El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

27 dic 2013

44. Un castigo "pasado por agua"

Recuerdo que Delmet y yo nos habíamos ganado un castigo por subir a la parte alta del árbol central.

¡Todo fue por culpa de Delmet! Ojalá no se me hubiera ocurrido ir a por él...


Capítulo 44

Para colmo, estaba lloviendo. No estaba preparada y supongo que Delmet tampoco (aunque lo disimulara).

Nuestro castigo consistía en recorrer parte del bosque y el exterior de la academia en un límite de tiempo. Había cámaras en algunos puntos del recorrido, así que escaparnos del castigo sería una locura.

Tank nos dio la señal de salida a gritos. Ni le hacía falta silbato.
Empecé a un ritmo tranquilo pero constante. Delmet, sin embargo, aceleró hasta sacarme bastante ventaja.

Llovía cada vez más fuerte. Estaba calada hasta los huesos, con el pelo y la ropa completamente empapados. No podía ver bien por culpa de la lluvia y tenía las rodillas entumecidas.

A lo mejor me debería de haber pensado mejor si de verdad quería quedarme en Golden Podium. Si no hubiera sido tan cabezota, ahora estaría en casa contemplando la lluvia desde la ventana. A lo mejoren casa ni llovía.

No estaba a la altura. Lo mejor que se me ocurría era rendirme. Sí, era lo mejor.

Seguía corriendo, pero ya no le veía el sentido a correr. Superé a Delmet, que no había podido seguir corriendo tan rápido y se había detenido a tomar aliento, pero no me di cuenta.

Sería genial volver a casa: reírme un poco de Stephie, sacar a Bleaky de paseo, charlar con mi tío, discutir con mi madre... Hasta los recuerdos más amargos me resultaban dulces.

Dejé de correr y me quedé de pie, aunque de forma inestable. Casi sin pensarlo, me dejé caer de rodillas y puse las manos en el suelo. Quería que todo acabase. Quería volver a casa.

Pasé un rato ahí haciendo memoria de todo lo que conocía. Ni siquiera podía ver mis recuerdos en condiciones: todos ellos se mezclaban con una especie de neblina, como si fuera un sueño.

Habría seguido ahí de no ser por que, de repente, noté como tiraban de mí hacia arriba.

-¡Venga, capitana! ¿Ahora nos volvemos perezosos?

Era Delmet, sonriente a pesar de la tormenta que nos caía encima.

-¡Eres un peso muerto! ¡Venga! Ahora que queda menos de la mitad...

Me puse de nuevo en pie. Aunque me estabilicé, Delmet no me soltó del brazo.

-¡Vamos a acabar este tramo en un tiempo récord!

Tiró fuertemente de mí y me llevó a la misma velocidad a la que había empezado. Era él el que hacía todo el esfuerzo; yo me había convertido en una especie de muñeca de trapo, sin articulaciones ni movimiento. Además, ni recuerdo en lo que iba pensando por el camino; sólo el frío que hacía.

La lluvia fue cesando. Ahora la visibilidad era algo mejor que antes, lo que me despejó un poco la mente. Intenté ver exactamente dónde estábamos; creía reconocer algunas cosas. ¿Era ese el patio?

¡Sí,ahí estaba Tank! Teníamos el tiempo justo para llegar hasta él.

Verlo me dio fuerzas para continuar. Aún quedaba esperanza. ¡Un poco más y lo habría conseguido!

Sacando fuerzas de donde no las había, quise dar un sprint final. Mi objetivo era llegar y pensaba cumplirlo.

Solté la mano de Delmet y corrí aumentando la velocidad. Escuché cómo se reía a mis espaldas y trataba de alcanzarme para llegar al mismo tiempo que yo. También sonreí y aceleré un poco más sólo para ver cómo él aumentaba el ritmo de nuevo. Por un momento, dejé de sentir el cansancio.

Y viví para contarlo. O mejor dicho, vivimos para contarlo.

En cuanto cruzamos la meta, Tank paró el cronómetro y nos dejó allí plantados. A eso lo llamo yo aprecio.

Por fin dejó de llover. Un pequeño rayo de sol se coló entre las nubes con un brillo anaranjado.

No pude más que tumbarme sobre el suelo con una gran sonrisa en la cara, ignorando la humedad y secándome al sol. Delmet también se quedó allí tumbado, reponiéndose de la carrera.

-Esto... gracias. Te debo una por ayudarme -le dije tras pensármelo mucho.

-¿Y por qué? ¡Hoy me has salvado la vida! ¡No podía menos que ayudarte a terminar, capitana! 

Además, como subcapitán, estoy bajo tu autoridad en todo momento y es mi labor cubrirte.

Vaya, qué servicial se había vuelto de repente. Además, no recordaba haberlo salvado...

Un momento, ¡claro! ¡Si ese era el motivo por el que estábamos allí! ¡Había impedido que Delmet se cayera desde una de las ramas altas del árbol gigante! Debía de estar muy agradecido para ayudarme de esa forma. Quién sabe, puede que no le hubiera costado tanto echarme una mano a pesar de la dificultad de tener que cargar conmigo.

Supongo que ayudar a la gente era parte de su labor como "héroe". Y, ahora que lo pensaba, en el árbol se había tomado el detalle de preocuparse por Mirta.

Vale, por lo menos tenía su parte buena. Para mí seguiría siendo un incordio pero, sintiendo que tenía una especie de deuda con él, creí conocerle un poco mejor.

Por fin podía pensar con claridad. Estaría agotada, pero al menos ya había recuperado la sensibilidad en mis músculos.

Por cierto, es obvio que cuando había pensado en abandonar estaba como delirando; yo por nada del mundo abandonaría Golden Podium.


Nos sorprendió bastante encontrarnos a casi todo el equipo esperando en el pasillo. Teck y Etsu habían desaparecido, pero no me preocupé. ¡Ni que fuesen a aparecer subidos en un árbol!

Intenté que Mia no me abrazara estando tan mojada, pero no lo conseguí. Mirta, por otro lado, traía consigo una toalla para cada uno. Bobby, a pesar de la que se había armado, parecía contento; nos dio las gracias por "distraer a Tank", el típico ejemplo de profesor que tiene manía a sus alumnos, pues él era uno de los candidatos a la mayoría de sus castigos.

Tras un rato, justo antes de que los chicos volvieran a sus habitaciones, Jetwick se atrevió a preguntarme con un pulgar hacia arriba si estaba bien a pesar de su timidez. Le devolví el gesto; él sonrió un poco.

