El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

26 dic 2014

77. Cargamento pesado

Nota: aprender a no compadecerme de Ridley con tanta facilidad. Estoy llevándolo a cuestas sabiendo perfectamente que él no haría lo mismo por mí...

Capítulo 77
Tras una larga discusión en la que la tensión era palpable y yo tenía todas las de perder, me acabé viendo a mí misma llevando el cuerpo de Ridley a cuestas, con todos los demás caminando por delante. De vez en cuando, alguno giraba la cabeza hacia mí para fulminar a Ridley con la mirada, pero eso era todo. Nadie hablaba.
¿Aún seguían enfadados? Les había dado razones muy buenas para llevar a Ridley con nosotros: uno, podría encontrar el cañón o alguno de nuestros escondites si lo dejábamos por esa zona; dos, si no lo encontraban por la academia, Tank sospecharía al momento de nosotros; tres, puede que llevarlo nos consiguiera un punto a nuestro favor...
Di unas mil razones más por las que no nos convenía nada dejar a Ridley en medio del bosque, pero acabé sospechando que, si me habían dejado llevarlo con nosotros, era para que me callase la boca, no porque estuviesen realmente de acuerdo conmigo. Sólo me habían puesto una condición: puesto que yo era la interesada, me tocaba cargar con él.
Hacía bastante calor para ser otoño. Los pies ya me dolían un poco de andar, pero no me atreví a quejarme. Vi que Mia se había quedado justo detrás de mí aposta. Entonces, mientras íbamos caminando, noté que movía las manos rápidamente cerca de mi hombro. Podía oír una especie de chirrido.
-¿Qué estás tramando? -le pregunté. Ella rió por lo bajo, pero no contestó.
-Teck, creo que acabo de encontrar el rotulador que se había extraviado de tu caja de herramientas -observó entonces Etsu.
-¿Ah, sí? ¡Gracias! Pensaba que lo había perdido...
Ambos chicos, que habían caminado en silencio durante todo el rato, giraron la cabeza para mirar hacia nosotras.
-Bueno, gracias de todas formas -suspiró Teck al ver la sonrisa pícara que esbozaba Mia. Mejor no preguntar, se diría para sus adentros.
Al menos había conseguido que Delmet y Teck tuvieran algo en común: estar en mi contra. En medio de una tregua temporal, ambos seguían discutiendo pacíficamente. Etsu y Mirta preferían no entrometerse.
-Y, cuando por fin lo tiene delante, va y se arrepiente. Increíble... -soltaba Teck pasivamente.
-¡¿A que sí?! ¡Yo es que no lo entiendo! Ni siquiera sé para qué lo ayudamos...
-¡Eh, que os estoy oyendo! -repliqué-, Y que sepáis que no lo estamos ayudando; sólo vamos a moverlo de sitio.
-Sí, claro... -dijeron los dos a la vez, poniendo los ojos en blanco.
La tregua amenazaba con romperse en cualquier momento, por lo que había que disfrutarla: me imaginaba que Teck, sólo por cómo hablaba, aún le guardaba rencor a Delmet por otros mil motivos diferentes.
Puesto que Ridley podía despertarse en cualquier momento, tratamos de avanzar rápido. En realidad, tendría que haberse despertado hacía un buen rato. Vaya con Mia... Debía tener mucho cuidado con ella en adelante. ¿Quién hubiera podido decir que la chica tenía tanta fuerza?
En medio de mis pensamientos, escuché un leve murmullo. ¿Era a mí?
-¿Necesitas ayuda? -Oí preguntar a Mirta.
-No, gracias, ya puedo yo. No creo que nos quede mucho para llegar.
-Ah, vale. Eria, entre tú y yo... sé cómo te sientes. Me imagino que haberte encontrado con él de esta forma después de tantos años tiene que haber sido...
-No le encuentro palabras -la interrumpí-. De hecho, nunca he llegado a acostumbrarme a que no sea mi amigo. Fue todo tan rápido que ni me enteré...
-¿Cómo vas a hacerte amigo del malo? ¡No se puede! -exclamó Mia. No me había dado cuenta de que estaba escuchando.
-Fui su amiga... cuando era bueno. Verás, Mia... Nos conocimos el primer día de colegio. Me acerqué a él porque... bueno, irradia talento por los cuatro costados. Llamaba la atención, pero nadie se le acercaba. Yo fui la primera en hacerlo, pero el intento fue desastroso: había llovido, y acabé resbalando con un charco al intentar seguirlo. Se dio la vuelta, nos reímos, me ayudó a levantarme...
-Capi, vuelve -me interrumpió Mia antes de que me fuera por las ramas.
-Perdona -me disculpé, agitando la cabeza para espabilarme-. Siempre habíamos sido muy buenos amigos, pero un día eso empezó a cambiar... A mediados de curso, casi llegando a finales, vi que se comportaba de forma extraña: apenas hablaba y estaba muy serio, demasiado. Intenté preguntarle, pero sólo me contestaba de forma cortante. Estaba preocupada; solía pedirle a mi tío consejo, y él me repetía que, si nuestra amistad era verdadera, todo aquello quedaría en un bache. Imaginé que a... Ridley, eso. Imaginé que a Ridley se le pasaría todo con el tiempo, y así fue, pero no me esperaba que fuera para ponerse en mi contra al final, en aquella clase de Educación Física en la que trató de humillarme...
-¡Qué idiota! -gritó Mia, interrumpiéndome. Recé porque Ridley no se despertase.
-Has hecho una pausa antes de decir "Ridley" -observó Mirta-. ¿Es porque conoces su nombre completo?
-Sí, y el conoce el mío. A ver si va a ser un problema...
-No creo. En realidad, muchos de nosotros nos acabamos diciendo nuestros verdaderos nombres y lugar de origen a final de curso. Solemos hacerlo como gesto de unión y amistad, como quien le confía un secreto a alguien en quien cree. Usar un alias es algo que a muchos les puede parecer interesante o divertido, así que, si nos esforzamos por usarlos, es más por interés y costumbre que por cumplir.
-Entiendo. Pues sí que es un problema: él sabe mi nombre y yo no se lo he confiado. 
-¡Eh, las de atrás, que es para hoy! -nos llamó Delmet a distancia.
-¡Habla por ti, que no tienes un peso muerto echado a la espalda! -repliqué, un poco harta. Mirta sonrió.
Mientras nosotras hacíamos un esfuerzo por acelerar, Delmet se atrasó unos pasos para que pudiéramos alcanzarlo, eso sin dejar de vigilar que los demás chicos no le sacaran demasiada ventaja.
-¿Cotilleos de chicas? -preguntó con una mirada maliciosa.
-Algo así... -le sonrió Mirta. Delmet intentó rozar a Ridley con un dedo.
-¿Éste no se despierta? Pues si que tiene poco aguante...
O Mia tiene demasiada fuerza” pensé.
Si Delmet nos había esperado, era por Mirta. Esos dos eran tan amigos... Mia, mientras tanto, no desaprovechó la oportunidad: no paró ponerle ojitos tiernos al chico del casco mientras hablaba con su amiga.
Ya llegábamos. Hacía poco que, entre los primeros árboles del bosque, habían puesto una cinta de separación para impedirnos el paso; la cruzamos por debajo. Cuando me llegó el turno, tuve que pasar a Ridley al otro lado haciéndolo rodar por el suelo, y ahí fue cuando me di cuenta de lo que había estado haciendo Mia con el rotulador: le había pintado toda la cara sin apenas dejar un milímetro de piel sin decorar.
Contuve la risa. Ni Delmet ni Teck pudieron controlarse cuando lo vieron.
Ya que habíamos llegado, ¿qué debíamos hacer? ¿Dejarlo por ahí? Busqué un árbol cercano y traté de sentarlo de modo que su espalda estuviese en contacto con el tronco, pero era muy difícil hacer que no se cayese hacia un lado.
-Déjalo, capitana. Conque nos de tiempo a irnos... -me dijo Delmet.
-Si es que no se despierta antes, claro -le respondió una voz proveniente de la nada.
Dimos un respingo. ¿Quién había dicho eso? No creía que fuera nadie de nuestro equipo. En fin, quienquiera que fuera, estaba justo detrás nuestra.
Contuve la respiración y miré por encima de mi hombro. Allí estaba, asomando con curiosidad la cabeza, entre la gente de mi equipo. No, no podía ser...
Mystery nos había pillado.

