar, se había pasado al arco y a las flechas. Suerte que no le dio a nadie... Tenía que asegurarme de que, la próxima vez, sus flechas no estuviesen TAN afiladas, o fueran de plástico, o de juguete...
De pronto, Ridley se detuvo para girar la cabeza hacia Mystery.
-¡Ocúpate tú de ellos! -creo que dijo, justo antes de que ella demostrara lo que sabía hacer.

Os habréis imaginado el peligro que tiene esa chica... ¡Pero la veréis en acción en el capítulo siguiente!

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