Imala estuvo cantando de camino a nuestras habitaciones algo en su lengua natal, que a saber cuál era. Nos separamos de ella y de Mia al llegar a la puerta de la nuestra.

Mirta me prestó su secador para el pelo y la ropa. Mientras lo usaba, le conté todo lo que me había pasado con Delmet durante la carrera. Ella no pareció sorprenderse.

-¡Sabía que os llevaríais bien! Tiene sus defectos, pero es encantador. Siempre puedo confiar en él.

-¿Como es que sois amigos siendo tan diferentes, Mirta? -le pregunté al fin.

-Ni yo lo sé... las diferencias nos hacen fuertes, supongo. Recuerdo el momento en el que nos conocimos, en aquel crucero que nos llevó a Golden Podium... ¡Un crucero para nosotros solos! Yo estaba tocando el piano, y entonces él se acercó, me di cuenta de que estaba detrás...

Ya mí me habían llevado en un coche negro y en una moto que había superado el límite de velocidad (si es que no me había perdido nada más mientras dormía). Obvio que un crucero para ti solo no tenía rival.

-Debió de ser genial, sobre todo por lo del crucero... ¡Tuvo que ser impresionante!

-Todo fue muy emocionante. Y luego él me contó su historia, yo la mía... ¡Algún día te las tengo que contar! Son demasiado largas... ¡Pero la suya es genial! Aunque asusta un poco...

Mirta me estuvo dando algunos detalles más sobre Delmet. Por lo que me contó, deducí que su amigo mostraba desde el principio una actitud protectora hacia ella, la que le reía todas sus gracias y lo ayudaba como podía. Era una forma muy bonita de ser amigos. Mucho mejor que mi relación con él, seguro.

Salí de la habitación para buscar a Teck y a Etsu. No sabía si iba a poder encontrarlos, pero por lo menos lo intenté. Si me cruzaba con alguien más, a lo mejor podía detenerme a charlar con él.

Y, por desgracia, me encontré con el rey de Roma. O, mejor dicho, con el capitán América.

Ya estaba un poco harta de encontrarme con él tantas veces. Le debía una, sí, pero en aquel momento...

Creo que su primera intención era saludarme, pero se me quedó mirando. Me detuve y le sostuve la mirada mientras se me acercaba y seguía analizándome de arriba a abajo.

-Anda, pero si yo te he visto antes. ¡Ya decía yo que me sonabas de algo!

Otro igual. Ya me había pasado lo mismo en la reunión nocturna. ¿Qué tendría mi cara de especial?

Ya iba a darme la vuelta cuando me agarró del brazo y salió corriendo arrastrándome por los pasillos. 
¿Se le habría ocurrido algo? No lo sabía, ¡pero qué bruto era!

Subimos varios tramos de escaleras hasta llegar arriba del todo. Estaba agotada de tanto correr.

-A ver... -dijo él- ¿también voy a tener que explicarte lo que es la Sala Cima?

No me faltó más. Sin esperar a Delmet, entré en la sala. 

Tal como me habían contado, era impresionante. Todala sala estaba inundada de colorido: banderas, trofeos, medallas...Y, lo más importante, las fotos y los retratos. Cada reliquia, de valor incalculable, tenía grabado el nombre del atleta al que había pertenecido. Todos aquellos deportistas famosos... habían pertenecido a Golden Podium.

Estaba atónita contemplando todas las fotos. Curiosamente, encontré la de las nadadoras que tanto le gustaban a Teck. Aparte, cada foto estaba tomada desde el mejor ángulo, con el máximo colorido y reflejando lo mejor de cada atleta. Cómo adoraba esa sala.

-¡Pero si eres igual! No me extraña que me sonara tanto tu cara. ¡Vas a ser famosa y todo!

Delmet estaba contemplando un cuadro bastante grande que había en la pared del fondo. Me acerqué; en cuanto vi la imagen del cuadro, mi corazón empezó a latir muy deprisa.

Allí, enmarcado en aquel lienzo, podía verse el primer plano de un hombre desde la mitad del tronco para arriba, de pelo corto despeinado y de color castaño claro. Tenía la cara redondeada y sonreía con algo de picardía, pero con una sonrisa amplia y cercana. Sus ojos oscuros y brillantes contrastaban con su pelo. Y lo más importante: llevaba puesta una sudadera azul con la cremallera dorada.

Estaba como paralizada. Nunca había visto a ese hombre antes, pero era capaz de reconocerlo.

Para confirmar mis dudas, leí varias veces el grabado que había justo en el marco dorado:
"Aéreo Jumps: siempre dándolo todo por el equipo".


Impresionante, ¿verdad? Hay que decir que, en parte, se veía venir que el del cuadro era él.
Puede que las cosas sean algo diferentes a partir de ahora...

(Posdata: a ver si os gusta este pequeño "experimento": http://juniet.deviantart.com/art/Rainy-punishment-512192798)

20 dic 2013

43. ¿Castigo merecido?

Recuerdo que en el capítulo anterior Delmet me cedió el puesto de capitana al ver de lo que era capaz. Al principio no paraba, pero acabé pensando: "Puede que me hubiera equivocado sobre Delmet. Puede que sea más soportable de lo que yo creía..."