La hemos liado, ¿verdad? Esperemos que en la próxima entrada no haya demasiados cuerpos que enterrar...

12 dic 2014

76. El cuerpo del delito

Que no os asuste el título; Ridley está en el suelo, pero está bien. Está estupendamente ahí, seguro. En fin, al menos ya no nos hace tanta falta ponernos a la defensiva...

Capítulo 76
Estaba pasmada. No sabía muy bien lo que pasaba, pero me lo imaginaba. Algo seguro: ya no era necesario darse tanta prisa, pues todos se habían detenido. Hacían señas a lo lejos... y Ridley no se movía.
Aunque me hubiera gustado llegar hasta allí cuanto antes, no pude: Mirta se había hecho un poco de daño cuando yo había intentado cubrirla, y ahora me tocaba responsabilizarme de ella. Me disculpé, la ayudé a levantarse y me aseguré de que no tropezara por el camino, aunque ella me insistió unas mil veces en que estaba bien, que no pasaba nada y que me agradecía que la hubiese protegido.
Y, por fin, pude verlo: fue como contemplar la escena de un crimen.
Todos seguían más o menos en el mismo sitio en el que estaban justo cuando había sucedido todo: Delmet agazapado en el suelo, Teck y Etsu algo más alejados... ¿Y Mia?
Sentí un escalofrío cuando la vi: sujetaba firmemente una rama bastante gruesa como si fuera un bate de béisbol y tenía a Ridley a sus pies. Tenía una sonrisa dibujada en la cara.
-Eso le pasa por tonto -sentenció.
No supe cómo reaccionar. ¿De verdad había sido Mia? Además, ¿debía alegrarme o preocuparme por el estado de Ridley?
-¿Señorita Jumps? Digo... ¿Eria? ¿Desea que le informe sobre lo que hemos sido capaces de divisar? -preguntó Etsu. La luz, reflejada en los cristales de sus gafas, hacía que no se le pudieran ver los ojos.
-Bueno, Etsu, no hay mucho que contar... -lo interrumpió Teck-. Mira, Mia le acaba de dar a Ridley en la cabeza con ese palo y lo ha dejado K.O. ella sola. Fin.
-¿A qué te refieres exactamente con K.O.? -pregunté, vigilando a Ridley.
-A un estado de inconsciencia -aclaró Etsu.
No me lo podía creer... Aún no habíamos tenido la oportunidad de derrotar a Ridley y ahora, en menos de dos minutos, Mia lo había dejado inconsciente de un solo golpe, sin ayuda de nadie.
-¿Tu has hecho esto, Mia? -le pregunté.
-¡Le estaba pegando a Delmet! -se quejó ella, agitando la rama que tenía en la mano hacia Ridley-. ¡Es malo! Entonces le pegué yo para que se estuviera quieto. ¡Es culpa suya!
Delmet rodó por el suelo para tratar de incorporarse. Mirta, como de costumbre, estaba a su lado.
-¡Menudo bruto! -se quejó el héroe-. Además, tenía muy mala idea dando patadas. Oye... ¿lo de Mia es verdad?
Mia aprovechó el momento en el que Delmet hizo la pregunta para soltar su arma y darle un abrazo. Como aún seguía aturdido por los golpes, no consiguió librarse de ella.
Quise mirar a Ridley. Era un tanto incómodo verlo así después de todo lo ocurrido. La última vez que nos habíamos encontrado había sido al terminar de limpiar los restos de la guerra de comida -ese día, a la hora de comer, habían dejado nuestras mesas separadas para que no se repitiera lo mismo que en el desayuno-. Tenía gracia... pero claro, cuando tuvo lugar aquello, mi rival estaba despierto. ¿Qué íbamos a hacer con él hasta que se espabilara?
-Por la magnitud del golpe, podría permanecer en ese estado durante un buen rato -observó Etsu.
-Ah, ¡Genial! -exclamó Delmet emocionado, apartando a Mia con el brazo extendido-. ¿Ves como todo ha salido bien? ¡Ahora es el momento de tu venganza, capitana! ¡Dale una patada o algo!
No era un mal consejo. Por fin era mío... Me acerqué cautelosamente a él con las manos metidas en los bolsillos. Cuando lo tuve a tiro, fue el momento: balanceé mi pierna hacia atrás, tomé impulso...
Y empujé suavemente a Ridley en la espalda, haciéndolo rodar por el suelo lentamente.
-Buf, ¿eso es todo? -replicó Teck-. ¡Pero si ni lo has rozado! ¿Y tus ganas de venganza?
Apreté los puños sin levantar la vista del suelo.
-No puedo... -gemí.
-¡Claro que puedes! Si puedes usar las piernas para dar las volteretas que das, podrás dar una patada, ¿no?
-¡Que no puedo! -repetí-. No puedo hacerlo, ¿vale?
Todos me miraron perplejos. No me creían... ni siquiera yo sabía qué pensar. Podría decir que Ridley era mi enemigo a muerte -casi literalmente-, mi mayor rival, alguien que se merecía más que ninguno un buen escarmiento por su actitud... pero no conseguía ver esa imagen de él. ¡Imposible! Lo único que veía a mis pies era el cuerpo de un chico al que conocía bastante bien: un antiguo amigo mío. Ahora que estaba inconsciente y su agresividad había desaparecido por completo, Ridley parecía indefenso frente a mí. ¡Era injusto!
-Aún tiene la misma cara que cuando éramos amigos -expliqué-. No sé si me entenderéis, pero lo siento.
-Oh, vaya... -lo lamentó Mirta-. Me imagino lo que puede ser para ti. Aún sientes algo por él, ¿no?
-¡Q-qué va! -tartamudeé-. ¡No es eso! Pero algo así... ¡No es lo que os imagináis!
-¿Ahora te da pena? -se quejó Delmet-.¡Vamos, capitana, no puedes decir eso! ¡Piensa en todo lo que nos ha hecho! 
-Vale... tienes razón. Mia, dale una patada por mí.
-¡No quiero! ¡Es mi héroe! ¡No pienso hacerle eso por nada del mundo!
-No, tonta, a Delmet no; a Ridley.
-¡Ah, sí, claro! ¡A ese sí!
Delmet se sonrojó al darse cuenta de que hablábamos de él por equivocación.
Mia lo pateó tres veces seguidas, bastante fuerte pero sin pasarse. En parte disfrutaba viéndola vengarse por mí, pero tuve que ser fuerte y tratar de olvidarme de que Ridley y yo habíamos sido amigos hacía ya unos años. Si no, no la habría dejado ni acercarse.
-Eria, vamos, ¿y esa falta de decisión en el último segundo? No me la explico...
-Yo tampoco, Teck, yo tampoco. Estaba completamente segura de que quería vengarme... hasta que me ha dado el bajón. Si me hubiera pillado esta ocasión en otro momento, a lo mejor...
-La mente humana está llena de sorpresas -concluyó Etsu bajando la cabeza con un gesto afirmativo.
De pronto, como si se hubiera espabilado de golpe, Delmet se lanzó a por Ridley, lo agarró por el cuello de la camisa -solía llevar ropa algo arreglada como fachada, para dar buena impresión antes de atacar por la espalda- y se lo acercó tanto que la visera del casco de Delmet rozaba un poco la frente del caído.
-¿Quién te has creído que eres, eh? ¿El rey del universo? Te prometo que la próxima vez que te vea...
Mirta se apresuró a sujetar a Delmet por los hombros antes de que la cosa fuera a peor. Él interpretó el gesto perfectamente y dejó caer el cuerpo de Ridley sobre el suelo, sin tener ningún cuidado.
Apreté los dientes con un gesto de dolor.
-Bueno, ahí se queda -resopló-. Mirta, vamos. Este tío no merece ninguna compasión.
-Ajá... -Mirta era un poco de mi opinión, y se había quedado sin palabras-. No te preocupes, Del, cálmate primero. Si quieres, puedo darte un masaje cuando lleguemos a la habitación, ¿vale?
-Bueno... -No dijo nada más, pero no fue porque la idea no le gustase (le vi la cara: tenía las mejillas al rojo vivo y sonreía como un idiota). Estuvo a punto de darse contra un árbol cuando se echó a andar. ¿Sería por Mirta o por el masaje?
Etsu, Teck y Mia también lo siguieron. Iba siendo hora de volver, y aún teníamos que ocultar el cañón y recuperar la caja de herramientas de Etsu y Teck. Siguieron caminando. De pronto, se pararon.
-¿Eri? ¡Eh, Eri!
Mia fue la primera en darse la vuelta, y con ella los demás. Si hubiera podido hacer una foto de sus caras...
-Seguid, que ya os pillo -respondí con un leve jadeo.
Nadie dijo palabra. Todos se limitaban a lanzarme miradas acusadoras.
-Oye... -dijo por fin Teck para romper el silencio incómodo-. ¿Qué hace el brazo de Ridley... sobre tus hombros?
Esbocé una sonrisa forzada, lo que no arregló nada. Qué incómodo. Tierra, trágame...
-Ah, había que dejarlo ahí tirado, ¿verdad? -dije, hablando más rápido que de costumbre.
-No lo harás... -escupió Delmet apretando los dientes-. ¿Llevarlo con nosotros? ¡Ni en broma!

