El equipo

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A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

22 mar 2013

5. ¡Buen golpe!

¡Lo prometido es deuda! Aunque Junie estaba ansiosa por subir de golpe -curioso, pega con el título-todo lo que tenía escrito, la he frenado un poco. ¿Qué gracia tendría si no?

En el capítulo anterior había conseguido sobrevivir a una caída de dos pisos, pero había perdido la mochila, como bien podéis recordar. ¡Ahora estaba en manos de mis perseguidores! Las cosas parecían poder arreglarse, ¡pero, como me pasa siempre, se tuercen!

Capítulo 5

No me dio tiempo ni a pensar el “quién” de la frase “quién habrá puesto ESO ahí”. Tampoco me dio tiempo a recalcular mis movimientos con una pirueta, ni a girar.

En el preciso momento en el que giré la cabeza por completo, acabé dándome de bruces contra una farola.

Noté un golpe seco contra mi cabeza. Perdí el equilibrio y caí al suelo de espaldas. Traté de abrir los ojos, pero no pude. Además, la larga carrera me había dejado sin aliento.

“¡Vamos, arriba! ¡Como no te levantes, el burro que te persigue te va a alcanzar!”

Pude abrir los ojos, pero no me sirvió de mucho. Lo veía todo borroso y dando vueltas a mi alrededor. Ni siquiera podía mover un músculo. Noté cómo vibraba la tierra bajo mi cuerpo. Eran pasos. ¡Me estaban alcanzando! ¡Tenía que darme prisa!

No era momento de quejarme. A pesar de que el dolor de cabeza no me dejaba ni pensar ni moverme, forcé todo mi cuerpo intentando levantarme. No dio resultado.

“A lo mejor puedo desplazarme... sin tener que levantarme”

Rodé por el suelo, ésta vez en horizontal. De esa forma, me aparté del camino. Reptando, me escondí tras un coche cercano que estaba aparcado cerca de la acera. 

Los brutos llegaron hacia donde yo estaba. Oía sus voces distorsionadas:

- ¡...Cerca! ¡...Huido! ¡...Aquí!...

Sus pasos secos era lo que más resonaba en mi cabeza. Pasado un rato, se fueron. Sí, tenía que recuperar mi mochila, pero pensé que lo mejor era evaluar los daños. 

Empecé a volver a respirar -con normalidad, al menos-. Cuando conseguí moverme, apoyé la espalda sobre el coche que me ocultaba. Me pase una mano por la frente. Noté por el tacto dónde me había dado el golpe. Genial, se me había quedado la marca. Por lo menos seguía consciente.

Pasé allí un rato hasta que me cansé de dejar margen de tiempo. Me dolía a rabiar la cabeza y todavía me tambaleaba al ponerme de pie. Apoyada en el coche, me coloqué la capucha. No estaba en condiciones de ponerme a perseguir a los que tenían mi mochila, pero, si no la recuperaba, sabía que me esperaría una buena al volver a casa.


...

Con la capucha calada y a paso animado, me dirigí hacia mi casa. Ya no sabía qué hacer. De momento, me colaría por una ventana para descansar un rato y buscaría a los matones luego. Seguro que podía localizarlos de alguna forma.

-¡Eh, cabezota! ¿Se te ha perdido algo?

Mira que suerte. Me sujeté la capucha mientras subía la cabeza. Era evidente, sabía que iban a pasar por allí. Ya había pensado en eso, pero el único plan que tenía para ese caso era... improvisar.

Dos gorilas a mi espalda y el jefe justo delante, con mi mochila en la mano. No podía enfrentarme a ellos. Eran más fuertes que yo y no estaba en condiciones de pelear. Lo principal: esquivar sus golpes, agarrar la mochila y buscar la forma de huir. Eso era todo.

Me levanté la capucha. Miré al de delante con el semblante serio. En cuanto me vio la marca de la frente, empezó a reírse como buen burro que era. Los otros también, a pesar de que yo les daba la espalda. Sólo reían porque su jefe lo estaba haciendo.

-¿Tanta confianza tenías cuando te tiraste por la ventana? La próxima vez que trates de matarte, intenta que te salga bien -dijo, acompañado de risas.

-A ti te habría salido a la primera.
Se puso serio; era evidente que yo tenía razón. Alerta, él sabía que no me andaba con chiquitas.

-Podría hacerte un pequeño favor. ¿Te gustaría que acabase de arreglarte la cara?

De forma inesperada, se acercó a mí a toda velocidad, empuñando mi mochila con un grito de guerra. Los de atrás le imitaron.

Salté sobre sus cabezas dando una patada hacia atrás. No tenia la misma habilidad que siempre. 

Caí de forma inestable. Adelanté una pierna y me apoyé en ella para no caer de rodillas.

El bruto pareció darse cuenta. Continuó la trayectoria de la mochila con un giro completo. Los otros dos, que se habían frenado en seco, fueron golpeados por ella. Me agaché para esquivarla. A diestra y siniestra, el bruto continuó dando bandazos con ella. La esquivé moviéndome hacia los lados, de vez en cuando con una pirueta básica.

-¿No sabes que es de malísima educación pegarle a una chica?

-Lo sé, pero tú... no cuentas. Estás como... en el medio -carcajada odiosa.

Aquello no iba bien. Una de las cosas de la que más tardaba en recuperarme era de mi dolor de cabeza, que empeoraba con cada movimiento brusco. Si no paraba de moverme, había un momento en el que no podría soportarlo. Me cansaba demasiado rápido para lo que estaba haciendo. Tenía que recuperar la mochila lo antes posible.

Dando una última voltereta, caí mirando hacia el camino que llevaba a casa, con los tres burros en medio. Yo no era la única que parecía cansada: mi rival también parecía estar aburriéndose de todo aquello. Debía tener cuidado; puede que tratase de usar su golpe de gracia.

Escuché un leve ruido. Creía reconocerlo: estábamos en medio de la carretera. Aunque por allí apenas pasasen coches, eso no quería decir que no lo hicieran.

Ahí fue cuando la cara de mi rival se iluminó con una sonrisa.


Es un capítulo algo corto, pero intenso. ¡Ya tenemos el siguiente preparado, y lo subiremos el viernes que viene!

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