Capítulo 43
¿Puede que fuera más soportable de lo que yo creía? ¡Mentira! ¿Pero en qué estaba pensando? ¡A éste no hay quien lo aguante!
Vale, por lo menos ya no intentaba ser superior a mí. Había podido comprobar por qué se comportaba de ese modo al principio: parece que Delmet veía como rival a cualquiera que se le cruzara por el camino. Mirta me aseguró que no era para intentar ser superior a nadie, sino para superarse a sí mismo. Lo peor era tener que aguantarlo en el caso en el que su rival fueras tú...
Tenerlo al lado en clase ya costaba bastante. Un ejemplo muy claro fue la primera clase de Historia y Geografía que tuvimos. 
Primero, Steve Falls entró en clase. ¿Steve? Nunca habría adivinado que no era él: en realidad era su hermano gemelo, Theo Falls, idéntico a él tanto en aspecto como en carácter.
¿Qué pasó? Cuando Theo trató de explicarnos la historia del fútbol, Delme tse levantó indignado al oír que este deporte era británico. Empezó a gritar como loco frases en inglés sobre los Estados Unidos.
-Lo siento en el alma, pero lo que pone en el libro es la realidad -le aseguró Theo.
-¡Mentira! -gritaba él golpeando la mesa-. ¡Todo el mundo sabe que el fútbol fue creado en América!
-Debes de haberte confundido con el fútbol americano,chico. Yo hablo de aquel que se juega con los pies.
-¿Qué? ¿Y te atreves a comparar con el fútbol algo tan patético como el soccer?
-Debes saber que a los británicos lo les gusta que llamen así al fútbol -dijoTheo visiblemente mosqueado.
-¡Pero si se llama así! ¿Es que pretenden llamarlo de la misma forma que a nuestro deporte? ¡Patético!
Y, para colmo, en ese momento Teck decidió levantarse para protestar.
-¡Ese fútbol fue inventado mucho antes que el vuestro, idiota!
-¡Encima no interrumpas! ¡Todos sabemos que no hay nada como el fútbol americano! -le respondió Delmet.
Eso ya había sido demasiado. Todos acabaron a gritos, Theo incluido. Hasta tuvo que intervenir Mirta para poner paz. Imala habría hecho lo mismo, pero en ese momento estaba meditando o algo parecido. 
Suerte que a Theo se le pasó enseguida el enfado y volvió a estar al rato como si nada. Al que más le duró fue a Teck, al que no le había gustadonada que se metieran con su deporte.
Ese día fue horrible para el equipo, sobre todo para Delmet y para mí. Lo peor fue lo que vino después...
Todo empezó por su culpa. A la hora del descanso, vimos que el americano había desaparecido sin dejar ni rastro. Para mí fue un alivio, pero Mirta no dejó de buscarlo. Me daba un poco de pena verla tan preocupada. Por lo menos Mia estaba allí echándole una mano, reclamando la presencia de su "príncipe azul".
Cuando ya iba a convencerla de que Delmet aparecería tarde o temprano, escuchamos una voz familiar justo sobre nuestras cabezas.
-¡Eeeoo! ¡Estoy aquí!
Cuando miré hacia arriba quise que me tragase la tierra. Allí estaba, subido a una rama del enorme árbol que había en el centro del patio. Mirta pareció un poco más aliviada. Mia aplaudió.
-¡Ten cuidado, Del! ¡Esas ramas son muy endebles! -le advirtió Mirta.
-¡Sin problema, Mirta! ¡Y hoy, por ser un día especial, voy a llegar más alto que nunca!
Intentamos detenerlo, pero no nos hizo caso y subió hasta una parte más alta del árbol. Mirta empezaba a ponerse nerviosa y que Mia animase a Delmet para que siguiera subiendo no ayudaba mucho. Se me quedó mirando, como si me estuviera pidiendo que hiciese algo. Yo suspiré.
No me quedaba otra: le dije a Mirta que se quedara con Jetwick por si pasaba algo y subí a por él. Con cuidado, salté hasta una rama y seguí subiendo hasta acercarme a él.
-¿Qué, capitana? ¿Te unes a la diversión? ¿Echamos una carrera?
-Delmet, Mirta está preocupada, así que te recomiendo que bajes cuanto antes.
-¿Mirta?Espero que esté bien... Oye, dile que bajaré enseguida. ¡Ahora no puedo dejar esto a medias!
Siguió subiendo pero, como era predecible, una de las ramas se partió bajo sus pies.
Creo que me dejé llevar un poco por los reflejos cuando lo vi. Salté rápidamente a una rama que estaba justo debajo suya y lo agarré por la camiseta en medio de la caída, justo a tiempo.
Oí gritar a alguien. Esperaba que no fuera Mirta, aunque debía de ser ella.
-Uf, ¡gracias, capitana! ¡Me has salvado el pellejo!
-¿Estás loco? ¡La próxima vez no estaré allí para salvarte, que lo sepas! -le eché en cara.
Habría seguido si no hubiera escuchado por debajo de nosotros un segundo grito, esa vez de furia:
-¡VOSOTROS DOS! ¡LO SABÍA! ¡BAJAD AHORA MISMO!
Vaya lío. Ese parecía Tank.
Bajamos lo antes posible, sorprendidos por el grito. Ironía: al final, Delmet se acabó cayendo del árbol. Fue desde una rama baja, así que no le pasó nada. Podría haber sido peor si no le hubiera salvado en su primera caída.
Mirta corrió a abrazarle con lágrimas en los ojos, aliviada de que estuviera bien. Creo que estaba exagerando un poco...
Tank no parecía muy contento con nosotros.
-¿Quién ha dicho que podáis subiros al árbol como si nada? ¡No quiero ni que os acerquéis a él! ¡Esta tarde os quiero a los dos justo en este mismo lugar!
Y bueno, esta era la razón por la que me encontraba esa tarde frente ala puerta de salida del edificio que daba al patio, junto a Delmet y no muy dispuesta a recorrer a trote todo el exterior de la academia.

Sabía que Delmet me traería problemas. Bueno, ese chico es una caja de sorpresas, predecible peo sorprendente. Puede que me sorprenda otra vez durante el castigo. Espero que sea para bien.

13 dic 2013

42. ¡Lo que nadie esperaba!

Llega la segunda parte del Duelo Meta. ¡Si quiero seguir siendo la capitana, tengo que tomármelo en serio! Delmet ya llevaba una victoria, y ahora me tocaba a mí elegir la prueba...