Mi equipo va a acabar odiándome después de esto, pero ya que estoy siendo tan cabezota...

28 nov 2014

75. ¡A cañonazo limpio!

En el capítulo anterior nos quedó una cuenta pendiente: averiguar en qué se suponía que estaba pensando Delmet al decir que iba a probar el cañón. Da miedo imaginárselo teniendo a Ridley tan cerca...

Capítulo 75
-Eh, un momento, ¿no estarás pensando en...?
-¡Es justo en lo que estaba pensando, capitana! En cuanto llegue hasta él, lo inmovilizaré y haré que se trague todas sus palabras. ¡Es un plan perfecto!
Interpreté que, con “todas sus palabras”, Delmet se refería, en general, a la forma de hablar de Ridley.
-¿En serio? -se mofó Teck-. No me digas que lo vas a hacer de verdad... No sé por qué, no me extraña.
No le veía ni pies ni cabeza al plan. Si lo había interpretado bien, lo que estaba a punto de hacer Delmet era lanzarse desde el cañón hacia donde estaba Ridley. ¿Y luego? Se supone que Delmet lo inmovilizaría, pero no lo veía muy probable. Lo más seguro era que mi subcapitán acabase metido en otro lío...
-Creo que nos vamos a olvidar del plan de momento. ¿Delmet? -dije, y giré la cabeza hacia el cañón; el chico ya estaba dentro-. No me estás escuchando, ¿verdad?
Él no respondió, así que imaginé que la respuesta era un sí: no me estaba escuchando.
-No es buena idea -le expliqué-. Acercarnos a Ridley de esta forma sin tener un plan B no tiene ningún sentido. ¿Cómo se para este cacharro?
Aunque había oído a Teck llamar “cacharro” al cañón un par de veces antes, tanto él como Etsu parecieron un poco ofendidos cuando dije esta frase, pero permanecieron en silencio.
-No funciona con fuego por motivos evidentes, así que todo su mecanismo se controla a través de varios botones situados en el interior del tubo en el que se encuentra Legend -razonó Etsu.
-¿Sólo se puede controlar desde dentro? -solté-. Estamos perdidos...
-En realidad, es más una catapulta que un cañón -explicó Teck -. Imagina que va y se da contra un árbol.
Bueno... Por suerte, en ese momento, Ridley estaba en un punto en el que no había muchos árboles.
Mirta, que había permanecido callada durante un buen rato, exclamó por lo bajo:
-¡Tenemos que confiar en él! ¡Seguro que este plan acaba estupendamente!
-¡Eso digo yo, capi! -gritó Mia algo más fuerte. Menos mal que hacía un poco de viento y el murmullo tapaba nuestras voces; nos podrían haber oído. Aunque estos dos parecían bastante distraídos...
No ayudaba mucho que las chicas estuvieran de su parte. En fin... Delmet no nos haría caso igualmente, así que no nos quedaba otra. Lo mejor que podíamos hacer era cruzar los dedos y esperar...
-¿Llevas el paracaídas, Del? -preguntó Mirta
-Sí, como siempre -respondió Delmet. Su voz rebotaba contra las paredes del tubo con un eco metálico.
-Ten mucho cuidado... -le rogó, apartándose del cañón.
Me di cuenta de que, aunque Mirta parecía estar de parte de Delmet, no se la veía muy convencida del plan. Estaba preocupada.
-¡Apartad todos, voy a salir! -exclamó Delmet. El tubo ya se había girado y había empezado a inclinarse hacia Ridley. Oí a Delmet murmurar la "maniobra de combate" que estaba siguiendo, pero no entendí una sola palabra.
-No me apetece mirar... -dije, dándome la vuelta. Por el contrario, Mia lo animaba, Mirta no podía apartar los ojos del cañón y tanto Etsu como Teck vigilaban lo que Delmet hacía.
Vigilé a Ridley por el rabillo del ojo. Qué raro, ahora estaba solo... ¿Cómo es que todavía no se había dado cuenta de que estábamos allí? ¿Qué buscaba? Parecía a punto de irse...
-¡FUEGO! -exclamó Delmet.
Di un respingo. Oí un ruido sordo, acompañado de algún que otro grito de sorpresa. 
¿Ya?
Gire la cabeza lentamente hacia el cañón. El tubo estaba casi en horizontal... ¿Aquello era humo?
-¡Venga, Eria, menuda cara me has puesto! -se rió Teck-. Es por ese efecto, ¿verdad? ¡No es humo de verdad! ¿No has oído lo que Etsu ha dicho? El cañón no funciona con fuego. El bosque ya se habría incendiado si Delmet tuviera que prender una mecha cada vez que lo usara.
Pues menos mal -suspiré de alivio-. Hablando de él, ¿dónde está?
-¡Allí, mira! -exclamó Mia-. ¡Lo he visto, ha salido volando del cañón! ¡Mi héroe!
Pues sí, estaba con Ridley. Ahora que lo pensaba, tampoco se había lanzado a tanta distancia, teniendo en cuenta que su cañón, por lo que había entendido, podía llegar a alcanzar una potencia mucho mayor.
-Al final no ha usado el paracaídas... -se fijó Mirta, sonriendo con una mirada triste.
-El aterrizaje ha sido bastante peculiar, no tan desastroso como otras veces. Al alcanzar el punto exacto de caída, se ha defendido con una patada antes de llegar a tierra. -observó Etsu.
-Y la ha pifiado cuando ha sido Ridley el que lo ha acabado inmovilizando. -puntualizó Teck.
-¡¿Qué?! -gimió Mirta. ¡La chica podía oír a Teck! Pero lo ignoraba...
-Os lo dije -suspiré. Podía ver cómo Ridley y Delmet forcejeaban a distancia, no con mucha claridad.
-Tenemos que hacer algo -se lamentó Mirta tapándose la boca.
Teck giró la cabeza exageradamente, agitando su pelo de punta. Miró a Mirta a los ojos con aire seductor.
-Tarde; ahora mismo, mi labor es protegerte, como rosa que crece en el jardín de mi corazón...
Y... Teck cayó hacia atrás sin poder terminar su frase. Mirta debía de haberle puesto la zancadilla.
Mientras Teck se quejaba y Mirta trataba de hacerlo callar, Mia observaba la pelea entre Delmet y Ridley, apretando los puños entre emocionada y sorprendida. Etsu le hacía de comentarista:
-Ha conseguido evadirlo... Oh, vaya, ahora no lo consigue. ¡Suerte que lleva el casco! Intenta golpear a Ridley, pero él lo esquiva. Vaya, golpe bajo... parece que esto no va a acabar demasiado bien.
-¿Hola? ¡Eoo, que sigo aquí! -dije, alzando la voz para llamar la atención. Todos pararon lo que estaban haciendo para mirarme directamente-. No es por nada, pero os recuerdo que el subcapitán de nuestro equipo está recibiendo una paliza de campeonato mientras nosotros estamos aquí parados.
-¡Ah! -volvió a gemir Mirta. Le brillaban los ojos.
-No me hace mucha gracia tener que volver a sacarle las castañas del fuego, pero vamos a tener que echarle una mano... otra vez -dije cansinamente-. Esto es lo que vamos a hacer: Etsu y Teck, os acercaréis desde el fondo; pasad de largo y atacad por la espalda. Mia, Mirta, id por los lados. No actuéis a no ser que os dé una señal, ¿vale? Yo iré de frente
-Genial, otra vez a rescatarlo. Al menos, tal y como estamos ahora, somos un equipo fantástico... -suspiró Teck. Mirta lo miró con mala cara, escapando de su alcance antes de que él la tomara de la mano.
-Teck, deja los piropos para luego -lo hice callar, y él resopló-. Oye, ¿qué hacéis que todavía estáis aquí? ¡Vamos, salid, pero con sigilo!
Un poco sorprendidos por mi orden tan inmediata, todos se dividieron tal y como yo les había indicado.
No teníamos mucho tiempo. Mirta se quedó algo rezagada, pero parecía saber perfectamente su misión. Sin pensarlo, salí tan rápido como pude tras ella. Era agotador recorrer tanta distancia a esa velocidad, pero era lo que tenía que hacer.
-¡Ven a por mí si puedes! -grité para llamar la atención de Ridley, pero él no soltaba a su presa.
Al acercarme, vi de que acababa de mover su mano derecha con un gesto que reconocí en seguida. ¡Llevaba la pistola, y la apuntaba hacia Mirta! ¡No podía dejar que eso pasara!
Tomé carrerilla para dar un salto de los míos en marcha. Llegué hasta un árbol, me impulsé sobre su tronco y cubrí a Mirta antes de que ella se alejara.
Caímos pesadamente sobre el suelo, junto con algunas piedras que Ridley nos había lanzado. Ay, ¿cuánto alcance tenía ese chisme? Tenía que comprarme uno igual.
Pensaba que nos quedaríamos allí un buen rato, pero, de pronto... ¡nada!
¡No nos disparaban! Tenía que ser una broma. Ridley era incapaz de darnos tregua así por las buenas.
Traté de levantar la cabeza; tenía que haber pasado algo...
En ese momento, oí a Mia dar un grito de alegría. ¿Pero qué hacía? ¡Iba a fastidiar toda la operación!
Pero, en cuanto vi a Ridley en el suelo y completamente inmóvil, me hice una idea de lo que en realidad estaba pasando.

