El equipo

El equipo

A veces...

Lo más divertido de la vida es el no saber el qué te deparará el futuro, ¿verdad? ~Eria Jumps

(Esta historia es ficticia, o al menos según Junie; Eria aún se opone completamente a esta idea...)

Golden Podium es un proyecto tanto escrito como dibujado que lleva en pie desde 2012. Tenemos una novela, dibujos, tiras... ¡y hasta un Motion Book! #goldenpodiumcomic

15 jul 2021

115. Secretos no placenteros

Capítulo 115

Puede que no lo creáis si lo cuento, pero Teck, al volante, no era la misma persona... para bien, supongo. Se comportaba de una manera inusualmete cauta, como un padre de familia acostumbrado a ir por carretera.
-¿Cuándo empezaste a conducir, Teck? -pregunté con curiosidad.

-‎¿A conducir como ahora? Pues... diría que hace un par de años -dejó caer.

-¿Y cómo aprendiste?

-‎Fue divertido -torció la cabeza-. Me informé, practiqué, etcétera. Como puedes imaginar, no es lo más complicado del mundo si alguien de mi edad puede hacerlo. Además, esta furgoneta tiene retoques que me facilitan el trabajo.

Sonaba interesante para venir de Teck. Habría continuado escuchando si mi móvil vibrando no me hubiera interrumpido.

Maldecí. Era mi madre. No esperaba bronca esta vez, pero tampoco una conversación brillante.

-Dime, mamá.

-‎Nereida, cariño, ¿estás pasando frío últimamente?

No, no estaba pasando frío y era la segunda vez que me lo preguntaba.

-No, mamá...

-‎...tengo una chaqueta nueva que lo mismo te mando en un paquete.

-‎¡Mamá!

Teck no hacía más que reírse de las caras que ponía. Después de debatir lo mismo de mil maneras distintas, conseguí zanjar la conversación y colgar. Menuda ayuda para el estrés...

-¿Ese es tu móvil? -exclamó Teck-. No te veía con uno de los buenos. ¿Desde cuando lo tienes?

-‎Me lo regaló mi tío antes de venir, pero juré usarlo sólo para llamadas -suspiré.

-Pero qué dices. ¿De verdad vas a desperdiciar todo el potencial que tiene ese cacharro? Si tu tío te lo regaló es porque quiere que lo uses. Hazme caso: un día me lo dejas y le hago un par de cosas.

¿Debería fiarme? Supuse que sí: era Teck. No tenía rival a la hora de trabajar con máquinas. Además, ahí tenía razón: no tenía sentido que quisiera hacer durar un móvil que sólo usaba para hacer llamadas.

Me encogí de hombros y miré por la ventana. Cuando creía que la conversación que había tenido ya se había olvidado, Teck soltó:

-Cómo se nota lo que quieres a tu madre -se mofó de mí.

-‎¿Qué? ¡No! Es decir, ¡sí, pero...!

Tuve que esperar a que parase de reírse.

-No es que no quiera a mi madre, Teck. Es... distinto.

-‎No os lleváis.

-Tampoco es eso. A ver, mi madre es muy buena persona, pero a veces me da la sensación de que siempre comparte lo mejor que tiene con personas que no son yo.

-Te tiene algo.

-No... no creo. Me quiere muchísimo, pero cuando me meto en líos o hablo sobre Golden Podium, es como si no fuera ella. Está hasta más sensible desde que se "fue" mi padre.

Antes de que a Teck pudiera cambiarle la cara, crucé con energía los brazos por delante del pecho.

-¡No, no! No es que mi padre... Es decir, mi padre está vivo. Perdido, pero vivo, aunque soy la única que no sabe donde está.

Teck levantó una ceja ante mi extraña explicación.

-Sé que resulta difícil de creer. Se fue de casa hace muchos años por trabajo, según dicen. Pero... tiene que haber algo más.