Capítulo 42
Al llegar al suelo la competitividad entre ambos desapareció por completo. Cuando por un momento creí que podíamos llegar a ser buenos rivales, Delmet empezó a darse importancia describiendo la competición un poco a su estilo. No paraba de decirme cosas como: “¡he ganado!” “¡Más suerte la próxima vez!” “¿Qué te dije? ¡Siento que no me creyeras!” “Tranquila, ser subcapitana no está tan mal”, etcétera.
Ahora sí que me daba rabia su victoria. La capitana tenía que ser yo, no ÉL. Además, no había sido para tanto. ¡Si sólo me había ganado por unas décimas de segundo, puede que centésimas!
No me olvidé de felicitar a Jetwick por su trabajo, quien ladeó tímidamente la cabeza como queriendo decir que no había sido nada.
Delmet seguía haciéndose el héroe delante de todos.
-Ah, es verdad -dijo, como si no lo recordara-, queda una prueba más, la que diga ella. ¡Y recuerda, no me gusta que me pongan las cosas fáciles! ¿O prefieres abandonar?
-No abandonaría ni aunque me obligaran a hacerlo.
-¡Así me gusta! ¡Rendirse es para débiles! Bueno, ya que quieres seguir... ¿Qué sugieres?
Estuve un buen rato en silencio, bajando la cabeza para que no me afectara que todos estuvieran mirándome. Nada de comba, demasiado fácil... nada de pruebas, sería muy básico...
-¿Y bien? -me animó- ¡Que no tenemos para todo el día, Saltitos!
¿Cómo que Saltitos? ¿Eso era un mote? Porque no me gustaba nada...
Vale, tampoco me iba a pasar la tarde pensando. Levanté la cabeza.
-Hagamos una prueba de breakdance. De dos minutos máximo para lucirse por persona.
Él pareció divertido con mi respuesta.
-¿En serio? Pero bailar no es un deporte, ¿no? ¡Qué cosas se te ocurren!
-¿Hay algo que diga que la prueba deba ser un deporte? -pregunté al público.
-No hay nada que lo resalte, aunque suelan elegirse gestos deportivos como pruebas componentes. Opino que cualquier tipo de actividad física podría servir como prueba. Resumiendo: No. lo de Eria vale -contestó la sabia voz de Etsu. ¡Gracias, Etsu!
El breakdance era algo con lo que podía lucirme sin tener que quedarme en lo básico. A mí me valía.
-¡Bueno, pues ya está! -exclamó con ironía-. Empecemos la segunda parte. Es la primera vez que hago esto en un Duelo Meta, ¡pero supongo que siempre hay una primera vez! Y, ya que he elegido yo primero, ¿qué tal si empiezas tú esta vez con la prueba?
-Será un honor -le contesté con algo de ironía.
Unos pocos “ayudantes” fueron a buscar el material necesario. Elegí un sitio cercano a una pared; pretendía usar algunos de mis mejores movimientos y necesitaba el lugar adecuado para una cosa.
Me coloqué en posición y cerré los ojos, tal y como había hecho en la prueba inicial de Práctica.
-¡A ver lo que sabes hacer! -gritó Delmet. Y la música empezó a sonar...
Es difícil describir todos los movimientos que utilicé a la misma velocidad y sin música, pero lo intentaré.
Primero marqué un poco el ritmo con un pie; era una canción bastante animada. Una vez que ya estaba lista, me desplacé un poco hacia atrás. Marcando el ritmo, hice mi primera voltereta. Sólo tuve que impulsarme y dar una vuelta completa para caer de pie y con los brazos extendidos.
Antes de continuar, quise verle la cara a Delmet. Se había quedado mudo, pero sonreía. Supongo que nadie se esperaba un comienzo tan dinámico, con una voltereta a los pocos segundos.
Fui bajando los brazos. La música se estaba animando, como si fuera una persona tomando aire justo antes de dar un grito. Esperé al momento de la “explosión sonora” con movimientos algo más simples.
Mirada pícara. Ahora venía lo bueno. ¡Bang!
Con un salto parecido al anterior, caí de espaldas al suelo para deslizarme sobre él con el cuerpo en vertical. A veces me sostenía con las manos, otras con la espalda, con los hombros... eran giros demasiado rápidos para describirlos, como dos por segundo.
Me impulsé de espaldas al suelo para quedar sobre una mano y acabar la voltereta. Continué con varios saltos seguidos, algunos incluso con tres o cuatro vueltas en el aire. Cruzaba las piernas en el aire, saltaba usando una sola pierna... De todo un poco. Todos coreaban.
Aproveché que en una de las caídas aterricé cerca de la pared que había elegido para mi salto especial: di una patada contra ella y giré de lado con la fuerza del impulso. Adoraba hacer eso, por muy poco habitual que fuera.
Un par de movimientos simples para sacar a la gente del shock... ¡bang!
De nuevo, usé mis mejores movimientos. No sólo eso, sino que además traté de combinar algunos de ellos con cuidado por probar. El resultado fue bastante bueno.
Giros sobre un codo, sobre la cabeza, movimiento de pies... Usé toda la artillería pesada.
Acabe de forma espectacular. Bailé un poco, tomé carrerilla con unas piruetas y di una última vuelta con las piernas dobladas y las manos sobre las rodillas. Caí sobre un brazo, di unos giros con la palma de la mano en el suelo y volví a ponerme en pie girando sobre mí misma al final.
Una pose para el público. ¡Supera eso, Delmet!
Los otros chicos alzaron los puños y clamaron mi nombre. Les había gustado.
Regresé triunfal a mi puesto para dejar paso a Delmet. Él, sin ni siquiera mirarme a los ojos, se puso en posición, pero no dio la señal para que empezara la música. El lugar de eso, empezó a reírse.
-¿Qué sentido tiene acabar? ¡Se sabe claramente el ganador!
Se dirigió hacia mí en actitud desafiante. Me imaginaba que me diría que no llegaba a su altura...
Pero, en lugar de mostrar rivalidad, ¡hizo una especie de reverencia!
-Jumps, faltó muy poco para que hubiera un empate en la primera competición. Perdiste por muy poco. Ahora, sin embargo... ¡para qué nos vamos a engañar! ¡Me quito el sombrero (o el casco más bien)!
Me miró a los ojos. Sin actitud desafiante, sin ironía... De verdad. Me veía a la altura.
-Jumps, está claro que te he subestimado. ¡Tu habilidad es todo un prodigio! Alargar la competición un día más sería algo inútil. ¡Ya todo está decidido! ¡A partir de ahora, creo que todos deberíamos empezar a nombrarte por lo que eres, capitana!
No me pidáis explicaciones; estaba aturdida. Debía de haberlo hecho muy bien para dejar a Delmet tan impresionado. ¡Me había cedido un punto completo y me reconocía todos mis méritos! Si antes me sentía incómoda recibiendo unos pocos cumplidos de su parte, imaginad cómo me quedé cuando pasó todo esto.
Delmet me tendió la mano y, esta vez, le di la mía al instante mientras todos aplaudían.
-Me lo he estado callando... pero has estado impresionante -dijo.
-Gracias. Igualmente, creo...
-Y gracias por recordarme lo que significa ser el líder, capitana. Y a enseñarme cómo es la verdadera competitividad, y a ganar de forma justa...
-Eso también es mérito tuyo. No me lo agradezcas tanto.
-¡Será un honor trabajar de subcapitán! Oye, ser el sub tiene sus ventajas: no se trabaja tanto, tienes algo de autoridad...¡Haré todo lo que esté en mis manos para cambiar el mundo desde mi puesto, y...!
-¡Vale, cálmate. Vamos a centrarnos en la vida real, héroe.
-Lo que digas, capitana.
Pues vaya. No paraba de llamarme capitana, decía frases de películas, no se callaba...
Pero en fin, tan malo no era después de todo. A lo mejor Mirta tenía razón y podía llevarme bien con él.
Me encontraba genial. Me sentía una ganadora por quedarme como capitana de forma justa, pero también por haber “hecho las paces” con Delmet. Ya no habría más luchas por ver quien era el mejor (hasta el siguiente aviso, claro).
La gente de otros equipos me aplaudía y coreaba mi nombre. Mientras tanto, mi equipo me alzaba en hombros, Mia me abrazaba... lo típico. Me daba la impresión de que me estaba ganando algo de fama por mis “hazañas”, como diría Delmet.
Puede que me hubiera equivocado con Delmet. Puede que fuera más soportable de lo que yo creía...