Ya hablaremos de esto en el siguiente capítulo. En serio, dejemos esto para luego. No sé como tomarme esta situación...

13 nov 2014

74. Piezas y más piezas

En este capítulo nos toca aguantar el montaje completo de una de las posesiones más preciadas de Delmet. Este chico está fatal de la cabeza... ¡Por favor, que sea leve!

Capítulo 74
Se veían las ganas que tenía Teck por terminar el cañón en que ni siquiera se había molestado en cambiarse de ropa para ponerse algo más fresco. En ese momento, Teck llevaba la que debía ser su camiseta favorita: una negra con un círculo verde en el centro y una etiqueta muy brillante (la había visto asomar alguna vez cerca de la nuca del chico) que delataba que la prenda era de marca. 
Era de manga corta, pero tenía cosidas unas mangas largas falsas -las cuales llevaba subidas en ese momento para trabajar- que simulaban que Teck llevaba debajo de la negra una segunda camiseta, blanca. Si al menos se hubiera puesto una de manga corta de verdad... Como las que solía llevar para salir a la calle, casi todas negras, o bien verdes. El color verde debía de gustarle mucho. Además, cualquier chica aficionada a la moda (como muchas de mi edad, sin contarme a mí) habría observado que el verde “resaltaba” los ojos claros de Teck (Grises, con finas líneas que iban desde sus pupilas hasta el borde de su iris).
¿Que por qué conozco tantos detalles? Soy observadora... y tampoco es que tuviera algo mejor que hacer mientras “los currantes” trabajaban, así que verlos actuar era mi mayor entretenimiento. Sí, los tenía delante...
Mientras tanto, Etsu inclinaba un poco la cabeza hacia lo que Teck tenía en las manos para ir diciéndole lo que tenía que hacer. Tampoco es que el segundo chico llevase mejor ropa para aguantar el calor... Como era habitual, Etsu llevaba puesto un conjunto demasiado formal y excesivo para la ocasión. Llevaba una camisa del estilo de la de Teck (con mangas falsas a las que solía darle varias vueltas) pero entera blanca, con una corbata azul marino anudada al cuello del mismo color que una especie de dobladillo que le asomaba por debajo. ¿Más cosidos falsos? Ya veía otra cosa más que esos dos tenían en común...
Al bajar la cabeza, el mechón en forma de interrogación que Etsu tenía sobre ella rebotó de una forma bastante peculiar.
-Ahora tienes que terminar el mecanismo. Esta parte puede ser delicada, así que ten cuidado.
Teck, de rodillas, empezó a juntar lentamente la pieza que tenía en la mano con lo ya montado.
Pero, cómo no... Delmet no vio mejor momento para arrimar la cabeza.
-¡Venga, venga, venga, que ya lo tenéis casi montado! ¡VAMOS!
El último grito sorprendió a Teck quien, sobresaltado, giró la muñeca  en el último momento. La pieza se unió al resto sin problema, sí, pero una de las que estaban ya colocadas saltó por los aires, dio contra un árbol y rodó por el suelo a unos cinco metros de nosotros. Uno de los lados del cañón se terminó derrumbando.
-¿Me lo cargo, me lo cargo? -preguntó Teck apretando los puños.
Al ver que Etsu se encogía de hombros, el mecánico se levantó de golpe y salió a correr tras el chico del casco sin hacer el más mínimo esfuerzo por contenerse.
Una vez que ambos hubieron perdido entre los árboles, Etsu suspiró.
-Esto nos va a llevar más de lo que yo pensaba... -dijo.
Pues vaya... Jetwick nos estaba esperando en el edificio y no quería tardar mucho para pasar algo de tiempo los tres juntos. Pero allí estábamos Mia y yo, en el bosque. Gracias, Mia, por ser fiel a Delmet.
Al principio Jetwick tenía toda la intención de dejarnos allí "tiradas", pero luego se había ofrecido a acompañarnos; era incapaz de fallarnos. Como sabía que a mi amigo no le apetecía nada venir a ver cómo montaban el cañón (porque a mí me pasaba lo mismo), me compadecí de él y lo mandé a decirle a Tiffany, la novia de Teck, que iba a estar ocupado esa tarde por culpa de Delmet.
-Sé que vas a ser breve, no lo dudo, pero mejor que salgas corriendo en cuanto entregues el mensaje -le había avisado Teck al enterarse de que Jetwick iba a ser su mensajero-. Mi chica tiene bastante carácter...
Menos mal que teníamos a Jetwick y a Bobby: Tiffany, según Teck, no aguantaría que una chica le comunicara ningún mensaje sobre “su amor” debido a lo extremadamente celosa que era. A la que más vigilaba era a Mirta, cómo no, pero también nos tenía rencor a las demás del F-06. “Claro, como ella está en un equipo femenino y yo en uno mixto...” había supuesto Teck poniendo los ojos en blanco.
Pues vaya plan. Tener novio con mi edad no parecía de lo más adecuado. Já... Creo que prefería “ser libre”.
Hacía un rato que Teck había dejado de perseguir a Delmet y el cañón había empezado a avanzar de verdad. ¡Por fin! Sólo un par de piezas más y estaría acabado. ¿De dónde habrían sacado tanta pieza?
Ahora sólo quedaba que Delmet no incordiase.
-Mia -le susurré a mi amiga-, creo que Delmet se merece un buen abrazo.
Ella no se lo pensó dos veces: corrió hacia su ídolo y lo rodeó con los brazos. Delmet no la vio venir y luchó con todas sus fuerzas poder respirar, pero ya era demasiado tarde para huir.
Etsu y Teck aprovecharon que Delmet estaba inmovilizado para colocar las últimas piezas. ¡Bien! Justo como había planeado.
-¡Por fin! -exclamó Teck en medio de un suspiro-. Héroe, tu trasto ya esta montado.
Mia soltó a Delmet y, emocionada, se llevó las manos a las mejillas mientras admiraba el cañón. Delmet, ya libre, se tambaleó uno segundos y volvió la vista en la misma dirección.
¡Ahí estaba! El tubo del cañón, decorado con estrellas y franjas blancas, rojas y azules era lo suficientemente ancho como para que alguien como Delmet pudiera meterse dentro. A simple vista el aparato parecía de juguete, pero de cerca se notaba que no estaba hecho de plástico barato.
-¿Se puede usar ya? -preguntó Delmet con impaciencia.
-Hasta que te rompas los dos brazos -asintió Teck, echado sobre la máquina con los brazos cruzados.
Antes de que decidiera probarlo, Mia y yo nos acercamos un poco más.
-Pensaba que todo esto era una broma... ¿En serio Delmet usa esta cosa?
-¿No recuerdas que decía que ser hombre-bala era su pasatiempo? -me recordó Teck-. Pues no mentía.
Se me abrieron los ojos como platos en cuanto asimilé toda la información que me estaba llegando.
-¿Se lanza desde ahí? Pe- pero ¿no le pasa nada? Quiero decir, esto tiene muy mala pinta...
-No le hemos incluido mucho alcance al cañón, así que apenas suele elevarse un par de metros -me explicó Etsu-. En cuanto su velocidad disminuye, lo que Delmet suele hacer es abrir su paracaídas (también diseñado por nosotros dos) por lo que no es habitual que tenga accidentes. De hecho, hay veces en las que ni lo necesita.
-Es más, ¡Creo que cualquiera que tuviera un poco de cuidado podría utilizar este chisme! -rió Teck, dando un par de palmaditas al cañón-. ¿Y si lo patentamos como atracción de feria?
De pronto empecé a oír rápidas pisadas de alguien que se nos acercaba corriendo. Me tranquilicé al ver que era Mirta la que venía.
-¡Por fin está listo! -observó.
-Qué va, es un decorado. Si lo tocas, el cartón se cae -sonrió Teck.
Yo también sonreí. Era el tipo de chistes que solía contar Bobby; Teck debía de llevarse bien con él. Mirta lo ignoró.
-Tienes que sentirte genial en este momento, Del.
-¡Pues claro! -respondió el intrépido-. ¿Y sabes qué es lo mejor? ¡Que podemos estrenarlo ahora mismo!
Mirta asintió con una sonrisa, pero la noté un poco nerviosa ante la idea...
Un momento, pisadas de nuevo. Tenía que ser alguien más del equipo... ¿Jetwick?
No, estas pisadas se oían mucho más lejos. Tenía que haber alguien más por la zona.
No sólo yo me di cuenta de lo que pasaba: los demás también se habían quedado en silencio para averiguar de dónde venían los pasos.
Etsu señaló un punto entre los árboles: había una sombra entre ellos. Era una chica. ¿Mystery? No, por favor, ella no...
Tal y como esperaba, no estaba sola: Ridley, de espaldas a nosotros, la acompañaba.
Abrí y cerré los puños para calmarme. No funcionó.
-Sujetadme antes de que me lance a por él -les advertí.
Intenté echarme a correr hacia Ridley, pero Mia me inmovilizó con uno de sus abrazos. Luché por liberarme; me costaba respirar...
-Tengo una idea mejor, capitana -dijo Delmet con una sonrisa maliciosa, como a un niño al que se le acaba de ocurrir una travesura.
-Ilumínanos con tu sabiduría -se mofó Teck, esquivando la bofetada que intentó darle Mirta.
-Ya verás -continuó-. Esta temporada, ya que nos pilla la ocasión, ¿por qué no enseñarle al rubio ese de lo que es capaz nuestro nuevo “juguete”?