-Pinta hasta interesante. Es como una telenovela, sin ánimo de ofender -se ecogió de hombros; yo puse los ojos en blanco-. Y... ¿No tienes curiosidad por saber de él?

-Sí y no. Es decir, ¿abandonar a la familia por trabajo? Me va a costar perdonarle algo así. Pero... Me pregunto cuál es el verdadero motivo por el que lo haría, sobre todo si tiene que ver conmigo. Toda mi familia menos mi tío parece tenerme miedo. Pero... ¿y si no es miedo? ¿Y si es otra cosa?

-Lo mismo es... ¿respeto? Es decir, como el que le tiene Bobby a los paralímpicos de Golden Podium. A veces se pone de sensible... Ya sabes, le cuesta no compararse con gente.

-¿Hay un curso de paralímpicos en Golden Podium?

-Claro. De hecho, lo tienen por las nubes. No hay quien haga una broma sobre ellos.

-¿Son buenos?

Asintió sin decir nada, mirando al frente con las pupilas distraídas. Iba a preguntarle lo que pensaba cuando empezó a sonar una canción que no esperaba.

-Eh -me detuve a escuchar-, ¿un tema de los setenta?

-¿Y? -me lanzó una mirada socarrona-. ¿Te gusta?

Me detuve a reflexionar sobre la situación.

-Creía que sólo escuchabas música "actual" y electrónica porque la "antigua" te echaba para atrás.

-¡Sorpresa! -se encogió de hombros.

-¿No es eso... vivir de las apariencias?

Después de decirlo no pude evitar recordar la conversación que había tenido con Mia al salir del establo.

Le dejé tiempo para contestar. Sabía que en el fondo Teck tenía más personalidad, pero a veces hacía ciertas cosas que me llevaban a pensar lo contrario.

-Llámalo como quieras, Eria -negó, sin apartar la vista de la carretera o dejar de sonreír- pero si me acusas de ser así es porque no me conoces, y si hablamos del yo de antes ni te cuento. ¿Te digo a qué me dedicaba?

Me imaginaba lo que iba a decir, pero no le interrumpí.

-Solía molestar en pandilla a un chico de mi curso -respondió.

Ni me sorprendí.

-Tiene gracia -continué.

-¿El qué?

-Yo solía ser la gafe a la que molestaban las pandillas.

-¿Porque te gustaba meterte con ellos?

-Porque según ellos soy bajita y poco femenina, pero no niego que me gustaba meterme con ellos. Además, era la mar de ingeniosa con las bromas. Por eso se me da tan bien meterme contigo.

-Já, já -imitó una risa forzada-. Una pena que ya no sea así. Después de muchas veces llega a ser aburrido reírse así de la gente.

Tan orgulloso como siempre.

-Tendrás que contarme esa historia algún día...

Frenazo. Fue una sacudida tan violenta que hasta teniendo el cinturón tuve que agarrarme al asiento.

-¡¿Teck?! -me quejé. Aún me zumbaba la cabeza.

-‎Un segundo.

Aprovechando que no venía nadie, metió marcha atrás.

-Aquí vamos a aparcar -dijo con un tono alegre-. Mira lo que tenemos delante.

Era una tienda de fútbol con varias camisetas en escaparate.

-Tenemos que entrar, Eria -me persuadió con los ojos brillantes-. Es mi equipo favorito y apenas hay tiendas oficiales suyas. ¡Por favor!

Teck, frente a aquello que realmente le gustaba, tampoco parecía el mismo. Era como si el veinte por ciento de él se convirtiese en azúcar o como si hubiera encogido.

-De acuerdo -cedí, incapaz de darle un no por respuesta-. Pero, a cambio, después de comprar el material vas a tener que llevarme a un sitio.

Puso los ojos en blanco, pero no hizo ningún comentario. Aparcó, paró la furgoneta y se bajó corriendo.

-Supongo que eso es un sí... -dije en voz alta.

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