Me parto con eso que dije. En qué estaría pensando...

Supongo que para averiguarlo habrá que leer el próximo capítulo, ¿no?

6 dic 2013

41. ¡Que empiece el Duelo!

¡Justo a tiempo! No ha acabado el día, así que se podría decir que vamos justas en vez de atrasadas.
El título del capítulo lo dice todo, ¿no? ¿Hace falta explicar algo? ¡No creo!

Capítulo 41
Tras pasar por el comedor (en el que ni me crucé con Delmet) fui al estadio y tuve que esperar hasta su hora de apertura para entrar y preparar allí el Duelo. Sí, sé que al principio no me lo había tomado muy en serio, pero cuando me di cuenta de que si perdía podía abandonar mi puesto, traté de hacerme a la idea de que tenía que luchar.
Decidí acercarme a una zona apartada del bosque donde hacíamos Exterior para calentar y pensar en qué podía retar a Delmet. Saltos y piruetas, ¿pero de qué forma? Aunque no era una máquina de saltar, había aguantado bastante siguiendo mi ritmo en la comba. Si quería ganarle, tendría que ponérselo mucho más difícil.
Me dirigí sola hacia el estadio -sin cruzarme con nadie conocido por el camino-, atravesé la puerta (no literalmente, claro) y me dirigí hacia el punto de encuentro. No tenía pérdida: había un grupo de gente por allí. Estaba todo mi equipo y algunos curiosos más. Me acerqué y saludé. Me abrieron paso.
Todos se agrupaban cerca de una pared altísima con una serie de piedras diferentes. Supongo que sería para hacer escalada.
Me abrí paso para llegar hasta mi equipo.
-¡Llegas tarde, Jumps! -rió Delmet al verme llegar.
-¿Tarde? ¡Si todavía quedan cinco minutos para la hora!
-Ya, bueno... ¡Es que tenía ganas de decir eso! -se encogió de hombros-. Bueno, ¿empezamos?
Me preguntó si quería empezar decidiendo la primera prueba, “por ser la nueva”, pero pasé.
-¡Bueno, no importa! ¡Lo tengo todo preparado desde hace un rato! Y, para no ponértelo demasiado difícil, he decidido que podríamos empezar por... ¡un poco de escalada! -dijo, señalando la altísima pared.
Mirta le pasó a Delmet dos arneses, uno para mí. También me dieron un casco, cosa que a mi rival no le hizo falta al ya tener uno.
Una vez que estuvimos preparados y con las cuerdas ya atadas, Delmet comenzó su explicación:
-Imala hará de vigía. Gana el primero que toque la cima, sin hacer méritos para conseguir puntos pétreos. Si ganas, medio punto para ti. Si hay empate, habrá un día más de competición. ¿Entendido?
-Sí, ya lo he pillado.
-¿Seguro? ¿No hace falta que te lo explique dos veces? Vaya a ser que luego...
-¡No, no hace falta! ¡Ya me he enterado!
Imala, desde la cima, comenzó a tocar unos bongos que tenía con ella para entretenerse. ¿Cómo los habrían subido hasta ahí?
Lo siguiente antes de empezar era elegir a la persona que debía ir tirando de la cuerda que teníamos atada a la cintura. Delmet no lo dudó dos veces: eligió a Mirta.
-¡Buena suerte! -me susurró ella al pasar por mi lado.
Yo tampoco dudé mucho al elegir.
-Jetwick- dije, bastante segura de lo que decía.
Pareció sorprendido al verse elegido. Se sonrojó un poco. Solía pasarle conmigo, creo que por habernos conocido recientemente. Pese a ello, me parecía de confianza y el más adecuado para ayudarme (a pesar de su aspecto, que decía lo contrario). Además, aunque Mia era una de mis opciones, no la veía a muy a la altura para la situación.
Ambos ayudantes se prepararon. Delmet y yo dimos unos pasos hacia la pared.
-Que sepas que en cuanto llegue arriba voy a clavar la bandera americana en lo alto del todo.
-Que sepas que no te lo voy a poner fácil, Legend.
-Eso espero. No quiero aburrirme. Suerte, Jumps.
Y fue entonces cuando Imala lanzó desde la cima de la pared un grito de guerra acompañado de los bongos. ¡Debía ser la señal de salida!
Me lancé sobre la pared y comencé a escalar. Delmet me superaba por muy poco. ¡No podía dejarlo ganar!
Mi truco estaba en darme grandes impulsos mientras me agarraba con una sola mano. A veces me balanceaba sobre mi punto de apoyo para llegar hasta niveles más altos.
Conseguí adelantar a Delmet por los pelos. Él se paró y rió con fuerza.
-Ahora vas a ver mi verdadera habilidad: ¡los deportes de riesgo!
De un solo impulso, llegó casi al sitio donde yo estaba. Traté de acelerar, pero no conseguía pasarlo. Subíamos casi al mismo ritmo, moviendo las manos y los pies con gran agilidad.
La estrategia de Delmet era totalmente distinta a la mía. Le daba igual resbalarse, darse golpes o rozarse con la pared. No paraba ni un segundo, como si no sintiera el cansancio.
Yo si lo sentía, pero ni hablar de dejarme ganar. Intenté ir acelerando, olvidarme de lo que sentía y subir. 
Jetwick, como era de esperar, lo estaba haciendo muy bien. Sabía adaptarse a mí y me impulsaba justo cuando yo quería. Aunque no nos veíamos las caras, sentía como si Jetwick estuviese a mi lado en todo momento. Supongo que a Delmet le pasaría algo parecido con Mirta, aunque todavía no comprendía muy bien el tipo de amistad entre esos dos. Eran tan diferentes...