Como decía, menudas ideas se le pasan a este chico por la cabeza.
Ya veréis en el siguiente capítulo lo que pretende...

31 oct 2014

73. Una vía de salida... ¿hacia dónde?

Este año no hemos podido hacer lo del especial... Y por un motivo muy tonto: no sabíamos cómo cuadrar los capítulos con los días que teníamos para publicar. Fallo.
No hay problema, el especial está prácticamente terminado. El problema es... que vais a tener que esperar hasta el año que viene. ¡Lo sentimos!
Lo último que había ocurrido era que Delmet había traído consigo algo un tanto... sospechosos.

Capítulo 73 
¡Adivina lo que traigo, colega del alma! -exclamó Delmet a Teck con alegría-. ¡Justo lo que me habías encargado!
-¡Si yo no te he encargado nada, idiota! -le replicó él, ofendido.
-Oh, ¿ahora no te acuerdas? ¡Vamos, no me mientas ahora! Verás cómo lo disfrutas en cuanto lo veas...
Delmet colocó las tres cajas sobre una mesa mientras Teck las seguía atentamente con la mirada.
-¿Qué son? -le pregunté a Teck.
-¿Y crees que lo sé? ¡Ha sido ÉL el que se ha empeñado en llenar mi habitación con cosas inútiles!
-¿Inútiles dices? -sonrió Delmet-. Bueno, entonces me las llevo...
-¡NO! Esto, quiero decir... ¡quieto! -gritó Teck, extendiendo un brazo hacia Delmet.
-Oye, si Teck no las quiere, creo que me las podría quedar yo... -se ofreció Bobby.
-¿Pero QUÉ se supone que son? -le susurré a Bobby.
-Si son lo que yo creo... las tres películas de “¡Menuda Ola!” -me respondió mientras Teck seguía discutiendo con Delmet-. Las más veraniegas de la década. Y, como no, con actrices de primera...
Imaginé a Teck mirando fijamente la pantalla de televisión, sin parpadear para no perderse ni un detalle, mientras contemplaba a cada una de las actrices que aparecían luciendo bañador en la película. Dicho así, lo veía algo muy típico suyo...
Teck se detuvo cerca de la mesa donde estaban las cajas y las observó mientras se le escapaba una sonrisa bobalicona y se le encendían las mejillas.
-Pero claro, todo tiene un precio... -lo interrumpió Delmet, frotando sus dedos para simbolizar la palabra “precio”-. Y creo que ya sabes lo que te voy a pedir.
-¿Un billete para el Expreso Quinto Pino? -preguntó Teck, irritado.
-Nope. Incorrecto. Lo que te iba a pedir era... ¡que me montaras el cañón!
-¿Y crees que no lo recordaba cuando TÚ no has parado de darme la lata con el condenado cañón?
-Bueeeno, si no me lo montas no pasa nada: me llevo las películas y me largo. Tú decides.
Teck parecía estar en un apuro por culpa de lo que Delmet le estaba haciendo pasar. Con las mejillas al rojo vivo y con cara de estar pasándolo bastante mal, echó un vistazo a las cajas.
-Tú ganas -se rindió-. Pero las películas se quedan ahí.
Delmet no cabía en sí de gozo... ¡había triunfado!
-¡El bien siempre gana! -repetía una y otra vez mientras brincaba por la habitación.
Mirta se acercó a su amigo; ambos dieron vueltas sobre la alfombra sujetándose por los brazos.
-¡Vas a tener tu cañón, por fin! -rió Mirta.
Mientras tanto, Etsu dio a Teck un par de palmaditas en la espalda para animarlo. ¡Lástima!
-Cuando las pongáis, avisadme -dijo Bobby a Teck, señalando las películas disimuladamente.
Vaya, y pensar que hacía nada que en la habitación reinaba el orden... Hora de volver a él.
-Chicos, siento interrumpir... pero tenemos que hablar sobre lo que ha hecho cada grupo durante todo este tiempo. ¿Alguien se dispone a empezar?
-¡NO TOQUES ESO! -gritó Teck en dirección a sus películas; Imala, quien había estado pasando cuidadosamente un dedo por encima de una de las cajas, se agazapó rápidamente bajo la mesa.
Carraspeé para llamar la atención.
-Como decía... Tenemos que hablar sobre lo que hemos estado haciendo por grupos. ¿Voluntarios?
Mia levantó frenéticamente la mano.
-¡Tenemos algo genial! ¡Los pasillitos!
-”Pasadizos”... -la corrigió Mirta dulcemente.
-Como sea -dijo Mia agitando una mano-. ¡Tenemos muchos nuevos!
-El “atajo” estaba demasiado a la vista, así que pasamos de él y lo tapamos -sonrió Delmet ampliamente.
-Pero hemos descubierto algo sorprendente de verdad -susuró Mirta-: ¡un paso subterráneo!
Todos los miembros del equipo lanzaron una exclamación al oír esto.
-Y... ¿adónde lleva? -pregunté.
-Al otro lado del río -respondió Mirta-. Y hemos podido construir un puente con algunas piedras para cruzar a la zona secreta.
-”Zona secreta”... ¿Para qué gastar tanta saliva? ¡Necesitamos un nombre para eso! -puntualizó Bobby.
El Aro de Fuego! -exclamó Delmet.
-Propongo que, en honor a la zona central del campamento abekani, esta zona sea llamada “El Anillo” de ahora en adelante -sugirió Imala.
-El Anillo... ¡Suena interesante, y además es corto! ¿Nos quedamos con ese nombre? -pregunté.
Todos menos Delmet asintieron.
-Ejem, El Aro de Fuego... -repitió.
-¡Venga ya, Delmet, si ese nombre es casi mas largo que el que teníamos antes! Creo que, con tener un nombre corto y fácil de memorizar...
-Allá vosotros -me interrumpió-. Pero la próxima vez que hagamos esto, decido yo el nombre.
¡Vaya, hombre! Delmet sabía de encerronas como si se hubiera leído un libro para expertos sobre ellas.
-Lo que tú digas... -suspiré-. Mirta, continúa.
-Hay algo aún mas sorprendente aún -siguió ella-. Y es que, en el mismo túnel, ¡la vía se bifurca!
-¿Eh? -preguntó Mia extrañada-. Eri, ¿qué significa bi- “bicurfar”? Me suena.
-Bifurcar -la corregí-. Quiere decir que el camino se divide en dos.
-¡Ah, sí! -recordó-. Ya sé. Sí, el camino tiene dos pasillos. ¡Como una letra "Y" pocha!
-¿Y a que no adivináis por dónde sale el camino que va a la derecha? -preguntó Delmet sonriente.
-¡A los baños! -se animó a decir Bobby, levantando el dedo-. Era por si colaba...
A Mirta le brillaron los ojos de la emoción.
-¡Va justo detrás del muro que rodea la academia! ¡Tenemos otra vía al exterior!
No pudimos contener una segunda exclamación al oír esto.
-Y... ¿dónde se encuentra el principio del túnel? -susurré, haciendo que los demás también bajaran la voz.
-En el lado derecho del patio que da a la calle, si se mira hacia el edificio de frente -susurró también-. El túnel es, en verdad, una red de alcantarillado muy simple. Si se retira el cubo de basura de ese lado...
El timbre que anunciaba la hora de comer nos interrumpió.
-Lo comprobaremos otro día. ¡Buen trabajo, equipo! ¡Esta tarde os la dejo libre, os la merecéis!
Todos corrieron hacia la puerta vitoreando y dando palmas, Bobby el primero. Cómo se notaba que, para lo que quería, se daba toda la prisa del mundo...
Todos estaban contentos. ¡Todos menos Teck!
Etsu le puso una mano sobre el hombro.
-Te supervisaré. ¡No creo que se tarden más de veinte minutos en construir ese cañón! -lo animó.
-Bueno, supongo que ya no hay otra... -suspiró Teck.
Vi que Mia y Jetwick me habían estado esperando. Salí con ellos, contenta de tenerlos cerca.
-¡Tenemos que ir a verlo, Eri! -exclamó de repente Mia aferrándose a mi brazo.
-¿Qué? Creo que me he perdido... -dije, algo confusa.
-¡El cañón! ¡Tenemos que ver a Delmet utilizándolo! ¡Porfa, porfa! ¡Prometido!
-¿QUÉ? ¡NO! Esto... yo...
Pero no tenía ninguna excusa con la que zafarme de Mia. Resignada, asentí con la cabeza, y esta vez tuvo que ser Jetwick el que me diera palmaditas en la espalda.
Ya me habían planificado la tarde. Tierra, trágame...

Total, me toca estar ocupada. ¡A ver lo que pasa!

17 oct 2014

72. Tres estrategas, un laboratorio

Tras dividir nuestro equipo en tres grupos, nos entregamos con dedicación para cumplir con lo que teníamos asignado. Decidí participar en el grupo que planificaba las estrategias. Era hora de empezar:

