Bueno, lo siguiente que voy a contar es algo...
"estático" para mi gusto.
No sé ni
por qué comencé esta conversación con aquella chica. Aun así, creo que esto
puede servir para conocerme un poco mejor. Quizás así estéis un poco más al
corriente de la historia, u os sirve como dato clave de ésta.
Pero, a continuación se complicaron las cosas...
Pero, a continuación se complicaron las cosas...
Capítulo 2
-¡Muy bien! Ya
que hemos acabado con la lectura, vamos a corregir los deberes.
No me acordaba
de lo que había mandado, pero sabía perfectamente que lo había hecho el día
anterior.
-Oye... ¿Qué
había de deberes?- preguntó mi compañero de al lado.
-Pues... No me
acuerdo- dije, dejándolo a cuadros. Supongo que yo era la única que NO
memorizaba el número de página. Ni del número de actividades. Lo veía excesivo.
Crucé las
piernas y me llevé los brazos tras la cabeza. Miré hacia el techo, haciendo
memoria.
-Era una página
del tema... que estábamos dando... Una página con una tabla de color amarillo
señalada con una flecha, ¿No? -titubeé.
-¡¿Alguien
necesita clases para aprender a sentarse bieeen?!- Me gritó la profesora.
Estuve a punto de caerme de la silla mientras intentaba corregir la postura. El
de al lado sonrió. Nos llevábamos... bien. Más o menos.
-¿Tus
debeeeres? -la profesora miró mi cuaderno. No pareció demasiado contenta cuando
vio que había hecho los ejercicios-. Bieeen, así me gusta preciosa.
Me dio rabia.
Lo de llamarme preciosa y lo de que tuviera que salirse con la suya, ambas
cosas. Me alegré de tener un motivo para que no tuviera que echarme una bronca.
Por suerte, a
los dos ejercicios corregidos sonó el timbre del recreo.
Llevaba un rato apoyada en mi árbol, con la mirada perdida en el mar. Así pasarían todos los recreos del resto del curso, por lo que podía ver...
Llevaba un rato apoyada en mi árbol, con la mirada perdida en el mar. Así pasarían todos los recreos del resto del curso, por lo que podía ver...
En ese momento
se me acercó una chica rubia de bote con una trenza y una camiseta rosa pálido,
además de una cortísima y estrechísima falda vaquera.
-¡Buenos días!
Te he visto aquí sola y he pensado que te gustaría... Bueno, hablar y todo eso.
¡Seguro que tienes un montón de cosas de las que hablar! ¡Pues como yo!
¿Quieres que te cuente algo?
-No gracias,
estoy bien aquí- Le respondí. Ya le había cortado el rollo.
-Ah, bueno,
pues vale -hubo una breve pausa de un par de minutos que a ella debieron de parecerle
años-. ¿Y por qué estás sola?
Buena pregunta.
La verdad es que caía bien a la mayoría de la gente. Aun así, no tenía ninguna
pandilla a la que pegarme. No me disgustaba.
-Soy muy
independiente -le respondí-. Además, mejor solo que mal acompañado. Esta
edad... Bueno, reduce los temas de conversación.
Unas chicas con
el pelo liso e idénticas entre sí pasaron hablando sobre si su mejor amiga
había roto ya con el rubiales de turno. ¿Hay que hablar de eso de forma
obligatoria siendo chica?
-¿No te parece
divertido y emocionante? ¡A mí me encanta estar al día!
Sí, divertido
sería, por la de idioteces que soltaban. Lo de emocionante... No lo tenía tan
claro. Tampoco me interesa estar al día... de esa forma.
Silencio.
-Y... ¿No se
acerca la gente a hablar contigo? ¿Como yo?
Otra pausa.
¿Debería darle un premio? No demasiada gente era amable conmigo. Más que nada
porque no tenía ninguna preferencia con respecto a grupos de personas.
-Yo... soy el
mar -dije mientras miraba fijamente hacia el horizonte. Veía el mar.
-Tú... ¿Qué?-
Preguntó. Esperaba que no lo entendiera. Era normal.
-Nada, una
cursilada que se me ocurrió un día. Olvídalo, me ha dado por decirlo en voz
alta.
-¡Ay! ¿Tú no
eras la que estaba siempre con aquel chico tan majo? ¿El que se fue del "cole"?
Casi todos los del instituto veníamos del colegio de al lado, así que conocíamos algunas cosas sobre los demás.
-Ah, si te
refieres al que sólo duró un año. Sí, supongo. Era mi mejor amigo.
-Y entonces...
¿Se fue?
-Le está bien
empleado. A mediados de curso se convirtió en alguien... distinto. Sólo se
preocupaba por sí mismo. ¡Hasta intentó quitarme del medio! Sabía que se iba y
me atacó por la espalda, a mí y a todos. Suerte que ya no lo voy a volver a
ver. Y yo que confiaba en él... Me lo había prometido...
No me podía
creer que se lo hubiera dicho TODO. Bueno, apreciaba que escuchase, no era tan
mala después de todo. Además, al fin y al cabo, en la vida no existe un botón
de deshacer.
-Oh... Qué
triste, ¿No? Y, ¿qué pasaría si volvieses a verlo? ¿Qué harías?
-No voy a
volver a verlo. Nunca. Estoy segura. Más le vale no encontrarse conmigo.
Sonó el timbre.
Sin despedirse, la alegre chica se alejó dando brincos. Suspiré. A veces, un
recuerdo es tan fuerte que el tiempo es incapaz de borrarlo. Y lo peor, los
malos recuerdos son los más difíciles de olvidar...
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