Vi que Delmet ni pensaba hacia dónde quería moverse. Iba siempre por el lado bueno de forma intuitiva. Yo, por otro lado, me estaba quedando atascada, entre otras cosas porque no llegaba a las piedras. Si fuera más alta...
Podía escuchar los gritos de la multitud desde abajo. Opté por no mirar y centrarme: algo que se suele decir mucho en las películas en este tipo de situaciones es: “¡no mires hacia abajo!”.
¿Cómo podría avanzar a más velocidad?
Estaba harta. Pensar no me estaba ayudando y Delmet me llevaba la delantera. ¿Qué hice? Algo que debía de haber hecho desde el principio: dejar de pensar.
Así fue. Solté las manos y bajé los brazos sin inclinarme ni un poco. Giré un poco los pies. Tenía la mente en blanco.
Jetwick había dejado de tensar la cuerda. Era justo lo que me hacía falta.
Me había quedado de pie en perfecto equilibrio sobre una de las piedras.
Con toda la fuerza que tenía, me impulsé hacia el siguiente soporte hasta alcanzarlo con una mano. Doblé la rodilla y salté hacia donde me estaba sujetando. Salto por salto, fui llegando a la altura de Delmet.
¡Lo había pasado! Y nos quedaba muy poco para llegar.
Coloqué una mano en cada piedra y me impulsé hacia una más alta. Llena de orgullo, volví a quedarme en pie sobre un soporte. Cada vez la gente de abajo gritaba más fuerte. ¡Estaba deseando ganar!
Me concentré en los movimientos que me quedaban. La siguiente piedra estaba demasiado alta para alguien como yo, pero no lo suficiente. Tomé impulso con las piernas y salté.
¡Por poco! Estaba colgada de aquel último soporte, a punto de llegar. Imala había dejado a un lado los bongos y se asomaba al borde de la pared.
Y, en mi mejor momento, llegó Delmet. ¡Era demasiado rápido! Se movía de forma más torpe y jadeaba, pero no paraba. Saltó con todas sus fuerzas para llegar a mi lado.
¡No, justo ahora no! Salté, pero no llegué hasta donde quería. Mis dedos rozaron el muro; Jetwick tiró con fuerza de la cuerda para frenarme.
Me impulsé un poco más. Delmet y yo estábamos iguales. Un movimiento más y habríamos llegado.
Miré a Delmet antes de saltar. Curiosamente, él hizo lo mismo. Nos intercambiamos las miradas. Se respiraba rivalidad en el aire.
Y, a la vez, Delmet y yo saltamos hacia la meta.
No puedo decir mucho de este instante. Todo pasó a cámara lenta.
Volví a la realidad cuando mi mano alcanzó el borde de la pared. ¡Por fin! ¡Había llegado! Y Delmet... también.
Imala nos ayudó a subir. Se dirigió hacia los bongos y se dispuso a anunciar el resultado.
Delmet y yo nos asomamos al borde de la pared. ¡Que pequeños parecían todos los demás desde allí!
Él se dirigió hacia mí y me tendió la mano.
-Sin que importe el resultado... no mentías con eso de ponérmelo difícil. Bien hecho.
-Gracias. Supongo que tú tampoco has estado mal. En fin, si tú has decidido la prueba...
Le di la mano. Ahora me sentía incómoda al recibir cumplidos suyos.
Al vernos así, la multitud a nuestros pies gritó de alegría, clamando nuestros nombres. Competitividad; eso era lo que mostrábamos al público a pesar de ser rivales, supongo.
Imala gritó con su potente voz para reclamar la atención de todos. ¿Habríamos empatado?
-¡Miembros de este centro!¡Hay un ganador!
Los de abajo se agolparon cerca de la pared. ¿Ganador? ¿Quién había ganado de los dos?
-El ganador de este duelo es...
Silencio absoluto. Sólo se nos escuchaba a Delmet y a mí respirando.
-¡Delmet Legend, con una diferencia de décimas de segundo!
No podía creerlo. ¡Había perdido por muy poco!
Delmet, por otro lado, no podía estar más contento.
-¡He ganado! ¡Ha estado cerca, pero he ganado! ¡Esto va por la ciudad de Washington!
No sabía por qué, pero ya no me molestaba tanto la derrota como antes. Puede que tener a Delmet como capitán fuese interesante, aunque fuese agotador. Me daba pena bajar un puesto, pero, en fin...
Delmet me sonrió con picardía. Creo que seguíamos siendo rivales.
-Es tu turno. Si tanto quieres quedarte como capitana, mejor elige bien. ¡Si ganas, mañana podremos enfrentarnos de nuevo!
¡Era cierto! ¡Todavía tenía una oportunidad! Pero... ¿merecería la pena alargar la competición?
Recordé ese extraño sentimiento que tuve al ser elegida capitana. Pensé en mi equipo y en breves momentos agradables, instantes que me habían hecho pensar que era capaz de dirigir un equipo.
¿Merecía la pena? Sí, claro que merecía la pena.

Siento decir esto, pero si tengo que hacer que la competición se alargue un día más, así se hará.
¡Y esta vez voy a ganar no por décimas de segundo, sino tres pasos por delante!

29 nov 2013

40. ¿Rival o compañero?

Quedaban unas horas para batirme con Delmet en el famoso "Duelo Meta". Tenía que elegir algo que se me diera mucho mejor mejor que a él para tener ventaja. ¿Qué debía hacer?