Capítulo 72
El grupo de investigación ya se había marchado, por lo que quedábamos dos grupos. 
Etsu, al igual que la vez anterior, colocó la palma de la mano en una de las paredes de la habitación, repitiendo la contraseña que daba paso a las escaleras. Al intentar oírla, sospeché que la palabra que había dicho estaba en otro idioma, ya que se me olvidó en cuanto intenté pronunciarla.
Esta vez, al atravesar el pasillo, distraje a Bobby tanto como pude para que no se asustara. Le hice un favor sí, pero se lo hice por pena y para evitar que se quejara durante todo el camino. Es decir, que mis motivos fueron un poco egoístas.
Llegamos al laboratorio (o taller) en el que terminaba el túnel y nos despedimos del grupo de material justo antes de que se fueran al garaje. Ahora Jetwick, Etsu y yo estábamos solos.
-He pensado que este lugar sería mucho más tranquilo y seguro para planificar nuestras estrategias -aclaró Etsu, ajustándose sus gafas redondas con un dedo-. Espero haber acertado.
No tardamos en empezar a trabajar, y enseguida me reconocí el mérito que tenía al haber formado los grupos así de bien. ¡Etsu era un genio! Pensaba que nos iba a costar ver por dónde empezar, pero gracias a él no nos detuvimos ni un instante.
-Teniendo en cuenta la estrategia que ha planeado en la que indica que reservemos lo mejor de nuestras propias habilidades, sugiero que tratemos este tema con algo más de profundidad... -fue una de sus ideas-. Y, ya puestos, ¿Por qué no enfocar esta estrategia desde otra perspectiva? Lo que deberíamos hacer es centrarnos en un todo. De esa forma, haremos que cada uno de los miembros de nuestro equipo domine distintos ámbitos deportivos para así defenderse con una mayor naturalidad durante una competición.
Me costaba seguir a Etsu entre tanta palabra, pero me imaginaba lo que pretendía hacer.
-Entonces... lo que dices es que deberíamos entrenar a cada miembro de nuestro equipo para que sepa un poco de todo, ¿no?
-Precisamente. Y opino que todos deberían mostrar sus habilidades al resto. Lo básico, por supuesto. En ese caso, si por un casual cualquiera de nosotros necesitara refuerzos, no tendríamos más que ir en su ayuda mientras la persona en cuestión utiliza las técnicas más avanzadas que no haya deseado compartir.
Vi por el rabillo del ojo cómo Jetwick resumía lo que íbamos diciendo en un trozo de papel.
-Entiendo -dije-. ¿Tienes algo más?
-La verdad, también creo que, sea cual sea la estrategia enemiga, debemos transformarla en algo de nuestra propiedad, puede que incluso teniendo que imitar a los contrarios para causar confusión.
-Darles un poco de su propia medicina... ¡Oye, esa idea me gusta!
-Pero también implica dar giros inesperados con tal de hacernos con el mando... Ajustarnos a ellos milímetro a milímetro, para ser exactos.
-Entonces dices que, pase lo que pase, tenemos que controlar la situación...
-...como si nos perteneciera desde el primer momento -terminó diciendo él-. Y, Eria, tenga cuidado con...
-Ah... -bajé las manos. No me había dado cuenta, pero había estado todo el tiempo haciendo girar un pequeño destornillador que había sobre la mesa de trabajo-. Lo siento.
Etsu dio un montón de ideas más, cada una más brillante que la anterior, pero había algo que faltaba en todas ellas... no sabía decir muy bien el qué, pero aún había algo que nos quedaba por solucionar. Además, me iba a explotar la cabeza con tanto vocabulario técnico y formal...
-¿Señorita Jumps? ¿Capitana? La noto un tanto ausente.
-Bueno, no es nada... Etsu, tus ideas son geniales, pero creo que aún necesitamos algo que las mueva. ¡Y deja las formalidades conmigo! ¡Llámame Eria y ya está!
-De acuerdo... Eria -lo dijo como si le ardiera la garganta al pronunciar mi nombre de pila-. ¿Qué crees que falta en nuestra planificación? ¿Quizás una actitud determinada?
-Algo así. Necesitamos hacer que nuestro equipo dé una imagen a la hora de actuar.
-¿Como parecer intimidados o acobardados cuando realmente no es así?
-No -nos interrumpió Jetwick, levantándose muy serio-. Dar miedo.
Etsu y yo nos detuvimos a mirarlo unos segundos. El fluorescente que había sobre nuestras cabezas parpadeó, haciendo que la luz blanca rebotara contra las paredes metálicas del laboratorio.
-¿Intentar dar miedo a los contrarios? ¿Te refieres a eso?-pregunté.
-Claro... Debemos razonar como nuestros rivales, ¿no es cierto? -reflexionó Etsu-. ¿Y por qué no crearles cierto respeto a través del miedo? Esto implicaría demostrar nuestro potencial durante los próximos partidos en pequeñas dosis y durante un corto intervalo de tiempo, pero siempre sin llegar al punto máximo de nuestras capacidades...
-A mí la idea me gusta -dije-. Tiene relación con eso de meternos en la piel del rival. ¡Actuaremos como ellos y les atacaremos por la espalda, siempre con el control de la situación! Nos va a hacer falta mucha confianza en nosotros mismos para dar esa imagen, pero no creo que tardemos en aprender y acostumbrarnos.
-Estoy de acuerdo -afirmó Etsu-. Si me permitís... Creo que he hablado demasiado, así que mi próxima idea es ir compartiendo nuestras ocurrencias por escrito -sugirió Etsu. Creo que había averiguado lo mucho que me costaba seguirlo, a pesar de sus ideas geniales. Me sentía un poco culpable.
A partir de ese momento, nos movimos incluso más rápido que antes. Dicen que lo bueno, si breve, dos veces bueno. ¡Qué razón tenía el inventor de este dicho!
Ni era la hora de comer y ya habíamos terminado. Y, encima, los primeros.
Ahora estábamos sentados sobre la alfombra de la habitación de Etsu y Teck, esperando a los demás.
-Un trabajo genial -reconocí-. Entre las ideas brillantes que has dado tú, Etsu, y tus adaptaciones, Jetwick, nos ha quedado un plan bastante apañado.
Y ya estaban los dos chicos dándome las gracias por los cumplidos y quitándose importancia. Típico.
Los grupos que faltaban llegaron casi al mismo tiempo, todos satisfechos con su labor.
-Mirad lo que traemos... -nos mostró Teck: un par de cajas llenas de “material”. Una vez que los tres miembros de este grupo las hubieron soltado en el suelo, sacó algunas varillas de una de ellas; unas de goma, otras de plástico con la punta de algodón...
-Había modelos de sobra, como podéis comprobar... -nos enseñó-. ¡Uno para cada ocasión!
-¡Eh, eh! -chilló Mia para llamar nuestra atención-. ¡Tenemos nuevos pasillitos para ir al sitio supersecreto del bosque! ¡Y verás qué genial lo que hemos descubierto por ahí!
-Creo que quiere decir “pasadizos”... -rió Mirta apaciblemente.
-Me parece genial, pero... chicas, ¿dónde se ha metido Delmet? ¿No estaba con vosotras, Mirta?
-Pues sí. Dijo que no tardaría en venir.
-Muy bien, pues lo esperamos. Pero tengo que decir... que hemos decidido muchas más estrategias de las que yo me esperaba en un principio -dije-. Siendo sincera, no sé muy bien por donde deberíamos empezar... Pero sí que tenemos una cosa clara: es fundamental que nuestro equipo pase del todos al uno. Es normal que haya conflictos, que no todos nos llevemos igual de bien... Pero lo básico como equipo es contar con los otros en las dificultades, ¿vale? ¡Unirnos cuando veamos que la cosa se pone fea!
-Y nuestra querida parodia del Capitán América se acaba de perder tu hermoso discurso -ironizó Teck. Oí resoplar a Mirta poco después, e incluso escuché cómo la chica le pedía a Teck que se callara.
Pero, segundos después, el rey de la ironía no tuvo más remedio que tragarse sus palabras.
-¡Creo que he pillado algo de lo que estabas diciendo, capitana! -oí decir a alguien tras la puerta-.Vaya, deberíais haber escuchado cómo sonaba su voz desde allí: chillona, pero con fuerza...
Traté de ignorar el comentario sin ponerme a la defensiva. No fue tan difícil, pues lo que llevaba Delmet en las manos en ese momento desvió mi atención. Creo que eran cajas de CDs o algo así.
¿Era yo, o Teck acababa de poner los ojos como platos?

Mejor no hacerse muchas preguntas. ¡Averiguaremos muy pronto lo que se traen éstos dos entre manos!

2 oct 2014

71. Seamos discretos...

Decidido: vamos a ir poniendo bajo el título del blog la fecha en la que se va a publicar el siguiente capítulo.
Antes vimos que el nuevo compañero de Jetwick... nos había hecho una faena sólo con aparecer (de nuevo). Sí, Ridley Left. No me los imagino juntos.

