El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

15 jul 2021

113. Preparativos y accidentes

Capítulo 113

Después de nuestra batalla, tal y como yo quería, todo el drama entre Ridley y yo se sumió en una tregua muy oportuna y necesaria. Al fin podía poner todos mis sentidos en la siguiente competición: la maratón de Azuria. Jetwick había entrenado muy duro, y se acercaba la hora de demostrarlo.
Con ese mismo propósito, todos menos él, a quien habíamos mandado a descansar, habíamos decidido reunirnos para hacer una puesta a punto. Puede que Golden Podium limitara las plazas a un representante por equipo, pero eso no significaba que no pudiéramos hacer nada para seguir el evento: Jetwick iba a necesitar apoyo, y ahí era donde entrábamos nosotros. En cuanto Jetwick necesitase ayuda, pondríamos la furgoneta de Teck en marcha, y entonces vendría la parte divertida.
La reunión fue más corta de lo que esperado, pues cuando quise comenzar me di cuenta de que dos de nosotros habían faltado a la cita. Me faltó poco para pillar un berrinche, pero en cuanto me di cuenta de quiénes se habían ausentado, me limité a bajar los hombros y preguntar con aire cansino:
-¿Otra vez?
Y, efectivamente, no tuve ni que preguntar por el lugar: allí estaba Mirta, plantada en uno de los asientos cercano a enfermería.
Me recosté a su lado con los brazos tras la cabeza sin decir palabra, preguntando con un deje aburrido:
-¿Qué ha sido esta vez?
-Oh, pues... -Mirta se revolvió en el asiento sin levantar la cabeza. Como de costumbre, se estaba preocupando demasiado-. Trató de saltar de una estructura a otra.
-A ver si adivino: él las revisó.
-...las construyó.
-Ah, qué bien.
-Creo que gritó tu nombre al saltar.
-No me lo puedo creer... -puse los ojos en blanco.
-Ya, bueno...
La actitud temerosa de Mirta casi me contagia su extraña tristeza, pero recordar el motivo por el cual estábamos allí trajo de vuelta mi pasotismo.
-Eria... -entrelazó los dedos-. ¿Estará bien?
-Mirta, por favor... -Me levanté, aferrando el picaporte. No es que sea la más paciente del mundo, pero traté de ser delicada con ella-. ¿Tú que crees? Esta historia no acaba nunca. Seguro que, en cuanto menos te lo esperes, intenta echar la puerta abajo y se pone a gritar...
-¡NUNCA HE ESTADO MEJOR EN MI VIDA! Recibí un portazo en toda la cara que me dejó bastante aturdida, pero mis reflejos me cubrieron, empujando la puerta hacia dentro y salvándome de acabar aplastada.
-¡¿Quieres comprobar que no haya nadie an otro lado cuando abras, pedazo de animal?! -levanté la voz.
Delmet dejó que la puerta se cerrase a sus espaldas, luciendo la misma sonrisa de siempre. Bueno, casi: se había partido la esquina de un incisivo.
Esto... -quise hablar, pero Mirta me desconcentró: corrió hacia su amigo con los ojos llorosos como si la vida le fuera en ello y enterró la cabeza en sus brazos. Él, inmovilizado, negó con la cabeza y sonrió.
-No ha sido nada, mujer -trató de acariciarle la cabeza en un gesto que pretendía ser cuco-. Bueno, eso de que no ha sido nada... Quiero decir, ¡ha sido un salto glorioso! ¿Has escuchado mis proezas, capitana?
-Escuché que diste un salto y gritaste mi nombre.
-...Y encima te dediqué un salto -Me apuntó con dos dedos y guiñó un ojo.
-Delmet, céntrate un poco: queda menos de una semana para la carrera. Además... me hace falta tu ayuda.
Se separó de Mirta.
-¿Has dicho... que me necesitas? -sus ojos echaron chispas-. ¿Para la maratón?
Dio un par de vueltas en círculo gesticulando con los brazos. Interpreté que esa era su forma de contener la alegría. Mientras tanto, me acerqué a Mirta y le susurré tapándome la boca con el dorso de la mano:
-¿Podrías buscar al equipo e informar de la situación?
-¡Por supuesto! -se llevó una mano a la frente. Aunque aún le brillaban los ojos, por fin había recuperado la cordura. Se despidió agitando la mano y desapareció en menos de un segundo.
Por fin, Delmet se detuvo. Tras parpadear un par de veces, preguntó:
-Bien, ¿para qué hago falta, capitana?
-Veamos... -me crucé de brazos-. Tu punto fuerte eran los deportes de riesgo, ¿verdad?
Él asintió.
-¿Y... cómo se te da ir por el aire?
Él inspiró con fuerza con los ojos brillantes por la emoción. Su excesiva energía me hacía dudar de él, pero me recordé a mí misma que, dentro de deportes con normas peligrosas pero mundanas, se comentaba que era cierto que Delmet era realmente bueno. Sólo cuando trataba de ir más allá del reglamento se daba sus habituales batacazos.
-Adoro ir por el aire -sonrió, luciendo su pequeño accidente-. ¿Qué tengo que hacer?
-Necesito que hagas un seguimiento de la carrera a vista de pájaro. Te daremos una cámara para que puedas cumplir. Bueno... -me señalé los incisivos- en cuanto te arreglen eso.
-Ah, ¿esto? Ya tengo la cita pedida. Para cuando sea la carrera ya lo tendré listo, prometido -se llevó un puño al corazón-. Pero, capitana, mi ala delta necesita un lavado de cara. ¿Queda presupuesto?
Me apoyé en la puerta. Hablar de dinero me deba mal cuerpo, pero qué le íbamos a hacer...
Ahora tocaba, de nuevo, buscar a Etsu.

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