Capítulo 40
Si me hubiera acordado de que teníamos Práctica y Exterior después del descanso, me habría pasado la hora de Cultura durmiendo unos minutos más para estar más descansada, como Bobby.
Jo se alegró de volver a vernos (y los chicos presentes se alegraron devolver a ver a Jo). La clase de Práctica consistía, sobre todo, en entrenar. Correr, saltar y depender de los reflejos; así era la asignatura.
Estas clases no se hacían en el Estadio Central, sino en la parte de atrás de la academia. Estábamos en el principio de un pequeño bosque, en el que se habían excavado algunos senderos y se habían puesto señales. ¿Y para qué digo pequeño? ¡Si ni sabíamos dónde acababa!
Lo más interesante es que entrenábamos de una forma... no muy común en el mundillo del deporte.
-Chicos,en cuanto se active la máquina, ¡Esquivad el mayor número de pelotas de tenis posible!
-¡Espero que podáis saltar por encima de esta cuerda!
-No quiero lesiones, así que mejor estad atentos al atravesar este hoyo...
Aunque una parte del terreno se había dejado plana, el resto era bastante irregular. Cansaba bastante eso de tener que correr en cuesta e ir saltando a los sitios. Y yo me quejaba de que Idiomas era una clase agotadora...
Cada vez que Delmet pasaba por mi lado, me recordaba lo mismo:
-¡Y que no se te olvide lo de esta tarde!
-No te preocupes, ya es la enésima vez que me lo dices. Así cualquiera se olvida.
-¡Y las veces que me queda por recordártelo! Por cierto, ¡Que no se te olvide...!
-¡Vale, ya está! ¡Lo recordaré! -y él se marchaba con una sonrisa radiante.
Creo que Delmet debió de tomarme por su rival desde aquel momento en el que intenté hacerlo callar diciendo que al equipo había que ganárselo. Por ejemplo, en el ejercicio de comba se acercó todo lo que pudo a mí e intentó superar mi ritmo. No lo consiguió; como se me da bien saltar tanto en horizontal como en vertical, llevaba un ritmo bastante ligero. En cuanto se cansó, se le enredaron los pies con la cuerda y cayó de bruces contra el suelo.
Mirta corrió a socorrerle mientras yo me quedaba mirando. Era obvio que no podía hacerse daño con ese casco gigantesco.
¿Cuál sería su habilidad? Era un chico atlético en general, pero no parecía tener ningún punto fuerte. Tenía que pensarme bien en qué lo quería retar: tenía que ser algo en lo que pudiera ganarle fácilmente. Supongo que se le daría bien el fútbol americano, aunque su casco era diferente al que se usaba en ese deporte.
No paramos de movernos en toda la clase. Los ejercicios estaban relacionados unos con otros, así que los hicimos todos seguidos y casi sin detenernos, escuchando las indicaciones de cada uno sobre la marcha.
Por suerte me recuperé rápido, pero no lo suficiente: La clase de Práctica, la de Tank, iba justo después.
Los primeros diez minutos, Tank nos estuvo explicando entre gruñidos y amenazas algo sobre la asignatura. Etsu me tradujo todo lo que decía más tarde; así pude saber que, a diferencia de la clase de Exterior, en Práctica se trabajaban gestos concretos de deportes, no movimientos.
Comenzamos por deportes como el fútbol, el baloncesto y el béisbol, practicando pases y tiros. Recuerdo que, en fútbol, Tank tuvo que dedicarle una mirada asesina a Teck para que "dejase de hacer tonterías con el balón". Desde esa "pequeña" amenaza, Teck no molestó más en toda la clase.
Creo que la palabra favorita de Tank era "¡más ... !". Para él, ninguno hacíamos las cosas bien. Se pasó la hora entera corrigiéndonos para mal y, si te parabas, tenías que hacer el doble. Mia nos hizo un gran favor al intentar distraerlo en mitad de la clase. Un poco más y pierdo un pulmón por el camino.
Cuando paré, me di cuenta de que hasta me costaba mantenerme en pie. No estaba para duelos ni para nada. Delmet se hizo el duro, pero su jadeo lo delataba.
Cuando me enteré de que todavía nos quedaba una última clase, quise darme un tiro. 
Bobby ya estaba echado encima de la mesa cuando llegamos. Qué envidia, se dormía con una facilidad... Y, por otro lado, Etsu ya estaba en posición de empezar a tomar apuntes.
Ya iba yo a echarme también sobre la mesa cuando recordé que a mi lado estaba Delmet.
-¡Y que no se te olvide! -repitió mientras se dejaba caer sobre el asiento a mi lado.
La última clase, por lo menos, era la más interesante de todas: Competitividad. Y el profesor también me resultó el más interesante de todos: un hombre con esmoquin y gafas de sol, como los que rondaban por la academia. Se diferenciaba de los otros por su pajarita roja.
En la asignatura, lo que teníamos que estudiar eran las reglas de ciertos deportes y lo que se debe hacer en algunos casos. Podía ser una clase muy útil; era una forma de saber cómo conseguir puntos cima en diferentes situaciones y así tener más probabilidades de aparecer en la Sala Cima. Tenía que visitar esa sala alguna vez...
El profesor, cuyo nombre en clave era Zet None (que podría escribirse como Z-0), no hablaba mucho, pero escribía todo lo que quería decir en la pizarra con una letra clara y del tamaño perfecto. Así tuve a Delmet entretenido la mayoría del tiempo, leyendo todo lo que escribía. Era una forma de que no me recordase el Duelo Meta cadados por tres. No me libré de sentirme observada de vez en cuando tanto por él como por Mia, pero algo era algo.
No me había parado a pensarlo, pero ¿y si perdía el puesto de capitana en el Duelo? Estaba muy segura de poder ganar, pero todo estaba por ver. No sabía por qué, no quería dejar de ser capitana a pesar de no haber empezado todavía de verdad. Siempre podía ser subcapitana, pero no creía que fuese lo mismo. Además, Delmet me restregaría su victoria durante todo el curso. No, tenía que ganar.
El timbre sonó de golpe y sin avisar. Delmet se levantó antes que nadie, se dejó caer sobre mi mesa y me señaló con su dedo índice.
-...Y no tardes -añadió, antes de desaparecer por la puerta.
Y esa fue la última vez que lo vi antes de enfrentarnos aquella tarde.

No sé para qué se molesta tanto. Si es sólo un duelo...

También hay que tener en cuenta que podría dejar de ser capitana si fallo. ¿Debería tomarme todo esto más en serio?

22 nov 2013

39. La decisión del público

Recordamos que, en el capítulo anterior, acababa de llegar un chico llamado Delmet un tanto... peculiar. ¿Y sabéis qué es lo peor? ¡Que cree que no estoy a la altura para ser capitana!