Capítulo 71
Y otra vez. Dicen que el mal nunca descansa; qué razón tenía quienquiera que lo dijera por primera vez...
No, nada de hundirse ahora. Ya tenía las pilas cargadas, y sentía más determinación que nunca. Mis nervios se iban disipando al quedar la duda resuelta.
-Bueno, pues no nos queda otra. Vamos a tener que ir con mucho cuidado por culpa de esto...
-Perdonad mi interrupción -intervino Etsu-. Pero opino que, desde su situación, Left podría obtener una gran cantidad de información si se aproxima a la fuente adecuada. Es decir, que nos encontraríamos nada más y nada menos que frente a...
-¡Un espía! -exclamó Teck, completando la frase.
No podía creerlo... ¡Necesitábamos urgentemente una estrategia! Lo malo es que, con la sorpresa, lo único que se oía era un murmullo de indecisión...
-Un momento -nos interrumpió Mirta delicadamente-. Si él puede espiarnos a nosotros...
-¿...por qué no nosotros a él? -terminó la frase Delmet-. ¡Oye, Mirta, qué idea más buena!
Oí un murmullo de aprobación. A mí también me gustaba eso de darle la vuelta a la tortilla.
-¡La idea es suya, la he oído comentar en voz baja! -sonrió Delmet ampliamente-. Ya era hora de que dejaras de darle vueltas y la dijeras en alto... -le sonrió Delmet a Mirta, haciendo que la chica se sintiera complacida.
-¿Cómo es que eres tan contenida cuando quieres? -pregunté, siendo un poco descarada.
-¿Contenida? -rió Delmet-. ¡Cómo se nota que no la has visto lo suficiente en una pista de carreras! ¡Ahí sí que no hay quien la pare, y es capaz de cualquier cosa para adelantar!
-Sería genial que también fuese un poco más así fuera de la pista ¿verdad? -dije a Delmet, mirando a Mirta de reojo para que me oyera con claridad. Ella sonrió tímidamente. Le estábamos sacando los colores.
-Bien... -continué-. No va a ser fácil, pero eso es lo que vamos a hacer: espiarles si vemos que nos espían. Esto entra en la estrategia que vamos a planear esta tarde. Jetwick, ¿podrás hacerlo?
Mi amigo pareció conforme, convirtiendo la furia que sentía en atrevimiento. Se lo veía con ganas.
-Y se me ocurren algunas estrategias más... como por ejemplo, la que ha usado hoy mismo Estu en la pelea -al oír su nombre, Estu bajó la cabeza para ajustarse las gafas, ocultando como pudo sus mejillas algo encendidas-. La de reservar todo nuestro potencial para situaciones de verdadera necesidad.
Mis compañeros levantaron la vista hacia mí, esperando que yo les explicara lo que tenía en mente.
-Veamos... cuando el equipo D-32 atrapó a Mirta, lo que Etsu había planeado hacer era poner a Mirta a salvo mientras Teck entretenía a los rivales ¿cierto? Pero, al ver que Teck necesitaba ayuda, Etsu necesitó hacer un cambio de planes... ¡y ahí es cuando demostró su verdadera fuerza!
Etsu continuaba con la cabeza inclinada, haciendo un gesto educado para quitarse importancia.
-Y mi pregunta es... ¿Cómo es que Etsu no utilizó toda su fuerza desde el principio?
-Defendía, no atacaba -respondió Imala antes de que Mia pudiera levantar la mano-. No necesitaba usarla, o ahuyentaría a su presa. Táctica de caza.
-¡Exacto! Le bastaba con ceñirse al plan y no gastar más energía de la que necesitaba. A eso quiero llegar yo: tenemos que ir siempre por delante de los rivales, pero sin asegurarnos mucha ventaja para que nunca sepan lo que tienen que superar. Evitad en lo posible las exhibiciones de fuerza. ¿De acuerdo, Delmet?
-De acuerdo, ¿pero por qué me lo preguntas a mí?
-Porque... -pensé un poco mis palabras antes de hablar, para adaptarlas a lo que él quería oír- porque ya conocemos tu gran potencial, y me gustaría que reservaras todo lo que puedas de él hasta próximo aviso, ¿entendido?
-¡Entendido, capitana! -exclamó él con entusiasmo-. ¡A sus órdenes!
-Perfecto. Teck, ¿lo has entendido tú también?
-¡Eh! -gimió él-. Ni que yo fuera por ahí haciendo exhibiciones de fuerza.
-Claro que no... -dijo Mirta en voz baja, poniendo los ojos en blanco. Se le notaba a la legua el tono irónico.
-Teck, no lo digo por nada personal- mentía, pero qué remedio-, pero necesito que te escondas un par de trucos más bajo la manga, y que no lo saques hasta que yo te avise.
-Ni que fueras mi madre... -resopló él.
