El equipo

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A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

18 mar 2013

4. ¡Aún quedan cabos por atar!

¡Uf! ¡Perdón por pasar tanto tiempo fuera! Lo bueno es que ya hemos vuelto. Mientras June vuelve cargada de energía (solo le queda controlarla) yo vuelvo agotada. Aún así, hoy continuaremos con la rutina.

Hemos decidido que a partir de ahora subiremos capítulos los viernes, debido a que, como es el último día de la semana, siempre hay un hueco para escribir. Si en alguna ocasión no podemos escribir, lo haremos previamente, o algo después. ¡Es agotador tratar de escribir un capítulo por día!

Continuemos con la historia, desde aquella ventana del capítulo 3:

Capítulo 4

Mientras caía, analizaba la situación. Bien.Te acabas de tirar desde un segundo piso de espalda delante de todo el curso. Nereida, esta vez te has superado.

Aunque el corazón me iba a mil revoluciones, sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Me calmé y me concentré. Ahí estaba el primer piso. Sólo un poco más...

Perfecto. Estaba a la altura ideal para mi maniobra. ¡Ahora!

Di una patada contra la pared, dando un par de vueltas de campana para quedarme en vertical. Unos cuantos giros sobre mi eje y mantuve la pared a mi espalda. Unos pocos metros antes de llegar al suelo, cerré los ojos. La caída. Ahora tenía que concentrarme de verdad.

Lo hice. Un salto mortal doblándome sobre mí misma y ya estaba. Tras caer de pie, rodé por el suelo hacia delante. Terminé con una rodilla clavada en el asfalto y la otra levantada. Llevé una mano hacia abajo, sujetando un objeto pequeño en ella que había estado a punto de caerse de mi bolsillo. El codo contrario lo tenía sobre la rodilla levantada. Me había quedado con una pose bastante buena...

¡Puntuación perfecta de cien sobre diez! ¡El público la aclama, señores! ¡Vitorean su nombre! ¡La adoran!

Se acabaron los chistes. Apenas llevaba milésimas de segundo en el suelo. En la posición en la que estaba, me di un pequeño impulso.

Y empecé a correr.

Eché la vista atrás. No sólo los del segundo piso se asomaban a mirar por la ventana; los de la primera planta también parecían haberse enterado de lo que se cocía por arriba.

Mientras corría, encendí mi móvil, el objeto que casi rompo. Tenía la corazonada de que iba a estar en apuros si no lo llevaba encima, y no me equivocaba. Era un pedazo de ladrillo sin conexión a internet que sólo servía para llamar, pero tampoco necesitaba más. 

Atravesaba el parque. Necesitaba llamar a mi tío para que rescatase mi mochila cuando fuese a por Stephie: me la había dejado arriba al hacer frente al gorila. 

Me agazapé tras un arbusto para recuperar el aliento. El móvil estaba comunicando cuando me pareció escuchar un ruido. Al principio no le di mucha importancia, pero cuando vi, uno, quién era, y dos, que se acercaba, corté la llamada. Era el gorila, con mi mochila y varios como él por detrás. 

¿Cuánto tiempo llevaba allí escondida intentando manejar las opciones del teléfono con la mano temblando? ¿Lo suficiente como para que me pillaran?

-¡La vi dirigiéndose hacia aquí! ¡Puede que ellos no me crean, pero estoy seguro de haberla visto! 
¡No puede estar lejos!

Perfecto. ¿A quién no creían ahora? A él, por supuesto. Aun así, tenían la mochila que yo debía recuperar.

Pasaron por mi lado. Cuando ya estaban lejos salí de mi escondite. Aunque intenté hacer el menor ruido posible, mis nervios me delataron; pisé una rama. Uno de ellos volvió la cabeza y me vio. 

Empezó a gritar como loco mientras sus amigotes se se unían a él.

-¡Ahí está! ¡No dejéis que se escape!

Salí de mi escondite y empecé a correr. Ellos eran más fuertes, pero yo era más rápida. Tenía poca resistencia, pero seguí corriendo. Salimos del parque hacia una parte más urbanizada. Cuando vi que les ganaba cada vez mas distancia, hasta me pareció divertido.

-¡No huyas, cobarde! ¡Tarde o temprano te pillaremos!

No me iban a pillar. En todo caso, tendría que ser al revés. Tenía que acercarme por la espalda para recuperar mi mochila, probando cualquier estrategia en la que no tuviera que cruzar una sola mirada con ese burro.

Les di esquinazo. Ya no podrían alcanzarme. Volví la cabeza sin dejar de correr. Reí.
Cuando volví a mirar al frente, ya era demasiado tarde.

Creo que os volvemos a dejar en ascuas. ¡No hay problema, este viernes seguiremos con los capítulos!

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