Capítulo 39
POR FIN habían acabado las clases de la mañana. Aunque la cafetería estaba abierta, Mirta me había enseñado un truco para no tener que pasarnos por ella antes de empezar las clases: llevarnos comida a la habitación por la noche y desayunar en ella al día siguiente. ¡Así no había que esperar cola! Todos los de mi equipo hacíamos eso y, de momento, no nos habían dicho nada.
En ese momento todos los del F-06 estábamos en la misma zona del patio interior, el del gigantesco árbol. ¡Nos merecíamos un descanso! Bueno, la verdad es que, aunque se suponía que ese tiempo nos iba a servir para descansar, el tal Delmet no paraba de hacer preguntas.
-¿En serio has salido tú? Vale, ahora me hace gracia. ¡Ni que mi equipo fuera eligiendo como capitán al primero con el que se encuentra! ¿Qué sabes hacer? Te llamabas Enia, ¿Verdad? ¿o era Ebia?
-Eria, Eria Jumps -lo corregí.
-Ah... ¡Entonces se te debe dar bien el salto de longitud!
Sonrió satisfecho. Yo suspiré.
-¡Del!- exclamó Mirta sonriente-. ¡No sabes lo que te he echado de menos! Lo que has contado parece tan emocionante... ¡Pero ten mucho cuidado cuando vayas a esos sitios!
-Vamos, si no ha sido nada... -dijo como quitándose importancia.
-Por fin vuelves, tortuga- saltó Teck-. ¿Cómo es que sigues vivo, hombre-bala?
-Para que lo sepas -lo corrigió él-, ¡yo puedo con todo! ¿Cuándo vas a asumirlo? Por cierto, no hables de mi afición como si fuera mi vida. ¡Se sabe que voy a llegar mucho más lejos!
Se dieron un apretón de manos, pero se veía fácilmente que no era amistoso. Ambos acabaron echando un pulso, intentando usar más fuerza que el otro.
Cuando no pudieron más, se tomaron un descanso. Ahora Delmet fue a por Bobby.
-¡Eh, Bobby, colega! No hace falta que me lo digas, ¡sé que me has echado de menos! Habrás cuidado de nuestra habitación en mi ausencia, ¿no? Porque si seguimos juntos como el año pasado...
-Sí, eso... me temo -respondió Bobby con cierto miedo. ¡Con lo bien que había estado mientras tenía la habitación para él solo! Sería demasiado tener a alguien tan enérgico viviendo contigo. Por ejemplo, no sabía cómo Imala podía dormir con Mia al lado. A eso lo llamaba yo paciencia.
-Bueno, vamos a lo importante, Jumps o como te llames. Vuelvo al puesto de capitán, ¿no? ¡Gracias por guardarme el sitio y tal, pero creo que...!
-Está por decidir -le contesté bruscamente.
Ni siquiera sé por qué reaccioné así. ¡Si al principio ni quería ser capitana! ¿Cómo es que ahora no quería dejar el puesto? ¿Qué me pasaba?
-¿Y si te quedas como subcapitana? ¿Te parece bien?
-Me han elegido como capitana.
-Ah, claro. Te ha gustado eso de mandar y te niegas a pasar a ser una subordinada más. ¡Lo entiendo!
Se acabó. Di unos pasos y levanté la cabeza.
-Digo que me han elegido. Si quieres ser capitán, mejor intenta ganarte de verdad al público en vez de reclamar tu antiguo título gastado.
Nadie más aparte de nosotros se atrevía a hablar. Creo que muchos hasta tenían miedo de que acabásemos a puñetazos. En ese caso, él tendría ventaja, por el casco...
Delmet dio unos pasos atrás y sonrió. Parecía estar el doble de tranquilo que yo.
-Vale, vale, lo entiendo. No hace falta ponerse así. Ya sé lo que pretendes -me miró directamente a los ojos. Sí, estaba segura de que sus ojos eran azules-. ¡Quieres que te lo demuestre! No hice la prueba inicial y, por eso, no sabes contra quién te enfrentas. ¡Ya lo entiendo! ¡Pretendes que gane el mejor!
Agachó la cabeza y caminó en círculos pasando por detrás mía.
-Ok, me parece justo. No pienso reclamar más el puesto; lo tendrá el quede verdad luche por él.
A continuación, se detuvo.
-Este es el trato: esta tarde, como es el primer día de clases, no tendremos que hacer nada extra. Te veo en el lado izquierdo del Estadio Central: nos enfrentaremos en un Duelo Meta. ¡Y que sepas que no te lo voy a poner fácil! -sonrió-. ¿Alguna duda?
-Sólo una -me giré hacia él-, ¿qué se hace en un Duelo Meta?
Se rió como si le hubieran contado un chiste muy bueno.
-¡Ni siquiera sabes cómo es un Duelo Meta! Vamos, tampoco quiero que seas tú la que me lo pongas fácil a mí... Mejor pide a alguien que te lo explique. Y mejor me voy a mi habitación a por los libros, que están todos allí...
Si yo me hubiera dejado los libros en la habitación no habría ido a por ellos con tanta lentitud. Tampoco me habría entretenido a mirar al cielo con los brazos tras la cabeza, digo yo. No debían de interesarle mucho estos libros...
Formamos un círculo entre todos los demás para poder hablar.
-¿Ves lo que dije? -insistió Teck-. Y luego soy yo el que debería callarse...
-¡Ah,vamos! Del no suele ir por ahí creyendo ser mejor que nadie -lo defendió Mirta-. Supongo que quiere darse importancia porque todavía no asume que ha dejado de ser capitán... ¡Debió de pensar que podía ser el mentor de Eria o algo parecido!
-¡Venga ya! ¿Mi mentor? ¿Y os parece que se quede entre los dos primeros puestos del equipo?
Todos parecieron un poco indecisos. Suponía que si las cosas no salían bien se podía pedir un cambio.
-Si ni siquiera me ha explicado lo que tengo que hacer... -reflexioné.
-Duelo meta: Enfrentamiento tradicional de la academia Golden Podium cuyas dos fases quedan decididas según las habilidades de los contrincantes -dijo Etsu.
-En fin, que os enfrentáis cara a cara dos veces: una con una prueba que se le dé bien a Delmet y otra que se te dé bien a ti -tradujo Bobby, al cual ya se le había pasado el susto-. ¿Te ves capaz?
-¿Capaz yo?
Incliné la cabeza y sonreí de forma pícara y algo siniestra.
-La más capaz -respondí firmemente.

Bueno, creo que me acabo de ganar un rival. ¿Podré estar lista a la hora de la verdad? Parece fácil ganar, pero nunca se sabe... Además, todavía queda para la tarde.

¿Cómo acabará toda esta historia?