-Lo digo porque muchas veces te confundes de momento -dije, poniendo sin querer un ligero tono de reproche-. No es que lo hagas mal, sólo creo que puedes reservar mucha más energía de la que piensas para momentos cruciales.
-¿Y qué son para ti momentos cruciales? -me preguntó con una sonrisa arrogante.
-Los que tú sientes que son cruciales, independientemente de las personas que te estén mirando. Pero dejemos ya el tema... Mientras aprendes a diferenciar unos momentos de otros -sabía que Teck la iba a fastidiar-, yo te avisaré cuando vea oportuno que uses toda tu fuerza -dije, ocultando mi pasividad.
Teck intentó decir algo, pero pasó de hablar, como si creyera que no iba a llegar a nada por mucho que me preguntara.
-Y Mia... sé qué estás impaciente por darles a todos una paliza, pero necesitamos que dejes algunas cosas para el final. Ya sabes, un golpe de gracia. ¿Entendido?
-Dejar lo mejor para el final... ¡Como el postre! ¡Creo que lo entiendo, capi!
-¡Ahí vamos! Creo que no necesito decirle nada más al resto, porque tenemos otro ejemplo muy bueno en este mismo equipo. ¿Cierto, Bobby?
-Eh... ¡Sí! Si lo dices tú, que eres la que manda, supongo que lo habrá...
-¡Me refiero a ti, tonto! Recuerda todas esas veces en las que has usado toda tu fuerza en combate; siempre acabas sacando a la luz tus instintos asesinos cuando te provocan de verdad. Es algo que se podría perfilar un poco para que no se te vaya tanto de las manos, ¡pero como ejemplo me viene de perlas!
-¿Quieres decir que me estás usando de ejemplo de buena conducta o algo así? Venga, Eria, que vas a hacer que me sonroje... Voy a parecer un tomate recién sacado de la huerta.
-Bueno, ya es tarde. ¡Ahí tenéis un ejemplo magnífico: un chico de vuestro mismo equipo que sólo ataca cuando la barra de energía le llega al máximo! No está nada mal, ¿verdad?
Bobby no mentía al haberme dicho que lo iba a hacer sonrojarse al usarlo de ejemplo.
-Juro que es la primera vez desde la guardería en la que me siento bien saliendo a la pizarra... -afirmó.
-Me alegro por ti, pero aún nos queda mucho por decidir en lo que nos queda de tarde...
Ya había elaborado un plan en la ducha, así que lo único que tuve que hacer fue compartirlo con los demás. Nos dividiríamos en tres grupos: munición y material, técnicas y, por último, investigación. Tenía claro desde el principio quiénes iban a formar el primero: Teck, Imala y Bobby
-¿Y por qué me toca a mí ir a buscar la munición? -se quejó Bobby-. ¿Para eso me pones de ejemplo?
-Necesito a alguien que le vaya parando los pies a estos dos... -le sonreí-. Porque os voy a pedir que salgáis a la calle desde el garaje secreto, con la furgoneta tuneada, para ir a por un par de cosillas.
-¿Qué cosillas? -preguntó Teck, frotándose las manos.
-Solo las que veas oportunas. Nada de traer cosas de más. Confío en ti (por mucho que me cueste).
-¿Qué función encomienda a Imala en esta tarea? -me preguntó Imala, de nuevo en tercera persona.
-Buena pregunta. Necesito que estés atenta a Teck, porque, justamente, le iba a pedir... que sustituyera tus flechas por algo diferente, quizás menos... ¿puntiagudo?
Ella pareció algo herida con mi decisión, pero no dijo nada, creo que por respeto.
-No dudo de ti, pero hay que tomar algunas precauciones, o de lo contrario puede que le acabemos atravesando el corazón a alguien, tengamos o no motivos para hacerlo. Espero que lo entiendas...
-Imala lo hará, y seguirá de esa forma la táctica de reservar energías -sonrió ella.
Ahora que el primer grupo conocía su función, era hora de nombrar al segundo: Etsu, Jetwick y yo nos encargaríamos de planificar estrategias. Nos tocaba una tarea de gran responsabilidad.
Sólo quedaban Mia, Mirta y Delmet.
-¿Y a nosotros que nos toca, capitana? -preguntó Delmet con entusiasmo.
-Ah... supongo que recordáis nuestro lugar secreto. Ya sabéis, aquella zona llana del bosque rodeada de árboles formando un círculo...
-¡Sí, el lugar secreto del equipo F-06! -exclamó Mia-. ¡Yo guío!
-Perfecto, porque vamos a necesitar el atajo que decías para llegar hasta él. Y, ya que estamos... ¿Por qué no buscáis entre los tres algún secreto más que pueda haber por la academia?

Ya veremos cómo funciona esta nueva estrategia. ¡Volveremos pronto!